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domingo, 13 de mayo de 2018

501.-La República de las Letras.-a




  Definición de la RAE

"república de las letras, o república literaria
1. f. Conjunto de las personas dedicadas a la literatura o a otras actividades humanísticas."
Diccionario de Autoridades - Tomo V (1737)

REPUBLICA LITERARIA. Se llama la colección de los hombres sabios y eruditos. Latín. Literaria Respublica.

República de las letras o república literaria (en latín, respublica literaria) es la denominación utilizada para designar a la amplia comunidad de intelectuales de Europa y América formada a finales del siglo xvii y durante el siglo xviii, una de cuyas principales características fue el uso sistemático para sus comunicaciones de cartas manuscritas. Estas cartas (de las que la comunidad recibe su nombre, de acuerdo con la acepción en desuso de la palabra letra como sinónimo de carta) permitían salvar las largas distancias geográficas que podían separar a sus miembros, y posteriormente han permitido documentar (en ocasiones con gran detalle) las relaciones entre sus integrantes.​ La lengua franca inicialmente utilizada era el latín, aunque con el paso del tiempo, el francés fue ganando importancia.


Historia 

La "República de las Letras" desarrollada en Europa -de forma paralela a cualquier sistema político, religioso o cultural- desde finales del siglo XV hasta varios o muchos siglos después, según autores, es una historia tan apasionante como desconocida por el gran público.

Como ha expuesto Peter Burke, "esta unión o república de ‘letras', en el sentido de aprendizaje, fue fundamentalmente una comunidad imaginaria, a veces descrita en textos como República Literaria (1655) de Diego de Saavedra Fajardo o Deutsche Gelehrtenrepublik (1774) de Friedrich Klopstock, como una ciudad circundada por un foso de tinta y defendida por plumas de escribir, o en ocasiones como un estado soberano con su propio senado y leyes"

Fumaroli examina sus comienzos e intenta esclarecer algunos períodos concretos mediante una profunda inmersión en la documentación de la época. 
Apunta que "la expresión ‘República de las Letras' (...) aparece por primera vez en 1417, en una carta latina dirigida por el joven humanista Francesco Barbaro a Poggio Bracciolini para felicitarle por el descubrimiento de unos manuscritos" ; documento natal del término que agrupará, según describe Fumaroli, a un inmenso grupo de humanistas europeos que, al margen de las universidades, mediante trabajos o prebendas que les permiten dedicarse al "ocio estudioso", tejen un inmenso tapiz discursivo con el objetivo de recuperar el saber clásico grecorromano, elaborar traducciones notables de sus textos, establecer una conversatio similar a la que sostuviesen Petrarca y Boccacio, desarrollar questiones o querellas intelectuales y conservar un latín "puro", alejado de las hablas vulgares. 

La correspondencia es el cauce por el que esta lejana forma de "red social" se comunica; las modernas Academias (en imitación de la ateniense) son el lugar donde sus miembros se reúnen al principio para abandonarlas después, y la aparición de la imprenta es el medio que permitirá a estos humanistas recuperar los clásicos antiguos en ediciones críticas, que harán circular entre ellos. Vuelve a florecer de este modo la lectura crítica comentada (algo habitual en la Grecia de Filodemo que se busca imitar) y comienzan a gestarse las bibliotecas privadas como forma de distinción intelectual: 

"este banquete de libros", dice Fumaroli, aludiendo a los tempranos cuadros y grabados que retratan mesas llenas de libros como si fueran bodegones, "se extiende idealmente a todos los letrados, abarca y resume toda la Respublica litterarum" , constituyendo el lugar donde entregarse "a la compañía de los muertos" (Guy Patin, citado en p. 55), o vivir "en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos" (Quevedo, "Retirado en la paz de estos desiertos"). 

Los miembros de la República letrada también se encargaban de restituir la "gloria" literaria a los escritores a sueldo de mecenas o poderosos, evitando que éstos se llevasen los laureles (pp. 59-60). 
En 1664 Pierre Bayle funda la revista Nouvelles de la République des Lettres y se termina de conformar, y confirmar, la existencia de este difuso colectivo de humanistas. 
Se construye en ese marco para la posteridad el mito del Parnaso, por lo común situado en la Arcadia, "en el que los poetas-pastores itinerantes se encuentran en compañía de Apolo y de las Musas, emblemas de la inspiración y la gloria literarias" 

El propio Parnaso, como sabemos, pasaría mucho después a configurar el territorio simbólico de la gloria para un escritor (sea esto lo que sea), e incluso a denominar un tipo de lírica.

"En los siglos XVI y XVII", escribe Paul Bénichou, se lleva a cabo una "apología de la literatura al nivel espiritual más elevado", y entre los escritores "se asiste (...) a una dignificación de la literatura profana. Desde luego, todo lo que puede decirse para gloria de las letras recuerda su situación en el mundo antiguo". 

De modo que en esos siglos, y en esa República de las Letras, comienza a configurarse un estatuto simbólico del escritor que no será sustituido hasta la llegada del Romanticismo.

Lo mejor del libro de Fumaroli es que pone rostro a la creación y desarrollo de esta República libresca, explicando la función que tenían algunos de sus personajes principales. Especialmente interesante es la recuperación de la figura de Vincezo Pinelli, fundamental no por sus obras escritas sino por su privilegiada e influente situación en el campo literario de la Venecia del siglo XVI. 
Mientras que la filología ha obliterado su legado literario, Fumaroli explicita el lugar de Pinelli y sus pautas de comportamiento dentro de los habitus epocales, del mismo modo que Pierre Bordieu estudia los de Flaubert en una época posterior. 
También explica Fumaroli cómo "la Venecia de Barbaro y de Pinelli es la parcela de Italia en la que está preservada la tradición de las Letras inaugurada por Petrarca, la segunda patria de todo humanismo" ; y esclarece cómo esa irradiación veneciana cede su empuje ante la parisina a partir del XVII, centrándose ya el estudio en personajes franceses. 
Es normal que se destaque la importancia de ciudades como Venecia o París en este proceso; como ha explicado  Pedro Ruiz Pérez, "las nóminas de poetas son expresión de este desplazamiento que lleva de la corte a la ciudad y muestra la directa relación con ella de la república de las letras, una república que comparte rasgos con la ciudad y en la que, como en ésta, se despliegan estrategias de reconocimiento y de toma de posición en el campo" (El Parnaso versificado. La construcción de la república de los poetas en los Siglos de Oro; Abada, Madrid, 2010).

En resumen, Fumaroli explica a la perfección el qué, el quién, el cómo y el cuándo de la cuestión, convirtiendo el libro en un manual complejo y completo de este interesante fenómeno cultural.

Uno de los aspectos más atrayentes -a mi dudoso juicio- del volumen es el hecho que Fumaroli entre a fondo en algo "irrecuperable": las conversaciones privadas sobre las que se sustentaba en buena parte de la convivencia de la República. 
A pesar de que no es posible acceder, obviamente, a aquellos hitos orales entre humanistas, Fumaroli entiende que pueden explorarse al menos su funcionamiento y fines. Así, apunta que para evitar la censura y por prudencia ante la vigilancia religiosa (tanto anterior como posterior a la Reforma), los humanistas prefieren hablar a escribirse, siempre que no lo imposibilite la distancia.
 A juicio del autor, "la conversación mundana (...) se convierte entonces en una especie de género literario nido, anfibio (a la vez oral y escrito), colectivo, que asocia a la invención lingüística todo un ambiente (...) Como viera bien Sainte-Beuve, mejor sociólogo que Proust, conversación y literatura francesa se volvieron por entonces indisociables".

Marc Fumaroli (Marsella, 10 de junio de 1932) es un historiador y ensayista francés.
Peter Burke (Londres, 1937) es un historiador británico, especialista en historia cultural moderna.

 

La República universal  de las Letras de París.


  Un (escritor) bárbaro en París.


Vargas Llosa renueva su profesión de amor a París durante un discurso pronunciado en la Sorbona.

 

Tuvo que ser un 30 de mayo, aniversario de la muerte del dictador dominicano Rafael Trujillo, el día elegido por Mario Vargas Llosa, autor de La fiesta del chivo, para rendir homenaje a la literatura como fuerza transformadora de la sociedad y a París como terra firma para los hombres y mujeres de letras.

"En 1959 llegué a Francia. Creía haber llegado a un país de ensueño, y no me decepcionó. La cultura era omnipresente (¡hasta en la televisión!), y allí vivían Albert Camus, Jean-Paul Sartre y Jean Vilar, se representaba a Ionesco, se leía a Beckett... El debate político era muy intenso, pero era un debate de altura. Me sentí como un bárbaro entre civilizados".

He ahí la profesión de amor y agradecimiento, en forma de conferencia, que el escritor peruano ha realizado este jueves en el anfiteatro Descartes de la Universidad de la Sorbona, bajo el título Un bárbaro en París. El auditorio estaba compuesto por estudiantes de literatura, escritores, académicos e hispanófilos de diferentes acentos, además de los representantes de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes/Cátedra Vargas Llosa, el presidente de la Sorbona, Barthélemy Jobert, el director del Instituto Cervantes en París, Juan Manuel Bonet, y Stéphane Michaud, que prepara la futura edición de la obra de Vargas Llosa para la Biblioteca de la Pléiade (Gallimard).

La conferencia tenía como fin celebrar el convenio de cooperación firmado horas antes entre la Cátedra Vargas Llosa, instituida por dicha fundación y un conjunto de universidades españolas y latinoamericanas, y la universidad francesa, con la colaboración del Instituto Cervantes de París.

El convenio establece un conjunto de actividades que, según explicó Juan José Armas Marcelo, director de la cátedra, pretende "aunar las actividades académicas, la formación de investigadores y la promoción de la literatura con una serie de debates y encuentros que acerquen los escritores al conjunto de la sociedad", sin desdeñar los aspectos extraliterarios.

En su discurso —pronunciado de viva voz a resultas de un micrófono cacofónico e irreductible—, Mario Vargas Llosa amplió algunas de las ideas avanzadas en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, pronunciado en Estocolmo en diciembre de 2010.

Ya entonces afirmó que "de niño soñaba con llegar algún día a París porque, deslumbrado con la literatura francesa, creía que vivir allí y respirar el aire que respiraron Balzac, Stendhal, Baudelaire, Proust, me ayudaría a convertirme en un verdadero escritor, que si no salía del Perú sólo sería un seudoescritor de días domingos y feriados".

Esa francofilia, acentuada por el hecho de haber tenido entre sus primeras lecturas a los clásicos de la literatura gala y por haber aprendido el idioma en la Alianza Francesa de Lima, le permitió afianzar su vocación y resolver su orfandad identitaria como novelista.
 "Francia me hizo reconocerme como escritor latinoamericano y me permitió descubrir a Cortázar, Carpentier, García Márquez…", recordó el escritor en la Sorbona. 
"París fue, durante unas décadas, la capital de la literatura latinoamericana, tal y como la describió Octavio Paz, y fue gracias a este país, que descubrió a Borges, que otros países fueron sumándose a ese reconocimiento".

El autor, al que el Instituto Cervantes dedicó una ruta basada en su estancia en París, habló con pasión de sus primeras lecturas infantiles y juveniles de Alexandre Dumas ("lo leí en estado de trance"), de Víctor Hugo ("Los miserables me permitió entender la importancia del factor cuantitativo en la novela como acumulación de experiencias" ) y de André Malraux ("La condición humana describe con exactitud la mentalidad del terrorista; deberíamos releerla").

En su intervención hubo también lugar para la nostalgia: 

"Viví mis años en París con una exaltación inusitada, y con una fraternidad entre escritores que duró hasta que se inmiscuyó la política", aseguró el peruano, que también recordó su evolución ideológica a partir de la lectura de autores como Raymond Aron, Jean-François Revel y otras figuras del pensamiento de Francia.

Abundando en las ideas expresadas en su obra ensayística y en sus columnas de prensa, Vargas Llosa rindió culto a la literatura entendida como imagen contrapuesta de la realidad y como estímulo para las ansias de cambio. "Leyendo Madame Bovary surge el contraste entre la mezquindad y la mediocridad del mundo real frente a esa perfección de la novela", dijo el escritor.

"La malaise o insatisfacción nace como exposición a la ficción literaria de autores como Flaubert, Balzac, Stendhal… que tuvieron un efecto profundo, social e histórico. Por eso no podemos permitir que la literatura sea un mero divertimento".

Vargas Llosa, que publicará en septiembre su novela El héroe discreto, empezó criticando el sectarismo de los años últimos de Sartre y lo que entiende como una contaminación de la escritura por el compromiso político, para terminar elogiando algunas de las ideas expresadas en su ensayo ¿Qué es la literatura? "Como ven", dijo el autor para finalizar su conferencia, "sigo con mis contradicciones".

   

La República de las Letras.


24 enero, 2014

Marc Fumaroli


Miembro del Instituto de Francia y catedrático de la Sorbona y del Collège de France -creado en el siglo XVI como principal institución del Humanismo renacentista francés- Marc Fumaroli (Marsella 1932) es uno de los mayores especialistas en la historia intelectual de la Edad Moderna. Varias de sus obras han sido traducidas al español, entre ellas, Las abejas y las arañas, dedicada al análisis de la querella cultural entre antiguos y modernos. En esta ocasión el autor ha reunido varios estudios cuyo denominador común es esa república europea de las letras que se constituye durante el Renacimiento y que agrupa a un selecto número de personas de diferentes países, unidas por su común amor a las letras y al conocimiento, que se mantienen en contacto intelectual por encima de las diferencias religiosas y las guerras que asolan el continente.


El término fue utilizado por primera vez en 1417 por uno de los discípulos de Petrarca, el humanista veneciano Francesco Barbaro, al referirse a cuantos, en la estela de su maestro, se dedicaban a la búsqueda y copia de manuscritos y obras desconocidas de la Antigüedad. Surge así un tipo humano que rompe con los métodos tradicionales del debate de ideas: la 'quaestio' y la 'disputatio' escolásticas, para pasar a un diálogo de tipo 'retórico', cuyos géneros clave son la epístola, la conversación o el ensayo. Quienes los practican no son ya los universitarios eclesiásticos, sino gentes variadas, que en el contacto con la Antigüedad inician un diálogo en el que participan también los muertos a través de sus obras, más allá de fronteras y generaciones.

Sus miembros se reúnen en una institución nueva de raigambre clásica, las academias, de carácter originariamente privado, creadas por personas que entienden su amor al saber dentro de un 'otium operoso' y gozoso, distinto del 'negotium'. Madame de Stäel definiría la conversación como “un intercambio oral entre nobles y gentes de letras”, aunque habría que decir que participan también de ella eclesiásticos y mujeres, así como que el término letras hay que entenderlo en un sentido enciclopédico, que incluye no solo las relacionadas con el lenguaje, sino la erudición y las ciencias.

En opinión de Fumaroli, tal república de las letras tuvo su centro en Italia durante el siglo XVI, con múltiples capitales como correspondía a la dispersión local de su Humanismo. A comienzos del XVII, sin embargo, la capital se desplazó al París posterior a las guerras de Religión, que iniciaría una larga etapa como sede principal de la cultura europea. Los estudios reunidos por el autor analizan aspectos de dicha república, como las alegorías de la Arcadia o el Parnaso, el análisis de la conversación y las sociedades de conversación que surgen en el París del siglo XVII, el protagonismo de las mujeres -aunque solo las de la nobleza de espada-, la crisis que produjo la disputa entre antiguos y modernos con la ruptura que implicaba la convicción de estos últimos de la superioridad de su mundo respecto a la Antigüedad, las nuevas academias francesas vinculadas al poder real, y otra serie de cuestiones.

El libro, profundo y bellamente escrito, es una historia centrada en los primeros siglos de la Edad Moderna, de la cultura europea de raigambre clásica. En ella se aprecia la evolución desde los humanistas de los siglos XIV al XVI a los hombres de letras del XVII y también la filiación humanista de la nueva ciencia desarrollada en dicha centuria. Las mayores virtudes son su capacidad para describir las posibilidades de los nuevos géneros propios de la república de las letras, el valor de la conversación como base de la nueva cultura, más allá del principio de autoridad, o el análisis del surgimiento de las Academias parisinas del siglo XVII, que tienen su origen en las sociedades de conversación: la Francesa en el Hôtel de Rambouillet (salón mundano), la de las Inscripciones y medallas en el gabinete de los hermanos Dupuy (círculo erudito), y la de las Ciencias en la academia de Habert de Montmor (de carácter científico).

Su principal defecto, sin embargo, es que su óptica solo tiene en cuenta los casos de Italia y Francia, de los cuales extrae todas las conclusiones, dejando fuera a los miembros de la república de las letras de países como España, Inglaterra, Alemania u Holanda. En cualquier caso, se trata de una serie de estudios que al autor analiza con gran brillantez.


Nota: Marc Fumaroli (Marsella, 10 de junio de 1932- París, 24 de junio de 2020)​ fue un historiador, humanista, crítico literario y ensayista francés. Sillón 6 de la Academia Francesa (1995-2020) 


  

La República de las Letras en el Gran Siglo.


Biblioteca de la Sorbona, la célebre universidad de París.

Introducción.

Con esta entrada llegamos al final de esta serie. Por ello me gustaría destacar las principales características de la República de las Letras y que giran en torno a la forma de comunicación, tanto en el sentido lingüístico, formal como físico. Esto es porque la peculiaridad de esta comunidad reside, justamente, en su carácter virtual que hace que la comunicación entre sus miembros sea característica.
Como hemos ido viendo en las entradas anteriores la República de las Letras fue una comunidad cosmopolita autoproclamada y virtual de intelectuales, que se desarrolló durante la Edad Moderna en Europa. Sus miembros formaban un grupo elitista, y el ingreso a esta comunidad dependía de elección por cooptación. La República de las Letras no tenía fronteras, ni gobierno. Estaba formada por personas interesadas en estudiar cualquier rama del saber. Acabará gestionándose a través de unas academias que, en un primer momento, surgen frente a la oficialidad de las Universidades y terminará institucionalizándose y organizándose en estructuras formales. Diferentes tipos de organizaciones permitieron el desarrollo de los estudios: uno más erudito y otro más mundano; ambos organizan y construyen esta comunidad transnacional.

El estudio de la República de las Letras

Pese a que los propios miembros de la República de las Letras se sintieron, realmente, ciudadanos de ella y el término como tal fue acuñado ya en 1417 (Francesco Barbaro), sólo la historiografía más reciente la ha analizado como un conjunto. Anteriormente fue abordado su estudio de forma más monográfica, atendiendo aspectos concretos de la República de las Letras como temas separados. Este fue el caso de dos historiadores “actuales”, Hans Botts y Françoise Waquet, que durante su carrera analizaron las formas de sociabilidad y la correspondencia de los letrados. Incluso, luego escribieron conjuntamente un libro bajo el título de República de las Letras (en 1997), entendiéndolo ya como un conjunto.

Marc Fumaroli es el historiador que más recientemente ha tratado el tema también como un conjunto. Además, es el autor que más ha nutrido mi bibliografía, ya que en sus libros busca unificar los aspectos que durante años han sido analizados de forma más monográfica.

Las Academias de la República de las Letras.

La segunda entrada de esta serie la dediqué a la Academia, como centro físico de reunión de la República de las Letras. Las Academias Italianas, de principios de la Edad Moderna, eran reagrupaciones, en torno a un maestro, de jóvenes que compartían el mismo ideal intransigente de perfección. Será el punto donde surge la idea de colaboración entre los estudiosos, que caracterizó los ideales de la República de las Letras.

Más tarde será en Francia donde estas sociedades de letrados, agrupadas en salones, tengan más peso, dentro de lo que entendemos como República de las Letras, diferenciando varios tipos de reuniones según los intereses estudiosos. La evolución de los salones y las Academias, hasta llegar a su institucionalización como Reales Academias, es algo que la historiografía ha estudiado sobradamente. Aun así, es interesante ver su evolución dentro de la República de las Letras y como esto marca un cambio, o incluso una ruptura. El academicismo acaba abarcando todas las enseñanzas, aun con sus normas y efectos “esterilizadores” mediante una severa y tradicional disciplina artesanal.
La red de la República de las Letras, que en origen no tenía frontera ni gobierno y no servía a intereses particulares, acaba viéndose gestionada a través de estas Academias, por tanto, es lógico pensar que los valores que defendían se pierden, o dejan de estar tan claros, cuando las Academias pasan a ser otra cosa. No obstante, sí podemos afirmar que actualmente existe la intención y voluntad por parte de los académicos de fomentar la cooperación y colaboración entre ellos, así como entre los estudiantes. Por tanto, me atrevería a decir que alguna parte del espíritu que movía a la República de las Letras sigue, salvando las distancias, entre nosotros.

Periodos de la República de las Letras.

Debido al servilismo al estado de las Academias se desencadena un auténtico debate en torno al modelo o modelos culturales y educativos. La evolución de la República de las Letras va paralela a la evolución de las Academias y es en el punto donde las Academias se institucionalizan de forma general donde los estudios marcan el final de la República de las Letras (a finales del siglo XVIII). Sin embargo, el historiador Peter Burke, en una arriesgada visión, extiende la comunidad hasta nuestros días, dividiendo su existencia en cuatro periodos:

El primer periodo se extendería de 1450 a 1850, y, por tanto, es el que nos ocupa en este trabajo. Fue la época de la academia de tracción animal, según el medio de transporte utilizado en el momento.

El segundo periodo iría desde la mitad del siglo XIX hasta mediados del siglo XX: la edad del vapor.

La tercera etapa: desde 1950 a finales del siglo XX. Se trataría de la edad del aire.

Y el cuarto periodo es la época electrónica. En ella nos hallaríamos actualmente.

El propio Peter Burke es consciente de que la continuidad de la República de las Letras no puede hacerse extensible a la actualidad. La República de las Letras se ha transformado en la actualidad en una “República Digital de las Letras”. Burke estudia y valora el desarrollo de las bases de datos electrónicas, el fenómeno del blogging y el impacto que la expansión de la Enciclopedia Wikipedia ha tenido en la ­­­vida académica. Con todo, la presencia de la oralidad en la vida académica, así como el contacto directo y personal (una buena conversación), son fundamentales para el desarrollo académico. Así lo vio también la República de las Letras siglos atrás.



Itsukushima Shrine.

Introducción. 

  

La casa Bulgakov (en ruso  : Музей - театр "Булгаковский Дом" ) es el hogar del escritor soviético Mikhail Bulgakov y lugar de importantes escenas de su novela más famosa El maestro y Margarita . Se encuentra en la planta baja del número 10 de la calle Bolshaya Sadovaya en Moscú. Ahora alberga un museo, fundado por iniciativa privada en 15 de mayo de 2004.

En el mismo edificio, en el apartamento 50 en el cuarto piso, se encuentra un segundo museo, el Museo MA Bulgakov (en ruso  : Музей М. А. Булгаков ), fundado por iniciativa del gobierno ruso en 26 de marzo de 2007.


Existe una rivalidad entre los dos museos, especialmente mantenida por el Museo MA Bulgakov, que invariablemente se presenta como "el primer y único museo conmemorativo de Mikhail Bulgakov en Moscú".

En las cercanías de Bulgakov's House hay muchos otros sitios que juegan un papel en la novela El maestro y Margarita , como el Estanque del Patriarca , el Teatro de Variedades y la Casa Griboedov que alberga un club oficial de escritores.




El edificio.

El edificio, diseñado para apartamentos de alquiler de lujo, fue construido entre 1902 y 1905 por orden del millonario ruso Ilja Pigit, propietario de la empresa tabacalera Ducat. El edificio fue erigido en estilo Art Nouveau ruso en un momento en que Moscú estaba en plena floración y se trazaron muchas nuevas avenidas arboladas, incluida la calle Bolshaya Sadovaya o la calle Great Garden, que formaban parte del cinturón de jardines alrededor del centro de Moscú. EnJunio ​​de 1917, justo antes de la Revolución de Octubre , Ilja Pigit vendió el edificio a una inmobiliaria privada. Decisión oportuna, sabiendo que el edificio fue expropiado por el nuevo régimen soviético para ser transformado en uno de los primeros edificios de apartamentos comunales de Moscú. En 1938, el edificio perdió gran parte de su encanto original, con el jardín delantero alineado y eliminado.
En Septiembre de 1921, El escritor soviético Mikhail Bulgakov vino a vivir al apartamento número 50 en el cuarto piso con su primera esposa Tatiana Nikolaevna Lappa. Bulgakov, resistente al régimen comunista, a menudo ha expresado su aversión a los apartamentos comunales, y en particular al apartamento 50 en el número 10 de la calle Bolshaya Sadovaya:

  En el Gran Sadovaya
hay una casa grande como esta.
La casa está habitada por nuestros hermanos:
Los valientes proletarios.  "

Bulgakov utilizó el edificio como uno de los sitios principales en su famosa novela El maestro y Margarita , en la que lo describe como "el apartamento equivocado". En El maestro y Margarita, Bulgakov ubicó el edificio en el número 302 bis, no en el número 10. Lo hizo para denunciar la complejidad de la administración soviética en su época.
En el verano de 1924, Bulgakov decidió mudarse de este ruidoso apartamento a uno más tranquilo, en el número 34 del quinto piso del mismo edificio. Desde este apartamento, también utilizó características en su descripción del "apartamento malo" en la novela. Más tarde, su esposa Tatiana Lappa entendió que Bulgakov diseñó esto para no dejarla sola en el desagradable entorno de su apartamento comunal. Porque unos meses más tarde Bulgakov dejaría el edificio para irse a vivir con Lioubov Evgenieva Belozerskaya, con quien se casó enAbril de 1925.
Había un café en el sótano, el Pegasus Stables , donde el poeta ruso Sergei Aleksandrovich Essenin conoció a su esposa, la bailarina Isadora Duncan .


Historia del museo.

Mucho antes de la fundación del Museo Bulgakov en Moscú, el edificio en el número 10 de la calle Bolshaya Sadovaya ya era un lugar de peregrinaje para los fanáticos del autor. La pared de la escalera que conduce al Departamento 50 estaba sumergida en grafitis, dibujos y citas de El Maestro y Margarita .
Entre 1984 y 1986, el edificio, la escalera y el apartamento fueron objeto de una batalla entre los organismos oficiales, el cuidador y los grafiteros. Estos se eliminan regularmente, pero los fanáticos han regresado una y otra vez para poner nuevos. Finalmente, las autoridades oficiales se rindieron. En la primavera de 1988, el gobierno de la ciudad de Moscú dio permiso para establecer un museo oficial, pero aún faltaba algún tiempo para que se completara.
Al principio del siglo  xxi, todo el edificio fue reformado y gestionado, ya principios de 2004, un puñado de entusiastas seguidores Bulgakov han logrado crear un museo en Bolshaya Sadovaya número 10. El 15 de mayo de 2004, el cumpleaños de Mikhail Bulgakov, se inauguró la Casa Bulgakov. Dado que el apartamento número 50 no estaba disponible en ese momento, Bulgakov House se instaló en la planta baja del edificio.

1915

Historia del terreno Bolshaya Sadovaya Street 10.

El millonario fabricante de tabaco, propietario de "Dukat", Ilya Davidovich (1851-1915) , que planeaba construir una fábrica de tabaco, compró un terreno. Pero estaba cerca de un templo y en aquella época la Iglesia se oponía al consumo de tabaco. Pigit no quería entrar en conflicto con la Iglesia, por lo que decidió construir un edificio de apartamentos en lugar de la fábrica. Pero el proyecto no resultó muy rentable, por lo que Pigit empezó a alquilar los apartamentos a artistas. Aquí se ubicaron los talleres de los artistas de vanguardia Piotr Konchalovsky, Aristarkh Lentulov y Georgy Yakulov. Por cierto, en esta casa de la calle Sadovaya, Yesenin e Isadora Duncan se conocieron por primera vez en uno de los talleres.


Viaje del Moscú de Mijaíl  Bulgakov.


Fue en el número 10 de la calle Bolshaya Sadovaya, donde, al llegar a Moscú en otoño de 1921, Mijaíl Bulgákov alquiló una habitación en el apartamento número 50. Escribió a su hermana:
«... La cuestión más horrible en Moscú es el apartamento. ... La habitación es mala, al igual que los vecinos, no me siento cómodo. Conseguir la habitación ha costado muchos problemas...» 
Bulgakov logró establecerse sólo con la ayuda de Nadezhda Krupskaya, directora de la revista, donde trabajaba a tiempo parcial escribiendo artículos satíricos. Lo interesante es que el apartamento número 50 tenía mala reputación incluso antes de ser descrito en la novela "El maestro y Margarita". En el verano de 1917 vivía allí Fanny Kaplan, miembro del Partido Socialista Revolucionario, amiga de la sobrina de Pigit. Fanny tuvo una historia de amor con el hermano de Lenin, Dmitry Ulyanov.
Pero volvamos a Bulgákov. Mencionó la casa de la calle Bolshaya Sadovaya en su artículo «El lago Moonshine», en el cuento «A un amigo secreto» y en el ensayo «La primera comuna de los niños». Y en todas partes aparece como un lugar terrible. En la novela "El maestro y Margarita", Woland se detiene aquí, en este apartamento tiene lugar el baile de Satanás: las paredes se separan, el tiempo se reduce...

Por cierto, ¿sabes por qué uno de los personajes de la novela se llamaba Koroviev?

 La razón es que la calle Ermolaievski, que se veía desde la ventana de Bulgákov, tenía un segundo nombre: calle Koroviev. Había vacas pastando cerca dejando abundantes excrementos y sus «emisiones» en abundancia. Y, por cierto, ¿cuál es el origen de los nombres Kozya Sloboda, Kozikhinskiy lane, Patriarch Ponds. Todos estos nombres están relacionados con la Iglesia de San Hermolao (1610). Fue fundada como iglesia local en Sloboda del Patriarca por el segundo Patriarca de Moscú y de toda Rusia, Hermógenes (en el mundo, Hermolao). Sloboda es una parte de la tierra, exenta de impuestos. 
Y el Patriarca había desarrollado allí un negocio bastante decente: la cría de cabras. El plumón de cabra se utilizaba para confeccionar vestimentas eclesiásticas y ropas reales. Así, la Sloboda, los pastos para cabras y vacas del Patriarca dieron el nombre a las calles y callejuelas.


En «El maestro y Margarita» Berlioz se mete debajo del tranvía, sucede en los estanques del Patriarca. Pero no había ninguna ruta de tranvía en los estanques del Patriarca. Entonces, ¿por qué apareció en la novela? El caso es que durante un breve período estuvo allí un aparcamiento nocturno de verano para tranvías. Y en la novela el vagón estaba vacío: era un tranvía que iba a pasar la noche.
Junto a la casa Pigit se ubica el parque Acuario desde finales del siglo XIX. En el parque se encuentra actualmente el edificio del Teatro Mossovet. En tiempos de Bulgákov había aquí un edificio de variedades. En la novela, en el teatro «Variety» tiene lugar «una sesión de magia negra» la noche del Viernes Santo al Sábado Santo. Todos los acontecimientos de la novela transcurren en los días previos a la Semana Santa. Esta semana la gente suele ir a la iglesia, pero en este caso fueron a mirar al diablo... Bulgakov, cuando escribió la novela «El maestro y Margarita», era un hombre profundamente religioso.


El siguiente punto de nuestro viaje es la casa de Veshnyakov (calle Malaya Bronnaya, 32), que «mira» a los estanques del Patriarca. 
En esta casa, en el apartamento número 24, Bulgakov, participando en una sesión espiritista, evocó el espíritu de Napoleón. Junto con su primera esposa, el escritor Tatyana Lappa, visitó Ivan Pavlovich KreshkovBulgakov sugirió en broma que rotaran la mesa. Así nació el feuilleton «Sesión Espiritista». 

Un buen lugar no se llamará “mal apartamento”

Ahora vamos a la calle Maly Kozikhinskiy, 12. Se trata de la casa de apartamentos de la rica viuda Volobueva, mencionada en el folletín «Acerca de la buena vida» . En el apartamento número 12 vivían los amigos del abogado Bulgakov Komorsky y su esposa Zinaida Vasilievna. Bulgakov, que vivía en una pequeña habitación de un apartamento comunitario en la calle Sadovaya, escribió:
 «Zina se calmó milagrosamente. En el centro de Moscú no sólo tiene un piso, sino una bombonera con tres habitaciones, un baño, un teléfono y un marido.» 
En 1923 los literatos moscovitas conocieron aquí al «conde rojo» Alexei Tolstoi, que acababa de regresar del exilio.

Un buen lugar no se llamará “mal apartamento”

Bulgakov conoció a su tercera y última esposa, Yelena Shilovskaya, en uno de los primeros rascacielos de Moscú, un edificio de 11 plantas en el edificio Bolshoy Gnezdnikovsky pereulok, 10, que tenía una sala de cine y un mirador. Elena se convirtió en el ángel de la guarda del escritor. Estaba casada con un amigo de Tujachevski, el jefe militar Shilovsky, por lo que era miembro de la élite soviética. Muchas veces ayudó a Bulgakov y logró mantenerlo a flote. 
Pero el comienzo de su historia de amor fue dramático. Elena sufrió una avalancha de amor por Bulgakov, pero para no separarse de sus dos hijos, no quería divorciarse de Shilovsky. Durante casi dos años no se permitió ver a Bulgakov. Pero finalmente dejó a su marido. Posteriormente, uno de sus hijos vivió con ellos y el segundo se quedó con su exmarido.

Y terminaremos nuestro paseo en el cementerio Novodevichy. Bulgakov murió muy temprano, a la edad de 48 años. Pero incluso después de su muerte, Elena siguió preocupándose por él. A petición de la viuda se colocó una piedra en la tumba del escritor, a la que se le dio el nombre de «Gólgota» . 



Estanque del Patriarca.




El libro El maestro y margarita se abre con una cita de Fausto de Goethe, cuyo primer capítulo se llama «Nunca hables con desconocidos» y en el que ya en las primeras páginas el diablo aparece en los Estanques del Patriarca de Moscú interrumpiendo una conversación entre dos intelectuales y le dice a uno de ellos que ese mismo día morirá decapitado.


Los Estanques del Patriarca son un parque, un estanque y una zona residencial acomodada en el centro del distrito Presnensky de Moscú, Rusia. Desde hace 200 años, sólo hay un estanque, aunque, como sugiere el nombre de Tryokhprudny Pereulok, antes había más. La superficie del estanque existente es de 9.900 metros cuadrados; la profundidad es de unos dos metros.

En el lugar donde se encuentran actualmente los Estanques del Patriarca en Moscú, se situaba antiguamente el Pantano de las Cabras. Así se llamaba porque hubo un corral dedicado a la crianza de cabras antes de construir el pantano.

En el siglo XVII se levantó este lugar con bellos edificios para la residencia del Patriarca Herman, y se creaba así un barrio patriarcal residencial. Un poco más tarde, se mandó construir tres estanques-viveros para el cultivo de diferentes especies de peces. Este pescado abastecería posteriormente a la mesa Patriarcal. Y por eso adoptaron el nombre de Estanques del Patriarca.

Tras un tiempo, a principios del siglo XIX todos los estanques a excepción de uno, fueron cerrados. Alrededor del último estanque se construyó una plaza y pasó a ser parte de un bello jardín junto a los edificios de las antiguas residencias. En 1924, se cambió el nombre por primera vez por “estanque de los Pioneros”. Pero a finales del siglo pasado, en 1992, los moscovitas decidieron volver al nombre original.



Grandes poetas y escritores como Dmitriev, Karamzin, Zhukovsky, Pushkin, Gógol o Baratynsky han residido en diferentes épocas en este barrio central de Moscú, donde se encuentran los Estanques del Patriarca. También lo han hecho personas reconocidas y bien abastecidas como Iván Sechenov o Marina Tsvetaeva. Los Estanques Patriarcales se consideran el lugar elitista de la capital. Es una zona de las más prestigiosas y de las más apreciadas por todos los habitantes de Moscú



Bulgakov Museum.


El 15 de mayo de 2004, el cumpleaños de Mikhail Bulgakov, se inauguró el museo  Bulgakov. Dado que el apartamento número 50 no estaba disponible en ese momento, Bulgakov House se instaló en la planta baja del edificio.


Oficina restaurada de Bulgakov, 2014


Oficina restaurada de Bulgakov, 2014


Exposición del museo, 2014.

Exposición del museo, 2014.

Salón, 2014

Salón, 2014

Salón, 2014

Mesa de un apartamento en Nashchokinsky Lane, donde
 se escribió la novela "El maestro y Margarita", 2016


Estatuas de dos personajes diabólicos de El Maestro y Margarita saludan a los visitantes de la Casa Museo Bulgakov en Moscú. Las exhibiciones combinan recuerdos de la vida del escritor con exhibiciones caprichosas y pasajes secretos.

Uno de los compañeros más problemáticos del profesor Wolland es un enorme gato negro: Behemoth. Puede beber vodka, hacer malabarismos con naipes o dispararle a la policía mientras se balancea desde una lámpara de araña.
En una escena famosa, el gato juega al ajedrez con piezas vivas en lo que Gorpenko dice alegremente es "un juego geopolítico, igual que las grandes potencias actuales: la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia".





Mijaíl Afanásievich Bulgakov.

Kiev, 1891 - Moscú, 1940) Novelista y dramaturgo ruso. Hijo de un profesor de la Academia Eclesiástica de Kiev, Mijaíl Bulgakov estudió medicina y ejerció como médico hasta que, en 1921, se trasladó a Moscú para dedicarse en exclusiva a la literatura. En el decenio de 1920 alcanzó considerable fama como autor teatral: en 1928 llegó a tener tres obras representándose simultáneamente en las escenas de los más importantes teatros de Moscú.
Entre sus piezas para teatro cabe señalar el drama La evasión (1927), que trata sobre la evacuación de los "rusos blancos" y la vida de los emigrados. La más significativa de ellas se tituló Los días de los Turbin, una adaptación al teatro de su novela La guardia blanca (1925), la mejor de las que publicó en vida, y de cuya adaptación se ocupó personalmente. Dirigida por Konstantin Stanislavski, esta obra se representó en el Teatro Dramático de Moscú en 1926 con un notable éxito y despertó una encendida polémica. De ella destaca la caracterización de los personajes: gente honrada que lucha contra los comunistas, no por intereses personales, sino en nombre de sus ideales.
Su mirada satírica sobre los funcionarios de la cultura en Zoikina Kvartira (1926) motivó la creciente censura de sus obras. Otra temática recurrente en la producción de Bulgakov, que aparece en sus dramas Molière (1936) y Pushkin (1943), es la de la relación entre el artista y el tirano. En Don Quijote (1940) adaptó libremente al teatro la novela de Miguel de Cervantes.

La historia de la redacción de su novela El Maestro y Margarita está intrínsecamente unida al destino de Bulgákov como outsider de la literatura soviética y víctima de la censura estalinista. Considerada una de las novelas más importantes de la literatura rusa, a esta obra debe su reconocimiento y fama mundial, que le llegaron un cuarto de siglo después de su muerte, con su publicación en 1966. La primera versión de El Maestro y Margarita data de 1929, pero en 1930 el autor la destruyó. Sucesivas redacciones culminaron finalmente en el texto que se publicó en Moscú en el decenio de 1960, aunque hasta 1973 no se hizo pública una edición de la novela libre de mutilaciones.
Los elementos fantásticos operan en un doble nivel: por una parte, permiten una sátira de la mendacidad de la sociedad literaria y teatral moscovita y, por otra, ofrecen la posibilidad de escapar de la realidad del estalinismo hacia un reino donde imperan la verdad y la justicia poética. Corazón de perro (1969), otra de sus obras más notables, se publicó también póstumamente.
La acción de la novela transcurre en tres planos narrativos. El primero se enmarca en la Jerusalén romana, donde Poncio Pilato condena a Jesucristo aun a sabiendas de que es totalmente inocente. El segundo es en el Moscú contemporáneo, donde viven el Maestro y Margarita, el primero enfrascado en la escritura de una novela sobre Pilatos. El tercer plano narrativo está dominado por la fantasía y lo protagoniza la figura del Mal, que ha venido a visitar Moscú acompañado de una extraña corte.


  

El maestro y Margarita o la omnisciencia.


 22 MAY, 2020 
 EVA LOSADA CASANOVA

 

Hay novelas que suenan, que todo en ellas se mueve y a veces sientes que tú te mueves con ellas. No hablo de novelas de aventuras sino de novelas que logran arrancar al lenguaje mucho más de lo que aparentemente puede ofrecer. Es el caso de la novela El Maestro y Margarita del escritor ruso Mijail Bulgákov. Esta novela cuenta muchas cosas, algunas se ven, otras no. La tensión es constante y la incertidumbre nos envuelve de la misma manera que envolvió a su autor durante la mayor parte de su vida. Siempre me han fascinado las novelas que me están contando muchas cosas al mismo tiempo y yo no me entero. Me cautivan los escritores que se presentan a sí mismos sin que se note. Leer El maestro y Margarita es entregarse a otra dimensión, es creer en la vida, en la literatura. Asistimos a un collage en el que confluyen muchas corrientes, muchos ríos. Es un baile en el que la historia escupe a sus protagonistas de uno en uno. 
El gran Voland, el extranjero, el diablo, los observa, los vapulea y luego los elige para ellos un camino. Nos recuerda a un gran dictador, amante de las artes, de lo exquisito, de la belleza, caprichoso a veces, piadoso otras y poderoso siempre. No es ningún ángel caído, es más bien un padre que regresa a poner orden en una sociedad corrupta y asfixiante. Nadie parece lo que es, nadie espera que suceda aquello que nadie podrá evitar. En El maestro y Margarita hay justicia divina, horror, amor, locura, erotismo y una delicadeza inmensa. Es una novela de una originalidad abrumante que grita en cada página que quiere ser leída. 
A Bulgákov, como le sucedió a Dostoievski, Bernhard, Kierkegaard, Musil, Pessoa y tantos otros, sabía que su obra trascendería. No buscaban la gloria, buscaban lectores. Necesitaban que sus ideas y reflexiones llegasen lejos. El maestro y Margarita llegó al pueblo ruso en 1967, lo hizo por partes, y más de veinticinco años después de que su autor muriera y su tercera mujer decidiese que dedicaría gran parte de su existencia a ver el manuscrito, seis veces destruido por el propio autor, en manos de los lectores. La distribución de la obra, censurada por el régimen estalinista, llegó hasta la última aldea de la URSS gracias al laborioso trabajo de escribientes en la sombra, de fieles lectores que querían que otros pudieran leerla. Es quizá el único acto de piratería literaria legítimo que creo conocer.




Imagino al joven médico trabajando en condiciones extremas durante la I Guerra Mundial al servicio de la Cruz Roja, lo imagino también asistiendo a la transfiguración de su país mientras la soledad y el dolor lo empujan peligrosamente en brazos de la morfina. Y lo imagino fortalecido con la idea de mostrar lo que ve, lo que siente y, por qué no, de denunciar aquello que no le gusta. No lo puede hacer desde la libertad, su casa es asaltada y la policía del régimen lo vigila, pese a ello, es respetado por un entorno hostil, y  es protegido por una mano negra que duerme bajo la almohada de Stalin. Bulgákov, no quiso irse de su país, cuando lo intentó, esa mano negra, lo retuvo. 
Es posible que pensara que, era mejor mantenerse en la sombra, escribiendo sin hacer demasiado ruido, lograr un lugar en el mundo literario de su generación para que, en algún momento del futuro, en el que las libertades fueran otras, conseguir publicar la novela. O que sus queridas Helena y Margarita lo hicieran por él.

Siempre me ha fascinado esa determinación y lucidez, es paciencia que hoy, tantos años después, nos permite leer esta bebida tan fuerte.



A aquellos lectores que se dejan hacer, se verán arrastrados por un universo único, que a veces arranca un grito, otras el llanto y casi siempre una sonrisa, un gesto de asentimiento. Conoceremos a Jesús y contemplaremos la tormenta junto a Poncio Pilatos y su perro Banga. Todo con el corazón en un puño, sintiendo que el autor, realmente, nos acaba de prestar su máquina del tiempo, la de H.G Wells que tanto entretuvo al autor. Si no nos movemos demasiado, asistiremos a la gran comedia del mundo en el apartamento situado en el número 302 bis de la calle Sadóvaya, un inmueble que ha sobrevivido ochenta años a la ficción, visitado por los que, algún día, se subieron a la escoba de Margarita, con el único fin de salvar al maestro y salvar a la literatura de malvados editores, escritores amordazados, dramaturgos vendidos, ladrones, especuladores y estatuas que recuerdan que, algún día, hubo un poquito más de libertad.


La historia comienza muy cerca de donde vivía el propio autor, en el estanque de los  Jardines del Patriarca. En un banco, dos escritores se encuentran al diablo, uno de ellos es poeta, el otro es editor de una revista de «literatura de masas», ambos son ateos, no creen, pero él, Voland, existe. El diablo insiste en ello. Hablan sobre la mortalidad humana, sobre el trágico futuro que aguarda a ambos y sobre Cristo. Un diálogo que, como tantos otros en esta novela, no tiene desperdicio. Aquí comienza otra historia que será contada por el diablo, su protagonista, por Margarita y por el maestro. El lector se moverá entre dos tiempos, dos escenarios y un mismo universo.  A partir de aquí nacen dos historias paralelas que se entrecruzan para, finalmente, elevarse por encima de la propia historia. ¿Es posible escribir sin libertad? Sí, claro que sí, pese a que como dijo Milan Kundera, la novela no entiende de totalitarismos.
Avanzamos por sus páginas de la mano de una voz narrativa que presta su posición espacial aventajada, a otros personajes, una voz omnisciente única, pero múltiple. Es precisamente esa voz narrativa la que logra que podamos asomarnos a cada escena desde varios ángulos, que miremos a todos lados al mismo tiempo.
El realismo ruso nos encierra a veces en habitaciones de pensiones mal olientes, escaleras de madera que se vencen, mujeres fuertes, mamushkas sufridoras, padres ebrios, incestos, célebres adulterios, niños deformes, etc. En El maestro y Margarita, además, hay magia negra, enormes telones que se caen, hay muchas ventanas por las que desaparecer y viajar desnudo en una escoba por la estepa rusa de Lev Tolstoi, mirando desde arriba como la superstición acampa y te mira. También te mira el Fausto de Goethe, quizá una de las obsesiones de Bulgákov desde niño. Un niño que nació en la Rusia de Nicolás II, se subió al ejército blanco, se hizo con un maletín de médico, admiró a Pushkin y Gógol, soñó con la adormidera, le contaron un cuento y despertó, como decía nuestro poeta, en un sueño.

Un niño que creció entre dos ríos, que no era ni de aquí ni de allá, porque eso les pasa a muchos escritores que, al final, no pertenecen a nada, solo a lo que ellos imaginan. Bugákov nunca se rindió, no le sucedió lo que a Popota, el gran gato turco, en la partida de ajedrez, nuestro autor resistió y logró jugar, a su manera, en el tablero de las envidias y las intrigas.

Behemoth, Azazaello, y Korovyev

Los ciudadanos de Moscú, según Voland, solo cambian su aspecto exterior. Muestra, no solo la hipocresía, sino también la debilidad humana por lo que aparentemente, ya no necesitan lo material. Otra vez el gran teatro de la vida. Y así seguimos leyendo, asistimos al gran baile, quizá uno de los más maravillosos pasajes de la novela. Somos espectadores de una gran ciudad, amigos de la comunidad de vecinos, compartimos el cuartucho lleno de amor del escritor, nos estremecemos bajo los arcos de la casa de Herodes el Grande, nos colamos en la sociedad de escritores o sufrimos viendo cómo crucifican al «filósofo errante». Todos buscan algo, solo algunos lo encuentran, depende.
¿De qué? 
Descúbralo usted mismo, lector impaciente, curioso y entregado. Disfrute de esta exquisita novela, tanto o más que muchos otros antes. ¡Gran inspiración!, no solo para nosotros los escritores que hoy, muchos, sí escribimos en libertad, sino también para músicos, cantantes, directores de cine, dibujantes, diseñadores de moda y un largo etcétera.

El maestro y margarita

El maestro y Margarita de Mijail Bulgákov (1891-1940) se ha reeditado muchas veces y existen varias traducciones al castellano de Alianza editorial (Amaya Lacasa, 2006) y ediciones Nevsky (Marta Rebón, 2014). Debido a las innumerables reconstrucciones del manuscrito y sus posteriores revisiones, no se puede hablar de versión original y, ni siquiera, de versión definitiva. Además, cada lector, construye la suya propia, como hicieron tantos rusos hace tanto tiempo.


Eva Losada Casanova. Escritora. Profesora en los talleres de novela y  narrativa de La plaza de Poe. Imparte cursos de escritura en el sector público, en la Red de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid, ciudad donde  coordina las CATAS LITERARIAS y varios Clubs de Lectura, entre ellos el Club virtual en Bibliotecas públicas: Brújula literaria.
Es autora de las novelas: En el lado sombrío del jardín (Funambulista, 2014) 4ª finalista Premio Planeta y finalista Premio círculo de lectores 2010; El sol de las contradicciones (Alianza, 2017) XVIII Premio Unicaja de novela Fernando Quiñones y  Moriré antes que las flores (Funambulista, 2021), El último cuento triste (Huso, 2022). Escribe en varios medios culturales, colabora y es columnista en el Periódico de Hortaleza desde 2016.
Calle de Ángel González Tejedor, 11, 28017 Madrid, España



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