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martes, 18 de julio de 2017

462.-El viejo y el mar de Ernest Hemingway.-a

El viejo y el mar.



El viejo y el mar.

 (The Old Man and the Sea) es una historia escrita por Ernest Hemingway en 1951 en Cuba y publicada en 1952. Fue su último trabajo de ficción importante publicado en vida y posiblemente su obra más famosa.
Aunque la novela ha sido objeto de numerosas críticas, es considerada como uno de los trabajos de ficción más destacados del siglo XX, reafirmando el valor literario de la obra de Hemingway. La novela ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones.
En 1953 Hemingway recibió el Premio Pulitzer y el Nobel de Literatura al año siguiente por su obra completa.

Argumento.

La obra se desarrolla en La Habana -Cuba- y su protagonista se llama Santiago, aunque todo el mundo lo llama El viejo. Santiago es un pescador ya envejecido que lleva 84 días sin conseguir pesca alguna. Un buen día, decide salir solo de pesca y consigue atrapar un enorme pez espada con el que tendrá que luchar puesto que éste lo arrastra mar adentro debido a su gran tamaño. La lucha con el pez dura tres días, en los que Santiago recuerda su vida pasada, recuerda cuando la suerte estaba de su lado y conseguía una gran pesca. También, recuerda a Manolín, un muchacho que le había estado ayudando hasta hace poco a pescar. Manolín ya no le ayudaba porque sus padres le alejaron de él por su mala racha en el oficio.
 Sin embargo, el joven siempre estaba dispuesto a ayudarle y atenderle cuando fuese necesario. Cuando llega al puerto, El viejo está agotado, hambriento y herido por lo que se dirige inmediatamente a su pequeña cabaña a descansar. Al día siguiente, se encuentra con que todos están asombrados por su gran hazaña a pesar de que el gran pez haya llegado casi sólo en espinas pues sufrió el ataque de varios tiburones. Luego, ve a Manolín, quien le promete volver a pescar con él, ya que el muchacho se entristece al ver su estado físico.

Raíces del protagonista.

Algunos críticos sostienen que, aunque nunca se alude en el libro específicamente a su nacionalidad, Hemingway deja suficientes pistas para deducir que el protagonista es un canario emigrado a Cuba en su juventud (por ejemplo, al hablar de sus recuerdos de la costa africana) y, debido a ello, argumentan que la lucha contra el pez es también un método para establecerse en la sociedad cubana. Como español, extranjero en Cuba y de ojos azules, su hazaña como pescador sirve como una forma de integrarse en la nueva comunidad.

Muchos críticos mantienen que Gregorio Fuentes (Lanzarote, Islas Canarias, 11 de julio de 1897 - Cojímar, Cuba, 13 de enero de 2002), fue un hombre de ojos azules que nació en Lanzarote, fue modelo para protagonista de novela, Santiago. 
Fuentes trabajó como marinero por primera vez a los diez años en barcos que llegaban a puertos africanos. Inmigró a Cuba a los 22 años de edad. Fue un pescador español-cubano, primer oficial de cubierta del Pilar, la barca perteneciente al escritor norteamericano Ernest Hemingway.

Tema Explicación.

Lucha contra la adversidad El protagonista tiene que enfrentarse a varios obstáculos para conseguir atrapar al gran pez: la barca es más pequeña que el pez, es atacado por tiburones que se comen gran parte del pez espada, tiene pocas fuerzas debido a su edad.
La soledad El viejo se encuentra en medio del mar, lo único que tiene son sus recuerdos y no tiene a nadie cerca para que le ayude. La constancia y la valentía Consigue atrapar al pez tras haberse pasado tres días luchando con él para conseguirlo y se embarca en solitario mar adentro. La amistad Personificada en Manolín, quien siempre es fiel a El viejo.

La historia que cuenta Hemingway en "El viejo y el mar" es, en definitiva, un reto tardío del anciano pescador consigo mismo. Santiago, a sabiendas de que es su última oportunidad, le echa un pulso a la vida y de este combate, en el que sus únicas armas son el ímpetu, el esfuerzo y la valentía, sale fortalecido. Hay algo épico en el triunfo de un hombre contra el mundo, hay algo que se antoja grande y casi divino. Debe ser cuestión de carácter, de personalidad, porque como dice Hemingway: 
"El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado".

 

El viejo y el mar  está conformado por una estructura sencilla y un lenguaje claro, donde se exploran temas como la naturaleza y la muerte a través de su protagonista, Santiago, quien se enfrenta en soledad a su inminente final, y se niega a la derrota en medio de la inmensidad del mar.

Es una obra corta que en sus páginas nos deja diversas enseñanzas y está abierta a diferentes lecturas e interpretaciones, algunas de ellas incluso de carácter simbólico. Pero, ¿Cuáles son los temas que trata? ¿Qué conclusiones podemos extraer de este libro?

La mala suerte de Santiago.

La historia tiene lugar en Cuba donde Santiago, conocido como “el viejo”, es un pescador solitario y experimentado, pero su trayectoria profesional no se encuentra en su mejor momento. El hombre lleva 84 días sin conseguir pescar nada.

Manolín es un joven del pueblo que lo acompaña desde muy pequeño en su labor. Un día sus padres deciden que ya no trabajara más con Santiago debido a su mala racha como pescador, aunque el muchacho nunca deja de acompañarlo para darle apoyo.

La aventura en el mar

Después de 85 días, el viejo resuelve que ese día terminaría su mala suerte y decide lanzarse al mar en busca de romper su mala racha consiguiendo algún pez.

Esta vez el viejo va solo y, en su aventura, la soledad le hace tener conversaciones consigo mismo. En un momento de su jornada consigue atrapar un pez muy godo.

La lucha del pescador

El pez comienza un forcejeo para luchar por su libertad y tira del sedal. Entretanto, Santiago se aleja cada vez más de la costa y, mientras ve caer la noche, sostiene el pez más grande que jamás ha visto nunca.

En medio de la oscuridad el hombre experimenta el miedo y echar de menos al niño que siempre lo acompañaba.

La batalla por conseguir retener al pez dura varios días. El pescador experimenta el dolor físico y sufre algunos cortes. Pero resiste.

Todo se complica cuando Santiago tiene que enfrentarse a los tiburones que se acercan.

El desenlace

A pesar del esfuerzo de Santiago, los tiburones se quedan con el pez que tanto había deseado pescar y el hombre regresa al puerto exhausto. Una vez más, sin obtener recompensa, aunque sí con los restos que quedan del pez espada. Pronto, el viejo llega a casa y duerme.

Al día siguiente, Manolín le hace una promesa Santiago y le dice que irá con él a pesar de la decisión de sus padres.

El libro concluye con un final abierto a la interpretación del lector.

Análisis

Para analizar este relato es importante entender a su autor y su contexto. Ernest Hemingway está enmarcado en un grupo de escritores estadounidenses denominados como Generación Perdida. Son escritores que fraguaron su carrera tras la Primera Guerra Mundial y que, en sus obras, reflejan el pesimismo de la época.

En el caso del autor participó en diferentes conflictos bélicos. En sus obras, como es el caso de El viejo y el mar, el personaje principal se enfrenta en soledad a la naturaleza y a su propio destino: la muerte.

Santiago es como un héroe que tiene que hacer frente a la adversidad pero que no está dispuesto a aceptar la derrota.

El conflicto se desarrolla a través de una narración lineal, en el trascurso de cinco días, donde abundan los párrafos breves y precisos.

Un narrador omnisciente nos sumerge en esta historia que está sujeta a diferentes lecturas, también a la interpretación simbólica.

Es un relato que apenas atiende a la mínima parte de lo que significa realmente pues presenta la teoría del iceberg. Esta técnica, acuñada por Hemingway, consiste en ofrecer apenas una pequeña parte de información al lector, la cual va a quedar encerrada en la historia o en las vivencias de los personajes, es decir, no se muestra de manera explícita.

Entendamos, a continuación, algunos temas e ideas latentes en esta historia para conocer en trasfondo de la misma.

La soledad ante la lucha

La soledad es uno de los temas en los que ahonda esta historia. Esta está presente en el protagonista, quien vive solo desde que su esposa murió y a la que recuerda.

El viejo no mantiene apenas relación con los habitantes del pueblo, salvo con Manolín, quien se convierte en su fiel confidente, de principio a fin, pero deja de acompañarlo cuando sus padres se lo piden.

Pero la soledad que nos muestra esta historia va más allá de un sentimiento provocado por la falta o ausencia de alguien.

El viejo y el mar explora el tema atendiendo a cómo el ser humano tiene que enfrentarse en soledad a muchos aspectos de la vida. ¿Acaso no estamos solos ante muchas circunstancias de la vida? ¿ante nuestras decisiones y sus consecuencias?

Como el viejo, a veces emprendemos luchas, tratamos de superar miedos, y nadie puede ponerse en nuestra piel para hacerlo por nosotros. Es nuestra responsabilidad, nadie puede tomar las riendas en nuestro lugar.

Santiago se enfrenta en soledad a algo tan individual como la muerte, ¿no estamos solos también ante eso?

Ante la adversidad, no existe la derrota

Una de las grandes enseñanzas que nos deja este relato es el de la perseverancia ante la adversidad.

A simple vista, el protagonista tiene numerosas razones por las cuales podría dejarlo todo. Es anciano y no le va bien en su trabajo.

Pudiera dejarme ir a la deriva- pensó-, y dormir, y echar un lazo al dedo gordo del pie para despertar si pican. Pero hoy hace ochenta y cinco días, y tengo que aprovechar el tiempo.

A menudo, durante la lectura, podemos pensar en la palabra “fracaso”. La situación de protagonista plantea dos posibles opciones: dejarse vencer o, por el contrario, apostar por salir más fuertes, por la resiliencia.

La tenacidad que caracteriza al viejo lo hace asumir las adversidades para aprender. No se deja vencer. Esta lectura nos invita a pensar que no existe la derrota y que todas las dificultades pueden transformarse en aprendizajes.

El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.

La muerte

La muerte es otro tema evidente en el libro. El hecho de morir es presentado como algo inevitable de lo que no podemos escapar. Sin embargo, no tenemos que aceptarla sin luchar.

El viejo y el mar nos presenta un mundo lleno de depredadores. Las tortugas matan a las medusas, el águila a los peces y Santiago intenta matar al pez mientras encara a su propio deceso con valentía. A lo largo de su aventura, el viejo no se rinde y se convence a sí mismo de que tiene que resistir.

Finalmente, este tema también se intuye al final de la novela, ya que este también se puede interpretar como el inminente final de Santiago.

La grandeza del espíritu humano

Entonces, ¿Cuál podría considerarse el mensaje principal de esta novela corta?

Los seres humanos somos más fuertes de lo que creemos. Todos somos pequeños combatientes que, en medio de la inmensidad, se enfrentan cada día a nuevos obstáculos. En estas luchas internas, siempre existe un resquicio de esperanza para seguir adelante.

Interpretaciones de la simbología de la obra

En las diferentes lecturas de la obra algunas investigaciones de esta novela apuntan a un significado más abstracto de la novela. A través de elementos que aparecen en ella se han querido aportar diversas interpretaciones que van de lo religioso al sentido espiritual. Estos son algunos de ellos:

El mar

Es interpretado como símbolo del universo en el que Santiago es un individuo aislado y expuesto a la adversidad. El mar, el oleaje, es como la vida misma cuando se acercan obstáculos que tenemos que sortear.

El mástil que Santiago arrastra

Para algunos denota un sentido religioso. Ha sido comparado con la cruz de Jesucristo.

Tiburones

Las fuerzas y adversidades de la vida. El tiburón es una criatura fuerte que, a menudo, simboliza la autoridad y valentía. En este sentido podríamos interpretarlo como las leyes naturales del universo, de las que es difícil escapar.

Sueño con los leones

Algunas interpretaciones apuntan a que este sueño significa la juventud perdida y la esperanza de la vida eterna del protagonista.

Los leones también pueden representar coraje y valentía, facultades que caracterizan a Santiago.

Personajes principales.

Santiago

Es un pescador anciano y solitario cuya única compañía es un niño al que le ha enseñado el oficio de pescador. En el libro se da a entender que pasó su niñez en las Islas Canarias aunque la historia se desarrolla en Cuba, donde Santiago ha pasado su vida como un pescador exitoso. Sin embargo, no pasa su mejor momento y, a pesar de su mala racha, guarda la esperanza de atrapar algún pez después de 84 días sin suerte.

Manolín

Es un muchacho que ha aprendido el oficio de pescador gracias a Santiago. El joven es la única compañía del pescador, pero sus padres le obligan a trabajar en otro bote más productivo. Aunque Manolín no forma parte de su equipo y no lo acompaña en su última aventura, el joven decide apoyar al viejo moralmente y animarlo hasta el último momento.


 


Premio nobel de literatura 1954

» Carente de toda habilidad para pronunciar discursos y sin ningún dominio de la oratoria o la retórica, agradezco a los administradores de la generosidad de Alfred Nobel por este Premio.

Ningún escritor que conoce los grandes escritores que no recibieron el Premio puede aceptarlo a no ser con humildad. No es necesario hacer una lista de estos escritores. Todos los aquí presentes pueden hacer su propia lista de acuerdo a su conocimiento y conciencia.

Me resultaría imposible pedir al Embajador de mi país que lea un discurso en el cual un escritor diga todas las cosas que están en su corazón. Las cosas que un hombre escribe pueden no ser inmediatamente perceptibles, y en esto algunas veces es afortunado; pero eventualmente se vuelven claras y por estas y por el grado de alquimia que posea, perdurará o será olvidado.

Escribir al mejor nivel, es una vida solitaria. Organizaciones para escritores mitigan la soledad del escritor, pero dudo que mejoren su escritura. Crece en estatura pública a medida que se despoja de su soledad y a menudo su trabajo se deteriora. Debido a que realiza su trabajo en soledad y si es un escritor suficientemente bueno cada día deberá enfrentarse a la eternidad o a su ausencia.

Cada libro, para un escritor auténtico, deberá ser un nuevo comienzo donde intentará nuevamente alcanzar algo que está más allá de su alcance. Siempre deberá intentar lograr algo que nunca ha sido hecho o que otros han intentado y han fracasado. Entonces algunas veces -con gran suerte- tendrá éxito.

Cuán fácil resultaría escribir literatura si tan sólo fuera necesario escribir de otra manera lo que ya ha sido bien escrito. Debido a que hemos tenido tantos buenos escritores en el pasado es que un escritor se ve forzado a ir más allá de sus límites, allá donde nadie puede ayudarlo.

Como escritor he hablado demasiado. Un escritor debe escribir lo que tiene que decir y no decirlo. Nuevamente les agradezco»


Ernest Hemingway,

Discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1954


  

Ernest Hemingway.


Biografía.

(Ernest Miller Hemingway; Oak Park, 1899 - Ketchum, 1961) Narrador estadounidense cuya obra, considerada ya clásica en la literatura del siglo XX, ha ejercido una notable influencia tanto por la sobriedad de su estilo como por los elementos trágicos y el retrato de la época que representa. Recibió el premio Nobel en 1954.
Ya se había iniciado en el periodismo cuando se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial, como conductor de ambulancias, hasta que fue herido de gravedad. De vuelta a Estados Unidos retomó el periodismo hasta que se trasladó a París, donde alternó con las vanguardias y conoció a Ezra Pound, Pablo Picasso, James Joyce y Gertrude Stein, entre otros. Participó en la Guerra Civil Española y en la Segunda Guerra Mundial como corresponsal, experiencias que luego incorporaría a sus relatos y novelas.

El propio Hemingway declaró que su labor como periodista lo había influido incluso estéticamente, pues lo obligó a escribir frases directas, cortas y duras, excluyendo todo lo que no fuera significativo. Su producción periodística, por otra parte, también influyó en el reportaje y las crónicas de los corresponsales futuros.
Entre sus primeros libros se encuentran Tres relatos y diez poemas (1923), En nuestro tiempo (1924) y Hombres sin mujeres (1927), que incluye el antológico cuento "Los asesinos". Ya en este cuento es visible el estilo de narrar que lo haría famoso y maestro de varias generaciones. El relato se sustenta en diálogos cortos que van creando un suspense invisible, como si lo que sucediera estuviera oculto o velado por la realidad. El autor explicaba su técnica con el modelo del témpano de hielo, que oculta la mayor parte de su materia bajo el agua, dejando visible sólo una pequeña parte a la luz del día.
Otros cuentos de parecida factura también son antológicos, como "Un lugar limpio y bien iluminado", "La breve vida feliz de Francis Macomber", "Las nieves del Kilimanjaro", "Colinas como elefantes blancos", "Un gato bajo la lluvia" y muchos más. En algunas de sus mejores historias hay un vago elemento simbólico sobre el que gira el relato, como una metáfora que se desarrolla en el plano de la realidad.

La mayor parte de su obra plantea a un héroe enfrentado a la muerte y que cumple una suerte de código de honor; de ahí que sean matones, toreros, boxeadores, soldados, cazadores y otros seres sometidos a presión. Tal vez su obra debe ser comprendida como una especie de romanticismo moderno, que aúna el sentido del honor, la acción, el amor, el escepticismo y la nostalgia como sus vectores principales. 
Sus relatos inauguran un nuevo tipo de "realismo" que, aunque tiene sus raíces en el cuento norteamericano del siglo XIX, lo transforma hacia una cotidianidad dura y a la vez poética, que influiría en grandes narradores posteriores como Raymond Carver.

Uno de los personajes de Hemingway expresa: 
"El hombre puede ser destruido, pero no derrotado". 
Y uno de sus críticos corrobora:
 "Es un código que relaciona al hombre con la muerte, que le enseña cómo morir, ya que la vida es una tragedia. Pero sus héroes no aman mórbidamente la muerte, sino que constituyen una exaltación solitaria de la vida, y a veces sus muertes constituyen la salvaguarda de otras vidas". 
A este tipo de héroe suele contraponer Hemingway una especie de antihéroe, como su conocido personaje Nick Adams, basado en su propia juventud, y que hilvana buena parte de los relatos como una línea casi novelesca.



 
Sus novelas tal vez sean más populares aunque menos perfectas estilísticamente que los cuentos. Sin embargo, Fiesta (1926) puede ser considerada una excepción; en ella se cuenta la historia de un grupo de norteamericanos y británicos, integrantes de la llamada "generación perdida", que vagan sin rumbo fijo por España y Francia. 

En 1929 publicó Adiós a las armas, historia sentimental y bélica que se desarrolla en Italia durante la guerra. En Tener y no tener (1937), condena las injusticias económicas y sociales. En 1940 publicó Por quién doblan las campanas, basada en la Guerra Civil española. Esta obra fue un éxito de ventas y se llevó a la pantalla.
En 1952 dio a conocer El viejo y el mar, que tiene como protagonista a un modesto pescador de La Habana, donde vivió y escribió durante muchos años enfrentado a la naturaleza. Algunos críticos han visto en este texto la culminación de su obra, porque en él confluyen el humanismo y la economía artística; otros, sin embargo, opinan que éste no es el mejor Hemingway, por una cierta pretensión didáctica. 
Hacia el final de una vida aventurera, cansado y enfermo, se suicidó como lo haría alguno de sus personajes, disparándose con una escopeta de caza. Para muchos, es uno de los escasos autores míticos de la literatura contemporánea.

Anécdota

Conocido por haber sido un hombre fuerte, deportista, amante del alcohol y de la caza, resultaría extraño saber que su madre, Grace Hall Hemingway, profesora de música, lo vistió como niña hasta que tuvo la edad de seis años. Fue por esto, y por haberle obligado a tomar lecciones de violonchelo, que Hemingway la odió gran parte de su vida. Por otro lado, su padre, Clarence Hemingway, era doctor, y fue quien lo inspiraría más tarde a salvar vidas y a terminar con la suya.

Familia.

Padres.

Clarence Hemingway 
Grace Hall Hemingway 

Cónyuge

Elizabeth Hadley Richardson
(1921-1927)
Pauline Pfeiffer
(1927-1940)
Martha Gellhorn
(1940-1945)
Mary Welsh Hemingway
(1946-1961)

Hijos

Jack, Patrick y Gregory

Educación

Educado en  Oak Park and River Forest High School.

Desde 1913 hasta 1917, Hemingway asistió a la escuela secundaria Oak Park and River Forest High School, donde practicó diversos deportes, como boxeo, atletismo, waterpolo y fútbol americano. Destacó en las clases de inglés y,​ durante dos años, actuó en la orquesta de la escuela con su hermana Marcelline. En su penúltimo año cursó una asignatura de periodismo, impartida por Fannie Biggs, que se organizaba «como si el aula fuera una oficina de periódico». 
Los mejores escritores de la clase presentaban sus artículos al periódico de la escuela, The Trapeze. Tanto Hemingway como Marcelline presentaron sus textos al Trapeze; el primer artículo de Hemingway trataba de una actuación local de la Orquesta Sinfónica de Chicago y fue publicado en enero de 1916.
Continuó editando en el Trapeze y en Tabula (el anuario de la escuela), imitando el lenguaje de los periodistas deportivos con el seudónimo de Ring Lardner, Jr. —un guiño a Ring Lardner del Chicago Tribune. Como Mark Twain, Stephen Crane, Theodore Dreiser y Sinclair Lewis, Hemingway fue periodista antes de convertirse en novelista; tras salir de la escuela secundaria se fue a trabajar como reportero novato para el periódico Kansas City Star.

Aunque solo trabajó allí durante seis meses, el libro de estilo del «Star» formó la base para su escritura: 
«Utilice frases cortas. Utilice primeros párrafos cortos. Use un lenguaje vigoroso. Sea positivo, no negativo».
Listado de sus obras:

Relatos

Tres relatos y diez poemas (Three Stories and Ten Poems) (1923)
En nuestro tiempo (In Our Time) (1925)
Hombres sin mujeres (Men Without Women) (1927)
El ganador no se lleva nada (Winner take Nothing) (1933)
La quinta columna y los primeros cuarenta y nueve relatos (The Fifth Column and the First Forty-Nine Stories) (1938)

Novelas

The Torrents of Spring (1926)
Fiesta (The Sun Also Rises) (1926)
Adiós a las armas (A Farewell to Arms) (1929)
Las verdes colinas de África (Green Hills of Africa) (1935)
Tener y no tener (To Have and Have Not) (1937)
Por quién doblan las campanas (For Whom the Bell Tolls) (1940)
Al otro lado del río y entre los árboles (Across the River and into the Trees) (1950)
El viejo y el mar (The Old Man and the Sea) (1952). Premio Pulitzer en 1953 y Nobel en 1954

Otras

Hombres en guerra (Men at War) (1942). Antología
Muerte en la tarde (Death in the Afternoon) (1932)
El cabaret de Angela Swarn (1939)

Obras póstumas

The Wild Years (1962). Recopilación
París era una fiesta (A Moveable Feast) (1964). Novela
Enviado especial (By-Lines) (1967). Artículos periodísticos para el Toronto Star entre 1921 y 1924
Islas en el golfo [o Islas a la deriva] (Islands in the Stream) (1970). Novela
The Nick Adams Stories (1972)
88 Poems (1979)
Selected Letters (1981)
Un verano peligroso (The Dangerous Summer) (1986). Pensado originalmente como un relato para la revista Life en 1959
True at first light (1999)
El jardín del Edén (The Garden of Eden)

 


Análisis de su obra.

Uno de los escritores más importantes entre las dos guerras mundiales, Hemingway describe en sus primeros libros la vida de dos tipos de personas. Por un lado, hombres y mujeres despojados por la II Guerra Mundial de su fe en los valores morales en los que antes creían, y que viven despreciando todo de forma cínica excepto sus propias necesidades afectivas.
 Y por otro, hombres de carácter simple y emociones primitivas, como los boxeadores profesionales y los toreros, de los que describe sus valientes y a menudo inútiles batallas contra las circunstancias. Entre sus primeras obras se encuentran los libros de cuentos Tres relatos y diez poemas (1923), su primer libro En nuestro tiempo (1924), relatos que reflejan su juventud, Hombres sin mujeres (1927), libro que incluía el cuento 'Los asesinos', notable por su descripción de una muerte inminente, y El que gana no se lleva nada (1933), libro de relatos en los que describe las desgracias de los europeos. 
La novela que le dio la fama, Fiesta (1926), narra la historia de un grupo de estadounidenses y británicos que vagan sin rumbo fijo por Francia y España, miembros de la llamada generación perdida del periodo posterior a la I Guerra Mundial. 
En 1929 publicó su segunda novela importante, Adiós a las armas, conmovedora historia de un amor entre un oficial estadounidense del servicio de ambulancias y una enfermera inglesa que se desarrolla en Italia durante la guerra. Siguieron Muerte en la tarde (1932), artículos sobre corridas de toros, y Las verdes colinas de Africa (1935), escritos sobre caza mayor.

Hemingway había explorado temas como la impotencia y el fracaso, pero al final de la década de 1930 empezó a poner de manifiesto su preocupación por los problemas sociales. Tanto su novela Tener y no tener (1937) como su obra de teatro La quinta columna, publicada en La quinta columna y los primeros cincuenta y nueve relatos (1938), condenan duramente las injusticias políticas y económicas. 
Dos de sus mejores cuentos, 'La vida feliz de Francis Macomber' y 'Las nieves del Kilimanjaro', forman parte de este último libro. En la novela Por quién doblan las campanas (1940), basada en su experiencia durante la Guerra Civil española, intenta demostrar que la pérdida de libertad en cualquier parte del mundo es señal de que la libertad se encuentra en peligro en todas partes. Por el número de ejemplares vendidos, esta novela fue su obra de más éxito. 
Durante la década siguiente, sus únicos trabajos literarios fueron Hombres en guerra (1942), que él editó, y la novela Al otro lado del río y entre los árboles (1950). 
En 1952 Hemingway publicó El viejo y el mar, una novela corta, convincente y heroica sobre un viejo pescador cubano, por la que ganó el Premio Pulitzer de Literatura en 1953. En 1954 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. 
Su última obra publicada en vida fue Poemas completos (1960). Los libros que se publicaron póstumamente incluyen París era una fiesta (1964), un relato de sus primeros años en París y España, Enviado especial (1967), que reúne sus artículos y reportajes periodísticos, Primeros artículos (1970), la novela del mar Islas en el golfo (1970) y la inacabada El jardín del Edén (1986). Dejó sin publicar 3.000 páginas de manuscritos.  

Estilo

El New York Times escribió en 1926 sobre la primera novela de Hemingway que «Ninguna cantidad de análisis puede transmitir la calidad de Fiesta. Es una narración verdaderamente apasionante, relatada en una prosa narrativa atlética, dura, magra, que pone en vergüenza al inglés más literario».​
Fiesta está escrito en una prosa escasa, precisa, que hizo la fama de Hemingway, e influyó el estilo de innumerables novelas baratas de crimen y de ficción.
 En 1954, cuando Hemingway fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, lo fue por «su maestría del arte de la narración, que demostró recientemente en El viejo y el mar, y por la influencia que ha ejercido sobre el estilo contemporáneo».
 Paul Smith escribe que Hemingway, en sus primeros relatos publicados en en nuestro tiempo, todavía estaba experimentando con su estilo de escritura;​ trató de evitar sintaxis complicada y alrededor del 70% de las sentencias son oraciones simples —una sintaxis sencilla sin subordinación—.

Henry Louis Gates cree que el estilo de Hemingway se formó «en reacción a [su] experiencia en la guerra mundial». 

Después de la Primera Guerra Mundial, él y otros modernistas «perdieron la fe en las instituciones centrales de la civilización occidental», reaccionaron contra el estilo elaborado de los escritores del siglo xix y crearon un estilo «en el cual el significado se establece a través del diálogo, a través de la acción, y los silencios, una ficción en la que nada importante, o al menos muy poco, se dice de manera explícita».

Desarrollando esta conexión entre Hemingway y otros escritores modernistas, Irene Gammel cree que su estilo fue con cuidado cultivado y perfeccionado con la mirada puesta en la vanguardia de la era. Hambriento por «experimentación de vanguardia» y por la rebelión contra el «modernismo sobrio» de Ford Madox Ford, Hemingway publicó la obra de Gertrude Stein y Elsa von Freytag-Loringhoven en la revista the transatlantic review. 

Como lo señala Gammel, Hemingway fue «introducido al estilo experimental de la baronesa en un momento en que estaba podando activamente la 'grasa' verbal de su propio estilo, así como flexionando sus músculos de escritor para confrontar el gusto convencional».

Porque comenzó como escritor de cuento, Baker cree que Hemingway aprendió a «obtener el máximo del mínimo, cómo podar el lenguaje, cómo multiplicar la intensidad, y cómo decir nada más que la verdad de una manera que permitió contar más que la verdad».
 Hemingway denominó su estilo la teoría del iceberg: los hechos flotan sobre el agua; la estructura de soporte y el simbolismo operan fuera de vista.​ El concepto de la teoría del iceberg, también se conoce como la «teoría de la omisión». Hemingway creía que el escritor puede describir una cosa (como Nick Adams, pescando en «El río de dos corazones») mientras que una cosa totalmente diferente esté ocurriendo por debajo de la superficie (Nick Adams concentrándose en la pesca en la medida en que no tiene que pensar en otra cosa).

Jackson Benson cree que Hemingway utilizó detalles autobiográficos como dispositivos para enmarcar la vida en general, no solo su propia vida.
 Por ejemplo, Benson postula que Hemingway utilizó sus experiencias y las extrajo con escenarios de «qué pasaría si»: 
«¿Qué pasaría si estuviera herido de tal manera que no podía dormir por la noche? ¿Qué pasaría si estuviera herido y enloquecido, qué pasaría si me mandaron de vuelta al frente?».


La sencillez de la prosa es engañosa. Zoe Trodd cree que Hemingway elaboró frases esqueléticas en respuesta a la observación de Henry James de que la Primera Guerra Mundial había «agotado las palabras». Hemingway ofrece una realidad fotográfica «multi-focal». Su teoría del iceberg, de la omisión, es la base sobre la que construye. La sintaxis, que carece de conjunciones subordinantes, crea sentencias estáticas. El estilo de la «instantánea fotográfica» crea un collage de imágenes. Muchos tipos de puntuación interna (dos puntos, comas, guiones, paréntesis) se omiten en favor de oraciones declarativas cortas. 

Las oraciones se construyen las unas sobre las otras, como los acontecimientos que se acumulan para crear un sentido de la totalidad. Existen múltiples filamentos en una historia; un «texto incorporado» hace puente a un ángulo diferente. También utiliza otras técnicas cinematográficas como la de «cortar» rápidamente de una escena a la siguiente; o de «empalmar» de una escena a otra. Omisiones intencionales permiten al lector a llenar el vacío, como si fuera respondiendo a las instrucciones del autor, y crean una prosa tridimensional.

Tanto en su literatura como en sus escritos personales, Hemingway utilizaba la palabra «y» en lugar de comas. Este uso de polisíndeton puede servir para transmitir la inmediatez. La oración polisindetónica de Hemingway —o, en obras posteriores, su uso de oraciones subordinadas— utiliza conjunciones para yuxtaponer visiones e imágenes sorprendentes. Benson las compara con haikus.

Muchos de los seguidores de Hemingway malinterpretaron su ejemplo y reprobaron toda expresión de emoción; Saul Bellow satirizó este estilo comentando «¿Tienes emociones? estrangulalas». Sin embargo, la intención de Hemingway no era de eliminar la emoción, sino de retratarla en una forma más científica. 
Hemingway creía que sería fácil, e inútil, de describir emociones; esculpió collages de imágenes con el fin de captar «la realidad desnuda, la sucesión de movimientos y sucesos que produce la emoción, la realidad que pueda ser valedera dentro de un año o de diez o, con un poco de suerte y la suficiente pureza de expresión, durante mucho tiempo»
Este uso de la imagen como un correlato objetivo es característico de Ezra Pound, TS Eliot, James Joyce y Proust. Las cartas de Hemingway se refieren a En busca del tiempo perdido de Proust en varias ocasiones a lo largo de los años, e indican que leyó el libro al menos dos veces.

Temas.

La popularidad de la obra de Hemingway se basa en gran medida en los temas, que según el académico Frederic Svoboda son el amor, la guerra, la naturaleza, y la pérdida, todos muy presentes en su obra. Estos son temas recurrentes de la literatura estadounidense, y son evidentes en la obra de Hemingway. El crítico literario Leslie Fiedler observa que en la obra de Hemingway el tema que define como «tierra sagrada» —el Viejo Oeste— se extiende hasta incluir las montañas en España, Suiza y África, así como los ríos de Míchigan. El Viejo Oeste recibe un guiño simbólico con la inclusión del «Hotel Montana» en Fiesta y Por quién doblan las campanas.
Según Stoltzfus y Fiedler, para Hemingway la naturaleza es un lugar terapéutico, para renacer, y el cazador o pescador tiene un momento de trascendencia cuando mata a la presa. La naturaleza es donde están los hombres sin mujeres: los hombres pescan, cazan, y encuentran la redención en la naturaleza. Aunque Hemingway escribe también sobre deportes, Carlos Baker cree que el énfasis está más en el atleta que el deporte, mientras que Beegel ve la esencia de Hemingway como un naturalista americano, tal como se refleja en las descripciones detalladas que se puede encontrar en «El río de dos corazones».

Fiedler cree que Hemingway invierta el tema de la literatura estadounidense de la «mujer oscura» y mala, frente a la «mujer clara» y buena. Brett Ashley, la mujer oscura de Fiesta, es una diosa; Margot Macomber, la mujer clara de «La corta vida feliz de Francis Macomber», es una asesina.​ Robert Scholes reconoce que los primeros relatos de Hemingway, como «Un cuento muy corto», presentan «favorablemente a un personaje masculino y desfavorablemente a una mujer».

Según Rena Sanderson, los primeros críticos de Hemingway alabaron su mundo machocéntrico de actividades masculinas, y su ficción que dividió las mujeres en «castradoras o esclavas de amor»
Las críticas feministas atacaron a Hemingway como «enemigo público número uno», aunque re-evaluaciones más recientes de su obra «han dado nueva visibilidad a los personajes femeninos de Hemingway (y sus puntos fuertes) y han puesto de manifiesto su sensibilidad a las cuestiones de género, así poniendo en duda la antigua presunción de que sus escritos fueron unilateralmente masculinos».
​ Nina Baym cree que Brett Ashley y Margot Macomber «son dos ejemplos destacados de las "mujeres perras" de Hemingway».


El tema de la mujer y la muerte es evidente en las primeras narrativas como «Campamento indio». El tema de la muerte impregna la obra de Hemingway. Young cree que el énfasis en «Campamento indio» no era tanto sobre la mujer que da a luz, o el padre que se suicida, sino sobre Nick Adams que es testigo de estos eventos como niño, y se convierte en un «joven gravemente herido y nervioso». 
En «Campamento indio» Hemingway establece los eventos que forman al personaje de Adams. Young cree que «Campamento indio» tiene la «llave maestra» a «los propósitos de su autor durante los treinta y cinco años de su carrera como escritor».
Stoltzfus considera que la obra de Hemingway es más compleja, con una representación de la verdad inherente en el existencialismo: si se abraza el «nada», entonces la redención se realiza en el momento de la muerte. Aquellos que enfrentan la muerte con dignidad y coraje viven una vida auténtica. Francis Macomber muere feliz porque las últimas horas de su vida son auténticas; el torero en la corrida representa el pináculo de una vida vivida con autenticidad.

 En su ensayo The Uses of Authenticity: Hemingway and the Literary Field Los usos de autenticidad: Hemingway y el campo literario»), Timo Müller escribe que el éxito de la ficción de Hemingway se debe al hecho de que sus personajes viven una «vida auténtica», y los «soldados, pescadores, boxeadores y leñadores se encuentran entre los arquetipos de autenticidad en la literatura moderna».

El tema de la emasculación es frecuente en la obra de Hemingway, sobre todo en Fiesta. Según Fiedler, la emasculación es el resultado de una generación de soldados heridos; y de una generación en la que las mujeres, como Brett, ganaron la emancipación. Esto también se aplica al personaje secundario, Frances Clyne, la novia de Cohn al principio del libro. Su personaje apoya el tema no solo porque la idea fue presentada al principio de la novela, sino también por el impacto que tenía sobre Cohn en el comienzo del libro, a pesar de que solo aparece unas pocas veces.​ Baker cree que la obra de Hemingway hace hincapié en lo «natural» frente al «no natural».
 En «Alpine Idyll» («Idilio alpino»), la «no naturalidad» del esquí en la nieve de alta montaña a finales de la primavera se yuxtapone a la «no naturalidad» del campesino que permitió que el cadáver de su esposa se quedara demasiado tiempo en el cobertizo durante el invierno. Los esquiadores y el campesino se retiran a la fuente «natural» en el valle para su redención.

Algunos críticos han caracterizado la obra de Hemingway como misógina y homofóbica. Susan Beegel analizó cuatro décadas de críticas sobre Hemingway en su ensayo «Critical Reception» Recepción crítica»). Descubrió que «los críticos interesados en la multiculturalidad», sobre todo en la década de 1980, simplemente ignoraron a Hemingway, aunque se escribieron algunos «apologéticas». 

El siguiente análisis de Fiesta es típico de estas críticas:

 «Hemingway nunca permite que el lector se olvide que Cohn es un judío, no un personaje poco atractivo que resulta ser un judío, sino un personaje que no es atractivo porque es un judío». 

Durante la misma década, según Beegel, también se publicaron críticas que investigaron el «horror de la homosexualidad» y el racismo en la ficción de Hemingway.

Influencia y legado

El legado de Hemingway a la literatura norteamericana es su estilo: los escritores que vinieron después lo emularon o lo evitaron.​ Después de que se estableció su reputación con la publicación de Fiesta, se convirtió en el portavoz de la generación de la primera posguerra, habiendo establecido un estilo a seguir. 
En 1933 sus libros fueron quemados por los nazi en Berlín, por «ser un monumento de la decadencia moderna». Sus padres desaprobaron su literatura calificándola de «suciedad».
 Reynolds afirma que su legado consiste en que «dejó cuentos y novelas tan conmovedores que algunos han pasado a formar parte de nuestro patrimonio cultural».
 En un discurso de 2004 en la Biblioteca John F. Kennedy, Russell Banks declaró que, como muchos escritores masculinos de su generación, fue influenciado por la filosofía literaria, el estilo y la imagen pública de Hemingway.186​ Müller informa que para el público, Hemingway «tiene el mayor grado de reconocimiento de los escritores en el mundo entero». 
En cambio, en 2012 el novelista John Irving rechazó la mayor parte de la obra de Hemingway «a excepción de algunos cuentos», diciendo que «el dictamen de escribir-lo-que-uno-sabe no tiene lugar en la literatura de imaginación»
Irving también se opuso a la «postura de hombre duro-ofensivo—todos esos hombres recalcitrantes del tipo dice-poco» y contrastó el enfoque de Hemingway con el de Herman Melville, citando el consejo de este último:

"ten cuidado a quien busca agradar más que atemorizar"».


Benson cree que los detalles de la vida de Hemingway se convirtieron en un «medio de explotación importante», el cual resultó en una industria Hemingway.​ Hallengren cree que el «estilo duro» y machismo deben separarse del mismo autor. Benson concuerda describiéndolo como tan introvertido y reservado como J. D. Salinger, aunque Hemingway enmascaró su naturaleza con jactancia. Efectivamente, Salinger —que conoció a Hemingway durante la Segunda Guerra Mundial y mantuvo una correspondencia con él— reconoció la influencia de Hemingway. En una carta a Hemingway, Salinger afirma que sus conversaciones «le habían dado sus únicos minutos de esperanza durante toda la guerra», y en broma «se autodenominó el presidente nacional de los Clubes de Fans de Hemingway».

La Competición Internacional de Imitaciones de Hemingway fue creada en 1977 como reconocimiento público de su influencia y para destacar los cómicos esfuerzos extraviados de las imitaciones de su estilo por autores menores. Los participantes son invitados a presentar una «muy buena página de muy malo estilo Hemingway» y los ganadores son premiados con un viaje a «Harry's Bar» en Italia.

Un planeta menor descubierto en 1978 por el astrónomo Nikolai Stepanovich Chernykh de la Unión Soviética, fue denominado 3656 Hemingway para honrar al escritor.

La influencia es evidente en los numerosos restaurantes denominados «Hemingway»; y la proliferación de bares llamados «Harry's» (un guiño al bar en Al otro lado del río y entre los árboles). Una línea de muebles Hemingway, promovida por su hijo Jack Hemingway (Bumby), cuenta con piezas tales como una mesita de noche «Kilimanjaro» y un sofá con cubierta «Catherine». Montblanc ofrece una pluma estilográfica Hemingway, y se creó una línea de ropa de safari Hemingway.

Mary Hemingway creó la Fundación Hemingway en 1965, y donó los papeles de su marido a la Biblioteca John F. Kennedy en 1970. En 1980 un grupo de académicos especializados en Hemingway se reunieron para evaluar los documentos donados, formando posteriormente la Sociedad Hemingway que se «compromete a apoyar y fomentar la beca Hemingway».

Ray Bradbury escribió The Kilimanjaro Device, en el que se transporta Hemingway a la parte superior del Monte Kilimanjaro.​ La película Wrestling Ernest Hemingway (1993), sobre la amistad de dos hombres jubilados en una ciudad costera de Florida, lleva ese título por uno de los personajes (interpretado por Richard Harris) quien dice haber luchado con Hemingway en 1930.​

 


La generación perdida.

La generación perdida fue la cohorte generacional que alcanzó la mayoría de edad durante la Primera Guerra Mundial. En este contexto, «perdida» se refiere al espíritu desorientado, errante, sin dirección de muchos de los supervivientes de la guerra en el periodo inicial de la posguerra.​ El término también se utiliza en particular para referirse a un grupo de escritores estadounidenses expatriados que vivieron en París durante el decenio de 1920.
 La acuñación del término se atribuye a Gertrude Stein, y posteriormente fue popularizado por Ernest Hemingway, que lo utilizó en el epígrafe de su novela de 1926 Fiesta: «Todos vosotros sois una generación perdida».

En un sentido más general, se considera que la generación perdida está compuesta por individuos nacidos entre 1883 y 1900.​ La última persona que se sabe que nació en el siglo xix murió en 2018.

En la literatura

Gertrude Stein con el hijo de Ernest Hemingway, Jack, en 1924. A Stein se le atribuye el haber puesto en uso el término generación perdida.
En sus memorias París era una fiesta (1964), publicadas después de las muertes de Hemingway y Stein, Hemingway escribe que Stein escuchó la frase del dueño de un taller francés que atendió el automóvil de Stein. Cuando un joven mecánico no pudo reparar el coche lo suficientemente rápido, el dueño del taller le gritó:
 «Todos vosotros sois una génération perdue».​ 

Mientras le contaba la historia a Hemingway, Stein añadió: 
«Eso es lo que sois. Eso es lo que todos vosotros sois... todos los jóvenes que servisteis en la guerra. Sois una generación perdida».​ 
Hemingway atribuye la frase a Stein, que era entonces su mentora y patrona.

La publicación en 1926 de Fiesta de Hemingway popularizó el término; la novela sirve para personificar la generación de expatriados de la posguerra.  
Sin embargo, Hemingway escribió más tarde a su editor Maxwell Perkins que el «sentido del libro» no se refería tanto a la pérdida de una generación, sino a que «la tierra permanece para siempre».​ Hemingway creía que los personajes de Fiesta podían haber sido «maltratados» pero no se perdieron.

Consecuente con esta ambivalencia, Hemingway emplea generación perdida como uno de los dos epígrafes contrapuestos de su novela. En París era una fiesta, Hemingway escribe, «Traté de equilibrar la cita de la Srta. Stein del dueño del taller con una del Eclesiastés». Unas líneas más tarde, recordando los riesgos y pérdidas de la guerra, añade: 
«Pensé en la Srta. Stein y Sherwood Anderson y en el egoísmo y la pereza mental frente a la disciplina y pensé ¿Quién llama a quién una generación perdida?».

Temas literarios

Las obras de las figuras literarias de la generación perdida a menudo se referían a las experiencias de los escritores en la Primera Guerra Mundial y los años posteriores a ella. Se dice que el trabajo de estos escritores fue autobiográfico basado en el uso de versiones mitológicas de sus vidas.​ Uno de los temas que comúnmente aparece en las obras de estos autores es la decadencia y el estilo de vida frívolo de los ricos.
 Tanto Hemingway como Fitzgerald tocaron este tema a lo largo de las novelas Fiesta y El gran Gatsby. Otro tema común en las obras de estos autores fue el fin del sueño americano, que se exhibe en muchas de sus novelas.​ 
Es particularmente prominente en El gran Gatsby, en la que el personaje Nick Carraway se da cuenta de la corrupción que lo rodea.

Otros usos

El término también se utiliza en un contexto más amplio para la generación de jóvenes que alcanzó la mayoría de edad durante y poco después de la Primera Guerra Mundial. Los autores William Strauss y Neil Howe definen la generación perdida como la cohorte nacida entre 1883 y 1900, que alcanzó la mayoría de edad durante la Primera Guerra Mundial y los felices años veinte.​ En Europa, se les conoce principalmente como la generación de 1914, por el año en que comenzó la Primera Guerra Mundial.
​ En Francia, país en el que se establecieron muchos expatriados, a veces se les llamó la Génération du feu, la generación del fuego (de armas). En Gran Bretaña, el término se utilizó originalmente para los que murieron en la guerra, y a menudo se refería implícitamente a las víctimas de la clase alta que se percibían como muertos de manera desproporcionada, robando al país una futura élite.

 Muchos consideraban que «la flor de la juventud y la mejor hombría de los pueblos [habían] sido segadas»,​ por ejemplo, bajas tan notables como los poetas Isaac Rosenberg, Rupert Brooke, Edward Thomas y Wilfred Owen, el compositor George Butterworth y el físico Henry Moseley.



Las bibliotecas de hombres famosos: Ernest Hemingway.

     
Bienvenido de nuevo a nuestra serie sobre las bibliotecas de los grandes hombres. Los hombres eminentes de la historia fueron a menudo lectores voraces y su propia filosofía representa una destilación de todas las grandes obras que introdujeron en sus mentes. Esta serie busca rastrear la corriente de su pensamiento hasta la fuente. Porque, como dijo David Leach, un ejecutivo de negocios ahora jubilado:
 “No sigas a tus mentores; sigue a los mentores de tus mentores.”

Ernest Hemingway es bien conocido como uno de los mejores y más viriles escritores de su época, y quizás de todos los tiempos. Escribió 10 novelas, 9 obras de no ficción y múltiples colecciones de cuentos, poesía y ensayos. Su alcance va desde historias de guerra ficticias y cuentos de pesca hasta viajes de caza de la vida real y la vida romántica en París. Su estilo de escritura icónico inspira hombría y, según mi experiencia, incluso aquellos que no necesariamente disfrutan de la lectura consumen sus obras con placer y facilidad.

Lo que quizás no sea tan conocido sobre Papa Hemingway fue su propio apetito voraz por la lectura. Una vez dijo:
"Siempre estoy leyendo libros, tantos como hay". 

Y otros también notaron este hábito suyo:
 “Siempre estaba leyendo. Cuando no estaba trabajando, estaba leyendo”, “Leía todo el tiempo” y “Creo que Ernest leía casi todo. Era un lector fantástico”. 

Se sabía que siempre leía unos cuatro libros a la vez, que ocasionalmente aumentaba hasta ocho o diez. También se suscribió a numerosas publicaciones periódicas, ya fueran revistas o periódicos, y las consumió con igual vigor. La palabra escrita fue verdaderamente su pasión y el trabajo de su vida.

En el caso de Hemingway, sus hábitos de lectura no se derivaron de una falta de educación, como ocurre con muchos grandes hombres como Frederick Douglass o Louis L'Amour. Creció en una familia donde la lectura era increíblemente importante, y le da crédito a la biblioteca en la casa de su infancia por inculcar un amor por la actividad de por vida tanto en él como en sus hermanos. Su hermana Marcelline escribió una vez :

“Ernest y yo leíamos mucho. Juegos de los clásicos, Scott, Dickens, Thackeray, Stevenson y Shakespeare llenaron muchos de los estantes de nuestra biblioteca familiar. No creo que nos saltáramos ninguno de ellos. Solo el hecho de que no fui a la escuela con paperas una primavera y me quedé sin todos los demás materiales de lectura me dio tiempo para leer todas las tragedias de Shakespeare y releer las comedias. El ataque de paperas de Ernie siguió al mío, y sé que los mismos volúmenes estaban disponibles para él. Ambos devoramos a Stevenson, especialmente uno de sus volúmenes menos conocidos, The Suicide Club , así como Treasure Island . Thackeray no era tan fácil de leer como Kipling, Stevenson o Dickens, pero el volumen de tela verde de Vanity Fairleemos de cabo a rabo. Ambos leíamos libros de Horatio Alger en tercer y cuarto grado, y Ernest se los tomaba en serio”.

A medida que Hemingway envejecía, su amor por la lectura se hizo más profundo. Durante la mayor parte de su vida leyó alrededor de un libro y medio por día, así como al menos tres diarios. Y esto no cambió cuando viajó; se sabía que traía una bolsa de lona llena de libros con él en cualquier viaje que hacía. La lectura no era una ocurrencia tardía para él, sino que, de hecho, era una parte no negociable de su ritual diario. En general, Hemingway escribía por la mañana, trabajaba hasta la hora del almuerzo y luego pasaba gran parte de la tarde y la noche leyendo.

Más allá de solo por placer, Hemingway leía para relajarse, distraerse de su trabajo y recargar energías, lo que consideraba esencial para su propia escritura:

“Cuando estaba escribiendo, era necesario para mí leer después de haber escrito. Si seguías pensando en ello, perderías lo que estabas escribiendo antes de poder continuar al día siguiente. Era necesario hacer ejercicio, estar cansado del cuerpo, y era muy bueno hacer el amor con quien amabas. Eso fue mejor que nada. Pero después, cuando estabas vacío, era necesario leer para no pensar ni preocuparte por tu trabajo hasta que pudieras hacerlo de nuevo. “

A lo largo de su carrera, daría fragmentos de consejos de lectura a jóvenes admiradores, entrevistadores e incluso en sus obras publicadas. Quizás, sorprendentemente, en realidad no adoptó una visión didáctica de la lectura; al comentar sobre la lectura de su propio trabajo, dijo:
 
“Lee todo lo que escribo por el placer de leerlo. Cualquier otra cosa que encuentre será la medida de lo que trajo a la lectura. Para Hemingway, leer se trataba más de la experiencia que de sacar lecciones específicas de ella: “[Los libros] formaban parte de aprender a ver, oír, pensar, sentir y no sentir, y escribir”
.

Lo que sigue a continuación no es una compilación de todos los libros que mencionó, pero estos son los que aparecieron una y otra vez en múltiples fuentes. 
Notarás que no hay mucha no ficción, ni mucho en el camino de la literatura "clásica" de la antigua Grecia y Roma. Observo eso solo porque nuestras entregas anteriores de esta serie presentaban obras de la antigüedad. Hemingway se apegó en gran medida a lo que se consideraba gran literatura (aún hoy reconocerás la mayoría de estos títulos) de modo que, en sus propias palabras de 1958 , “sabe lo que tiene que vencer”

Libros de colección de   Ernest Hemingway.

TitleAuthor
The Common Reader
Virginia Woolf
House Divided
Ben Ames Williams
The Republic
Charles Beard
Napoleon’s Invasion of RussiaEugene Tarle
How Young You Look
Peggy Wood
African HuntingWilliam Charles Baldwin
Collected Poems
T.S. Eliot
UlyssesJames Joyce
Dubliners
James Joyce
A Portrait of the Artist As a Young Man
James Joyce
King Lear
 Shakespeare
The Open Boat and Other Stories
Stephen Crane
The Red Badge of Courage
Stephen Crane
Madame Bovary
Gustave Flaubert
Sentimental EducationGustave Flaubert
The Red and the Black
Stendahl
Of Human Bondage
W. Somerset Maugham
Anna Karenina
Leo Tolstoy
War and Peace
Leo Tolstoy
Buddenbrooks
Thomas Mann
Hail and FarewellGeorge Moore
The Brothers Karamazov
Fyodor Dostoevsky
The Enormous Room
E.E. Cummings
Wuthering Heights
 Emily Bronte
Far Away and Long AgoW. H. Hudson
The American
Henry James
Complete Short Stories
Henry James
Mr. Midshipman Easy
Frederick Marryat
Frank Mildmay
Frederick Marryat
Peter Simple
Frederick Marryat
Complete Works
Rudyard Kipling
Tom Jones
Henry Fielding
Joseph Andrews
Henry Fielding
Adventures of Huckleberry Finn
Mark Twain
Autobiographies
W. B. Yeats
A Sportsman’s Sketches
Ivan Turgenev
Fathers and Sons
Ivan Turgenev
Winesburg, Ohio
Sherwood Anderson
Queen Margot
Alexandre Dumas
In Search of Lost Time
Marcel Proust

 


Ernest Hemingway y el romanticismo de París.

El gran escritor norteamericano Ernest Hemingway dijo una vez que París era la ciudad mejor organizada para escribir. En el libro París era una fiesta (1964), describe sus años mozos en el entonces epicentro de las vanguardias artísticas.
Por RONNY RAMÍREZ 14-08-2022 

En las noches de invierno es dulce y es amargo

Junto al fuego que humea y palpita, escuchar

La voz de los recuerdos despacio despertar

Mientras da la campana un son brumoso, largo.

-Charles Baudelaire


A finales del siglo XIX, el cuerpo de una misteriosa mujer apareció flotando en las orillas del Sena. Aparentemente, se había suicidado. Se dice que el cadáver fue expuesto por varios días en la morgue de París y nadie pudo aportar una información concreta en torno a su identidad. Lo más asombroso, según cuentan, es que la mujer había muerto con una sonrisa petrificada en sus labios, y que esta transmitía un inusitado sentido de sosiego y belleza. Por esta razón, el escritor francés Albert Camus llegó a compararla con la Mona Lisa. 
Ya Edgar Allan Poe había dicho en su famosa Filosofía de la composición (1846) que no había un tema más poético que la muerte de una hermosa mujer. El encargado de la morgue quedó tan hechizado por el rostro de la joven que lo inmortalizó en una máscara mortuoria, cuya imagen sería reproducida masivamente por todo París hasta convertirse en un objeto de culto. 
Fue denominada como “La desconocida del Sena” y su historia no deja de suscitar interés aun en las nuevas generaciones. Hasta el día de hoy, sin embargo, no se ha podido definir ni el rastro de su nombre. Al margen de ello, resulta curioso comparar esa condición de misterio irresoluble con la esencia misma de la ciudad de París, cuya sola evocación tiene algo de aventura, muerte y belleza. Hubo un escritor que absorbió ese carácter enigmático y evanescente de la ciudad, pero no lo impregnó necesariamente en su obra, sino en el mito que forjaba en torno a su controvertida figura. Era Ernest Hemingway.

El gran escritor norteamericano Ernest Hemingway dijo una vez que París era la ciudad mejor organizada para escribir. En el libro París era una fiesta (1964), describe sus años mozos en el entonces epicentro de las vanguardias artísticas, y cómo allí desarrolló las bases de su talento, pese al poco dinero que generaba en calidad de periodista. En una época en que leía mucha literatura rusa y pasaba mucha hambre, Hemingway pensó que no había mejor lugar para ser escritor:
  “Llegar a todo aquel nuevo mundo de literatura, con tiempo para leer en una ciudad como París donde había modo de vivir bien y de trabajar por pobre que uno fuera, era como si a uno le regalaran un gran tesoro” (pág. 120).

 En las anécdotas entrañables de la obra hay un intento de asir y retratar esa atmósfera romántica de vivir por el arte en la capital francesa. 
El cineasta Woody Allen captaría la esencia de estas memorias y la plasmaría en la película Medianoche en París (2011), en la que un joven escritor norteamericano descubre que en un rincón secreto de París le espera un coche que puede viajar a través del tiempo, y le lleva, precisamente, a los años en que Hemingway visitaba la célebre casa de Gertrude Stein y era amigo cercano de Scott Fitzgerald. En la película, Allen también hace hincapié en la atmósfera de misterio y bohemia de la ciudad, cuyo sortilegio alcanza su máxima expresión en la brumosa y fría madrugada; es decir, cuando se celebraban las grandes fiestas a puertas cerradas y se reunían muchos de los hombres y mujeres que cambiarían el rumbo del arte en el siglo XX.

Si bien no fue el primero, hay que reconocer que Hemingway fue uno de los que mejor popularizó la imagen del escritor inmigrante y pobre que llega a París para hacer literatura de éxito. Y, a diferencia de otros jóvenes de la denominada génération perdue, el escritor norteamericano se imponía una disciplina férrea a la hora de desarrollar y pulir su oficio. Hizo consciencia de la preparación que requería en términos discursivos y espirituales, como lo haría Gustav von Aschenbach en Muerte en Venecia(1966):
 “Había crecido así, aislado, sin amigos, dándose cuenta prematuramente que pertenecía a una generación en la cual escaseaba, si no el talento, sí la base fisiológica que el talento requiere para desarrollarse; a una generación que suele dar muy pronto lo mejor que posee y rara vez conserva sus facultades actuantes hasta una edad avanzada” (p. 18).
 Ciertamente, a Hemingway no le faltaron los amigos, pero sí supo estar a solas cuando se sentaba frente a la máquina de escribir y se dejaba envolver por el influjo de los barrios viejos en la noche parisina. Noche que también, según los apuntes de David Sandison en una pormenorizada biografía del norteamericano, estaba plagada de hedonismo, perversión y locura, elementos que el escritor utilizaría como material sensacionalista para sus artículos del Toronto Star. Esto indica hasta qué punto conoció lo que acontecía en las callejuelas oscuras y sucias que se bifurcaban sin fin. Estaba monetizando los secretos de la tierra de Rimbaud y Baudelaire, y sentaba así su leyenda de trotamundos y bohemio. Supo vender su imagen. Hemingway, quizá sin proponérselo, estaba perfilando un modelo de escritor que explota el potencial del romanticismo y la aventura en sí mismo y su proyección literaria.

La fama de París como lumbre de la intelectualidad y el arte en Europa se extendió por muchos años y atrajo a numerosos extranjeros de todas partes del mundo. Desde América, por ejemplo, muchos latinoamericanos emigraron hacia la ciudad francesa en busca de hacer literatura sin el lastre de la situación política de sus respectivos países. Se puede citar el caso concreto de algunos miembros del llamado boom latinoamericano, que cedieron a la magia de París con santa devoción. Se sabe que el colombiano Gabriel García Márquez desarrolló y terminó El coronel no tiene quien le escriba (1961) durante su estancia, sumido en la pobreza y el hambre; el mexicano Carlos Fuentes, en una especie de État second termina Aura (1962) en cinco días en una cafetería local; el argentino Julio Cortázar, en condiciones físicas y económicas deplorables, erigió una oda de la mítica ciudad en Rayuela (1963); el peruano Mario Vargas Llosa, malviviendo en hoteles baratos, se radicó en la susodicha ciudad y terminó su primera novela La ciudad y los perros (1963). 
Este último llega a sinterizar la idea en un artículo de Ana Díaz-Cano, en el que asegura que “París era un requisito indispensable si uno quería convertirse en escritor”.
 En efecto, otros muchos escritores se han aventurado a reproducir ese ya estilo de vida con mayor o menor suerte, colmando las librerías de viejo que bordean las orillas del Sena como lo hiciera Hemingway en los estantes de Sylvia Beach, o buscando inspiración en las pintorescas cafeterías de época que están esparcidas en toda la región.


Como en el caso de la Desconocida del Sena, el encanto de París radica en mantener intacto su misterio. Cortázar dijo en una entrevista que el “estado ambulatorio” que produce la noche en una de las calles solitarias de París se sale del orden ordinario de las cosas, y mantiene un estado de indefinición que no puede encasillar en palabras. Quizá Hemingway lo entendió y trató de explicarlo en el mecanismo de su teoría del iceberg, escribiendo un cuento o una novela de tal manera que lo verdaderamente importante quede latente y oculto bajo el entramado de descripciones explícitas y superficiales.
 Lo que sí es cierto es que este autor contribuyó decisivamente en la concepción de trabajo y compromiso de generaciones posteriores con relación a la literatura; enseñó a otros tantos que el proceso de escribir es el resultado de un lento, profundo y constante proceso de depuración de estilo, cuyo trasfondo puede adquirir elementos significativos e identitarios de la atmósfera circundante.
 Sea como fuere, se puede estar seguro de que, a pesar de la suma de años y distancias, en algunas noches largas y tranquilas, Ernest Hemingway seguía escuchando en sus sueños las turbias y melancólicas campanas de la Notre Dame, hasta el último chasquido de su extraña muerte.

 

DIPLOMA DE PREMIO NOBEL DE LITERATURA.


La teoría del iceberg.


(también conocida como la teoría de la omisión) es una técnica de escritura acuñada por el escritor estadounidense Ernest Hemingway. Como joven periodista, Hemingway tuvo que enfocar sus informes periodísticos en eventos inmediatos, con muy poco contexto o interpretación. Por lo que, cuando se convirtió en escritor de cuentos, conservó este estilo minimalista, enfocándose en elementos superficiales sin discutir explícitamente los temas subyacentes. Hemingway creía que el significado más profundo de una historia no debería ser evidente en la superficie, sino que debería brillar implícitamente. Críticos literarios, como Jackson Benson, afirmaron que su teoría del iceberg, combinada con la característica claridad de su escritura, funcionaron como un medio para distanciarse de los personajes que creó. Antecedentes Al igual que otros escritores estadounidenses como Mark Twain, Stephen Crane, Theodore Dreiser, Sinclair Lewis y Willa Cather, Hemingway trabajó como periodista antes de convertirse en novelista.

Después de terminar la escuela secundaria, trabajó durante unos meses como periodista del Kansas City Star, en donde rápidamente se enteró de que la verdad a menudo se esconde debajo de la superficie de una historia. Aprendió acerca de la corrupción en la política de su ciudad, y que en las salas de emergencia de los hospitales y las comisarías se usaba una máscara de cinismo «como una armadura para proteger cualquier vulnerabilidad que sobró». ​En sus artículos escribió acerca de los hechos relevantes, excluyendo el contexto. Como corresponsal en el extranjero para el Toronto Star, mientras vivía en París en la década de 1920, cubrió la guerra greco-turca.

Escribió 14 artículos para el periódico, pero su biógrafo Jeffrey Meyers explica que escribió de tal manera que «reportó objetivamente sólo sobre los acontecimientos inmediatos, a fin de lograr una concentración e intensidad de enfoque —un foco de atención en lugar de un escenario—». Durante la guerra greco-turca ganó valiosa experiencia de escritura que se tradujo en la escritura de ficción. Creyó que la ficción puede basarse en la realidad, aunque si hubiera que destilarse una experiencia, según explicó, «lo que se inventó era más cierto que lo que se acordó». Definición Si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede silenciar cosas que conoce, y el lector, si el escritor escribe con suficiente verdad, tendrá de estas cosas una sensación tan fuerte como si el escritor las hubiera expresado. La dignidad de movimientos de un iceberg se debe a que solamente un octavo de su masa aparece sobre el agua. Un escritor que omite ciertas cosas porque no las conoce, no hace más que dejar lagunas en lo que describe. -

Hemingway concibió la idea de una nueva teoría de escritura en 1923, después de terminar su cuento «Out of Season». En París era una fiesta (1964), sus memorias sobre sus años como joven escritor en París, explica:

«Omití el verdadero final [de "Out of Season"] el cual era que el anciano se ahorcó. Esto se omitió en el contexto de mi nueva teoría, que se puede omitir cualquier parte ... y la parte omitida reforzaría la narración.»8​ En el primer capítulo de Muerte en la tarde compara su teoría acerca de la escritura con un iceberg. El biógrafo de Hemingway, Carlos Baker, cree que como escritor de cuentos Hemingway aprendió «cómo sacar el máximo provecho de lo menor, cómo podar el lenguaje y evitar movimiento residual, cómo multiplicar la intensidad y la forma de decirle nada más que la verdad de una manera que permite para contar más de la verdad».

Baker explica también que en la obra de Hemingway los hechos flotan sobre el agua, mientras que la estructura de soporte, incluyendo el simbolismo, opera fuera de vista. Hemingway creía que un escritor puede describir una acción —como la de Nick Adams pescando en «El río de dos corazones»— mientras transmitiendo un mensaje diferente sobre la propia acción —Nick Adams concentrándose en la pesca hasta el punto de no pensar más en lo desagradable de sus experiencias de guerra.​ En su ensayo «The Art of the Short Story», Hemingway se expresa claramente acerca de su método:

«Si uno omite cosas o acontecimientos importantes que uno conoce bien, la historia se fortalece. Si se deja u omite algo porque uno no lo sabe, la historia no tendrá ningún valor. La prueba para cualquier historia es la calidad de las cosas que usted omite, no sus editores.» De la lectura de Rudyard Kipling asimiló la práctica de la reducción de la prosa hasta el extremo. Sobre el concepto de la omisión, Hemingway escribió en
«The Art of the Short Story»:

«Se podría omitir cualquiera [parte] sabiendo que lo esta omitiendo, y la parte omitida reforzaría la historia y haría que la gente siente algo más de que entiende».

Creía que, al ocultar la estructura de la historia, el autor reforzaría la obra de ficción, y que la «calidad de una obra podría ser juzgada por la calidad del material eliminado por el autor». Su estilo contribuyó a la estética: utilizando «frases declarativas y representaciones directas del mundo visible» con un lenguaje simple y claro, Hemingway se convirtió en «el estilista de prosa más influyente del siglo XX», según el biógrafo Meyers. En el ensayo «Hemingway's Camera Eye» («El ojo de cámara de Hemingway»), Zoe Trodd explica que Hemingway utiliza repetición en su prosa, creando un collage de fotos que sirve para construir una imagen completa. Sobre la teoría del iceberg, afirma que «es también una cascada glaciar, llenada de movimiento por su estética multifocal»​ Además cree que la teoría del iceberg de Hemingway «exigió que el lector sienta la historia "entera"» y que el lector está destinado a «llenar los vacíos dejados por las omisiones con sus sentimientos». Jackson Benson cree que Hemingway utilizó detalles autobiográficos como dispositivos de encuadre para escribir sobre la vida en general —no sólo sobre su propia vida. Así, Benson postula que Hemingway utilizó sus experiencias y las extrajo con escenarios de «qué pasaría si»:

«¿Qué pasaría si estuviera herido de tal manera que no podía dormir por la noche? ¿Qué pasaría si estuviera herido y enloquecido, qué pasaría si me mandaron de vuelta al frente?»


Al separar a sí mismo de los personajes que creó, Hemingway refuerza el drama. El medio para lograr un drama fuerte es minimizar, u omitir, las sensaciones que produjeron la ficción que escribió. La teoría del iceberg de Hemingway destaca las implicaciones simbólicas del arte. Hace uso de la acción física para llegar a una interpretación de la naturaleza de la existencia del hombre. Se puede demostrar de modo convincente que, «al representar la vida humana a través de la ficción, retrató de manera consistente el hombre contra el fondo de su mundo y universo para examinar la condición humana desde varios puntos de vista.» Ficción temprana Gwendolyn Tetlow cree que la ficción temprana de Hemingway, como «Campamento indio» muestra su despreocupación por la construcción de personaje, simplemente colocando al personaje en su entorno. No obstante, en «Campamento indio» por ejemplo, el uso de detalles descriptivos —tales como una mujer gritando, hombres fumando tabaco, y una herida infectada— construyen un sentido de veracidad.

En otras palabras, una historia puede comunicarse por subtexto; así, en «Colinas como elefantes blancos» no se menciona la palabra «aborto», aunque el personaje masculino en el relato parece estar tratando de convencer a su novia a que aborte.​«El río de dos corazones», explica Hemingway, «trata de un joven... que regresa de la guerra.... Así se omite la guerra, toda mención de la guerra, cualquier mención de la guerra.» Hemingway omitió intencionalmente parte de la historia en «Campamento indio» y «El río de dos corazones", dos relatos que consideró como buenas obras. Baker explica que los cuentos de Hemingway sobre deportes a menudo tratan sobre los propios atletas y que el deporte es accesorio a la historia. Asimismo, el relato «Un lugar limpio y bien iluminado», que a primera vista describe a hombres tomando en una cantina por la noche, en realidad trata de lo que trae los hombres a la cantina para tomar, y las razones por las cuales buscan la luz en la noche —aspectos que no son visibles en la «superficie» del argumento, pero que se esconden en la parte oculta del iceberg. «El río de dos corazones», así como «Un lugar limpio y bien iluminado», aparentemente tratan de nada, pero dentro del nada reside el quid de la historia.​ Novelas Benson cree que la omisión aplicada por Hemingway, funciona como una especie de barrera entre sí mismo, como creador de un personaje, y el personaje. Explica que un autor, al introducir una «distancia» con el personaje que ha creado, «parece volverse más experimentado». Benson afirma que en la ficción de Hemingway la distancia es necesaria, y es aplicada con éxito en la ficción temprana como en Fiesta, pero si él, siendo «el autor no crea deliberadamente esta distancia, la ficción falla», como aparentemente ocurrió en obras posteriores como Al otro lado del río y entre los árboles. Baker caracteriza Al otro lado del río y entre los árboles como una «novela lírica poética» en la que cada escena tiene una verdad subyacente presentada por medio de simbolismo.20​ Un ejemplo de omisión deliberada, según Meyers, es que Renata, al igual que otras heroínas en la ficción de Hemingway, sufre un gran "choque" —el asesinato de su padre y la consiguiente pérdida de su casa— a la que Hemingway sólo alude brevemente.​ La narrativa recortada de Hemingway obliga al lector de resolver las conexiones. Como señala Stoltzfus:

«Hemingway lleva al lector hasta el puente que debe cruzar solo, sin la ayuda del narrador».
Hemingway creía que si ya se había escrito sobre el contexto o fondo por otro, y que lo escrito era de buena calidad, podría ser omitida de sus escritos. Sobre El viejo y el mar explica: «Como escritor uno se ve limitado por lo que ya se ha hecho satisfactoriamente. Así que he tratado de hacer algo diferente. En primer lugar he tratado de eliminar todo lo innecesario para transmitir la experiencia al lector, de manera que después de haber leído algo, esto se convierte en parte de su experiencia y parezca que realmente sucedió».23​ Legado En octubre de 1954 Hemingway recibió el Premio Nobel de Literatura «por su maestría en el arte de la narración, demostrado recientemente en El viejo y el mar, y por la influencia que ha ejercido sobre el estilo contemporáneo».​

El legado de Hemingway a la literatura norteamericana es su estilo: los escritores que vinieron después lo emularon o lo evitaron.​ Después de que estableció su reputación con la publicación de Fiesta, se convirtió en el portavoz de la generación de la primera post-guerra, habiendo establecido un estilo a seguir.​ Reynolds afirma que su legado consiste en que «dejó cuentos y novelas tan conmovedores que algunos han pasado a formar parte de nuestro patrimonio cultural».

En un discurso de 2004 en la Biblioteca John F. Kennedy, Russell Banks declaró que, como muchos escritores masculinos de su generación, fue influenciado por la filosofía literaria, el estilo y la imagen pública de Hemingway. En cambio, en 2012 el novelista John Irving rechazó la mayor parte de la obra de Hemingway «a excepción de algunos cuentos», diciendo que «el dictamen de escribir-lo-que-uno-sabe no tiene lugar en la literatura de imaginación». Irving también se opuso a la «postura de hombre duro-ofensivo—todos esos hombres recalcitrantes del tipo dice-poco» y contrastó el enfoque de Hemingway con el de Herman Melville, citando el consejo de este último:

"ten cuidado a quien busca agradar más que atemorizar"».



Biblioteca personal.

Tengo este magnifico libro, la ora maestra de Ernest Hemingway.


Itsukushima Shrine.

1 comentario:

  1. Uno de los grandes de la literatura del siglo XX, representante de la Generación perdida, vivió las dos guerras mundiales, El auge de comunismo y el fascismo, y el comenzó de la guerra fría. Merecido premio nobel de literatura.

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