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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

domingo, 19 de agosto de 2012

109.-Demóstenes y sus discursos.-a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;  Paula Flores Vargas; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán;

  

Obras de Demóstenes.


El Logoi, los famosos discursos de Demóstenes, en una edición de
 1570, en griego, junto con otras obras del mismo periodo.


 El llamado Canon Alejandrino, compilado por Aristófanes de Bizancio y Aristarco de Samotracia, reconoce a Demóstenes como uno de los 10 mayores logógrafos y oradores áticos. 
Según Longino, Demóstenes "perfeccionó al máximo el tono del discurso idealista, pasional, abundante, preparado, rápido".
Cicerón le aclamó como "el orador perfecto" al que no le faltaba de nada y Quintiliano le alabó dirigiéndose a él como "lex orandi" ("la norma de la oratoria") y diciendo de él que "inter omnes unus excellat" ("se encuentra sólo entre el resto de oradores").

Tradición manuscrita

Demóstenes probablemente escribió y publicó la mayoría de sus discursos.4​ En la generación posterior a su muerte, los textos de sus discursos pervivieron en al menos dos lugares: la ciudad de Atenas y la Biblioteca de Alejandría. Durante este periodo Calímaco fue el responsable de crear el catálogo con todos los volúmenes contenidos en la Biblioteca. En ese catálogo, los discursos de Demóstenes fueron incorporados en el cuerpo de literatura griega clásica, catalogado y estudiado por los estudiantes del período helenístico.
 Desde entonces hasta el siglo IV, se multiplicaron las copias de sus discursos en un tiempo en que Demóstenes fue considerado el escritor más importantes en el mundo de la retórica, y cualquier estudiante de retórica necesitaba acceso a sus obras. Gracias a esto, los textos de sus discursos se encontraban en una buena situación para sobrevivir el tenso periodo entre los siglos VI y IX.
Los estudiosos han llegado a registrar 258 manuscritos bizantinos de los discursos de Demóstenes y 21 extractos. Las ediciones modernas de estos discursos se basan en cuatro de estos manuscritos:

Venetus Marcianus 416, del siglo X, (denominado F), que incluye los 61 discursos que han pervivido. La edición de Aldine Press se basaba en tres manuscritos de la misma familia que F, aunque no el la propia F.
Monacensis Augustanus 485, de los siglos X u XI, (denominado A), que incluye 44 discursos. Los omitidos son 12, 45, 46, 52, 60 y 61.
Parisinus 2935, de los siglos X u XI, (denominado Y), que incluye 29 discursos (1-21, 23, 22, 24-26, 59, 61 y 60 en ese orden).
Parisinus 2934, de los siglos X u XI, (denominado S) y considerado el texto más fiable por muchos estudiosos.​ Omite el texto 12 (Carta a Filipo) pero incluye los 60 discursos. Un facsímil del texto fue publicado en 1892-93, en París, por H. Omont.
Autoría.

La autoría de al menos nueve de los 69 discursos se encuentra discutida. F. Blass cuestiona la autoría de los siguientes discursos: Cuarta Filípica, Discurso Fúnebre, Ensayo Erótico, Contra Estéfano  y Contra Evergo y Menesíbulo.​ A. Schaefer considera que sólo son genuinos veintinueve, cuestionando la autoría de, entre otros, los siguientes: Respuesta a Filipo, Contra Leocares, Contra Estéfano  y Contra Eubúlides. 
Friedrich Blass considera que hubo nueve discursos más que el orador escribió, pero que no han pervivido.

Prólogos.

Bajo el título colectivo prooimia (o prooimia dēmēgorika), prólogos o preámbulos, se recopilaron cincuenta y cinco escritos. Eran prólogos de introducción a los discursos de Demóstenes, recopilados por Calímaco para la Biblioteca de Alejandría, y que fueron preservados en diversos de los manuscritos que contienen el texto de los discursos. Los textos varían bastante en longitud, si bien la mayoría son de alrededor de una página, o quizás algo menos.​ 
La mayoría de los prólogos no tienen relación alguna con los discursos que nos han llegado salvo cinco, que sí que hacen referencia a discursos promulgados por Demóstenes ante la Asamblea, si bien sólo tenemos diecisiete de sus discursos públicos. Los temas que surgen varían considerablemente, y no hay un orden aparente.
Estos prólogos posibilitan un mayor entendimiento de la actitud ateniense frente a su democracia, así como las reacciones e incluso las expectativas de la audiencia que acudía a la Asamblea.​ Calímaco creía que Demóstenes era el autor de los prólogos, al igual que Julio Pólux y Estobeo.​ Los estudiosos modernos están divididos: Algunos los rechazan,mientras que otros los consideran auténticos.

Cartas

Hay seis cartas escritas bajo la firma de Demóstenes, pero su autoría ha sido objeto de fieros debates.
 J.A. Goldstein considera las cartas como auténticas cartas apologéticas que fueron enviadas a la Asamblea ateniense y considera que, "ya tuvieran las cartas un origen espurio de propaganda o de ficciones retóricas, el objetivo del autor habría sido presentar una defensa de la carrera de Demóstenes, una autodefensa simulada".​
 Las primeras cuatro cartas datan de la época del exilio de Demóstenes en 323 a. C., la quinta de su juventud, y la sexta de la época de la Guerra Lamiaca.​

  

Demóstenes

(Atenas, 384 a.C. - Calauria, actual Grecia, 322 a.C.) Político y orador ateniense considerado el mejor orador de la antigua Grecia. Proveniente de una familia de empresarios ricos, perdió a su padre a los siete años y sus tutores Áfobo, Demofonte y Terípides abusaron de su patrimonio, por lo que, al acercarse a la mayoría de edad, hubo emprender largos procesos judiciales para conservar algo de su fortuna.

Según la biografía escrita por Plutarco, su admiración e interés por la oratoria se habría despertado cuando su pedagogo lo introdujo clandestinamente en la Asamblea, donde fue testigo de una brillantísima autodefensa del estadista Calístrato. Discípulo de Iseo, leyó las obras de Isócrates y ejerció en su primera juventud la profesión de logógrafo. Superó con esfuerzo sus dificultades para la oratoria por medio de ejercicios de declamación.
A partir del año 354 a.C. intervino en asuntos políticos y se hizo famoso por sus discursos. Entre los primeros destaca Para los megalopolitanos, que atrajo la atención de los atenienses sobre el peligro que representaba el poder de Esparta. Denunció la ambición de Filipo de Macedonia en las famosas Filípicas, discursos pronunciados durante un largo proceso en la asamblea ateniense. Es en las Filípicas donde se inicia la oratoria mayor de Demóstenes. Mientras en sus comienzos era aún perceptible la influencia de Isócrates, su estilo muestra ahora una mayor riqueza de variaciones frente a la regularidad del período isocrático.
La serie se inicia con la Primera Filípica (349 o 351), un enérgico llamamiento a los atenienses. Entre 349 y 348, cuando Atenas concertó una alianza con la Calcídica para luchar contra Filipo, pronunció las tres Olintíacas, en que urgía a los atenienses a ayudar a Olinto; ello no evitó, sin embargo, la destrucción de la ciudad aliada. Demóstenes, que en 346 formó parte de la embajada enviada para tratar la paz con Filipo, pronunció en 344 otro llamamiento contra las pretensiones del rey de Macedonia en la Segunda Filípica. Tres discursos del año 341 dan testimonio de su máxima actividad como orador: la Tercera y la Cuarta Filípica y Sobre la situación del Quersoneso, una de las obras maestras de su oratoria.
En el 340 a.C. dejó la oposición y pasó a ser jefe del partido dirigente. A lo largo de la década siguiente intentó ser coronado por sus méritos cívicos, pero Esquines se opuso a su propuesta y Demóstenes terminó siendo condenado al exilio. La hostilidad entre ambos oradores culminó en 330 en un gran proceso político. Demóstenes respondió triunfalmente con su discurso Por la corona. Esta demolición del adversario e inteligente apología de la propia actuación política está considerada la obra cumbre de su oratoria.

Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.), Atenas, Argos y Corinto se sublevaron contra la hegemonía macedonia. Demóstenes regresó a su patria y fue acogido triunfalmente, pero la derrota naval en Amorgos y la terrestre de Cranón dieron al traste con los sueños de los sublevados. Demóstenes tuvo que huir a la isla de Calauria, donde se suicidó por envenenamiento para no caer en manos de los agentes de Antípatro.

Aunque Demóstenes fue ante todo un hombre de acción, que luchó para que Atenas recobrase la hegemonía y contuviera el avance de Filipo, la posteridad lo ha ensalzado siempre como brillantísimo orador. La fuerza de sus discursos (de los que se conservan unos setenta) y la precisión de sus argumentos, con pocas figuras retóricas, le otorgan una originalidad excepcional. Como otros maestros de la prosa, Demóstenes pone especial cuidado en la estructura rítmica al final del período; ya en los comentarios de la Antigüedad se destacaba que la eficacia de su oratoria reside, en gran parte, en el ritmo.

Según Plutarco, al oír la noticia de la muerte de Demóstenes, su ciudad natal erigió una estatua de bronce en su honor que llevaba la siguiente inscripción:

Si tan solo tu fuerza hubiera sido igual, Demóstenes, a tu sabiduría.

Nunca Grecia habría sido gobernada por un Ares macedonio.

Legado.


Puede que los expertos modernos hayan juzgado a Demóstenes como alguien algo más oportunista que lo que transmite la imagen tradicional de él como patriota confirmado, y se ha debatido mucho sobre si las políticas de sus oponentes le habrían servido mejor a la ciudad a la larga, pero sin duda su reputación como orador perdura. Los discursos de Demóstenes muestran toda la gama de técnicas de retórica y en la Antigüedad eran tan admirados como lo son hoy en día entre los historiadores.
Cicerón, el gran político y orador romano, tituló célebremente sus discursos en el Senado romano contra Marco Antonio las Filípicas en honor a su ilustre predecesor griego. Otro de sus admiradores fue Winston Churchill quien, en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, se presentó como Demóstenes y a Hitler como Filipo II.

A continuación, tenemos una selección de las obras de Demóstenes:

[Esquines] os advierte de que estéis prevenidos contra mí, por miedo a que os engañe y os lleve por el mal camino, y me llama un orador astuto, un charlatán y un sofista y demás. (Kinzl, 425)
Todo acto de violencia [es] una ofensa pública. (21.44-5) El ciudadano particular no debe confundirse y compararse, en desventaja, con el que sabe de leyes, sino que todos deberían tener frente a ellos las mismas ordenanzas, simples y claras de leer y entender. (20.93)
¿Dónde reside la fuerza de las leyes? Si a alguien le hacen algún mal y grita, ¿correrán las leyes a su lado a ayudarlo? No. No son más que escritos y no pueden hacer eso. Así que, ¿dónde reside su poder? En vosotros mismos, si las cumplís y les dais todo el poder necesario para ayudar a quienquiera que lo necesite. Así las leyes son fuertes a través de vosotros y vosotros a través de las leyes. (21.224)



Biblioteca Personal.

Tengo un libro en mi colección privada .- 


Itsukushima Shrine.

  

IL Blasone in Sicilia.







  

Escudos de Armas de las ciudades.









Apéndices de Escudos de Armas de Familias.-

  

















1 comentario:

  1. uno de los grandes oradores de la historia, este griego fue uno de los grandes de antigüedad

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