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Lema

Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

domingo, 13 de mayo de 2018

500.-Un ratón de biblioteca. Un cuadro; Los años bárbaros. a

Der Bücherwurm.

el cuadro 

El ratón de biblioteca es uno de los cuadros más famosos del pintor alemán Carl Spitzweg considerado entre los representantes más importantes del período Biedermeier.)
La pintura es representativa del estado de ánimo introspectivo y conservadora en Europa durante el período comprendido entre el final de la guerras napoleónicas y las revoluciones europeas del 1848, pero al mismo tiempo que se burla de esas actitudes, encarnándose en el erudito rancio de edad sin preocuparse por los asuntos de la vida mundana.

Metafísica

Descripción.

La imagen muestra un  bibliófilo, conocido coloquialmente como " un ratón de biblioteca ", en una escalera en una biblioteca y es una caricatura típica.
El ratón de biblioteca se encuentra en una biblioteca en la segunda mitad del siglo XVIII, cuyos libros son sistemáticamente ordenados de acuerdo a los campos de conocimiento, un sistema que fue pionera en la Biblioteca de la Universidad de Gotinga en 1737.
Un rayo de luz ilumina la escena. Lo más probable es que hay una abertura por la que los rayos del sol caída. El devorador de libros se lee concentrado en un libro que se mantiene cerca de sus miopes ojos. En su mano derecha sostiene un libro abierto en segundo lugar, y entre la rodilla y el brazo izquierdo ha sujetado otro libro.
En el fondo son más estanterías para ver en algunos libros que faltan.

Escultura

Comentario.

La altura de la escalera sólo puede ser estimado: el globo da una indicación posible de la proximidad de la tierra, pero la propia planta no es visible, reforzando la impresión de precaria situación del investigador. 
El tamaño de la biblioteca es desconocida; el anciano lee libros en la "  Metafísica  "(en alemán  : Metaphysik ), todo esto da la impresión de un lugar enorme, un verdadero paraíso para los amantes del libro.

Análisis.


La imagen muestra a un bibliófilo anciano y descuidado  de pie sobre una escalera de biblioteca con varios volúmenes grandes atascados bajo sus brazos y entre sus piernas mientras mira con poca visión un libro.
 Sin darse cuenta de su entorno barroco aparentemente principesco o abacial, está totalmente absorto en sus investigaciones. Un pañuelo, reemplazado descuidadamente, sale de su bolsillo. Sus pantalones negros hasta la rodilla sugieren un estado cortesano.
 La intensidad con la que mira su libro en la polvorienta y antigua biblioteca gloriosa con su techo pintado al fresco refleja las actitudes hacia adentro y el retorno a los valores conservadores que afectaron a Europa durante el período. 
La pintura se ejecutó dos años después de que las revoluciones de 1848 proporcionaran un impacto al mundo estable encarnado en la soledad polvorienta de la biblioteca. En la esquina inferior izquierda de la pintura se puede ver un viejo globo difuminado; el ratón de biblioteca no está interesado en el mundo exterior, sino en el conocimiento del pasado. Él está iluminado con la suave luz dorada que es un sello distintivo de la obra de Spitzweg,  pero el interés del erudito en la luz que fluye desde la ventana invisible se extiende solo hasta que le permite ver las palabras en las páginas de sus libros antiguos . 
La altura de la escalera de la biblioteca solo puede estimarse: el globo sugiere una posible altura del piso, pero no se ve nada en el suelo, lo que aumenta la sensación de precariedad de la posición del erudito inconsciente. Igualmente, el tamaño de la biblioteca es desconocido; el anciano está consultando libros de la sección de " Metafísica" ( Metaphysik ), indicada por la placa en la librería altamente ornamentada, que sugiere una vasta biblioteca y subraya el otro mundo del amante de los libros.


Si bien el arte político o polémico fue desanimado por las actitudes conservadoras que impregnaban Europa Central, y los artistas del período Biedermeier eligieron temas más parroquiales de lo que había sido la moda en el período romántico que lo precedió, todavía había lugar para sutiles alusiones y ligera sátira.
Las pinturas de Spitzweg se burlan suavemente de las figuras que vio a su alrededor. Era casi totalmente autodidacta y, aunque sus técnicas se desarrollaron copiando a los maestros holandeses , se cree que su interpretación de sus temas estuvo influenciada por las obras de William Hogarth y Honoré Daumier . 
Aunque The Bookworm se encuentra entre las obras más obviamente satíricas de sus obras y aunque ninguna de sus pinturas muestra el ingenio cruel de Hogarth, hay paralelos entre los personajes de Hogarth y los representados por Spitzweg; el ratón de biblioteca, cuidadosamente observado y detallado a sabiendas, no se vería fuera de lugar en una escena de Matrimonio a la moda ; de hecho, Spitzweg a veces se conoce como "Hogarth alemán".

Biografía

Carl Spitzweg (Unterpfaffenhofen, 5 de febrero de 1808 - Múnich, 23 de septiembre de 1885) fue un pintor alemán del Romanticismo, considerado entre los representantes más importantes del período Biedermeier.
Nació en Unterpfaffenhofen, segundo de tres hijos de Franziska y Simon Spitzweg. Su padre, rico mercader, le hizo estudiar farmacia.
Carl comenzó a pintar en forma autodidacta después de una enfermedad, copiando los trabajos de los maestros flamencos. Sus primeras obras propias fueron contribuciones a revistas satíricas.
Más tarde, Spitzweg visitó los centros artísticos europeos, donde estudió la obra de varios artistas y refinó su técnica y estilo: en sus viajes visitó Praga, Venecia, París, Londres y Bélgica. Sus últimas obras son casi todas retratos humorísticos y excéntricos.

 

Nota histórica.

Biedermeier es la denominación de un gusto y estilo literario y artístico, especialmente ornamental, que se desarrolló en el Imperio austríaco y el resto de la Europa Central entre el periodo del Congreso de Viena 1814-15 y 1848, la época de la Restauración.1​ Inicialmente designaba al sobrio estilo del mobiliario y las artes decorativas característicos de esa época y lugar (contemporáneo al Estilo Restauración en Francia); y posteriormente el término fue aplicado, por extensión, a ciertas producciones pictóricas y literarias del mismo período, caracterizadas por rasgos románticos como el sentimentalismo, el intimismo y por una bondadosa sátira del mundo pequeño-burgués.

Origen del término.

El término fue acuñado por los escritores Ludwig Eichrodt y Adolf Kussmaul en algunas poesías satíricas publicadas por un diario de Múnich en 1855.​ El maestro de escuela suabo Gottlieb Biedermeier, como personificación despreciativa de la burguesía conservadora y "apolítica" por parte de los liberales de la Revolución de marzo alemana (1848-1849), era un autor inventado de versos involuntariamente cómicos y extravagantes que se generalizó en 1855 en el semanario humorístico Fliegende Blätter ("Hojas Volantes"):

Mira, allí pasean el señor Biedermeier / y su mujer, con el hijo en brazos; / andan suavemente como pisando huevos, / su dicho preferido: "Ni caliente ni frío". / Es un burgués muy venerado / que habla espiritualmente y aspira a lo terreno, / vive en aquella casa hermosa / y -como usurero presta su dinero. // Vota moderado en las elecciones / ya que abomina de cualquier disputa; / aunque no es amigo de pagar impuestos / honra mucho la autoridad. / Llamado al ayuntamiento o administración, / se quita el sombrero ya en la escalera; / pero después marcha orgulloso a su casa / y -como usurero presta su dinero. // Faltar el domingo a la iglesia / eso sería contra el deber del cristiano; / allí busca consuelo para su alma / y dormita mientras habla el cura. / Esto le lleva felizmente hasta la bendición, / que el muy bravo recibe piadosamente. / Marcha muy edificado a su casa / y -como usurero presta su dinero.
Herr Biedermeier" (1847), de Ludwig Pfau

El adjetivo bieder ("probo"), originariamente usado como sinónimo de íntegro, honrado, fue trivializado por los contrarios a la política de la Restauración al ser una característica polémica de la burguesía conservadora y “apolítica”; suponía una desvalorización política además de estética. Pero esta polémica desvalorización coetánea que se refleja en la historia de algunas palabras (por ejemplo, Biedermann), no es obligadamente equiparable con el denominativo de época literaria posteriormente utilizado. Este está tomado de la historia del arte, que describía con él sobre todo la cultura de vivienda y moda burguesa de la primera mitad del siglo xix. En la historia literaria se introdujo inicialmente como denominación genérica para la época, más tarde se limitó a las corrientes conservadoras de la burguesía.

El Biedermeier es expresión del retiro de amplios círculos de la burguesía políticamente decepcionada y excluida de la colaboración responsable en el Estado a la cotidianidad privada de la familia. Es un retiro resignado a la inactividad política, compensado por una nueva cultura familiar sensibilista, por un apartarse hacia actividades económicas reforzadas, y el recurso a ordenaciones tradicionales de valores. La conciencia de la contradicción entre la situación real y la exigencia ilustrada de emancipación política del burgués sigue viva. El Weltschmerz ("dolor universal") que se escondía entre las proclamaciones literarias de silenciosa modestia y tranquila felicidad era prácticamente una moda de época, tanto más había de superar la literatura la fragmentación experimentada; el amor por las cosas pequeñas, por el detalle, tenía que consolar de la impedida participación en la responsabilidad pública.

El Biedermeier es también la época del nacimiento del vodevil (Karl von Holtei, 1798-1880) y de la comedia burlesca en los teatros de Viena (Nestroy), Berlín (Kalisch, Angely), Hamburgo (Jacob Heinrich) y otras ciudades.

Contexto histórico

La situación política francesa no se puede equiparar con la alemana y austriaca, pero sí tuvo amplia repercusión tanto la revolución de 1789, como la derrota de Napoleón y Congreso de Viena en 1814, la revolución de 1830 ("Tres Gloriosas") y la revolución de 1848 ("Primavera de los pueblos") e influenciaron la política del vasto espacio centroeuropeo. La idea de establecer constituciones en oposición a las monarquías absolutistas se había difundido en Europa y aceptado en la Ley federal alemana (Deutsche Bundesakte​) de la Confederación Germánica (1815). Sin embargo, con el objeto de evitar repetir la convulsión revolucionaria francesa, las reafirmadas monarquías europeas gobernaron con puño de hierro y apoyo de agencias de inteligencia.
 Los príncipes alemanes y austriacos mantuvieron así el principio absolutista. El artículo 57 del Acta final de Viena (1820) ratificaba nuevamente las determinaciones del Acta Confederal de que “la totalidad del poder estatal debía quedar reunida en el cabeza del Estado”
Las prácticas contrarrevolucionarias del Emperador Francisco I de Austria y su Ministro del Interior el Príncipe de Metternich empujaron a la gente fuera de los clubes y cafés, clausurando sociedades y encarcelando muchos de sus miembros. Esto causó que las reuniones sociales y los debates se trasladaran al relativo confort de los hogares, con el círculo social restringido a un selecto grupo de amigos confiables.
 Las esperanzas despertadas en las guerras de liberación no se cumplieron. La burguesía quedó excluida de la responsabilidad política; solamente podía encontrar una cierta justificación ante sí misma en el ámbito privado mediante posesiones particulares y formación. Este contexto es lo que separa el periodo Biedermeier del Alto Romanticismo.​

Arquitectura

La arquitectura Biedermeier está marcada por la simplicidad y la elegancia. Uno de los edificios más elegantes del estilo Biedermeier que todavía se conserva es el Stadttempel ("templo de la ciudad", la sinagoga de Viena). Arquitectos y diseñadores destacados del movimiento fueron Elisabeth Von Baczko y, en sus inicios, Karl Ehn. Con ese aspecto de simplicidad, movilidad y funcionalismo, el Biedermeier fue de gran influencia en el Jugendstil o Art Nouveau, la Escuela de la Bauhaus y en otros movimientos artísticos del siglo xx.

Pintura

La pintura de la época Biedermeier se caracteriza por el apego al realismo y la representación de la vida en un modo de gozo y paz mental (el "Gemütlichkeit"). La técnica pictórica es académica de tipo clásico, y utilizada para lograr el realismo requerido; a la vez, es utilizada como un medio narrativo, no solo del pasado anecdotal sino del presente. Esto formó una unidad estética que se hace manifiesta en el retrato (ejemplo: Retrato de la familia Arthaber, 1837, por Friedrich von Amerling), paisaje (véase la obra de Waldmüller o Gauermann) y escenas de la crónica contemporánea (e.g., Controversia de los entrenadores, 1828, por Michael Neder).

Autores claves del movimiento Biedermeier son Carl Spitzweg (1808-1885), Ferdinand Georg Waldmüller (Viena, 1793-1865),6​Josip Tominc (Gorizia, 1780-1866),7​ Friedrich von Amerling (Viena, 1803-1887), Friedrich Gauermann (Miesenbach, Baja Austria, 1807-1862), Johann Baptist Reiter (de) (Linz, 1813 - 1890), Peter Fendi (Viena, 1796-1842), Michael Neder (de) (Viena, 1807-1882), Josef Danhauser (Viena, 1805-1845), Edmund Louis Eduard Wodick (de) (Markt Alvensleben, 1806-1886) entre otros.1​ La colección más importante del mundo en pintura Biedermeier se encuentra actualmente en el Museo del Palacio Belvedere, en Viena.

Literatura

El término fue acuñado por los escritores Ludwig Eichrodt y Adolf Kussmaul en algunas poesías satíricas publicadas por el diario de Múnich Fliegende Blätter (Páginas Volantes) en 1855.​ Los versos parodiaban los poemas de la época como despolitizados y pequeño burgés.
Debido a los estrictos controles de publicación en la época, prosperan la Unterhaltungsliteratur («literatura amena») y los géneros menores, como los almanaques literarios, la novela corta, los relatos en verso, la Dorfgeschichte («historia lugareña»), la balada y el cuento corto. Pertenecen a este estilo los escritores alemanes Eduard Mörike, Friedrich Rückert, Karl Leberecht Immermann y Annette von Droste-Hülshoff, los austriacos Franz Grillparzer y Adalbert Stifter y el suizo Jeremias Gotthelf.

 


Itsukushima Shrine.




CULTURA

Barbara Probst Solomon (1929-2019)

Buena parte de la trayectoria vital de Barbara Probst Solomon se explica por su nacimiento en una familia judía neoyorquina, acomodada y liberal. Judía, pero ni religiosa ni sionista. Ese ambiente la puso en contacto, desde muy joven, con grupos de la izquierda radical norteamericana. Pero lo que de verdad le interesaba no era la política, sino disfrutar de su juventud, vivir intensamente. 
Y conocer Europa, donde residía aún parte de su familia. De ahí que en 1948, con apenas 19 años, tomara la crucial decisión de irse a París. Y en la capital francesa entró en contacto con el exilio español. No tanto con el de la Guerra Civil, que le pareció viejo y obsesionado por un problema ya pretérito, sino con los escasos jóvenes que por entonces escapaban del país. De uno de ellos, Paco Benet, hermano del novelista Juan Benet, se convirtió en pareja.
También en París conoció a otra americana parecida a ella, Barbara Mailer, hermana a su vez de otro novelista, Norman Mailer,( 1927-   ) que en 1948 publicaba The Naked and the Dead, su primera y acaso más importante obra. Y el verano de ese año ambas aceptaron participar en un viaje a España para ayudar a la liberación de dos estudiantes presos. Se llamaban Manuel Lamana y Nicolás Sánchez Albornoz, nombres que a ellas no les decían nada, y formaban parte de los condenados que “redimían penas” en Cuelgamuros, futuro Valle de los Caídos.

El inicio de la fuga fue fácil, pues cada semana los presos eran llevados, con escasa vigilancia, a misa dominical en El Escorial. Paco Benet les ayudó a desviarse del grupo y les metió en el coche en el que esperaban, con el motor encendido, las dos Bárbaras. Un automóvil con bandera americana, llevando a dos chicas de aquel país y tres españoles, comiendo en paradores y aparentando ser señoritos juerguistas, con botellas de whisky bien visibles, logró superar los múltiples controles policiales de la carretera y llegar a Barcelona. Allí contactaron con el movimiento clandestino, que confesó no tener medios para trasladarles a Francia. Paco se quedó entonces en Barcelona y los otros cuatro siguieron hasta los Pirineos, donde las americanas dejaron a los dos fugados, con bocadillos y una brújula, para que cruzaran la frontera por la montaña, mientras ellas lo hacían en el coche, legalmente, aunque no sin problemas. Pese a perderse y tardar varios días, ellos también acabaron alcanzando el territorio francés.

Bárbara prolongó su estancia en París hasta 1950, año en el que regresó a los Estados Unidos. Terminada su relación con Paco, se casó con Harold Solomon, catedrático de Derecho y primo del historiador Gabriel Jackson. Pero Harold murió en 1967. Y ella, que se iba haciendo un nombre como novelista, periodista y directora de revistas, decidió volver a Europa. París y España, de nuevo.
En esta segunda estancia parisina, Bárbara se relacionó sobre todo con Juan Goytisolo y Pepe Martínez, que dirigía con éxito Ruedo Ibérico. En Madrid, donde vivió la explosiva primavera estudiantil del 68, conoció a Dionisio Ridruejo, antiguo falangista devenido fervoroso demócrata, que le inspiró mucho interés, en parte influida por la opinión de Juan Benet. Entendió, a través de él, la complejidad del fascismo español, que tuvo su lado moderno, juvenil, poético y hasta elegante.
En posteriores visitas a España, ya en los setenta, pudo detectar la evolución del ambiente político. Aunque continuaba, desde luego, la dictadura, con sus detenciones y torturas, ocurrían cosas nuevas, como la aparición de revistas y diarios con información y lenguaje más abierto, entre los que se incluía el Madrid de Calvo Serer, un extraño periódico del Opus pero antirrégimen. O el auge de un nuevo feminismo, del que discutió con Josefina Samper, la mujer de Marcelino Camacho. O un Partido Comunista dirigido por Santiago Carrillo que apostaba por el reformismo democrático. 
O una Iglesia católica que entonaba mea culpas por sus conexiones con el franquismo. O, sobre todo, una ETA capaz de inspirar movilizaciones masivas alrededor de los juicios de Burgos o de dar golpes tan espectaculares como el de Carrero; lo cual planteaba a la izquierda el inesperado problema del superior atractivo del nacionalismo periférico sobre la revolución obrera. Impresionada por esta eficacia, Bárbara decidió colaborar en la traducción y adaptación de Operación Ogro al inglés, cosa que hizo en Nueva York, donde regresó el 74 enferma de neumonía. Publicó también en aquellos años sus dos relatos autobiográficos, Los felices cuarenta y Vuelos cortos, de especial interés para la historia del antifranquismo.

Y en Nueva York, cenando con Nicolás Sánchez Albornoz y su esposa, recibió la noticia de la muerte de Franco. Se abrazaron y brindaron con champán. Tras lo cual retornó a España. La primera vez, para recibir al propio Nicolás, que le había dicho “tú me sacaste de España, tú tienes que devolverme”. Se encontró entonces con un Madrid mucho más divertido, en plena explosión de vitalidad, con fuerte presencia pública de las mujeres y mucho debate sobre feminismo; y nuevas editoriales, como Turner o Alianza, que llevaban a cabo una cruzada cultural para transformar el país.
Con especial intensidad vivió la campaña electoral del 77. En la noche del 15 de junio visitó la fiesta de El País, donde estaba el “todo Madrid”, y acabó tomando un chocolate en San Ginés. Las elecciones, según analizó, daban un vuelco a la situación, no tanto por la ajustada victoria de UCD como por el buen resultado del PSOE de Felipe González y el segundo plano, dolido y susceptible, al que pasaban los carrillistas. Los socialistas, constató, son el partido del futuro. Y la monarquía se ha reforzado.
La España de los últimos setenta evolucionó del “destape” al “desencanto”. La política fue pasando a ser rutina democrática –“un asco”–. Y ella, a convertirse en una heroína legendaria.

En algún sentido, Barbara Probst Solomon puede verse como el último eslabón de la larga saga de románticos enamorados de España. De España, escribió, le gustaba “la preciosa libertad de verte cercada, de que todo el mundo te empuje de un lado para otro diciéndote lo que debes hacer a continuación”. 
Le atraía, pues, que la invadieran, que no le tuvieran ese respeto tímido con el que la sociedad angloamericana te deja pudrirte en la soledad. Algunas situaciones las describió con romántica exageración, como el ambiente de intriga y miedo del último franquismo, para ella “muy parecido al de los años 40”; o el “baño de sangre” con que la policía disolvía una manifestación estudiantil el 68. Y las evocaciones literarias le brotaban inevitablemente, como los emocionantes molinos de viento que vio al asistir a un mitin político en Talavera; o el “los anarquistas cabalgan de nuevo” que detectó al morir Franco.
Arriesgada y generosa, Barbara Probst Solomon fue un asidero precioso para los contados antifranquistas de los años cuarenta. Los sesenta y setenta la desbordaron. Pero siguió siendo, hasta el final, una testigo honesta y perspicaz.

Por José Álvarez Junco
15 septiembre 2019

 

Barbara Probst Solomon, escritora que narró el régimen de Franco en España, muere a los 90 años



Por Harrison Smith
2 de septiembre de 2019

Barbara Probst Solomon, novelista, ensayista y crítica cultural que describió su oposición juvenil a la dictadura del general Francisco Franco en España, incluida su participación en una audaz misión para liberar a los presos políticos, murió el 1 de septiembre en su casa en Manhattan. Ella tenía 90.
La causa fue una enfermedad renal, dijeron sus hijas, María Salomón y Carla Salomón Magliocco. Criada con riqueza y privilegios en el Upper East Side de Nueva York, la Sra. Solomon rechazó la universidad y una carrera sencilla cuando partió hacia la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial a los 19 años. Después de viajar a París en barco, se hizo amiga de un joven Norman Mailer, se enamoró de se enamoró de un luchador por la libertad español y ayudó a liberar a dos miembros de la resistencia de un gulag cerca de Madrid, y luego regresó a los Estados Unidos para convertirse en periodista y novelista.

Su debut literario de 1960, "The Beat of Life", fue un relato en primera persona, en tiempo presente, del embarazo inesperado de una joven tímida, y recibió elogios de críticos y autores como James Baldwin.
“Es una obra extraordinaria”, dijo. “Es una escritora asombrosamente talentosa y es un estudio muy conmovedor y exacto de... ¿cómo lo llamaré? — la muerte del amor, el horrible silbido del espacio donde solían estar todos nuestros valores”.
La Sra. Solomon pasó a criar a dos hijas, en gran parte como madre soltera, mientras escribía para publicaciones como el New Yorker, el New York Times, la revista Harper's, Vogue y la revista española Cambio 16, además de servir como colaboradora desde hace mucho tiempo. corresponsal cultural del diario madrileño El País.
Hay una peculiaridad tentadora en su escritura; tiene opiniones fuertes pero no mezquinas que a menudo sorprenden con su enfoque poco convencional, buen humor y buen sentido”, escribió el periodista del New York Times Herbert Mitgang, reseñando su colección de ensayos “ Trading and Ecstasy ” (1989).

La Sra. Solomon entrevistó a escritores como Mailer y Lewis Mumford; cubrió el juicio de 1987 de Klaus Barbie, un jefe de la Gestapo que fue perseguido en Bolivia por crímenes de lesa humanidad; y sugirió que "El gran Gatsby" se inspiró en parte en la comunidad adinerada de Westport, Connecticut, donde pasó los veranos mientras crecía, y no simplemente en Long Island.
También escribió una crítica mordaz de "El jardín del Edén", una novela póstuma de Ernest Hemingway publicada en 1986 por Scribner's, que describió como "un crimen literario".
“Quería decir que 'Eden' había sido su resumen final sobre el arte y la literatura, sobre la naturaleza del amor y el cuerpo, sobre las posibilidades de la vida humana”, escribió la Sra. Solomon en New Republic. Agregó: “Con todas sus desfiguraciones y omisiones, su realce de lo trivial y su disminución de lo significativo, su vulgarización de la lucha de Hemingway para lidiar con el gran tema en sus trágicos últimos años, este volumen es una parodia”.

La Sra. Solomon fue quizás mejor conocida por sus memorias de 1972, “ Llegando a donde comenzamos ”, que recibió el premio Pablo Antonio de Olavide en Barcelona. Los jueces lo elogiaron como “el mejor y más literario relato de la resistencia intelectual a Franco”, según el Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas, que adquirió los archivos de la Sra. Solomon.
Las memorias narran sus valientes primeros años en la Europa de la posguerra, un período tumultuoso en su vida que marcó una ruptura improbable con su educación en Manhattan, donde nació Barbara Kurke Probst el 3 de diciembre de 1928.

Su padre, primo del novelista austriaco Joseph Roth, era un abogado nacido en Viena que se desempeñó como presidente de Self Winding Clock Co.; su madre era una pintora y artista de collage que más tarde creó la imagen de portada de “Short Flights” (1983), las segundas memorias de la Sra. Solomon.
Después de graduarse de la escuela preparatoria de Dalton, no muy lejos de su casa, la Sra. Solomon, de 17 años, solicitó un pasaje a Europa en un barco de tropas reformado. Sus padres se enteraron solo después de que el Departamento de Estado los contactó y la convencieron de que se mudara a París “de una manera más normal”, escribió más tarde en la revista Tablet.
Si su viaje a Francia fue impulsado en parte por la rebelión adolescente, también fue “una forma de realmente enfrentarse a su propia identidad judía, así como a su identidad como una joven privilegiada que vive en la ciudad de Nueva York”, dijo su hija Carla. por teléfono
El momento de la Sra. Solomon fue fortuito: mientras viajaba en barco con su madre, conoció a la hermana menor de Mailer, Barbara. Le presentaron al propio novelista en el puerto de Cherburgo y pronto se vio inmersa en la próspera escena intelectual de París, así como en la resistencia antifranquista. “Pocos días después de que mi madre se fuera”, recordó en sus memorias, “Norman se acercó a su hermana Bárbara y a mí, y en un tono un tanto brusco y conspirador nos preguntó a los dos cómo nos gustaría, eh, una especie de primavera. unas cuantas personas de una cárcel franquista en España”.

El plan fue ideado por Paco Benet, de 21 años, cuyo padre había sido fusilado durante la Guerra Civil Española. Acompañó a las dos jóvenes a Cuelgamuros, donde muchos de los presos políticos del país se habían visto obligados a construir un enorme monumento a las bajas de la guerra, así como un mausoleo donde sería enterrado Franco.
Estacionando cerca de un monasterio donde los prisioneros podían asistir a los servicios dominicales, la Sra. Solomon y Barbara se hicieron pasar por turistas, mantuvieron un auto en marcha y esperaron mientras Benet buscaba a un par de estudiantes prisioneros, quienes se sumergieron en el asiento trasero para encontrar dos botellas de whisky escocés. Más tarde cruzaron los Pirineos para refugiarse en Francia.

La Sra. Solomon mantuvo una relación con Benet durante varios años y lo ayudó a fundar Península, una revista literaria clandestina que se introdujo de contrabando en España, antes de regresar a los Estados Unidos a principios de la década de 1950, nuevamente buscando un cambio de ritmo.
Se casó con Harold W. Solomon, profesor de derecho, en 1952, y él murió en 1967. Además de sus hijas, ambas de Manhattan, sobreviven cuatro nietos y un bisnieto.
En sus ensayos, la Sra. Solomon relató aventuras amorosas con autores como Clancy Sigal y el novelista español Juan Goytisolo. Con respecto a los hombres europeos, escribió, su actitud siempre fue la misma:
“Servirles tres comidas perfectas al día; mantenga la calefacción de vapor apagada, el agua embotellada en el refrigerador y las persianas bien cerradas en las ventanas por la noche. Después de eso, espero que me den pistas sobre mis necesidades. Bueno, hay una cosa más. Nunca hagas demasiadas preguntas”.

La Sra. Solomon se graduó en 1960 de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Columbia y acreditó que los talleres dirigidos por la editora Martha Foley impulsaron su desarrollo como novelista. Más tarde escribió “Smart Hearts in the City” (1992), sobre una viuda de mediana edad , y fundó Reading Room, una revista literaria que publicó trabajos de Kenneth Koch y Stanley Crouch, así como de aspirantes a escritores a los que enseñó en la City College de Nueva York y Sarah Lawrence College.
Durante años, recordaron sus hijas, a menudo se la encontraba escribiendo cerca de la ventana de su apartamento del Upper West Side, tecleando en una Olivetti portátil mientras escuchaba una banda sonora ecléctica que podía incluir "Guantanamera", una canción patriótica cubana, o la interpretación de Benny Goodman de "¡Hola muñequita!"
En 2008, la Sra. Solomon se convirtió en la primera norteamericana en recibir el Premio Francisco Cerecedo, un importante honor periodístico en España. Pero se burló de quienes buscaban exaltarla o elevar sus esfuerzos de resistencia en España. “El carnicero, el panadero y el fabricante de velas que van a la cárcel no entran en la historia, no son escritores”, le dijo a un entrevistador de la Universidad de Columbia.
“Pero los escritores pueden darse a conocer. La historia no es justa”.

 

Barbara Probst Solomon


La historia más feliz del Valle de los Caídos.

En 1948, dos jóvenes americanas, que no sabían hablar español y parecían turistas, liberaron a dos presos de Cuergamuros y cruzaron la frontera

J. AGUADO
LA RAZÓN
3-12-2011 

El Valle de los Caídos vuelve a estar de actualidad con la tumba de Franco. Es complicado hallar un suceso ocurrido allí con final feliz, pero Barbara Probst Solomon, que mezcla el inglés y el español en su conversación, protagonizó uno.
Ahora habla los dos idiomas, incluso a la vez; en 1948, cuando era una joven americana en París, dispuesta a vivir la vida y a meterse en cualquier aventura, no hablaba ni pizca de español. Mejor. Junto a Barbara Mailer (la hermana del novelista) y Paco Benet, ayudaron a la escapada más feliz del Valle.
Entre todas las historias trágicas, Nicolás Sánchez Albornoz y Manuel Lamana son la excepción: huyeron en un coche cargado de whisky, con esas dos jóvenes americanas y Paco Benet. Montaron en el vehículo y se marcharon.

«Yo era muy joven y muy tonta. Había sido una niña muy mimada. Por eso no tenía miedo. Había estado seis semanas en la Europa de la posguerra y era todo tan distinto a lo que había sido nuestra vida en Estados Unidos...», cuenta Barbara Probst desde EE UU. Norman Mailer se fue a América, les dejó el coche y las dos americanas recorrieron España acompañadas de Paco Benet (hermano del novelista Juan).
Fueron pasando por varios lugares, donde amigos o familia de Benet les ayudaban. Barbara cuenta en su libro «Los felices cuarenta» su estupefacción al llegar a Barco de Ávila y no ver ni un solo navío ni mar ni nada. Benet intentaba por todos los medios contextualizar lo que hacían. «Cuando íbamos hacia El Escorial, Paco nos iba contando toda la historia de la construcción del Monasterio».

Ni vallas ni perros

Iban a El Escorial, donde se construía el Valle de los Caídos. Dos de los prisioneros, Manuel Lamana y Nicolás Sánchez Albornoz, sabían que había puesta en marcha una operación para liberarles.
Era tan sencilla, como complicada. Tan simple que sólo podía salir bien. Según el libro de Fernando Olmeda sobre el Valle de los Caídos, entre 1943 y 1948 se fugaron 44 personas. No había vallas, era un lugar en medio de la montaña, no había perros. «Más difícil que fugarse, era atravesar el país», cuenta ahora Nicolás Sánchez Albornoz.
Toda España era una prisión, donde los guardas te paraban en los continuos controles de carretera para pedirte la documentación. «España era muy gris. La gente tenía miedo. Recuerdo a niños de cinco años vendiendo cigarrillos.
Todo era hambre y silencio», recuerda Barbara. De los 44 que se fugaron, sólo dos no fueron apresados después, Lamana y Sánchez Albornoz. El resto no superó la frontera: a alguno lo pillaron en la estación de ferrocarril, pidiendo dinero para poder coger el tren; otro no tuvo mejor idea que ir a su pueblo donde le esperaban.
Lamana y Sánchez Albornoz habían sido detenidos por refundar la FUE, la Federación Universitaria Escolar. Condenados al Valle de los Caídos, Nicolás cuenta que él tuvo suerte. Como tenía estudios y necesitaban escribientes, hizo trabajo de oficina y se libró de la construcción de la carretera o de horadar el risco.
En París, mientras, la FUE tenía todo preparado. Además de las americanas con aire de turista sin miedo a nada, habían hecho los documentos de los fugados, para ir pasando controles.
El domingo previsto, Benet y las dos chicas americanas fueron a El Escorial, cuando a los presos les obligaban a escuchar misa en el Monasterio. Lamana y Sánchez Albornoz, avisados por la novia del primero, se situaron los últimos de la fila y en una calle que se bifurcaba, se desviaron hacia el coche que esperaba. 

«Vi a Paco, que sonriendo tranquilamente doblaba la esquina.
Pusimos el motor en marcha y al cabo de unos momentos entró con otros dos, aunque no conservo un recuerdo fiel de Nicolás o Manolo en aquellos instantes, ni de cómo hicieron para llegar al coche», cuenta Barbara Probst en su libro.

Creían que tenían seis horas para poner tierra de por medio. Los domingos, cuando terminaban las visitas, se hacía un recuento de presos. Sin embargo, en tres horas ya conocían la fuga.
«El plan era llegar a Francia al día siguiente», explica desde su casa de Madrid Nicolás Sánchez Albornoz. El coche se estropeó y cuando llegaron a Barcelona, el guía ya se había marchado. Nicolás y Manuel tuvieron que cruzar la frontera por las montañas, a pie. Lo hicieron, con penalidades, con el tobillo roto, sufriendo.
Las americanas, con más o menos problemas, cruzaron otra vez en el coche. Eran turistas americanas, eran jóvenes, parecían felices. En un país gris, ése era el único motivo de sospecha de los guardias de Franco.

 

Nicolás Sánchez-Albornoz y Aboín (Madrid, 11 de febrero de 1926) es un historiador y profesor universitario español. Biografía.

Hijo del historiador y político Claudio Sánchez-Albornoz, que se había exiliado tras la Guerra Civil. Nicolás permaneció en Madrid y participó, siendo estudiante, en un intento de reconstrucción clandestina de la FUE. En 1947 fue detenido y condenado a trabajos forzados por la dictadura franquista. Junto a Manuel Lamana escapó del Valle de los Caídos en 1948 con la ayuda del antropólogo Paco Benet, la escritora Barbara Probst Solomon y Barbara Mailer, hermana de Norman Mailer,​ historia que se relata la novela Otros hombres, de Manuel Lamana, y en la película basada en dicha novela Los años bárbaros, de Fernando Colomo. Permaneció exiliado en Argentina durante décadas y desarrolló allí gran parte de su carrera.Desde 1991 es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid. Fue el primer director del Instituto Cervantes (1991-1996).


La doble historia de Nicolás Sánchez Albornoz. Juan Villarin 26 jun 1976
Nicolás Sánchez-Albornoz, cincuenta años, historiador de profesión, casado, gasta sus, últimas horas de estancia en España. Don Claudio, su padre, vuelve a Argentina el día 30 de junio. Otro avión impulsará a su hijo hacia Estados Unidos.Albornoz junior, Nicolás, es autor de algún libro, sobre nuestro país, que ha levantado humores de polémica en ciertos sectores de la izquierda española. Pero aquí, entre nosotros, se le conoce más por haber figurado como protagonista de la «evasión histórica» de Cuelgamuros. Es profesor de la Universidad de Nueva York. Enseña Historia de España y de América Latina... -¿Nada más ... ? -Creo que nada más. Soy historiador, sólo eso. Aparte de mi profesión, quizá haya desarrollado una ligera actividad política. -¿Por actitud preconcebida? -No he buscado la política intencionadamente, pero había que hacer algo en ese terreno. Fundamentalmente, por el país, por la cultura española. Desde el comienzo de la conversación, una obsesión concreta: la ilustración, la semilla didáctica que ha pautado su vida. -¿Le impulsó el apellido hacia la disciplina en que trabaja? -No niego que puedan haber existido influencias en este sentido, pero no creo que hayan determinado mi orientación. Cuando empecé a hacer la carrera de Historia mi padre vivía en Argentina. Además, mi enfoque histórico no es el mismo que el de mi padre. -¿Y a la hora de las interpretaciones, discrepan don Claudio y usted? -Sí. Hay divergencias. -Don Claudio ha declarado que alguno de sus hijos se encontraba a la izquierda de él, en el marxismo. ¿Se refería a usted? -Creo que sí, que se refería a mí. Estoy a la izquierda de él... -Pero, no en el marxismo... -Si tomar en cuenta las condiciones económicas y sociales del proceso histórico es un enfoque marxista, en ese caso puedo ser considerado por tal. -¿Por qué no se acogió al exilio en el momento en que lo hizo su padre? El viajó a Argentina años antes que usted... -Nosotros vivíamos en Francia. El país vecino fue ocupado por los alemanes y mi padre se vio obligado a abandonarlo. Lo buscaban. Pudo escapar, pero solo. Mis hermanas y yo tuvimos que volver a España. Yo tenía catorce años en ese momento. Atentados A su diestra, durante el curso de toda la charla, abandonadas las gafas graduadas frente a un diario de la mañana, abierto por la sección de editoriales. -¿Qué impresión le han causado los conatos de atentado que ha acarreado la visita de su padre? Y Nicolás Sánchez-Albornoz, voz cordial y reposada, dice: -Es lo mismo que les pasa a los quiosqueros y a los libreros. Los que prometen ese tipo de atentados y los realizan, son grupos de maníacos que se niegan a aceptar las realidades presentes y que actúan porque se creen protegidos por las fuerzas represivas. -¿Se siente usted capaz, como ciudadano nuevo, de adaptarse a las estructuras sociales españolas? -Eso dependería de las estructuras. -Las actuales, por ejemplo... -En las circunstancias actuales me resultaría bastante difícil. -¿Acaso siente usted cierta rebelión ante lo que le muestra actualmente su país? ¿Puede ser un sentimiento de «despecho intelectual»? -No, no entendería bien lo del despecho. Lo de la rebelión, sí. Y sería la misma rebelión que me obligó a intervenir en la vida clandestina de los años cuarenta y cinco y cuarenta y seis. Todo lo anterior, con variantes, se ha mantenido. Y espero que mejore... -Después de tantos años fuera, ¿cómo se nos ve a los españoles de ahora, al llegar a casa...: extraños, normales, lúcidos, deteriorados? -Todas las generalizaciones son falsas. Subsisten grupos recalcitrantes, pero otros, muy numerosos, han tenido ocasión de salir fuera de España, de leer y reflexionar. Estos no se diferencian demasiado del resto de los europeos o los americanos. Tal vez la realidad del país les plantea demasiadas situaciones falsas que no se dan en otras sociedades. -Enjuiciando como historiador, ¿cree usted que a nuestro país se le va a permitir elegir, de una vez por todas, su destino político? -Soy optimista a ese respecto. -Pero hay grandes obstáculos económicos. ¿Han reparado los historiadores en la tenaza del capitalismo occidental que promueve USA? -Ese problema va a establecer ciertos bretes para nuestras opciones. Pero pienso también que, dentro de ese condicionamiento, vamos a encontrar mayores libertades de elección que las que hemos tenido hasta ahora. Por lo demás, si la presión que ejercen los españoles es suficientemente poderosa, la situación puede ser superada. No creo que el marco esté predeterminado, aunque existen estas trabas que usted apunta. Pero, ya oigo, los españoles 'tienen su papel a desarrollar. España como tema Lanza una bocanada de humo al techo y sigue mostrándose afable, pero sin decidirse del todo por la confianza definitiva. En ocasiones, busca la respuesta en el paquete decigarrillos «Benson», en el paralepípedo de cartón dorado que descansa sobre una de las mesillas del hall, donde se comunican todas las habitaciones que la familia Albornoz tiene alquiladas en el hotel en el que corre la charla. -¿Ha advertido grandes -contrastes entre la España que dejó y la que se ha encontrado? -Entre el año 1948 y el 1976 la diferencia es notable -en la calle, en la vida política y en la actitud de las personas. El nivel anterior era tan bajo, que, cualquier cosa de ahora, aun imperfecta, es superior. El hecho de que los estudiantes se manifiesten con alguna libertad y expongan sus ideas en carteles universitarios, ya es favorable. Por mucho menos nos condenaron a nosotros a graves penas de cárcel, en el año cuarenta y ocho. Pero esto no quiere decir que se viva en una situación ideal. Sonríe, y uno piensa que anda lejos del ademán impositivo que se le adlivina a su padre... -¿Le ha parecido sobresaliente alguno de los sucesos que ha ofrecido España, en el ambiente cultural, en los últimos años? -Lo más adecuado sería referirse a mi propio campo. La historia, sobre todo la historia económica, me que ha experimentado un desarrollo notable fuera de los presupuestos tradicionales, un tanto a contracorriente. -¿Y dónde nace ese empeño actual de los historiadores, en apoyarse definitivamente en la economía para contar el tiempo? El juicio de la Historia parecía años atrás menos complejo. -De acuerdo. Antes se hacía historia puramente narrativa. Ahora estamos, ante un reflorecimiento, bajo técnicas nuevas, de la corriente que impulsó el siglo XVIII y que empezó a tomar en cuenta los problemas económicos y sociales para desarrollar todo con mayor rigor. -No obstante, los sociólogos les acusan de parcialidad, de ignorar la totalidad de las cosas... -Bien, pero tal y como yo veo las cosas, no comparto ese criterio. Para mí todas las ciencias sociales tienen, el objeto de explicar la Sociedad. No veo grandes diferencias entre la Sociología, la Economía y Historia. Cuando el sociólogo,y el economista miran retrospectivamente, son historiadores. -¿Aunque juzguen acontecimientos lejanos y desde zonas de exilio? Aquí, en España, se ha afirmado hasta la saciedad que la óptica de los de la diáspora republicana,y de los exiliados en general, estaba delenfocada. ¿Andaban tan por las nubes los que se vieron obligados a «viajar» en el 39 y en años posteriores? -No. Podrán ser tachados de ello algunos españoles. Pero conozco mucha otra gente que ha permanecido en contacto contínuo con la realidad. Además, ese supuesto despiste no es aplicable a los , que salimos cuando ya estaba asentad o el régimen de Franco. «Los rojos» -Otra cosa: a muchos españoles,de hoy les causa extrañeza el amplio abanico de corrientes políticas, que fueron taciadas desde aquí con la palabra «rojos». ¿Cómo se explica usted que toda la oposición republicanos, socialistas, liberales, anarquistas, los, católicos vascos y los comunistas, entrase en el mismo molde? -En este momento se tiene una visión deformada de lo que fue el Régimen. Y es que han matizado sus animosidades. Antes, el Régimen rechazaba en bloque a todo el que no fuese de ultraderecha. El sistema de represion que se empleó lo demuestra. Se creó un Juzgado para Delitos de Masonería y Comunismo, sin reparar en que nada tiene que ver una cosa con la otra. Todo lo que no se adaptaba al molde era rechazado. El Régimen insistió mucho en lo de vencedores y vencidos y recreó en España una estructura de castas. Figuraban, por un lado, los adictos al Régimen, a quienes se! toleraban ciertas -libertades. Luego estaban, los,«rojos»,, sobre los que caian todos los agravios. Insisto en lo del régimen de castas que en algún sentido, fueron un espejo de los sistemas de castas que crearon, y España también, todos los imperios colonialistas. -¿Y a qué achaca usted que sigan teniendo vigencia (de hecho se remplean todavía) los conceptos, Masonería,y Comunismo? -Ya sé, ya sé que todavía se -utilizan. Pero estas palabras las emplean los que no se han parado a estudiar los matices y sutilezas que ,inventó el Régimen para no chocar con sus, aliados,occidentales. -Desde su posición, intelectual, ¿Cómo calificaría usted el exilio que provocó la guerra civil? ¿Desdelqué presupuestos organizaron su vida aquellos hombres? ¿Cómo asimiló la derrota aquel grupo de generaciones de intelectuales y profesionales, con los que usted compartió las vicisitudes tan de cerca? -No creo que yo sea la persona apropiada para hablar de este tema. Yo me incorporé al exilio en el año 1948. La mía fue una generación nueva de exiliados que vivieron en la España de Franco y que no la aceptaban. Y no aceptamos aquello al enjuiciar lo que nos había traido. Por eso, nosotros, los hombres de mi edad, no tenemos demasiado que ver con el exilio de la guerra. Fuimos precursores de otros exilios Posteriores, de los exilios que se dieron en los años cincuenta y cinco, por ejemplo: reaccionamos contra lo existente. _¿A qué tipo de organización pertenecía usted cuando fue procesado? -A la Federación Universitaria Escolar, a la vieja FUE, pero que no era vieja en manos de nosotros. Todos éramos estudiantes nuevos. Se trataba de jóvenes de dieciocho años, que retomábamos las ideas de la FUE. Fue un fenómeno paralelo a lo que ocurrió en otros niveles con los jóvenes socialistas, anarquistas y comunistas que trataban de reorganizar su partido. El grupo nuestro, de Madrid, llegó a durar año y medio, con acciones limitadas, claro... Y, después de este período, es lógico que cayera. Fui detenido junto a otros chicos de mi edad. Caímos unos catorce miembros directivos de la organización. Pasamos por la Dirección General de Seguridad. El Juzgado que dictó procesamiento contra nosotros fue precisamente el de Represión de Masonería y Comunismo. Fui trasladado a la prisión de Alcalá de Henares, que entonces era exclusivamente para presos políticos, y después nos pasaron a Carabanchel. Todo ello, antes de celebrarse el, Consejo de Guerra. Este estuvo compuesto por oficiales superiores, porque teníamos un alférez provisional entre nosotros. El juicio se celebró el 12 de diciembre de 1947. Las condenas impuestas fueron escandalosamente superiores a las solicitadas por la petición fiscal. En mi caso, la duplicaron, pero -en otros llegaron a sextuplicar la petición fiscal. Me impusieron seis años de cárcel. Se decidió mi traslado al Destacamento Penal de Cuelgamuros para cumplir condena, y en agostó de 1948 pude escaparme de allí.... La huida Cuelgamuros, hoy Valle de los Caídos monte de la sierra de Guadarrama, verano del 48... -¿Cómo se realizó la fuga? -Fue organizada por compañeros de la FUE que se hallaban exiliados en Francia. Consiguieron convencer a Bárbara Probst, por entonces una estudiante norteamericana, a que se prestara a conducir el automóvil que nos condujo desde San Lorenzo de El Escorial a la frontera francesa. Nos entregaron salvoconductos falsos.. Por aquel tiempo era necesario contar con salvoconductos para trasladarse de una ciudad, a otra. Paco Benet viajó clandestinamente desde París a Madrid para ultimar los detalles. Un domingo escapamos dos hombres del destacamento penal. Fuimos Manuel Lamana y yo. El vive ahora en Buenos Aires, es novelista. Por cierto, ha editado el libro «Otros hombres» En él, publicado por la Editorial Losada, relata, en forma novelada, la actividad clandestina de la FUE y también nuestra huida... Bárbara nos condujo hasta Cataluña. Después caminamos durante tres días y logramos, por fin, pasar a Francia... -Y usted es consciente de que circularon raras versiones sobre la fuga, ¿no? Se dijo que hubo tolerancia. -Sí. Circularon numerosas versiones por las cárceles de España. Eramos conocidos entre una gran masa de la población reclusa. Lo nuestro, se comentó con alegría, con esperanza. Se habló de ayudas de Gobiernos extranjeros, de empleo de métodos novelescos, hasta de utilización de helicópteros. Resultalba difícil admitir que hubiese tenido éxito una fuga tramada con elementos muy simples;. No hay que olvidar que representábamos a una organización que se valía de medios precarios. Con respecto a esto, no descarto la posibilidad de que el Gobierno propalase algunas versiones que podían favorecer la imagen, empañada por la huida, de su aparato represivo. -Pero recientemente se ha vuelto a insistir en que lias autoridades pudieron haber optado por dar facilidades en aquel caso... -Si hubiese habido tolerancia no se hubiese trasladado a nuestros companeros de la FUE presos en otras cárceles a dependencias policiales donde fueron torturados. Concretamente, a Ignacio Faure, que estaba en Cuelgamuros con nosotros, le astillaron el antebralio en los interrogatorios, según me contó luego él en México. -¿Intervino usted en las obras del Valle de los,Caídos? -Durante cinco meses trabajé en el destacamento que construía el monasterio. En la época nuestra no ocurrió ningún accidente grave. Sin embargo, se comentaba que en el período anterior, en la etapa en que se excavó el túnel de la cripta, murieron muchos presos políticos. Se daban nombres... Luego, cuando se colocaron los brazos de la cruz, yo ya estaba en el exilio, también corrieron noticias; en este sentido. La purga de Onganía -¿Cuándo volvió a encontrarse con su padre? -Estuve en Francia pocos meses, y luego marché a Argentina. Llevaba ocho años sin ver a mi padre. Mis hermanos quedaron en España. Sobre estos sucesos, lo único que estoy haciendo ante usted es relatar dentro de nuestros días una cosa que fuera es archiconocida. De estos acontecimientos hay bastantes cosas escritas. Concretamente tres obras literarias: una novela de Bárbara Probst, que creo se va a editar pronto en España; el libro de Manuel Lamana, que ya cité antes, y un libro más sucinto, escrito con el seudónimo Juan Hermanos, titulado «El fin de la esperanza». Fue publicado en la revista Temps Modernes, de Jean Paul Sartre y enversion castellana en Editorial Orión. Los ciento veinte minutos de charla, con las interrupciones de tres llamadas telefónicas., -dos consultas familiares y las obligadas pausas del encendido de cigarrillos, tocaban a su fin.... -Nicolás, ¿por qué ha elegido Estados Unidos para vivir? -Por culpa del..general Onganía, Yo soy exiliado argentino, die la Universidad argentina quiero decir, y exiliado español. Me explicaré: salí de España y pasé dieciocho años en Argentina, rehaciendo mi carrera y después enseñan. do en la Universidad, y me dejaron perplejos los sucesos de 1966, cuando, el general Onganía y sus militares conculcaron la autonomía universitaria, apalearon a los profesores y atropellaron a los estudiantes. Muchos de los profesores nos neganios a permanecer en nuestras cátedras bajo el. régimen. Dos años más tarde se me ofreció un puesto en New York University, y desde 1968 vivo en Estados Unidos. Me pareció una actitud coherente abandonar Argentiria, ya que se daban las mismas circunstancias que me hicieron entrar en la clandestinidad en España y que me forzaron a abandonar también. nuestro país. Acabamos comentando sus añoranzas... -Una de las primeras cosas que hice al volver a España fue pasearme por las calles .del Madrid viejo. Y resultó emotivo. Avila, Barcelona y la Ciudad Universitaria madrialeña rne reportaron, -asimismo, sensaciones entrañables. Al Valle de los Caídos no he ido...

 


Memoria histórica.



Nicolás Sánchez Albornoz (Madrid, 1926) es historiador y el único superviviente de los que consiguieron escapar de Cuelgamuros, como reivindica que se denomine el Valle de los Caídos. Hijo de una familia republicana, de joven pasó por tres prisiones, un consejo de guerra y finalmente por el Valle, de donde consiguió escapar a pesar de que después le esperaron 32 años “de expatriación forzosa”, como explica en su libro Cárceles y exilios (Anagrama, 2012). En 1947 fue detenido en Barcelona por pertenecer a una asociación juvenil. ¿Cómo fueron los meses recluido en Cuelgamuros? — Tengo menos quejas que otros. Al llegar, a Manuel Lamala y a mí nos destinaron a uno de los tres destacamentos: el del monasterio. Aquel día habían tenido que poner en libertad a la escribana del campo porque había cumplido la condena. Nos vieron bajar y nos preguntaron: “¿Estudiantes?” Respondimos que sí. “Pues mañana a la oficina”.

Nunca he presumido de haber puesto ladrillos ni de picar piedra. Es una situación ventajosa. Pero al estar en la oficina, uno se entera de muchas cosas. Vi como funcionaba la alimentación de los presos. En teoría, los presos tenían que comer 2.800 calorías por día, era el requisito internacional para los que hacían sobre todo trabajos duros. La dirección de prisiones enviaba comida, pero no todo llegaba: se descargaba una parte de los camiones, y la otra los funcionarios de prisiones la vendían al estraperlo, o esto decían.
Además, los presos eran alquilados a las compañías, que pagaban al Estado una cantidad diaria por el trabajo hecho. Me di cuenta de cosas que desmontan la retórica del franquismo, como que los presos estaban muy alimentados. Yo llenaba una plantilla con el menú y el cálculo de calorías que me decía mi cabeza, pero yo no tenía acceso a la información del almacén. Eran documentos falsificados en origen. ¿Qué les daban para comer? — Patatas, garbanzos, lentejas. Insuficiente. Usted ha explicado que falta explicar la corrupción que hubo en la construcción de Cuelgamuros. — Sí. Además, estos últimos años el estado español ha sido estado dinero en la restauración de Cuelgamuros. Es un escándalo. Allí había una parte bastante importante de presos, combatientes republicanos que después de la guerra habían sido encarcelados y condenados en consejo de guerra a 15 o 20 años. El año 1948 no habían visto la calle. Y también otra categoría: aquellos que se opusieron al régimen. En 1947 y en 1948, después de la derrota de los nazis, la prensa extranjera ya estaba mucho más atenta. Por ejemplo, un periodista americano consiguió una autorización y nos hizo una fotografía a mí y a dos compañeros más. Era una táctica del régimen, un lavado de puertas afuera. — Claro. Y el segundo lavado de cara es denominarlo Valle de los Caídos. ¿Cómo planificó su fuga en 1948? — Nos hicieron un consejo de guerra. El fiscal me pidió tres años de prisión. Cuando ya estábamos en la prisión de Carabanchel, un capitán vino a leernos la condena y resulta que nos pusieron a todos condenas superiores a las que pedía el fiscal, cosa que es bastante anómala. A mí me tocaron seis años. Estaba preparado para tres, pero con seis años me enfadé y aquella misma noche empecé a elucubrar que yo cumpliría aquella condena. Primero me puse en contacto con la CNT, pero cuando me trasladaron a Cuelgamuros estos contactos se interrumpieron. Allí me puse en contacto con los compañeros de París. Consiguieron dinero, un automóvil para llevarnos hasta Francia. Nos dieron cita al monasterio del Escorial. Llegamos y había el automóvil, que era de un novelista norteamericano famoso, Norman Mailer. Se lo dejó su hermana para conducirlo, y otra chica, Barbara Probst Solomon. Nos llevaron a Barcelona, allí nos dieron documentación que habían falsificado y un salvoconducto para atravesar la frontera hacia Francia. Lo teníamos que hacer con un guía, pero al final lo hicimos solos. Estuvimos tres días andando, nos perdimos, me rompí un tobillo. Decide exiliarse en Argentina. Uno de los objetivos era el reencuentro con su padre. — Sí. Hacía 8 años que no nos veíamos. Después de Argentina, ¿por qué volvió a España? — Porque muere Franco. Me pasé 18 años en Argentina y 25 en Nueva York. Hubo otras personas que decidieron no volver. — Hay muchos casos diferentes. Algunos murieron al exilio, otros volvieron e intentaron restaurar el partido republicano, como Paco Giral. También gente joven que se fue y continuó luchando, y los exiliados que acabaron en campos de concentración de Alemania. De toda esta gente no se habla. ¿Cuánto se ha hablado de los exiliados en la guerra contra los nazis? En un momento de su libro, habla de la “imposición del silencio” que se construyó durante el franquismo. ¿Cree que todavía perdura? — Sí, excepto en familiares que reclaman los cuerpos para desenterrarlos. Es un movimiento lento pero buena parte de los que se están moviendo con eficacia son los nietos de los abuelos a quien fusilaron. Es curioso cómo la memoria ha tenido un flujo intergeneracional. ¿Cómo valora la nueva ley de memoria democrática? — No la he leído, pero me imagino que es excesivamente moderada respecto a mis aspiraciones. Por ahora, sin embargo, no hay consenso para sacarla adelante. ¿Por qué cree que pasa? — Hay dos tipos de falta de consenso. Toda la derecha, hasta Vox, que son hijos del franquismo y no les interesa que el aguilucho sea puesto en entredicho. Después, hay falta de consenso en grupos como ERC, que dicen que se queda corta, y seguramente los vascos también. ¿Es necesario declarar ilegal el régimen de Franco? — Llega con retraso. Pienso que quien lo tendría que haber hecho eran los aliados en 1945. En aquel momento podían haberlo incluido [a Franco] en el juicio de Nuremberg y haberlo colgado como correspondía. Nuestra vida habría sido muy diferente y quienes salen con el aguilucho habrían aprendido algo. Lo que nos habríamos ahorrado: yo mismo entrar en la prisión e ir al exilio. ¿Ahora ya no tiene sentido? — Lo que se tiene que hacer es depurar la justicia y el ejército. ¿Qué piensa de la derogación de la ley de amnistía del 1977? — Para todos aquellos que pasaron por la prisión durante el tiempo de Franco está bien. Ahora, amnistiar a Billy el Niño... Además, la perspectiva internacional ha cambiado. En Argentina han hecho los juicios que tocaba, aquí en España se han acojonado, por decirlo claro, han quedado como unos gallinas. En aquel momento [cuando se aprobó la ley de amnistía] la izquierda no tenía medidas sus fuerzas porque apenas salía de la clandestinidad. Pensó que valía más conseguir algunas cosas y no hacer peticiones extremas a cambio, y esto se tiene que reconocer, que la sociedad española pudiera evolucionar. Toda una serie de cosas vetadas por el franquismo ahora son normales. Siempre se puede mejorar en términos democráticos. — ¡Pues claro! Pero la España actual es irreconocible para un franquista. Es como un puñetazo en la cara. El peligro es cuando estos a quienes molesta quieren volver. — Sí. Lo que es preocupante es que Vox tiene un voto joven, más joven que el PP. No sé como se ha producido. En parte porque no se ha sabido llevar. Además, toda esta nostalgia franquista de recuperar la Guerra Civil. No han visto que la sociedad española ha cambiado. Ahora las exhumaciones en el Valle se han vuelto a parar. — Sí, pero esto es una parte de la justicia que habría que quitar. Para las familias que están deseando recuperar los cadáveres, una noticia así es un golpe mucho bestia. ¿Usted ha vuelto, al Valle? — ¡No, de ninguna de las maneras! ¿Por qué? Las ruinas del Valle que espero ver las puedo ver desde fuera. ¿Qué se tendría que hacer? — He leído que quieren resignificarlo. La resignificación me parece una cosa complicada. Desde mi lado ecologista, espero que la naturaleza se vengue y se cargue el monumento. Que tengamos unas ruinas que no sean resultado de la dinamita, sino obra de la venganza de la naturaleza.
CULTURA 08/12/2021 Núria Rius y Mireia Esteve

 



Manuel Lamana (Madrid, 1922-1996) fue un escritor español, exiliado en Argentina en 1948.

Fue el segundo de cuatro hermanos. Su padre, José María Lamana, militante de Izquierda Republicana y funcionario de Hacienda, era en los años de la guerra civil, administrador general del Monopolio de Tabacos y Fósforos. En febrero de 1939 pasó la frontera de Francia desde Figueras (donde estaba instalado en Gobierno de la República) junto con su madre y sus dos hermanos menores. El mayor había caído prisionero de los franquistas en la Batalla del Ebro. Estuvieron unos días en un campo de refugiados en Perpiñán y luego fueron acogidos durante dos meses en la localidad de Ornans, casi en la frontera con Alemania. Durante esos meses su padre estuvo internado en diversos campos de refugiados en el sur de Francia. El 20 de abril la familia logró reunirse en la ciudad de Rieux-Minervois.

En 1941, para escapar de ser enviado a Alemania en una compañía de trabajo obligatorio, regresa a España, donde se matricula en la Universidad de Madrid y participa en los movimientos estudiantiles de oposición al régimen franquista, lo que le lleva a conocer las cárceles del régimen en varias ocasiones. En 1947 junto a Nicolás Sánchez Albornoz es condenado a seis años de prisión por intentar la reconstrucción del antiguo sindicato estudiantil clandestino FUE. Llevados al valle de Cuelgamuros, trabajan en la construcción del Valle de los Caídos. De allí escapan en una fuga preparada desde París por sus compañeros de la FUE con la ayuda de dos jóvenes norteamericanas, Barbara Probst Solomon y Barbara Mailer, hermana del escritor Norman Mailer, que es quien pone su coche a disposición de los conjurados.
 El cerebro de la fuga es Francisco Benet, hermano mayor del escritor Juan Benet, que acompaña a las americanas en su viaje a España. La peripecia de la fuga, con accidente de coche y paso clandestino de los dos fugados a pie por los Pirineos, ha sido narrada en diversos libros por los tres protagonistas, el propio Manuel Lamana, Nicolás Sánchez Albornoz y Bárbara Probst Solomon y que se citan más adelante. En 1998 Fernando Colomo llevó a la pantalla este hecho en la película Los años bárbaros.

Tras una breve estancia en Francia e Inglaterra, Manuel se embarca para Argentina donde, tras acabar sus estudios universitarios, ejerce como profesor en las universidades de Tucumán y de Buenos Aires, tarea que se interrumpe temporalmente por su oposición al régimen de los generales argentinos En el momento de su muerte codirigía el Instituto de Cultura Ibero Argentina de Buenos Aires.

 

Benet Goitia, Francisco

1926 - 1966

Antropólogo español. Exiliado del primer franquismo. Hijo del abogado Tomás Benet Benet y de Teresa Goitia Ajuria. Hermano de Marisol y del novelista Juan Benet. Además, por vía materna, era primo hermano de Fernando y Carmelo Chueca Goitia.
Al morir su padre fusilado en 1936, en los inicios de la Guerra Civil, su familia se trasladó a vivir a San Sebastián, dónde su madre Teresa tenía familiares no regresando a Madrid hasta el final de la contienda. Estudió el bachiller en el colegio del Pilar igual que sus hermanos.
Fue crítico con el régimen de Franco y aprovechando un viaje de estudios en 1945 a París se quedó a vivir en Francia. En 1948 fue el cerebro que organizó desde París la exitosa fuga de presos franquistas del campo de concentración de Cuelgamuros. Lo hizó apoyando a las estadounidenses Barbara Probst Salomon y Barbara Mailer que se internaron en España para rescatar a Manuel Lamana y Nicolás Sánchez Albornoz, presos en el citado campo. Pasó así a convertirse en un exiliado político. En esta época publicó la revista disidente "Península" que era enviada a España de manera clandestina.
Más tarde, se marchó a los Estados Unidos estudiando en la Universidad de Stanford a principios de los años 50 del siglo XX. Murió en abril 1966 en un accidente de tráfico en Oriente Medio dónde estaba trabajando para Irán.

 


Los años bárbaros.

Los años bárbaros es una película española, de Fernando Colomo, estrenada el 11 de septiembre de 1998, basada en la novela Otros hombres de Manuel Lamana, que narra la fuga de este último y de Nicolás Sánchez-Albornoz del campo de trabajo del Valle de los Caídos.

Se "trata una historia ficcionalizada basada en un hecho real, sucedido —mejor, en su espíritu— a Nicolás Sánchez-Albornoz y Manuel Lamana en 1948. Pertenecientes a la Federación Universitaria Española (FUE), realizaron una pintada reclamando una Universidad Libre en un muro de la Facultad de Filosofía y Letras. Fueron condenados, pero consiguieron huir a Francia. Los personajes principales no se corresponden con los reales, y los personajes secundarios son totalmente inventados. El organizador de esa fuga histórica de Cuelgamuros fue el hermano del escritor Juan Benet,​ Paco, también miembro de la FUE y el creador de la revista antifranquista Península​, que se vio obligado a huir y exiliarse en París.

Argumento

Finalizada la Guerra Civil española, Tomás (Jordi Mollà) y Jaime (Ernesto Alterio), dos jóvenes estudiantes contrarios al Régimen franquista son enviados a un campo de trabajo en el Valle de los Caídos por realizar pintadas contra el régimen de Franco en la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, gracias a un plan tramado desde París, consiguen fugarse con la ayuda de dos jóvenes norteamericanas, Kathy (Hedy Burress) y Susan (Allison Smith); que contra todo pronóstico, les ayudarán a llegar hasta París en un descapotable rojo.
Destacan por su importancia arquitectónica las escenas rodadas en el paradador nacional "Albergue de Medinaceli".

 


Barbara Mailer, (nació en 1927.) hermana de Norman Kingsley Mailer (Long Branch, Nueva Jersey, 31 de enero de 1923 - Nueva York, 10 de noviembre de 2007), fue un escritor, novelista, periodista, ensayista, dramaturgo, cineasta, actor y activista político estadounidense. Junto con Truman Capote, está considerado el gran innovador del periodismo literario.​
Su padre, es Isaac Barnett Mailer, conocido popularmente como " Barney", era un contador nacido en Sudáfrica, y su madre, Fanny (de soltera Schneider ), dirigía una agencia de limpieza y enfermería.

 


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