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Lema

Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

jueves, 10 de marzo de 2016

295.-Libro de horas de Leonor de la Vega; El Torá.-a



Libros de Hora.



  

codice

Un libro de horas (también denominado horarium) es un tipo de manuscrito iluminado muy común en la Edad Media. Cada libro de horas es único, debido a que se realizaba exclusivamente para una determinada persona (generalmente de la nobleza). Suele contener textos de rezos, salmos, así como abundantes iluminaciones alusivas a la devoción cristiana.

Historia

El libro de horas tuvo su origen en el Salterio, un libro de salmos que tanto monjes y monjas debían recitar. En el siglo XII se había convertido en el breviario, con ciclos semanales de salmos, oraciones, himnos, antífonas y lecturas que cambiaban con el tiempo litúrgico.​ Se produjo una selección de textos en volúmenes mucho más breves que llegaron a llamarse libro de horas. Durante la última parte del siglo XIII el libro de horas se popularizó como libro de oración personal para hombres y mujeres que llevaban una vida secular. 
Consistía en una selección de oraciones, salmos, himnos y lecciones basadas en la liturgia del clero. Cada libro era único en su contenido aunque todos incluían las Horas de la Virgen María, devociones que se hacían durante las ocho horas canónicas del día, el razonamiento detrás del nombre "Libro de Horas".

Muchos libros de horas fueron hechos para mujeres. Hay algunas pruebas de que a veces se daban como regalo de bodas de un marido a su novia. A menudo se transmitían a través de la familia, como se registra en los testamentos. 

Aunque los libros de horas más iluminados eran enormemente caros, un libro pequeño con poca o ninguna iluminación era asequible mucho más ampliamente, y cada vez más durante el siglo XV. El primer ejemplo inglés que sobrevivió fue aparentemente escrito para una mujer laica que vivía en o cerca de Oxford alrededor de 1240. Es más pequeño que un libro de bolsillo moderno, pero muy iluminado con las iniciales principales, pero sin miniaturas de página completa. En el siglo XV, también hay ejemplos de sirvientes que poseen sus propios libros de horas. En un caso judicial del 1500, una mujer pobre es acusada de robar el libro de oraciones de un sirviente doméstico.

Muy raramente los libros incluían oraciones compuestas específicamente para sus dueños, pero más a menudo los textos se adaptan a sus gustos o sexo, incluyendo la inclusión de sus nombres en las oraciones. Algunos incluyen imágenes que representan a sus propietarios, y otros sus escudos de armas. Estos, junto con la elección de los santos conmemorados en el calendario y los sufragios, son las principales pistas para la identidad del primer propietario.
 Eamon Duffy explica cómo estos libros reflejaban a la persona que los encargó. Menciona que "el carácter personal de estos libros se señalaba a menudo con la inclusión de oraciones especialmente compuestas o adaptadas para sus propietarios"
Además, afirma que, hasta la mitad de los Libros de Horas manuscritos sobrevivientes tienen anotaciones, marginales o adiciones de algún tipo. Tales adiciones pueden no ser más que la inserción de algún santo patrón regional o personal en el calendario normalizado, pero a menudo incluyen material devocional añadido por el propietario. 
Los propietarios podían escribir en fechas específicas importantes para ellos, notas sobre los meses en los que sucedieron cosas que deseaban recordar, e incluso las imágenes que se encontraban dentro de estos libros se personalizan para los propietarios, como santos localizados y fiestas locales.​ Por lo menos en el siglo XV, los talleres de los Países Bajos y de París producían libros de horas para su almacenamiento o distribución, en lugar de esperar comisiones individuales. A veces se dejaban espacios para añadir elementos personalizados como fiestas locales o heráldica.

El estilo y la disposición de los tradicionales libros de horas se estandarizaron cada vez más a mediados del siglo XIII. El nuevo estilo puede verse en los libros producidos por el iluminador de Oxford William de Brailes que dirigía un taller comercial (estaba en órdenes menores). Sus libros incluían varios aspectos del breviario de la Iglesia y otros aspectos litúrgicos para el uso de los laicos. 

"Incorporó un calendario perpetuo, Evangelios, oraciones a la Virgen María, el Vía Crucis, oraciones al Espíritu Santo, salmos penitenciales, letanías, oraciones por los muertos y sufragios a los Santos.
 El objetivo del libro era ayudar a su devota patrona a estructurar su vida espiritual diaria de acuerdo con las ocho horas canónicas, de los Maitines a las Completas, observadas por todos los miembros devotos de la Iglesia. El texto, aumentado por la rúbrica, el dorado, las miniaturas y las bellas iluminaciones, trataba de inspirar la meditación sobre los misterios de la fe, el sacrificio hecho por Cristo por el hombre y los horrores del infierno, y de resaltar especialmente la devoción a la Virgen María cuya popularidad estaba en su apogeo durante el siglo XIII".

​ Esta disposición se mantuvo a lo largo de los años ya que muchos aristócratas encargaron la producción de sus propios libros.

A finales del siglo XV, la llegada de la imprenta hizo que los libros fueran más asequibles y gran parte de la emergente clase media podía permitirse comprar un libro impreso de horas, y los nuevos manuscritos sólo eran encargados por los muy ricos. El papel era raro y la mayoría de los libros de horas consistían en hojas de pergamino hechas con pieles de ovejas o cabras. 
El Kitab salat al-sawai (1514), considerado el primer libro en árabe impreso con caracteres móviles, es un libro de horas destinado a los cristianos de habla árabe y presumiblemente encargado por el Papa Julio II.​

Contenido
El Libro de horas de Leonor de la Vega

En su forma originaria, un libro de horas contenía un texto agrupado para cada hora litúrgica del día, este es el origen del nombre dado este tipo de manuscrito. Pero a lo largo del tiempo se fue enriqueciendo con otras añadiduras útiles, como calendarios (tanto seculares como religiosos). Generalmente lo que se suele denominar como libro de horas es un breviario, el libro contiene además una liturgia recitada en los monasterios; los libros de horas fueron compuestos para aquellas personas de la nobleza que deseaban incorporar los elementos de la vida monástica en su vida cotidiana. Los textos incluidos se centran tanto en la recitación como en el canto de un número de salmos, que puede ser ejecutado por un conjunto de rezantes. Un libro típico de horas contiene:

Las Horas Marianas (denominadas también Oficios de veneración a la Virgen María), que incluye los quince Salmos de Grados
El Oficio de los Muertos, que incluye los siete Salmos penitenciales
La Letanía de los Santos
La mayoría de los libros empiezan con estos contenidos básicos, y es expandido por una serie de rezos y devociones. Se leían a diversas horas del día: la aurora (laudes), la siete de la mañana (prima),  de la tarde (tercia), el anochecer (la víspera) y la noche (completa).

Muchos de los libros de horas están abundantemente iluminados, todos ellos forman un apartado importante del archivo histórico de la vida de los siglos XV y XVI así como una fuente de iconografía del cristianismo medieval.
 A finales del siglo XV empezaron a imprimirse diversos libros de horas con ilustraciones xilografiadas.



El Libro de horas de Leonor de la Vega.

 

  





El Libro de horas de Leonor de la Vega es un códice con miniaturas iluminadas realizado en pergamino por el artista flamenco Willem Vrelant en el siglo XV. Se encuentra conservado en la Biblioteca Nacional de España (Vitr.24-2).


El autor Willem Vrelant nacido en 1410 en Ultrech y fallecido en Brujas en 1481, fue alumno de Jan van Eyck y estuvo activo en Flandes donde debió realizar el libro de horas supuestamentte entre 1465 y 1470.
El manuscrito fue enviado el año 1498 como regalo por el embajador de España en Flandes Diego Ramírez de Villaescusa al embajador de Roma padre del poeta Garcilaso de la Vega. 
La heredera del códice fue la hermana del poeta Leonor de la Vega de quien tomó el nombre el libro de las horas.


Descripción

El manuscrito presenta una encuadernación con piel de cabra, y está realizado sobre pergamino con folios (202) del tamaño de 19 x 13 cm. y un total de 404 páginas. Se incluye un calendario sin ilustraciones que contrarresta con el resto de las numerosas ilustraciones que se pueden apreciar en los diferentes capítulos de las Horas de la Virgen, Horas de la Cruz, Horas del Espíritu Santo con miniaturas a página completa o bien orlas llenas de vegetales, monstruos o escenas satíricas, aplicando el oro en muchas de ellas así como en las letras capitulares.

Biblioteca Nacional.

El manuscrito, conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, fue realizado por el maestro flamenco Guillermo Vrelant (Ultrech 1410 - Brujas 1481) entre 1465 y 1470. El aventajado discípulo de Jan van Eyck vierte en éste códice lo más depurado de una técnica distinta y peculiar, con un carácter dibujístico muy acusado, en donde personajes y objetos aparecen en relieve como consecuencia de la minuciosa preparación a que era sometido el pergamino.


Las miniaturas a toda página, muchas y variadas, son más homogéneas y de una calidad artística muy superior a las del códice de Juana Enríquez, de la Biblioteca del Palacio Real; ya que en éste se adivinan las manos de varios miniaturistas; posiblemente del mismo taller de Vrelant.
Las orlas, de manufactura muy cuidada y exquisita, son muy tupidas, con variadísimos vegetales, flores, pequeños monstruos y escenas satíricas; demostrándose en todas las composiciones la incomparable técnica del maestro. El oro, hábilmente colocado a lo largo de todo el códice, enriquece y embellece aún más las páginas de éste incomparable Libro de Horas.


El obispo Diego Ramírez de Villaescusa de Haro, embajador en Flandes, en 1498 envió el manuscrito a Garcilaso de la Vega, embajador en Roma y padre del poeta, según la inscripción del folio Primero:
 "Hic liber habitus Rome magnifico domino Garsie Lasso...".

 El poeta Garcilaso de la Vega falleció siendo aún muy joven a consecuencia de las heridas sufridas en el asalto al castillo de Muy, en Provenza. El destino quiso que el manuscrito pasase directamente a poder de su hermana, de quien toma su nombre: 
"Estas horas son de la muy ilustre Señora Doña Leonor de la Vega. Ecija.".
Nota: García Laso de la Vega, o Garcilaso de la Vega (mediados del siglo XV-Burgos, 8 de septiembre de 1512), fue un noble castellano y tercer hijo de Pedro Suárez de Figueroa y de Blanca de Sotomayor.

Fue contino, capitán y miembro del Consejo Real, embajador en Roma (1494-1498), comendador mayor de León en la Orden de Santiago, señor de Arcos y padre del célebre poeta de mismo nombre Garcilaso de la Vega, así como del comunero Pedro Laso de la Vega.

  

Biografía de Garcilaso de la Vega.

La soledad siguiendo,
rendido a mi fortuna,
me voy por los caminos que se ofrecen. 
Garcilaso, Canción II

Herrera, en su edición anotada de la poesía de Garcilaso, que vio la luz en Sevilla en 1580, dedicó unas páginas al relato de la vida del poeta. Leemos allí que éste fue natural de Toledo, donde se crió; y que sus padres se llamaron Garci Lasso, Comendador Mayor de León, y doña Sancha de Guzmán. El sevillano no apuntó, sin embargo, la fecha de nacimiento, pero sí la edad a la que murió, 34 años, y el año en que se produjo el luctuoso acontecimiento, 1536.

 Según estos datos, Garcilaso habría nacido en 1501. Pero tal año no es aceptado por unanimidad, dado que no se ha hallado todavía documento que lo atestigüe. Se ha propuesto, en su lugar, el año de 1498, sobre la base de la declaración de Pedro Cabrera en 1523, cuando éste afirmó que Garcilaso tenía a la sazón 25 años; o la de 1503, defendida por el primer biógrafo moderno del toledano, Eustaquio Fernández de Navarrete. Herrera se preocupó de que constara un asunto muy del Renacimiento: me refiero al concepto de la verdadera nobleza. 
Si bien el linaje del poeta era de los más ilustres del Reino, su verdadera gloria radicaba en su «virtud propria, porque los bienes agenos desseados de todos i tenidos en singular precio no merecen igual valor con los que nacen y viven en el ombre mesmo». 
Describe asimismo el aspecto físico del caballero toledano, semblanza que, dado que no se tiene certeza absoluta de conservar algún retrato verdadero de Garcilaso, puede ayudar al lector actual a imaginar al poeta:
 «En el ábito del cuerpo tuvo justa proporción, porque fue más grande que mediano, respondiendo los lineamentos i compostura a la grandeza». 

Atesoraba las cualidades del cortesano de su época tal como venían expuestas en el libro homónimo de Castiglione, cuya traducción al español el propio Garcilaso había recomendado emprender a su amigo Boscán, consejo que por fortuna siguió el barcelonés. Herrera destacó en el poeta de Toledo dos inclinaciones de este cariz áulico: su aptitud para la música, y su osadía para la guerra.
 Esta suma de destrezas, entre las que despuntaba la poesía, le hizo merecedor del aprecio de «damas i galanes», según la relación del beneficiado sevillano. Se casó en 1525 con doña Elena de Zúñiga, dama principal, también de claro linaje, con quien tuvo cinco hijos (Herrera solo nombra a tres): Garcilaso de la Vega, Íñigo de Zúñiga, Pedro de Guzmán, Francisco de Guzmán y Sancha de Guzmán. En aquella época era usual que se eligieran los apellidos familiares, y su orden, a conveniencia del interesado. Los recién casados se instalaron en Toledo en la casa de la madre de Garcilaso, primero, y en otra propia más tarde. Fueron años en que el poeta ocupó el cargo de regidor de la ciudad. Ni que decir tiene que aquel matrimonio había sido de conveniencia, a instancias del Emperador, y aunque Herrera no dijo ni una palabra de los amoríos de Garcilaso, cuidándose mucho de generalizar la admiración que las mujeres profesaron hacia el autor con el uso del sintagma «damas i galanes», para que nadie pudiera leer entre líneas otra cosa, no se puede decir que el toledano fuera hombre de una sola mujer. Hace pocos años, Mª. Carmen Vaquero dio con un precioso documento que ponía nombre al que, probablemente, sería el primer amor de Garcilaso, doña Guiomar de Carrillo, con quien tuvo un hijo, Lorenzo, a quien el poeta reconocería como tal en 1529 cuando otorgó testamento. Así lo narró la dama, ya muerto Garcilaso:

Yo tuve amistad del muy magnífico caballero Garcilaso de la Vega... Entre mí y el dicho Garcilaso hubo amistad y cópula carnal mucho tiempo, de la cual cópula yo me empreñé del dicho señor Garcilaso, y parí a don Lorenzo Suárez de Figueroa, hijo del dicho señor Garcilaso y mío, siendo asimismo el dicho señor Garcilaso hombre mancebo y suelto, sin ser desposado ni casado al dicho tiempo y sazón.

Este hallazgo ha hecho que surja la duda de si el toledano alude realmente, como se ha venido pensando, en muchos de sus versos a Isabel Freire, dama portuguesa que llegó a España en el séquito de Isabel de Portugal, y que, según parece, deslumbró a Garcilaso, aunque ella se casara con Antonio de Fonseca por el mismo tiempo en que el poeta lo hizo con Elena de Zúñiga; o si añoraba a Guiomar, o se quejaba del desdén de otra dama también portuguesa, Beatriz de Sa. Inmediatamente después de la muerte del poeta, se empezó a leer su obra como una autobiografía erótica. En 1537, Sa de Miranda creyó que el pastor Nemoroso era el propio Garcilaso. Los comentaristas del siglo XVI siguieron buscando correlatos entre los poemas y la vida de su autor. En 1574, el Brocense pensó que el pastor aludido arriba representaba a Boscán; y Elisa, su amada muerta, a Isabel Freire. F. de Herrera, en 1580, afirmó lo que sigue a continuación:

[La Égloga I] es de doblado título i se introduzen en ella dos pastores, uno celoso que se quexa por ver a otro preferido en su amor; éste se llama Salicio, i es ya común opinión que se entiende por Garci Lasso mesmo. El otro, que llora la muerte de su Ninfa, es Nemoroso, i no, como piensan algunos, es Boscán, aludiendo al nombre, porque nemus es bosque, pues vemos en la égloga segunda, donde refiere Nemoroso a Salicio la istoria que mostró Tormes a Severo, que el mesmo Nemoroso alaba a Boscán; y en la tercera lloró Nemoroso la muerte de Elisa [...], la cual es doña Isabel Freire, que murió de parto; i assí se dexa entender, si no me engaño, que este pastor es su marido, don Antonio de Fonseca.

En el XVII, M. Faría y Sousa insiste en que Isabel Freire es Elisa, y afirma que Salicio y Nemoroso encarnan a Garcilaso y Boscán. Ya en el siglo XX, Menéndez Pelayo, Lapesa, Antonio Prieto, etc. interpretaron que la dama que inspiraba los versos de Garcilaso era Isabel Freire. No hay, sin embargo, testimonios que corroboren tal hipótesis, salvo el epígrafe de su Copla II que, en el manuscrito 17.969 de la BNE dice así: 
«A doña Isabel Freyre, porque se casó con un hombre fuera de su condición». 

El asunto, aun teniendo interés innegable, no afecta al valor estético de la poesía de Garcilaso ni a su enorme belleza; de igual forma que, si algún investigador descubriera que la musa que inspiró a Botticelli algunas de sus obras maestras no era Simonetta Vespucci, no por esa razón menguaría el esplendor de las mismas.

¿Qué se saca d'aquesto? ¿Alguna gloria?
¿Algunos premios o agradecimiento?
Sabrálo quien leyere nuestra historia

Garcilaso, Elegía I

La carrera militar de Garcilaso transcurrió al lado del Emperador. Su vehemencia se hizo notar ya en 1519, cuando entró, blandiendo su espada, en la reunión del Patronato del Hospital del Nuncio en Toledo. Aquella acción le costó una sanción económica y destierro de la ciudad por el plazo de tres meses. Pero cuando el toledano demostró su adhesión a Carlos V fue en el estallido de las revueltas comuneras, en las que Garcilaso, al contrario de lo que hizo su hermano Pedro, luchó contra los comuneros. En agosto de 1521 recibió heridas por esta causa en Olías. Al año siguiente participó posiblemente en la defensa de la plaza de Rodas, sitiada por los turcos, junto a don Pedro de Toledo y el amigo Boscán. En 1523, don Pedro de Toledo lo armó Caballero de la Orden de Santiago, y por aquel tiempo fue requerido para acudir a diversos frentes bélicos. El rey francés Francisco I, conocido rival del Emperador, pretendía ocupar territorios italianos domeñados por Carlos V. Garcilaso participó en el cerco de Salvatierra en 1523, y en el asedio de Fuenterrabía, adonde las tropas del Emperador no entraron hasta el 27 de febrero de 1524.

 En su faceta de cortesano, como contino de la guardia de Carlos V, también realizó diferentes viajes: probablemente asistió en 1526 a dos importantes bodas, una celebrada entre la hermana del Emperador, Leonor de Austria, y Francisco I; y otra, en la que se unieron Carlos V e Isabel de Portugal, tras la cual la Corte se estableció durante algunos meses en Granada. Al primer enlace acudieron, entre otros, Navagero y Castiglione. ¿Los habría tratado Garcilaso de haber estado allí? En 1528 murió su hermano Hernando, hecho que plasmó el poeta en el soneto XVI («No las francesas armas odïosas»). 
En 1529 acompañó a Carlos V en su viaje a Italia con el propósito de ser coronado como Emperador por el Papa, ceremonia que tuvo lugar el 24 de febrero de 1530. Aquellos meses fueron de vital importancia para la formación literaria del poeta. Ya de vuelta a España, Garcilaso se vio abocado a acudir a la corte francesa a instancias de la esposa de Carlos V, quien sospecha que su hermana está siendo maltratada por Francisco I.

«No vine por mis pies a tantos daños»

Garcilaso, Canción IV

En febrero de 1532, el poeta recibió una de las noticias más tristes de su vida: el Emperador había dado orden de que fuera interrogado por su participación en la boda, no consentida por Carlos V, de su sobrino con Isabel de la Cueva, celebrada en agosto de 1531. El asunto desembocó en el destierro de Garcilaso, primero a una isla del Danubio, que el poeta recordó en su Canción III; y finalmente a Nápoles, donde fue acogido por el virrey Pedro de Toledo, a quien dedicó la primera de sus églogas. El periodo napolitano contribuyó sobremanera a forjar la madurez literaria de Garcilaso. Allí tuvo ocasión de tratar con numerosos humanistas y escritores, entre los que hay que recordar a Tansillo, Tasso, Caracciolo, los hermanos Galeota, Valdés, Sepúlveda, algunos de los cuales aparecen nombrados en el soneto XXIV. En 1533, el Virrey lo envió con cartas para el Emperador y Garcilaso aprovechó el viaje para revisar con Boscán el borrador de la traducción castellana de El cortesano.De vuelta a Nápoles, acabaría allí la segunda égloga.
 En 1534, don Pedro de Toledo lo hizo viajar de nuevo a España con más cartas dirigidas a Carlos V. Aprovechó el poeta la estancia para otorgar poderes a su esposa. Por esas fechas murió Isabel Freire, y la noticia, como es de esperar, llegaría al conocimiento de Garcilaso. En el camino de vuelta bien pudo haber escrito la égloga primera. Para entonces, el poeta ya se había establecido en Italia, hasta el punto de que el propio Carlos V lo nombró alcaide del castillo de Reggio.

 En 1535 participó en la toma de La Goleta, acontecimiento que dejó poetizado en dos hermosos sonetos que empiezan así: 
«Boscán, las armas y el furor de Marte», y «Mario, el ingrato amor, como testigo»; así como en la Elegía II. Después de la toma de esta plaza, Garcilaso volvió con las tropas del Emperador hasta el puerto siciliano de Trápani, desde donde escribió la Elegía II, dirigida a Boscán; y la primera, con ocasión de la muerte de don Bernardino de Toledo. Con magnificencia y entusiasmo se celebró el regreso de Garcilaso a Nápoles: se reconocían unánimemente sus cualidades militares.

¡Oh hado...!
Cortaste'l árbol con manos dañosas
y esparciste por tierra fruta y flores.

Garcilaso, soneto XXV

En 1536 sirvió por última vez al Emperador, quien lo había nombrado maestre de campo de un gran ejército formado para luchar contra la invasión francesa de dominios españoles en Italia. Posiblemente a lo largo de esta campaña compuso la tercera de las églogas, dedicada a la virreina de Nápoles. Herrera narró la muerte de Garcilaso en combate haciendo especial hincapié en el valor del toledano:
Entonces, Garci Lasso, mirándolo el Emperador, subió el primero de todos por una d'ellas sin que lo pudiesen retener los ruegos de sus amigos. Mas antes de llegar arriba, le tiraron una gran piedra, i dándole en la cabeça, vino por la escala abaxo con una mortal herida.
Murió en Niza, y sus restos yacieron en Santo Domingo de esa ciudad hasta que fueron trasladados en 1538 a Toledo, y depositados en San Pedro Mártir, en el mismo lugar donde yacen los de su hijo del mismo nombre.

  

Casa de la Vega.


La Casa de la Vega, Laso de la Vega o Lasso de la Vega (a veces también Garci Lasso de la Vega y Garcilaso de la Vega en referencia a algunos de sus miembros) es un linaje nobiliar español con origen en lo que hoy es Torrelavega, establecido en la Edad Media y mencionado por primera vez a mediados del siglo XII. Fueron uno de los linajes más importantes del territorio hoy comprendido por Cantabria, Palencia y Burgos, dominando un gran número de terrenos y propiedades, entre los que destacan la Torre de la Vega y el Castillo de Argüeso.
La rama principal entroncó con la Casa de Mendoza, la cual adoptó sus armas (la salutación angélica Ave Maria Gratia Plena) cuartelándolas a perpetuidad con las suyas propias al unirse por matrimonio el mayorazgo de la familia, recaído en Leonor de la Vega con Diego Hurtado de Mendoza. De dicha unión nació - entre otros - Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana. A partir de aquí, el señorío de la Vega pasó a ser propiedad de sus sucesores, los duques del infantado.
Su mayor poder lo obtuvieron en el siglo XV, cuando enfrentándose a la Corona establecieron los mayordomazgos, un sistema administrativo propio e independiente del real, centralizado en el castillo de Pedraja, que les pertenecía. Por esta época otros varios señores y altos cargos reales se disputaban el poder en Cantabria, creando un gran conflicto social.
Otras ramas menores de la familia continuaron residiendo en las Asturias de Santillana, o se extendieron fundando casas por toda la península, siguiendo el proceso de Reconquista.

Origen

Diego Gutiérrez Coronel, en su obra "Historia Genealógica de la Casa de Mendoza", establece que el origen de la casa De la Vega está en la Casa de Manzanedo, ya que afirma que Diego Gómez de la Vega, primero en aparecer en la historia con éste apellido, es el tercer hijo de Gómez Núñez, señor de Aza y Ricohombre de Alfonso VII.

Por su parte, el célebre sacerdote y polígrafo montañés, Mateo Escagedo Salmón, la hace descender de la Casa de Lara, coincidiendo en parte con el anterior, y completando la información al considerar que Diego Gómez, ricohombre y Señor de la Vega a finales del siglo XII, es hijo de Gómez Díez, hijo a su vez de don Diego González de Lara y nieto del conde don Gonzalo Núñez de Lara. Por lo tanto, siguiendo a Salazar y Castro termina por aceptar la genealogía de los Señores de Aza, descendientes a su vez de la Casa de Lara y, en consecuencia, que se trata de uno de los linajes descendientes de Fernán González, primer conde soberano de Castilla.

Cita Rogelio Pérez Bustamante un manuscrito encontrado por Mario Schiff en la biblioteca del Marqués de Santillana, en Guadalajara, en el cual se habla de un presunto origen mítico en la casa real de Francia. El pergamino, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, reza como sigue:
Dos hermanos del Rey de Francia, que al uno llaman Micer Ruys e al otro Johan Ruys obieron guerra con el dicho Rey su hermano sobre ciertos señoríos que les quería tomar e tomo y no podiendo sufryr el grand poder del Rey su hermano tomaron ciertas naos e vinieronse a Castilla y aportaron a Asturias de Obiedo e desenbarcaron en un puerto que se llama Lastres; traxeron grandes riqueças de dineros e joyas. Micer Ruys se fue al Rey de Castilla; el otro Johan Ruys se quedó allí en Asturias de Obiedo. Et el Rey de Castilla al micer Ruys fiso muy buen recebimiento biendo de la sangre que era e le fasia muchas honrras e mercedes e fisole merced de aquel puerto de Lastres que es buen puerto de mar e de muchas terzias de iglesias e heredades en aquel principado de Asturias de Obiedo. Este Micer Ruys non bino sino tres años después que a Castilla bino el otro Johan Ruys que quedo en Asturias de Obiedo como abemos dicho. Después de la muerte de su hermano ovo muchas questiones et leuantaronse contra el los Quiros y Baldes e de Miranda que a la sahon eran poderosos en aquella tierra y el viendose syn hermano y syn fijos binose a la vega y allí començo a hacer aquel solar y al de Çaballos que estaua cerca ally de la bega pesole con el y ouo entrellos muchas questiones entre ellos y al fin por aser las pases ouo de casar con una fija del de Çaballos y ouo en ella un hijo que llamaron Garcilaso y este nombre le pusieron por que un dia beniendo de correr monte benia muy cansado e dixole su abuelo el de Çaballos: o como benis laso. Este Garcilaso caso con una hija de don Gutierre de Escalante que era mayordomo mayor del Rey de Castilla y mandaua este don Gutierre de Escalante toda la costa de la mar. Este Garcilaso fue muy noble cauallero y muy rico e este fiso e acabo todo lo que agora esta fecho en la casa de la Bega e fiso el castillo de Liencres e el castillo de Comillas e la muger deste se llamaua doña Teresa de Escalante. Et este Garcilaso obo en esta doña Teresa otro Garcilaso que caso com una fija del señor de Ayala e ouo en ella dos fijos e al uno descian Garcilaso e al otro Gonçalo Ruys. Este Garcilaso fue el que mato al de la Morcuera en la puente de Baldestillas. Este caso con doña Mencia de Cisneros e ouo en ella a otro Garcilaso que mataron en Burgos e a doña Leonor de la Bega su hermana que caso con el almirante don Diego Furtado de Mendoça el qual dicho almirante ouo en ella estos fijos: el marques don Yñigo Lopes de Mendoça e Gonçalo Ruys de la Bega e a doña Aldonça madre del conde de Castañeda e del conde de Osorno. Aquí no facemos cabdal syno de los primogenitos que eredaron el solar de la casa de la Bega. Gonçalo Ruys de la Bega el que paso el estado de sese syn generacion. Et los heredamientos que estos señores de la casa de la Bega tenian en las Asturias de Obiedo diolos el marques don Yñigo Lopes a Johan de Caso e de aquella herencia non le quedo syno a Santa Maria de Yerno que esta cabo Cortes y esta quedo de aquella herencia.

Doña Leonor de la Bega caso dos beses: la primera con don Juan fijo del conde don Tello hermano del Rey don Enrrique que tomo el Reino al Rey don Pedro el qual don Juan ouo una fija en ella que se llamó doña Aldonça la qual caso con Garcia Ferrandes conde de Castañeda padre del conde de Castañeda don Juan Manrrique y del conde de Osorno don Gabriel Manrrique comendador mayor de Castilla; segunda ves caso con el almirante don Diego Furtado de Mendoça el qual ouo en ella a don Yñigo Lopes de Mendoça marques de Santillana conde del Real e a Gonçalo Ruys de la Bega e a doña Eluira Laso muger que fue de don Gomes Suares de Figueroa fijo del marques de Santiago don Lorenço Suares de Figueroa e otra fija que caso con Aluaro Carrillo padre de Gomes Carrillo señor de Torralua e Beteta.


 La Casa de la Vega puede tener su origen, según apunta Luis de Salazar y Castro, opinión compartida por Salvador de Moxó y de Montoliu, en Diego Gómez, hijo del conde Gómez González de Manzanedo y la condesa Milia Pérez de Lara. Un hijo de Diego Gómez, Roy Díaz de la Vega, vendió una heredad en Valdeguña en 1229​ y en el documento se declara hijo de Diego Gómez. Sin embargo, el medievalista Carlos Estepa Díez opina que, habiendo otros coetáneos del citado Roy Díaz de la Vega que también llevaron esta denominación toponímica, no queda demostrado que este linaje fuese una rama de la casa de Manzanedo y que aunque hubo emparentamiento entre ambos linajes, el «de la Vega» pudo venir de la madre de Roy Díaz, quien a su vez, por razones cronológicas y por la falta de la repetición de su nombre en generaciones posteriores, no pudo ser el genearca de la rama que nos lleva a los Garci Lassos.

En cuanto a la variación del apellido, Pedro Lasso de la Vega, almirante en 1278 por Alfonso X de Castilla, fue el primero que utilizó el apelativo Lasso, probablemente un apodo que se deriva del castellano medieval y significa «cansado» o «fatigado».​ pero dicha variación no fue seguida más que por algunas de las ramas derivadas del tronco principal, mientras que las demás continuaron usando simplemente el apellido "de la Vega"

Armas

En cuanto a las armas originales de la familia, según el Becerro General de Castilla, que se custodia en la Biblioteca Nacional de Madrid, las mismas consisten en la salutación angélica "AVE MARIA GRATIA PLENA" orlada en letras de azur sobre campo de oro. La leyenda dice que el rey de Castilla, Alfonso XI, se las otorgó a los hermanos Garcilaso y Gonzalo de la Vega en la batalla del Salado (1340) por su actuación durante la misma, y en concreto por matar un moro que llevaba una cinta con dicha inscripción colgada de la cola de su caballo. Posteriormente, los diversos entronques y fundaciones han dado lugar a múltiples variaciones, siendo la más importante la que lleva la rama troncal, cuartelada en sotuer con las armas de Mendoza.



Itsukushima Shrine.

 


Torá

La Torá, también conocida como el Pentateuco (del griego «cinco libros»), es la primera colección de textos de la Biblia hebrea. Trata de los orígenes no solo de los israelitas, sino de todo el mundo. Aunque tradicionalmente la palabra hebrea torah se ha traducido al español como «ley» debido a su traducción en la Septuaginta (las traducciones griegas de la Biblia hebrea) como nomos (ley), es mejor entenderla y traducirla como «enseñanza» o «instrucción». La Torá es el resultado de un largo proceso de edición (o redacción, como la llaman los estudiosos). 
Esto significa que no hay una fecha que se pueda señalar como fecha de redacción. La mayoría de los estudiosos piensan que las últimas redacciones importantes tuvieron lugar después del año 539 a.C., cuando Ciro el Grande conquistó el Imperio neobabilónico. La Torá fue, y sigue siendo, el conjunto central de textos sagrados (escrituras) para el judaísmo debido a su enfoque en las formas correctas (ritualmente, éticamente, teológicamente, etc.) de vida para las tribus de Israel; aunque cómo exactamente se debe vivir según la Torá ha sido, y sigue siendo, un tema complicado.

Estructura

La Torá está compuesta por cinco libros que nos presentan una narración completa, desde la creación hasta la muerte de Moisés a orillas del río Jordán. La cuestión de la relación entre la historia y los relatos de la Torá es compleja. Si bien la Torá menciona lugares históricos (por ejemplo, Ur en Génesis 11) y figuras históricas (por ejemplo, el faraón en Éxodo 1, tal vez Ramsés II), no tenemos ningún registro arqueológico o textual de los eventos específicos o de los actores clave descritos (por ejemplo, Moisés).

Génesis

El Génesis se divide en cuatro movimientos literarios. El primer movimiento se conoce como la «historia primitiva», que cuenta la historia del mundo desde la «creación» hasta el llamado de Abraham. El segundo movimiento es el ciclo de Abraham, capítulos 12:1-25:18, que narra la historia de Abraham desde su llamado hasta su muerte. El tercer movimiento, capítulos 25:19-36:43, es el ciclo de Jacob, que narra la historia de Jacob desde su nacimiento hasta los sueños de su hijo José. El cuarto movimiento, capítulos 37-50, es el ciclo de José, que narra la historia de José y sus hermanos. La narración del Génesis comienza con la creación del mundo, pero con cada movimiento la narración se va centrando cada vez más en acontecimientos específicos. Pasa de centrarse en todo el orden creado para la humanidad, a centrarse en una familia concreta (la de Abraham), para luego centrarse en uno de sus hijos (Jacob/Israel) y culminando con la «creación» de la tribu de Israel y la presencia de israelitas en Egipto.

Éxodo

El Éxodo se puede dividir en tres secciones generales: la liberación de Egipto (capítulos 1:1-15:21), la entrega de la Ley a Moisés en el Sinaí (15:22-31:18), y el comienzo de los 40 años (una generación) de peregrinación por el desierto (32-40).

Levítico

A diferencia del resto de la Torá, el Levítico contiene muy poco material narrativo, pero depende de la narración del Éxodo. El material de la fuente P (véase más adelante) en Éxodo describe principalmente la construcción de los utensilios de culto (por ejemplo, el Arca de la Alianza). En el Levítico, la atención se centra en la promulgación del culto, especialmente en la función de los levitas, que consiste en enseñar la distinción «entre lo santo y lo común, y entre lo limpio y lo impuro» (Lev 1:10; 15:31).

Números

Hay dos maneras de entender la estructura de Números. En primer lugar, se puede considerar que su estructura es geográfica, y que cada sección corresponde a un lugar concreto del peregrinaje por el desierto: El desierto del Sinaí (1:1-10:10), la tierra al este del río Jordán, también conocida como «Transjordania» (10:11-22:1), y la tierra de Moab (22:2-36:13). Sin embargo, hay dos acontecimientos clave que también pueden servir para entender la estructura del libro, los dos censos militares de los capítulos 1 y 26.

Deuteronomio

El nombre de Deuteronomio proviene de la palabra griega deuteronomion (segunda ley), que es una mala traducción de la frase hebrea mishneh hattorah hazzot (una copia de esta ley) en Deuteronomio 17:18. También es el único libro de la Torá que reivindica específicamente la autoría mosaica.

Cuatro sobrescripciones editoriales aclaran la estructura del Deuteronomio. La parte 1 (1:1-4:43) es principalmente una reflexión de Moisés sobre la historia de los israelitas desde el Sinaí (o Horeb, como se denomina en el Deuteronomio) hasta Transjordania y una discusión sobre el destino del pueblo de Dios. La segunda parte (4:44-28:68) es la parte clave del libro, ya que contiene la entrega de la Torá (la enseñanza e instrucción autorizada) que dicta cómo debe vivir Israel (ética, culto, política, socialmente, etc.) si quiere asegurar su existencia política. La tercera parte (29-32) contiene la alianza que Moisés hace con Israel y relata el encargo de Josué. La cuarta parte (33-34) concluye con la bendición de las tribus de Israel y una narración sobre la muerte y el entierro de Moisés. El Deuteronomio, y como tal la Torá, concluye con el pueblo de Israel preparado para entrar en la tierra prometida.

Redacción.

Tradicionalmente, se ha dado por sentado (tanto por los judíos como por los cristianos) que Moisés fue el autor de la Torá. Sin embargo, en el siglo XVII, esta suposición comenzó a ser cuestionada. En el siglo XIX, el erudito alemán Julius Wellhausen presentó la primera formulación importante de lo que se conoce como la Hipótesis Documental en su Prolegomena zur Geschichte Israels (publicados por primera vez en alemán en 1878 y en español como Prolegómenos a la Historia de Israel). Desde entonces, la Hipótesis Documental ha sido objeto de una importante revisión, y entre muchos estudiosos, en particular los de América del Norte, sigue siendo la teoría dominante para explicar la composición de la Torá.

En pocas palabras, esta teoría afirma que el conjunto de la Torá se compone de cuatro fuentes principales: J (Yahwista), E (Elohista), D (Deuteronomista) y P (Sacerdotal [Priestly en inglés])
Lo más probable es que estas fuentes no sean textos, sino grupos particulares de individuos que fueron inicialmente responsables de la composición y transmisión de las fuentes (como tradiciones orales y/o composiciones escritas) que posteriormente fueron incorporadas a la Torá por la fuente P. Los eruditos utilizan el término «fuente» de manera muy general en este contexto para permitir la ambigüedad de lo que eran estas «fuentes».

La fuente J se gana su nombre por el hecho de que prefiere el Tetragrámaton («Las cuatro letras»), YWHW (normalmente pronunciadas como «Yahvé», aunque esta pronunciación es discutida), para el nombre del dios de Israel. La razón de que sea la fuente «J» y no la fuente «Y» es que la teoría se planteó por primera vez en Alemania, donde YHWH se escribe con una J en lugar de una «Y». YHWH parece muy humano (por ejemplo, se dice que YHWH camina con los humanos [véase Génesis 2]), los personajes de Abraham, Isaac y Jacob no están idealizados en la narración, y la moralidad no es absoluta. Además, se hace hincapié en la nación de Judá. Esta fuente se ha fechado tradicionalmente entre el año 1000 a.C. y el 900 a.C., lo que posiblemente sea contemporáneo de las cortes reales de David y Salomón.

Al igual que la J, la fuente E recibe su nombre de su denominación preferida para el dios de Israel. Utiliza la palabra hebrea genérica elohim, que puede significar «dioses», «dios» (como términos genéricos para otras deidades), o como «Dios» (refiriéndose específicamente al dios de Israel). En contraste con J, E enfatiza el Reino del Norte de Israel. En lugar de hablar directamente a la humanidad, la fuente E tenía a Dios hablando directamente a Abraham. Esta fuente suele datarse en los siglos VIII o IX a.C. y es probable que sea una importación del Reino del Norte de Israel. Hay evidencia de que E y J se editaron juntas en un momento anterior al período exílico, siendo J la fuente principal, y E editada para integrarla en J. Por lo tanto, algunos estudiosos tratan a J y E como una sola fuente (llamándola la fuente JE) o dejan de lado a E por completo.

D, o el Deuteronomista, fue seguramente una escuela de reformadores escribas de alrededor de la época de Josías, c. 621 a.C., un rey del Reino de Judá. D es responsable del libro del Deuteronomio y poco más de la Torá. Sin embargo, es presumiblemente responsable (como autores y/o editores) de los libros de Josué, Jueces, Samuel, Reyes (conocido como la Historia Deuteronomista) así como editor de Jeremías y secciones del Libro de los Doce (Oseas-Malaquías). D se caracteriza por una moral absoluta, un culto centrado en el Templo de Jerusalén y el ciclo del pecado y el arrepentimiento. Posiblemente alguna forma de lo que conocemos como Deuteronomio fuera encontrada por el Sumo Sacerdote de Josías, como se registra en 2 Reyes 22 y 2 Crónicas 34.

P, o la Fuente Sacerdotal, es la más fácil de identificar de las tres fuentes responsables de Génesis - Números. Esta fuente se caracteriza por los esquemas, el orden, la genealogía y los rituales y sacrificios. Al igual que J, P se centra en Judá. Mientras que JE es claramente narrativa, P contiene tanto narrativa (como el relato de la creación en Génesis 1 y la narración del diluvio de Génesis 6-8) como material ritual (como el Código de Santidad de Levítico 17-26). Esto hace que sea muy difícil caracterizar el género de P. Normalmente se piensa que es la última de las cuatro fuentes en componer y redactar la Torá, probablemente activa en algún momento del periodo persa (539 - c. 330 a.C.).

La hipótesis documental no está exenta de problemas. Hace tiempo que se reconoce que la E carece de un flujo narrativo claro. Si alguna vez fue una fuente independiente, hace tiempo que fue absorbida por J. Por esta razón, los estudiosos están pasando a hablar de JE en lugar de J y E. Al igual que E, es difícil identificar una narrativa continua de J que recorra toda la Torá.

Además, a pesar de ser la única fuente que puede identificarse fácilmente a lo largo de toda la Torá, parece que P no es realmente una fuente independiente, sino que se compuso deliberadamente para encajar en el material narrativo de J y E. Las desconexiones narrativas entre el Génesis y el Éxodo hacen que sea poco probable una fuente continua desde el Génesis hasta los Números. Por ejemplo, solo unos pocos versículos (Génesis 50:14, 24; Éxodo 1:8-7) explican superficialmente la transición de José como la segunda persona más poderosa de Egipto a ser desconocido por el faraón, y de los israelitas como nómadas en Canaán a esclavos en Egipto. Además, solo un pasaje del Génesis (15:13-16) da alguna indicación de que los israelitas tendrán que abandonar primero Canaán y luego volver a la tierra prometida.

A la luz de estas cuestiones, entre los eruditos europeos hay un movimiento general que se aleja de la comprensión tradicional de la Hipótesis Documental, para entender que el Génesis y la historia de Moisés (Éxodo y siguientes) son dos narraciones de origen que compiten entre sí y que posteriormente fueron editadas juntas por la fuente P. Siguen viendo J y E (o JE) en el Génesis, pero no creen que J o E sean fuentes completas que recorran toda la Torá. P sigue siendo visto como el redactor final y D sigue siendo responsable de la Historia Deuteronomista.

Bibliografía
http://www.cs.umd.edu/~mvz/bible/doc-hyp.pdfAccessed 1 Dec 2016.
Konrad Schmid. "The So-Called Yahwist and the Literary Gap between Genesis and Exodus." A Farwell to the Yahwist?: The Composition of the Pentateuch in Recent European Interpretation, Atlanta, GA: Society of Biblical Literature, 2006, pp. 29-50.
Konrad Schmid. Genesis and the Moses Story: Israel’s Dual Origins in the Hebrew Bible. Eisenbrauns: Winona Lake, IN, 2010
The Bible and Interpretation - Confessions of a Methodological SkepticAccessed 1 Dec 2016.
The Bible and InterpretationAccessed 1 Dec 2016.
Wayne Meeks (ed.). The HarperCollins Study Bible. HarperCollins: New York, 1993
 

 


Hallado en Bolonia el manuscrito en hebreo más antiguo de la Torá.


El pergamino había sido minusvalorado por su “grafía torpe” y “extraña”

Lucia Magi

Bolonia - 29 may 2013 


El pergamino conservado en la biblioteca de la Universidad de Bolonia con la versión en hebreo más antigua. El pergamino conservado en la biblioteca de la Universidad de Bolonia con la versión en hebreo mas antigua. 


No se sabe cuánto tiempo llevaba en la caja fuerte de la biblioteca universitaria de Bolonia, ni cómo aterrizó en la colección de códigos y pergaminos del primer Ateneo de la vieja Europa. Sin embargo, varios exámenes y análisis han confirmado que Bolonia, la ciudad norteña de callejuelas medievales y soportales misteriosos, conserva el texto completo más antiguo de la Torá, conjunto de libros sagrados del judaísmo. Aunque, hasta ayer, no se sabía.

Manos anónimas y pacientes copiaron los cinco libros más sagrados del judaísmo (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio) entre 1150 y 1225 sobre un rulo de blanda piel de oveja. El pergamino consta de 56 segmentos cosidos uno tras otro hasta alcanzar los 36 metros de longitud —198 columnas— y 64 centímetros de altura. Estaba archivado bajo el nombre algo futurista de Rotolo 2, junto a otros 30 documentos en hebreo que la Biblioteca, en el corazón de Bolonia, guarda bajo llave.

Un fondo que se fue enriqueciendo a lo largo de los siglos, gracias a donaciones de mecenas, papas y estudiosos. Allí se guarda una valiosa traducción al hebreo del canon médico de Avicena. Cuando en el siglo X el filósofo, científico y médico persa escribió su ensayo, el texto se convirtió en todo un best seller medieval, traducido y difundido en diferentes territorios. La versión que se conserva en Bolonia reproduce sus miniaturas de forma espléndida. Hasta ayer, el texto de Avicena se consideraba la joya de la corona de la colección. Pero algo cambió gracias a la investigación de Mauro Perani, catedrático de hebreo en el Departamento de Bienes Culturales, en Ravenna.

“Hacía mucho tiempo que quería redactar un nuevo catálogo de este núcleo de manuscritos. La directora de la biblioteca, Biancastella Antonino, me autorizó y me puse manos a la obra con mi colaborador Giacomo Corazzol. Cuando pasé a fotografiar el Rotolo 2, salté en la silla. Me di cuenta de inmediato que mi predecesor lo había minusvalorado: lo que tenía entre manos era un testimonio valioso y rarísimo, copiado antes de todos los pergaminos que hasta entonces conocíamos”, cuenta Mauro Perani.

El anterior catalogador de la colección fue un bibliotecario que dominaba bien el hebreo, pero carecía de nociones de filología y paleografía. Se llamaba Leonello Modona y cuando archivó el Pentateuco en cuestión, en 1889, lo fechó en el siglo XVII. “Tiene una grafía torpe, con algunas letras, además de las habituales coronas y ápices, llevan apéndices nada comunes y extrañas”, escribía el hombre.

Perani se dio cuenta rápidamente del garrafal error de evaluación que había cometido su predecesor:

“Lo que Modona liquidaba como rareza y desaliño, me pareció en realidad una prueba patente de que el manuscrito se remontaba a la época anterior a Maimónides, es decir como mucho a principios del siglo XIII”.

Ahora bien, Moshé ben Maimón, conocido como Maimónides, fue un médico, rabino y teólogo que nació en Córdoba en 1135 y murió en 1204. En su obra principal esculpió las reglas a seguir para copiar los textos sagrados de los judíos. “Su autoridad en el mundo contemporáneo hizo de su obra una especie de diktat para todos los amanuenses. El pergamino de Bolonia la desatiende de forma tan evidente que no queda otra que deducir que fue copiado antes”, evalúa el profesor Perani.

 

“Contradice muchas de las reglas fijadas por el teólogo. Por ejemplo: distribuye y espolvorea a lo largo de toda la página las coronas y los ápices. Y añade trocitos de letras o señas en el extremo de izquierda de las columnas para que el texto parezca más compacto. Ambos trucos fueron prohibidos después”.

El análisis gráfico-paleográfico llevó al estudioso a considerar que el ejemplar pertenece a una tradición oriental, no sefardí, “muy elegante y refinada”. Pero no se quedó contento. Envió un trocito de piel al Centro de datación y diagnósticos del Departamento de Ingeniería de Salento para que sometieran el tejido a una prueba del Carbono 14.

Un amigo de la Universidad de Jerusalén pagó el mismo examen en el prestigioso taller de la Universidad de Chicago. Los resultados fueron similares y coinciden con las conclusiones del académico-descubridor: el pergamino sepultado en aquella caja fuerte de la biblioteca de la universidad más antigua del mundo occidental sería el ejemplar de Torá más antiguo llegado hasta nosotros.

Se trata de un nuevo guiño de la Historia, como señalan desde la Universidad de Bolonia. La ciudad del medievalista y semiólogo Umberto Eco, que reflejó sus atmósferas misteriosas en El nombre de la rosa, está estrechamente vinculada con el texto sagrado de los judíos: también en Bolonia, en 1482, se imprimió la primera edición absoluta del Pentateuco hebreo.




 

  

Julius Wellhausen



Julius Wellhausen (Hamelín; 17 de mayo de 1844-Gotinga; 7 de enero de 1918) fue un filólogo orientalista y teólogo protestante alemán, experto en culturas orientales.


Biografía


Hijo de un pastor protestante de Hamelin, estudió teología en la Universidad de Gotinga con el profesor Georg Heinrich August Ewald, cuya obra Historia del pueblo de Israel le influyó notablemente. Allí se convirtió en privatdozent o profesor habilitado de Historia del Antiguo Testamento en 1870. En 1872, fue nombrado profesor ordinario de teología en la Universidad de Greifswald. Sin embargo, abandonó la facultad en 1882 por razones de conciencia, porque, aparte de que su dimisión había sido recusada durante dos años seguidos, según su carta de renuncia

Me había convertido en teólogo porque me interesaba el tratamiento científico de la Biblia y, poco a poco, llegué a comprender que un profesor de teología también tenía la tarea práctica de preparar a los estudiantes para servir en la Iglesia Protestante: yo no era adecuado para esta tarea práctica, sino que, a pesar de toda la precaución por mi parte, hacía que mis oyentes no fueran aptos para su oficio. Desde entonces, mi cátedra teológica ha estado pesando mucho en mi conciencia.

Se convirtió en profesor extraordinario de lenguas orientales en la facultad de filología de Halle y fue elegido profesor ordinario en Marburgo en 1885. Fue transferido a Gotinga en 1892, donde ya permaneció hasta su muerte.

Entre los teólogos y eruditos bíblicos, es conocido sobre todo por su libro Prolegomena zur Geschichte Israels (Prolegómenos a la Historia de Israel, 1879, publicado por primera vez en 1878 como Geschichte Israels). Tras una síntesis detallada de los puntos de vista existentes sobre los orígenes de los primeros cinco primeros libros del Antiguo Testamento o Pentateuco o Torá, la contribución de Wellhausen fue colocar el desarrollo de estos libros en un contexto histórico y social, apoyándose en los trabajos de Karl Heinrich Graf, Wilhelm de Wette y Wilhelm Vatke, que indicaban que el Pentateuco era anterior a los Profetas. La teoría resultante, llamada hipótesis documentaria, que identifica y data cuatro fuentes en el Pentateuco o Torá (la Yahvista o J, la Elohista o E, la Deuteronomista o D y la Sacerdotal o P), se convirtió en el modelo dominante en esta cuestión para muchos eruditos bíblicos y lo siguió siendo durante la mayor parte del siglo XX. En el ámbito de los estudios árabes, su mayor logro sigue siendo El reino árabe y su caída.

Perteneció a la Escuela de la historia de las religiones y contribuyó al movimiento de la Antigua búsqueda del Jesús histórico. Retomó antiguas interpretaciones del racionalismo alemán. Interpretó que el título de Hijo del Hombre que Jesús utiliza en los evangelios, quería decir simplemente «hombre». La significación mesiánica, según Wellhausen, aparece tras la muerte de Jesús, unida a concepciones escatológicas de algunos grupos mesiánicos de la época.

Sin embargo, la expresión Hijo del Hombre, proviene del libro de Daniel, en el Antiguo Testamento:


Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Seguí mirando y en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

(Dan 7, 11-14)

Fue escrito por el profeta Daniel, autor del libro que lleva su nombre, durante el siglo VI a. C., probablemente poco después del final del cautiverio de Babilonia. Es un libro de estilo apocalíptico. Así como Dios es representado por un anciano, el hijo del hombre es un personaje que parece condensar todo lo humano, todo lo bueno que hay en la humanidad, que procede de las nubes del cielo —la morada de Dios, en la simbología semítica— y que vencerá sobre la maldad y la brutalidad, de forma definitiva.


Este libro, perteneciente al canon hebreo (Tanaj) o Antiguo Testamento del canon cristiano, dio lugar al uso de la expresión «Hijo del Hombre» que Jesús usa para referirse a Sí mismo como el Mesías esperado por el pueblo judío.



Hipótesis documentaria


 

  

La hipótesis documentaria, hipótesis documental (DH) o hipótesis de Wellhausen, propone que los primeros cinco escritos del Antiguo Testamento (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, que juntos se conocen como la Torá o Pentateuco) son una combinación de documentos que provienen de cuatro fuentes de origen y narrativa originalmente independiente, que eran fuentes paralelas, y que se combinaron posteriormente por una serie de redactores (editores) y dieron origen al Pentateuco como lo conocemos en la actualidad.


La hipótesis fue desarrollada durante los siglos XVIII y XIX en un intento por reconciliar las incoherencias del texto bíblico. A finales del siglo XIX se acordó, en general, que había cuatro fuentes principales que fueron combinadas por una serie de redactores (R) en algún punto de la historia dando origen a los libros conocidos hoy en día. Estas cuatro fuentes eran la yahvista o jehovaísta (J); la elohista (E); la deuteronomista o deuteronómica (D), y la sacerdotal (P).


Varios académicos fomentaron el estudio y desarrollo de conocimientos en el campo bíblico para el fortalecimiento de la hipótesis documentaria, entre ellos Johann Karl Wilhelm Vatke, Edouard Guillaume Eugène Reuss, Karl Heinrich Graf y Abraham Kuenen. Sin embargo el más destacado de todos fue Julius Wellhausen (1844-1918), un teólogo cristiano, erudito bíblico y orientalista alemán que contribuyó al desarrollo de la hipótesis al ordenar las fuentes de manera cronológica como JEDP, creando un marco coherente para demostrar una hipotética evolución en la historia religiosa del pueblo hebreo, que dependía del poder de la tradición sacerdotal y que fue creciendo y centralizándose con el pasar del tiempo. 


La formulación de Wellhausen fue la siguiente:

  • tradición yahvista (J); desarrollada en el año 950 a. C. en el Reino de Judá.
  • tradición elohista (E); desarrollada en el año 850 a. C. en el Reino de Israel.
  • tradición deuteronómica (D); desarrollada en el año 621 a. C. en Jerusalén durante un periodo de reforma religiosa.
  • tradición sacerdotal (P); desarrollada en el año 450 a. C. por los kohanim (sacerdotes judíos) durante el exilio en Babilonia.

La hipótesis de Wellhausen se convirtió en la opinión dominante sobre el origen del Pentateuco durante gran parte del siglo XX. La mayoría de expertos contemporáneos aceptaron, de alguna manera, la hipótesis documental de la Biblia,​los académicos, de hecho, siguen recurriendo a la terminología de Wellhausen y sus conocimientos.

Mientras que la hipótesis ha sido criticada ​y cuestionada por otros modelos, especialmente en la última parte del siglo XX, su terminología y las ideas que expone siguen proporcionando el marco para las teorías modernas sobre la naturaleza compuesta y orígenes de la Torá y la compilación Bíblica en general.



  

Los inicios de la hipótesis documentaria.


Autoría mosaica.


Durante muchos años tanto judíos como cristianos aceptaban la idea tradicional de que Moisés fue el escritor de la Torá (Pentateuco) bajo la directa inspiración y mandato de Yahvé o Jehová, esta teoría fue objeto de incesantes estudios durante el siglo XVII. Pocos rabinos y filósofos se cuestionaron cómo Moisés podría haber descrito su propia muerte, o cómo dio una lista de reyes de Edom antes de que esos reyes vivieran. Nadie dudaba de la veracidad de la tradición ya que el propósito de los estudios era resaltar la antigüedad y la autoridad de las enseñanzas del Pentateuco, y no de dar una demostración sobre quién escribió los libros.

A partir de la simple cuestión de cómo reconciliar las incoherencias del texto, y rehusando aceptar explicaciones forzadas, para que armonizara, los estudiosos llegaron finalmente a la teoría de que la Torá estaba integrada por varios textos seleccionados que fueron entretejidos, a veces incoherentemente, de fuentes que tratan del mismo asunto y de temas relacionados.

El razonamiento seguido en este tipo de análisis es similar al de los sabios talmúdicos y, más tarde, los rabinos, quienes sostuvieron que estas cláusulas incompatibles y la terminología en un solo párrafo de la Mishná tiene que haberse originado por diferentes sabios, y reconocen que Moisés no pudo haber escrito los pasajes de la Torá pues contiene información no disponible para él, como el último capítulo de Deuteronomio, que describe su muerte y sus consecuencias.

Jeffrey Tigay.


En 1651 Thomas Hobbes, en el capítulo 33 de su obra Leviatán, expuso un conjunto de pruebas intentando demostrar que el Pentateuco nunca pudo haber sido escrito por Moisés, citando varios pasajes bíblicos como Deuteronomio 34:6 ("Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy", lo que implica un autor que vivió mucho tiempo después de la muerte de Moisés); Génesis 12:6 ("y el cananeo estaba entonces en la tierra", lo que indica que el autor vivió en una época en la que los cananeos ya no habitaban esos territorios, sin embargo, durante toda la vida de Moisés la tierra si estuvo habitada por este pueblo) y Números 21:14 ("Por tanto se dice en el libro de las guerras del Señor, lo que hizo en el mar Rojo, y en los arroyos de Arnón", en referencia a una narración oral posterior a la época de Moisés).

 Después de este estudio Hobbes llegó a la conclusión de que ninguno de estos textos nació de la autoría mosáica. Otros, entre ellos Isaac de La-Peyrère, Baruch Spinoza, Richard Simon, y John Hampden, llegaron a la misma conclusión, pero sus trabajos fueron condenados y considerados herejía. Varios de estos autores fueron encarcelados y forzados a retractarse, incluso se atentó contra la vida de Spinoza.


Primeros detractores


En 1753, Jean Astruc publicó (anónimamente) Conjectures sur les memoires originaux, dont il parait que Moses s'est serví pour composer le livre de la Genèse (Conjeturas sobre las memorias originales, aquellas que Moisés habría usado para componer el libro del Génesis). Los motivos de Astruc fueron refutar a Hobbes y Spinoza ―«la enfermedad del último siglo», como llamó a su trabajo―. Para llevar a cabo esto, aplicó al Génesis herramientas del análisis literario que los estudiosos ya usaban con textos clásicos, como la Ilíada, para identificar las variantes literarias tradicionales y llegar al texto más auténtico. Comenzó por identificar dos peculiaridades que parecían mostrar variantes literarias coherentes:


  • El uso del Elohim o Yhwh (Yahvé) como el nombre de Dios.
  • La aparición de historias duplicadas, como los dos relatos de la creación en el primer y segundo capítulos de Génesis, y los dos relatos del Sara y de un rey extranjero (Génesis 12 y Génesis 20).

A continuación, estableció columnas, y asignó a estas los versículos de "Elohim" en una columna, y los de "Yhwh" en otra, y los de los relatos duplicados en otras dos columnas, al lado de estos. Las cuatro columnas paralelas así construidas contenían dos narraciones largas y dos cortas. Astruc sugirió que estos eran los documentos originales usados por Moisés, y el Génesis que Moisés había escrito se vería exactamente así, cuatro relatos paralelos destinados a ser leídos por separado. Las columnas paralelas así construidas, resultaban contener dos narraciones largas, cada una dedicada a los mismos acontecimientos. Astruc sugirió que estas narraciones largas eran los documentos originales escritos por Moisés, y que al ser relatos paralelos debían ser leídos por separado. Según Astruc, un editor, mucho tiempo después combinó las cuatro columnas en una sola narración, creando las confusiones y repeticiones observadas por Hobbes y Spinoza.


Aportes fundamentales


Las herramientas adoptadas por Astruc para hallar las fuentes bíblicas fueron ampliamente desarrolladas por los posteriores expertos bíblicos, la mayoría alemanes, y, aunque Astruc era detractor de la teoría, terminó aportando y fortaleciendo su desarrollo. De 1780 en adelante Johann Gottfried Eichhorn extendió el análisis de Astruc más allá del Génesis a todo el Pentateuco, y por 1823 llegó a la conclusión de que Moisés no había participado en la escritura de este. En 1805, Wilhelm de Wette concluyó que el libro de Deuteronomio pertenecía a una tercera fuente independiente (tradición deuteronómica). En 1822, Friedrich Bleek identificó al Libro de Josué como una continuación del Pentateuco, ya que demuestra una continuación directa al Deuteronomio. Otros estudiosos lograron identificar signos de la tradición deuteronómica en el Libro de los jueces, el Libro de Samuel, y el Primer libro de los reyes.

En 1853 Hermann Hupfeld sugirió que la tradición elohista era en realidad dos fuentes originalmente independientes. Así, aisló la tradición sacerdotal; Hupfeld también enfatizo la importancia de un "Redactor" (R), o último editor, en la producción de la Torá desde las cuatro fuentes, ya que no todos los escritos y pasajes del Pentateuco están basados en las cuatro fuentes, existe evidencia firme de numerosas secciones pequeñas que fueron insertadas por este "Redactor", un ejemplo identificado es el Código de santidad contenido en Levítico 17 a 26.


Los expertos bíblicos también trataron de identificar el orden y las fechas en que fueron escritas las cuatro fuentes. También se propusieron ideas sobre quienes fueron los posibles autores y sus motivaciones para escribirlas. En 1805, De Wette llegó a la conclusión de que ninguno de los textos del Pentateuco fue compuesto antes de los tiempos de David; Spinoza propuso que D fue obra de los sacerdotes del templo de Jerusalén durante el reinado de Josías en 621 a. C.. Durante mucho tiempo los estudiosos argumentaron varios tipos de orden de escritura como: PEJD, EJDP o JEDP, sin embargo definir el orden exacto de escritura supone un problema que está lejos de resolverse.


Esquema de la hipótesis (formulación de Wellhausen)


La hipótesis documentaria de Wellhausen propone que la Torá originalmente se conformaba por cuatro narraciones distintas, cada narración era independiente y completa en sí misma, cada una relataba los mismos incidentes y personajes, pero cada relato tenía un "mensaje" e "intención" distinta de los otros. Las cuatro fuentes fueron combinadas en múltiples ocasiones por editores ("redactores") que se esforzaron por mantener, en lo posible, la mayor cantidad de documentos originales.


Tradición yahvista (J)


La fuente más antigua trata de narraciones que constituyen la mitad del Génesis y del Éxodo más unos fragmentos de Números. Describe a un dios parecido a un ser humano, llamado Yahveh (o más bien Yhwh) en todas partes, y tiene un especial interés en el territorio del reino de Judea y personas relacionadas con su historia. Tiene un estilo elocuente. Originalmente compuesto hacia el 950 a. C.,​no mucho antes de la división del Reino Unido de Israel en el reino del norte de Israel y el reino del sur de Judá en el año 922 antes de Cristo, por lo que es la fuente más antigua.


Tradición elohista (E)


E es paralela a J, a menudo duplicando las descripciones. Constituye una tercera parte del Génesis y la primera mitad del Éxodo, además de fragmentos de Números. Describe a un dios parecido a un ser humano, inicialmente llamado Elohim, y Yahveh después del incidente de la zarza ardiente, donde Elohim se revela a sí mismo como Yahveh. Se centra en el reino de Israel y en el Shiloh sacerdocio, tiene un estilo moderadamente elocuente. Originalmente compuesto ca. 850 a. C.


Tradición deuteronómica (D)


D toma la forma de una serie de sermones acerca de la ley, y consiste en la mayor parte del Deuteronomio. Su término distintivo para dios es Yhwh Elohainu, traducido como ‘El señor nuestro Dios’. Originalmente compuesto hacia el 650-621 a. C.


Tradición sacerdotal (P)


Preocupados con la centralización del sacerdocio, y con listas (especialmente genealógicas), fechas, números y leyes. P describe un dios distante y despiadado, a quien llaman Elohim. P copia partes de J y E, pero altera detalles para resaltar la importancia del sacerdocio. P consiste en cerca de un quinto del Génesis, partes substanciales de Éxodo y Números, y casi todo el Levítico. P tiene un bajo nivel de estilo literario. Compuesto ca. 550-400 a. C.


Redactor (R)


Los redactores de la Torá comenzaron con la combinación de J y E para crear la versión JE, hacia el año 750 a. C. La adición de D generó JED. Los redactores denominados P, pusieron el trabajo en su forma definitiva ca. 400 a. C. Gran parte de esta tradición fue escrita durante el exilio del pueblo judío en Babilonia, provocado por la ocupación de Israel que hiciese el Rey Nabucodonosor.


  

La hipótesis de Wellhausen (o hipótesis de Graf-Wellhausen)


En 1877, Julius Wellhausen publicó Die Komposition des Hexateuch ("La composición del Hexateuco"), en donde estableció la hipótesis de las cuatro fuentes del origen del Pentateuco. Fue seguido en 1878 por Prolegomena zur geschichte Israels (‘prolegómenos a la historia de Israel’), un trabajo que rastrea el desarrollo de la religión de los antiguos israelitas a partir de un punto de vista totalmente secular, no sobrenatural. Wellhausen aportó pocas novedades, pero tamizó y combinó los estudios de siglos anteriores de manera coherente, y completó una teoría tan convincente de los orígenes de la Torá y del judaísmo, que dominó el debate académico sobre el tema en los siguientes cien años.


Clasificación de las fuentes


Los criterios de Wellhausen para distinguir entre las diversas fuentes fueron desarrollados por sus predecesores durante los siglos anteriores: el estilo (incluyendo la opción del vocabulario aunque no exclusivamente), nombres divinos, y duplicaciones (y ocasionalmente triplicaciones). J fue identificado con un rico estilo narrativo; E era algo menos elocuente; P tenía un lenguaje seco y legalista.

Temas de vocabulario, como el uso de diversos nombres de Dios, o el uso de la denominación monte Horeb (E y D) o bien la de monte Sinaí (J y P) la montaña de Dios; objetos rituales, como el Arca de la alianza, mencionado frecuentemente en J, pero nunca en E; el estatus de los Jueces (nunca mencionado en P) y profetas (mencionados solo en E y D); el medio de comunicación entre Dios y los hombres (el Dios de J se reúne en persona con Adán y Abraham, el Dios de E se comunica por medio de los sueños, el de P solamente puede acercarse por medio de los sacerdotes): todos estos y otros más forman el conjunto de herramientas para distinguir entre las fuentes y los versículos asignados a ellos.


Fechas de las fuentes


El punto de inicio de Wellhausen para fechar las fuentes fue el tema descrito en 2 Reyes 22:8-20: un rollo de la Torá (que puede ser traducida como ‘instrucción’ o ‘ley’) descubierto en el templo de Jerusalén, en tiempos del sumo sacerdote Hilcías en el año dieciocho del reino de Josías, quien ascendió al trono cuando apenas tenía ocho años. Narra que Josías inició una campaña de reforma religiosa, destruyendo todos los altares, excepto el del Templo, prohibiendo todo sacrificio, excepto en el Templo, insistiendo en la exclusiva adoración a Yahveh.

En el siglo IV, Jerónimo especuló que la instrucción del "rollo" podría haber estado en el Deuteronomio; De Wette, en 1805, sugirió que podría haber estado solamente el código de leyes en el Deuteronomio 12-26, que Hilcías encontró, y eso tal vez lo escribió el mismo, solo o con la colaboración de Josías. Los historiadores deuteronomistas dudaron en darle crédito a Josías: en I Reyes  es nombrado como el que sería enviado por Yahveh para masacrar a los sacerdotes apóstatas de Beth-el, en una profecía hecha, supuestamente, 300 años antes de su nacimiento.

Con D fechado en la Historia, Wellhausen procedió a situar las fuentes restantes. El acepta la conclusión de Karl Heinrich Graf, que las fuentes fueron escritas en este orden: JEDP. Esto contradecía la opinión general de los estudiosos de la época, quienes veían la fuente P como la primera, "la guía oficial aprobada para el culto divino", y la discusión que sostuvo Wellhausen para situar P fue la gran innovación de los Prolegómenos,​atribuyendo J y E a los inicios de la monarquía, aproximadamente para J 950 a. C., y para E 850 a. C.; P es situada a principios del periodo posexilio persa, cerca del 500 a. C.


Argumentó estas fechas basándose en lo que en aquel tiempo se conocía como la evolución natural de la práctica religiosa: en la sociedad pre-monárquica y a principios de la descrita en el Génesis, los Magistrados y Samuel, se levantaron altares donde los patriarcas o héroes elegían, como Josué; cualquiera podía ofrecer sacrificios, y eran ofrecidas partes a sacerdotes como ofrenda del sacrificio; durante la monarquía tardía comienza a centralizarse los sacrificios y a ser controlados por el sacerdocio. 

Mientras que festividades israelitas, como la Pascua Pésaj, fueron instituidas para vincular al pueblo con la monarquía en una celebración común de la historia nacional; en los tiempos del posexilio, el templo de Jerusalén estaba firmemente establecido como el único santuario, y solo los descendientes de Aarón podían ofrecer sacrificios, las festividades estaban vinculadas al calendario, en vez de a las estaciones, y el calendario de los derechos sacerdotales era estrictamente asignado.16​


Las cuatro fueron combinadas por una serie de "redactores" (editores), primero J con E para formar JE, luego JE con D para formar el texto JED, y finalmente JED con P para formar JEDP, la Torá final. Retomando una tradición académica que se remonta a Spinoza y Hobbes, Wellhausen llamó a Esdras el redactor final, el líder del posexilio, quien restableció la comunidad judía en Jerusalén a instancias del emperador persa Ciro en el 458 a. C.


  

Después de Wellhausen


Durante gran parte del siglo XX, la hipótesis de Wellhausen creó el marco donde se discutió el origen del Pentateuco, e incluso la Santa Sede, firme crítica del estudio bíblico secular en el siglo XIX, llegó a aceptar los métodos, pero no los resultados, de la fuente y de la crítica formada.

Algunas modificaciones importantes fueron introducidas, en particular por Albrecht Alt y Martin Noth, quien aboga por la transmisión oral de las antiguas creencias fundamentales ―el Éxodo desde Egipto, la conquista de la Tierra prometida, los pactos, la revelación en el Sinaí, Horeb, etc.―.

Al mismo tiempo, los trabajos de la Escuela de Arqueología Bíblica Estadounidense, como el de William F. Albright y Ciro Gordon parecen confirmar que, aunque al Génesis y al Éxodo se les dio su forma definitiva en el primer milenio a. C., siguen firmemente la realidad material del segundo milenio. 


El efecto de tales mejoras, fue ayudar a ampliar la aceptación de la hipótesis básica, de tranquilizar a los creyentes, que incluso si la forma final del Pentateuco no se debió al mismo Moisés, y «a pesar de la fecha tardía del Pentateuco, podemos recuperar una imagen creíble de la época de Moisés e incluso de la Edad patriarcal. De ahí que la oposición a la Hipótesis documental disminuyera gradualmente, y a mediados del siglo XX, fue aceptada casi universalmente».


El consenso comienza a colapsar a finales de los años sesenta, con la propagación de las nuevas herramientas de estudio y un creciente reconocimiento de las limitaciones del marco de trabajo analítico de Wellhausen. El resultado han sido propuestas que modifican tanto el modelo documental que es irreconocible, o incluso abandonarlo enteramente a favor de modelos alternativos donde se ve el Pentateuco como producto de un solo autor o como el punto final de un proceso de creación de toda la comunidad. Cabe mencionar algunas figuras de las últimas décadas del siglo XX, H. H. Schmid casi completamente eliminó J, dejando solo un último "redactor" Deutoronomista; Rolf Rendtorff y Erhard Blum vieron el desarrollo del Pentateuco desde un aumento gradual de pequeñas unidades a trabajos cada vez más grandes, un proceso que elimina tanto a J como a E, e implica un modelo fragmentario en vez de un modelo documental para los orígenes del Antiguo testamento;​y John Van Seters, usando un modelo diferente, prevé un proceso continuo de la administración de suplementos, en el que los últimos autores modificaron las primeras composiciones y cambiaron el enfoque de la narración.​La propuesta contemporánea más radical vino de Thomas L. Thompson, quien sugirió que la redacción final de la Tora ocurre al principio de la monarquía Hasmonea.


El desafío en el consenso de Wellhausen fue quizás mejor resumido por R. N. Whybray, quien señaló que de los varios modelos posibles para la composición documental del Pentateuco ―documental, complementario y fragmentario― el documental fue el más difícil de demostrar, por un tiempo los modelos complementario y fragmentario proponen modelos relativamente simples, lógicos y pueden explicar la desigualdad del texto final, el proceso previsto por DH es complejo y muy específico en sus suposiciones sobre el antiguo Israel y el desarrollo de su religión. Whybray continuaba afirmando que estas suposiciones eran ilógicas y contradictorias, y no ofrecían auténtico poder explicativo: por ejemplo, ¿Por qué los verdaderos autores de las diferentes fuentes evitarían la duplicación, mientras el "redactor" final las acepta? "Por lo tanto, la hipótesis solamente puede mantenerse en el supuesto de que, mientras la coherencia es la característica distintiva de las diversas fuentes, la incoherencia era el sello distintivo de los "redactores".


La hipótesis documental todavía tiene muchos seguidores, especialmente en los Estados Unidos, donde William H. Propp ha completado dos volúmenes de traducción y comentarios sobre el Éxodo editado por la prestigiosa Anchor Bible Series dentro de un marco DH, [21] y Antony F. Campbell y Mark A. O'Brien han publicado Fuentes del Pentateuco la presentación de la Torá continua ordenados en las siguientes fuentes de divisiones Martin Nort.


Richard E. Friedman, en Who wrote the Bible? (‘¿quién escribió la Biblia?’, de 1987) y The Bible with sources revealed (‘la Biblia con fuentes reveladas’, de 2003) es, en esencia, una extensa respuesta para Whybray, explicando, en términos basados en la historia del Antiguo Israel, como los redactores pudieron tolerar la incoherencia, contradicción y repetición, en efecto, estaban obligados a ello por el marco histórico en el que trabajaban.


Las clásicas divisiones en cuatro fuentes de Friedman difieren de Wellhausen en aceptar las fechas de Yehezkel Kaufmann de P para el reinado de Ezequías.​ Esto, en sí mismo, no es una pequeña modificación de Wellhausen, para quien unas fechas posteriores de P eran esenciales para el desarrollo del modelo histórico de religión de Israel. Friedman argumentó que J aparece un poco antes de 722 a. C., seguido por E, y combinado JE poco después. P fue escrito, refutando a JE (c. 715-687 a. C.), y D era el último en aparecer, en el momento de Josías (c. 622 a. C.), antes del "redactor", que Friedman identifica con Esdras, compusiera la Torá final.

Pero mientras la terminología e hipótesis documental siguen siendo debatidos por los académicos, sobre el origen del Pentateuco ya no domina ese debate, tal como ocurría durante los dos primeros tercios del siglo XX. Las verdades consagradas en la introducción (el tema de los orígenes del Pentateuco) han desaparecido, y en su lugar se enfrentan los estudiosos de numerosas teorías que son extremadamente complejas y, a menudo, redactadas en un estilo expositivo que no es apto para los pusilánimes (según John van Seters, la descripción de un trabajo seminal).

Como sea, el enfrentamiento entre los eruditos lo único que ha dejado en claro es que el Pentateuco no tiene un único autor, y que ha sido construido a lo largo de los siglos, por lo que si acaso existió un texto de un único autor del Pentateuco, este fue alterado con adiciones, supresiones y modificaciones con el paso del tiempo. Algo parecido asegura el islamismo: Según el Corán, el Pentateuco fue revelado originalmente por Dios directamente a Moisés. 

Sin embargo, este texto original de la revelación divina fue alterado con el tiempo, modificado de variadas formas con el paso de los siglos, y de esta forma, si bien hoy día aún persisten partes de la revelación divina en lo que conocemos como Pentateuco, el texto actual no es 100% confiable ni es 100% revelación divina.


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