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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

viernes, 9 de marzo de 2012

66.-Kristin Lavransdatter de Sigrid Undset.-a

  

Kristin Lavransdatter.




Una de las cumbres de la narrativa histórica del pasado siglo, Cristina, hija de Lavrans (1920-1922) traza la vida de una mujer en la Noruega del siglo XIV, época convulsa por las luchas dinásticas, el paganismo renuente a la irradiación de los valores cristianos y las rígidas normas sociales, cuyo quebrantamiento arrastraba consecuencias trágicas. Así, al tiempo que exhibe un magnífico tapiz del mundo medieval escandinavo, la novela sondea los conflictos humanos, morales y religiosos que se cernirán sobre la protagonista y su familia, manteniendo vivo el pulso narrativo a lo largo de sus más de mil páginas.
Dividida en tres partes –la corona, la mujer y la cruz–, sigue la historia de Cristina, hija de un hacendado de orígenes nobiliarios, desde su nacimiento hasta su muerte. Pese a estar concluida en 1922  y ser Undset buena conocedora de la narrativa inglesa, nuestra novela posee una estructura tradicional, propia de la novela realista decimonónica: narrador único y omnisciente –en tercera persona–, uso de capítulos, progresión temporal lineal, foco central en un protagonista respecto al cual orbitan una constelación de personajes secundarios…
Con todo, Undset, calificada por la crítica como la “Zola de la Edad Media” discrepa en su realismo del naturalismo decimonónico y del new awakening de las letras escandinavas –G. Brandes e Ibsen–, caracterizados por su positivismo y su permanecer amarrados a la tierra (fisiología, determinismo socio-cultural…).

 Undset impugna las doctrinas entonces imperantes –socialismo doctrinario y filantropismos de todo cuño– “porque se obstinaban en no considerar a la naturaleza humana tal como ella es en realidad. Partían del supuesto de que el género humano tenía que progresar, cambiándose en algo distinto de lo que era. Yo, que me había alimentado de prehistoria y de historia, no creía gran cosa en el progreso.”









Es justamente este amor por la persona y el claroscuro de su potencialidad, su libertad responsable, lo que encaminará a nuestra autora del agnosticismo a la fe católica, en la que será bautizará en 1924. Si Marx, Nietzsche y Freud habían socavado la ilusión positivista, descubriendo en el hombre realidades sombrías (alienación, voluntad de poder, inconsciente y libido), Undset supera tanto el reduccionismo positivista como la unilateralidad de los filósofos de la sospecha. Para un espíritu alerta, atento a la experiencia propia y ajena, es palmaria la existencia del mal. 
Como ha recalcado George Steiner, “[Joseph de Maistre] comprendió algo fundamental: La Ilustración es esencialmente el intento pretendido y consciente de anular la realidad del pecado original, de negar la Caída. Por eso toda crítica de la Ilustración tiene que pasar por intentar restituir la noción de la caída original.”

Cristina, hija de Lavrans acoge en sus páginas toda la plasticidad humana, donde se contrapuntean la llamada al bien y la terca presencia del mal (llámesele pecado, yerro o injusticia). Entre sus páginas afloran la voluntad de poder –en torno al disputado trono del rey Magnus–, la seducción de las riquezas –corte real, señorío de Husaby–, el amor –de amistad, paternal o filial–, la infidelidad –matrimonial, señorial–. La pasión y el sexo son también abordados con sinceridad, con un tratamiento diáfano que, alejado del puritanismo, se acerca a D.H. Lawrence, aunque atenuando su crudeza.
 Y, junto a la desazón del mal, la redención, la liberación del pecado por el perdón (humano y divino). De esta manera, el enigma de la culpa recorre subterráneamente toda la novela, entroncando así con la obra de Dostoievski.

El trasfondo histórico, que nunca ahoga la trama narrativa, es fidedigno, destacando junto a otras figuras la pacificación del difunto rey Haakon, así como el reinado de Magnus sobre Escandinavia o el azote de la Peste Negra. Con todo, la verosimilitud del relato no la otorga tal o cual personaje histórico, sino la novela en su conjunto, con sus localizaciones reales y, sobre todo, la plasmación genuina del marco social y cultural: usos y costumbres civiles y religiosas, leyes, edificaciones, vestidos, herramientas, cocina y modos de vida de la época, tanto de la nobleza como de los eclesiásticos, el campesinado y las clases más bajas. Undset, hija de un prestigioso catedrático de arqueología, heredó de él su inclinación por la historia, sobre la que escribió varios estudios.
Mérito especial de la autora es la importancia que concede al simbolismo y la alegoría, que fecundan toda la hermenéutica medieval –en especial la bíblica– y son piedra de toque de su arte y literatura, como ilustra la Commedia dantesca. La vida como río que avanza inexorable y que, al mismo tiempo, arrastra el polvo de las generaciones, asoma a lo largo de la narración. La corona –llevada por las doncellas noruegas en su boda como símbolo de virginidad– es el título de la primera parte de la novela; la cruz será el marco de la tercera y última parte. Los anillos –el tercer anillo que Lavrans regala a su mujer, la marca del anillo de bodas de Cristina en su dedo–, con el significado de alianza que conllevan, dotan a las escenas de una intensidad memorable. Igualmente, la autora noruega muestra la trascendencia que otorgaba el Medioevo a los vestidos y a los objetos de valor.
De esta manera, nuestra novela está transida del humanismo que la autora propugnó a lo largo de su vida, que le llevó a abanderar la importancia capital de la mujer en la sociedad o de la libertad frente al nacionalsocialismo (por lo que tuvo que exiliarse ante la ocupación nazi de Noruega). Y es esta defensa esperanzada de la persona –pese a la certeza de sus fallas– lo que dota a la novela de su grandeza. 
El talento narrativo de Undset sumerge así al lector en una Edad Media realista –frente al idealismo de Ivanhoe, El señor de Bembibre u otras novelas del siglo XIX–, apasionada, donde la santidad y la quiebra luchan a brazo partido en el corazón de la persona, esperando vencedor.

Sigrid Undset.

  


(Kalundborg, Dinamarca, 20 de mayo de 1882 - Lillehammer, 10 de junio de 1949) fue una escritora noruega.



Hija de Ingvald Undset, arqueólogo de reconocimiento internacional especializado en la Edad del Hierro en Europa, nació en Dinamarca, pero su familia se trasladó a Noruega cuando ella contaba tan solo dos años de edad. Realizó sus estudios en Oslo, pero no pudo ir a la universidad a causa de la temprana muerte de su padre. Trabajó como secretaria en una importante empresa de ingeniería cuando contaba dieciséis años.
Sus primeras novelas fueron La señora Marta Ulia (1907), Jenny (1911) y Primavera (1914), en las que escribe en contra de los defensores del «amor libre». Incrementó y consolidó su fama con Las mujeres sabias (1918) y el ensayo Punto de vista de una mujer (1919).
Sus obras más conocidas son Kristin Lavransdatter (1920-1922) y Olav Audunssön (1925-1927), en las que trata el permanente conflicto entre el amor terreno y el divino.
Se convirtió al catolicismo en 1924, experiencia que narró en Gymnadenia (1929) y en el La zarza ardiente (1930). Profesó en la Tercera Orden de la Penitencia de Predicadores como Dominica Seglar. En 1940 se trasladó a los Estados Unidos, a causa de su oposición a la Alemania nazi y la ocupación alemana de Noruega, en donde participó activamente en movimientos de lucha contra los nazis. Volvió a Noruega en 1945, tras la terminación de la II Guerra Mundial.
Otras obras que cabe destacar son la novelas La esposa fiel (1936) y Madame Dorothea (1939), su autobiografía, Los años más largos (1934) y su famosa biografía sobre Catalina de Siena (1951). Fue galardonada en 1928 con el premio Nobel de Literatura.





Comentarios.



Su vida es determinante para comprender su obra. La muerte de su padre, un arqueólogo, cuando era una niña, dejó a la familia en una precaria situación, así que en cuanto cumplió la edad requerida, estudió historia y arte medieval y comenzó a trabajar en una oficina para mantener a su madre y a su hermana, mientras que durante la noche se sentaba en la cocina a escribir. Pertenece por derecho propio a aquella primera generación de mujeres emancipadas (en cierta medida), que percibían un salario por su trabajo.

1905


Decidida a hacer realidad su sueño de convertirse en pintora, se fue a Roma, donde conoció a un pintor noruego, con el que se casó poco después. Su matrimonio no contribuyó a mejorar las cosas, ya que se encontró con que se esperaba de ella como mujer casada que supeditase su talento al de su marido; de hecho, fue obligada a dejar de pintar cuando nació el primero de sus cinco hijos. Las serias crisis que atravesó la pareja terminaron en un doloroso divorcio que, una vez más, la dejó a cargo de una familia aumentada por los hijos del primer matrimonio del pintor.

Sigrid Undset y dos de sus hijos


Víctima del eterno dilema femenino -entregarse a la vida laboral o a la familiar- optó por una solución de compromiso: cuidar de los niños durante el día y reservar los domingos y las noches para su quehacer literario. Esto le hizo ser consciente de cuál era realmente la situación de la mujer "moderna", de forma que se decidió a tomar parte activa en los movimientos de debate político y social en favor de la mujer. En 1940 se exilió en los Estados Unidos, donde colaboró activamente con el movimiento antinazi.


Publicó su primera obra en 1907: se titulaba La señora Martha Oulie y su protagonista reconocía públicamente su infidelidad desde la primera frase del libro, lo cual provocó una enorme polémica en la sociedad de su tiempo, máxime si se tiene en cuenta que se trataba de una novela "de matrimonio"; otras obras suyas que trataban de los problemas de la mujer trabajadora fueron Jenny (1911) y Las mujeres sabias (1914).
Poco a poco, volvió su interés hacia valores más tradicionales -el eterno conflicto entre el amor terrenal y el amor divino, y hacia los temas históricos, particularmente la Edad Media, época en la que se ambienta la que la crítica considera su mejor obra, la trilogía sobre la vida de Kristin Lavransdatter. La obra se componía de tres novelas que vieron la luz en años sucesivos ( La corona, 1920; La señora, 1921; La cruz; 1922) y, además de convertirse en poco tiempo en un clásico de las letras noruegas, consagró definitivamente a la autora, reconocimiento este que se confirmó cuando le fue entregado el Premio Nobel de literatura en 1928 -al año siguiente de la publicación de Olaf Audunson (1925-1927)- y cuando fue nombrada presidenta de la Sociedad Noruega de Autores, con lo que se convirtió en la primera mujer en obtener tal distinción.

Undset describe en sus novelas un tipo de mujer moderna muy distinto al que habían pintado sus compatriota Camilla Collet o Amalie Skram años antes. Sus mujeres tienen una profesión reconocida, fuman, practican deportes peligrosos y se van de fin de semana con hombres sin estar casadas; actividades todas estas consideradas altamente impropias en 1880. Estos temas, exclusivos de la mujer, dividieron el sector femenino en dos facciones claramente diferenciadas: Sigrid fue una vehemente opositora a cualquier tipo de intervención, mientras que Cora Sandel, por ejemplo, fue una ardiente defensora en ese respecto.

    

Lunes, 08 de enero de 2024


Sigrid Undset vio la falsa esperanza del hombre moderno y se hizo católica

Las poderosas razones que llevaron a la escritora Sigrid Undset, Premio Nobel, a hacerse católica.

En un ensayo sobre su conversión publicado entre los de otros "conversos notables", la escritora noruega Sigrid Undset (1882-1949) ofreció las razones muy profundas que le llevaron a convertirse al catolicismo.
Es una historia de conversión del tipo "esto sí, esto no". Sigrid Undset ingresó en la Iglesia en 1924, tras hacerse famosa por la novela Cristina, hija de Lavrans, una historia profundamente católica ambientada en la Noruega medieval. Recibió el Premio Nobel de Literatura cuatro años después.
Contó la historia en un ensayo titulado Más allá de las limitaciones humanas, en el que dejaba devastadoramente claros los errores que rechazó en el camino hacia la Iglesia católica.
Apareció en 1939 en un libro titulado Through Hundred Gates [A través de cien puertas], escrito por "notables conversos de veintidós países". Los 41 relatos incluyen solo unas pocas personas que los lectores reconocerán: Chesterton, Undset, Paul Claudel... y Knute Rockne [célebre entrenador de fútbol americano], cuya historia se titula Cross the Goal Line [Cruza la línea de gol]. Los demás cuentan en su mayoría historias fascinantes, conversiones a partir de vidas muy diferentes a las nuestras. 

La falsa esperanza del hombre moderno

Undset comienza su historia con la esperanza del hombre moderno "de que sea imposible para la humanidad encontrar la verdad absoluta". Los modernos esperan eso "porque imaginan que la vida perdería todo su encanto y se acabaría nuestra libertad si realmente existiera una verdad". Quieren vivir en un "país de los sueños" porque ofrece una "gloriosa libertad para trasladarnos a un mundo cuyos sistema y calidad decidimos nosotros mismos".
Eso significa que no quieren ninguna autoridad sobre ellos, especialmente la de la Iglesia católica. Entonces llega al punto central de su crítica. Queremos autoridad. Necesitamos autoridad. Y queremos que esa autoridad sea divina. "Surge la pregunta", dice:
 "¿Anhelamos la autoridad porque en realidad hemos sido creados para inclinarnos ante una autoridad como la que tiene el único derecho legítimo sobre nosotros: un derecho del Creador?"

Undset responde que sí

Desde muy joven consideraba inapropiada la autoridad humana. Uno sospecha que era el tipo de estudiante cuyos profesores sienten alivio cuando pasa al curso siguiente. Su escuela era de izquierdas, y ella señala:
"Las personas que se autodenominan progresistas o radicales o que están en sintonía con la nueva era suelen ser extremadamente intolerantes"
Descubrió que los profesores que decían a sus alumnos que pensaran por sí mismos no lo decían en serio.
No hablaba mucho mejor de los conservadores. Su pastor luterano fue el primero en enseñarle la idea conservadora de la vida. 
"Me la hizo intensamente repulsiva", dice, con "su desagradable idea de Dios". También se dio cuenta de que "casi todas las personas con inclinaciones religiosas tenían su propia convicción personal o su propia concepción independiente del cristianismo".
Sus profesores presentaban una idea de Dios más atractiva que la de su Iglesia. Pero para ella no era una idea convincente. Su Jesús era humano, pero no más que eso. No era "más humano que la humanidad más noble que he podido imaginar. Era sabio, pero no más allá del entendimiento humano". En el resto del ensayo reitera en diversas ocasiones que se habían inventado su propio Jesús: 

"Utilizaron el nombre divino para justificar su propio proceso de pensamiento e ideales".

¿Por qué el cristianismo?

¿Por qué molestarse con el cristianismo? Al principio, no lo hizo. 
"Realmente no veía la necesidad de ningún Dios si el único propósito de su existencia era estar de acuerdo con mis ideas sobre el bien y el mal, sobre el honor y el deshonor y aprobar mis ideales y mis condenas"
. Podía creer felizmente en lo que creía "sin construir un Dios que estuviera de acuerdo conmigo".
Pero entonces su argumento se dio la vuelta. No lo dice explícitamente, y no sé si lo vio, pero describe una búsqueda de autoridad que surgió de una búsqueda de perdón. 
"Sabía lo que era lamentar la crueldad hacia los demás, la cobardía secreta, la indolencia donde la indolencia era imperdonable. Puedo decir que la vida, según mi religión humanista y privada, no me había producido ninguna agradable satisfacción de mí misma".
También empezó a percibir otras verdades sobre la vida humana que apuntaban al cristianismo. Vio que cualquier liderazgo humano que pudiera conducir al bien requería la sumisión a Dios. La autoridad humana necesitaba la autoridad divina. Sin Dios, el liderazgo humano solo significaba que un hombre le dijera a otros lo que debían hacer, sin conocer la verdad que justificaba el decir a otras personas lo que debían hacer.
Vio que la vida misma apuntaba a la necesidad de una vida más allá de la muerte. Y llegó a comprender que la creencia en la hermandad humana depende de aceptar "que todos somos coherederos de un estado de quiebra tras la caída del hombre". Por tanto, "solo una intervención sobrenatural puede salvarnos de nosotros mismos. La Iglesia cristiana enseña que Cristo fue en sí mismo esta intervención".
Entonces hizo una estupenda admisión: 

"Por fin había progresado hasta el punto de ver que no tenía ninguna creencia en Dios. Pero aún creía menos en mi propia incredulidad... No me quedaba otra cosa que hacer que ver a un sacerdote y pedirle que me instruyera en todo lo que la Iglesia católica realmente enseña".

La Iglesia católica

Curiosamente, dice que siempre creyó "que la Iglesia católica es idéntica a la Iglesia fundada por Cristo". Esto puede explicar por qué pudo escribir una novela como Cristina, hija de Lavrans estando aún fuera de la Iglesia.

'Cristina, hija de Lavrans', novela, y 'Santa Catalina de Siena', ensayo histórico, son dos de las obras más célebres de Sigrid Undset.

En su "esto sí, esto no", añade, "nunca había entendido la historia de la Reforma como otra cosa que una historia de rebelión contra el cristianismo, aunque fuera una rebelión de cristianos creyentes -a menudo subjetivamente piadosos- que esperaban que el verdadero cristianismo fuera algo que armonizara mejor con sus ideales cristianos subjetivos que con la realidad".
"Como creo que Jesucristo es Dios mismo, mi Hacedor, creo también que ha construido su Iglesia como el hombre la necesita", cierra el ensayo. Él nos deja su paz, que ella compara con la paz de las profundidades del océano, que no se ve afectada por el clima de la superficie: 
"Nuestra experiencia práctica es que el Reino de Dios está dentro de nosotros, aunque nos encontremos rodeados por nuestro propio yo inquieto, medio preocupados por las realidades, medio preocupados por las ilusiones del mundo. Pero experimentamos que de una manera sobrenatural Dios está en nosotros y sostiene incesantemente su Reino dentro de nosotros contra nuestros ataques a Él".

  

Sigrid Undset e «Ida Elisabeth»: el peso de los errores

Sigrid Undset (1882-1949) se convirtió al catolicismo en 1924 y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1928. Su novela 'Ida Elisabeth' es de 1932.


"Pero, entender... eso debe ser lo mejor, pues el amor mismo falla porque entendemos muy poco" (Sigrid Undset, "Ida Elisabeth").

En 1928 la escritora noruega Sigrid Undset ganó el premio Nobel de literatura. La década de 1920 fue muy prolífica para ella: publicó dos de sus grandes obras ambientadas en la Noruega medieval, Cristina, hija de Lavrans y El Señor de Hestviken, y en 1924 fue recibida en la Iglesia católica.
La novela que comentaré en este artículo, Ida Elisabeth, fue publicada en 1932.
Joseph Pearce escribió que Sigrid Undset "ve el mundo real, en el que las personas enfrentan las amargas consecuencias de elecciones egoístas y en el que el sufrimiento, aunque inevitable, es potencialmente redentor". En Ida Elisabeth se puede ver que las elecciones egoístas resultan tanto de la ignorancia como de la obstinación; las consecuencias, sin embargo, son inevitables para quien ha elegido y para las personas cercanas.
La aceptación del sufrimiento, capaz de actualizar la potencia redentora que comenta Joseph Pearce, sólo es posible para Ida Elisabeth cuando ella reconoce el sentido –el misterio– subyacente a todas las contradicciones que no entendía. Ida Elisabeth es una novela de maduración.
La novela empieza y termina con la cercanía de dos personajes: Ida Elisabeth y su hijo Kalleman (Carl). La última escena, en que el niño parece dar los primeros pasos hacia la madurez, completa la primera y toda la novela. En la primera escena, la joven de veinticuatro años, que ha viajado a Oslo sola con el niño, sale del hospital y regresa a su pueblo. Carl tenía un problema en el oído y ha sido sometido a una intervención. Con el pequeño en los brazos, Ida Elisabeth toma un vapor y regresa a su pueblo. A lo largo del viaje la vamos conociendo mejor.
Ella tiene otra hija un poco mayor que Carl –se llama Sölvi– y está casada con un hombre de su edad: Frithjof, el padre de los niños. Los dos se conocieron todavía en la escuela; arrinconados por ser los bichos raros de la clase, no tardan en estrechar su enlace hasta que sus padres lo descubren. Los padres de Ida Elisabeth, que vienen destruyéndose desde que han perdido el dinero que tenían, reciben la caída de la hija como un golpe terrible. La mandan a Oslo para que aprenda un oficio y, viviendo en la capital, ella encuentra otra vez a Frithjof. Él no ha madurado mucho, pero le propone que se casen y ella lo acepta.
Años después, rememorándolo, Ida Elisabeth piensa que no aceptó el matrimonio por tenerle algún afecto a Frithjof, sino porque de alguna manera quería remediar la caída, aunque entonces no lo supiera claramente.

Ida es sorprendida  en una situación de intimidad con Frithjof y acaba casándose con él para sublimar la caída. La novela de Sigrid Undset es la historia de las consecuencias de ambos errores.
La vida en Oslo resulta imposible y la pareja regresa al pueblo. Pero Frithjof no trabaja. Ida Elisabeth va poco a poco dándose cuenta de que el marido será para ella un hijo más: demanda sus cuidados, protección y aprobación, sin darse él mismo a la familia que al parecer ha formado. Con la llegada de Carl, Ida Elisabeth sabe que los pequeños sólo podrán contar con ella y no con el padre. Ella, modista y costurera, trabaja hasta el anochecer y mantiene la familia. No se queja, pero le parece repugnante tomar el lugar de su marido y al mismo tiempo ser responsable por él.
Frithjof no es un hombre malo. La respeta y quiere a su manera; pero es una manera infantil y corrompida. Otra carga para Ida Elisabeth son los padres de Frithjof, tan inmaduros como su hijo e incapaces de percibir en qué medida su manera infantil de vivir les trae problemas cuya resolución siempre esperan de los demás –y no pocas veces de Ida Elisabeth–.
La única alegría de Ida Elisabeth es cuando, después de un día de trabajo, puede sentarse sola con los niños a la mesa y darles de comer. Pero esa alegría es un castillo de naipes que se desploma cada vez que Frithjof o sus padres aparecen pidiéndole a ella que resuelva sus problemas. Ida Elisabeth se rebela porque no puede tener un hogar ni proteger a sus hijos. Y tampoco puede abandonar a Frithjof y sus padres que, sin darse cuenta, se arruinarían sin alguien que guiara sus pasos. ¿Cómo mantener esa tensión? Ella tampoco lo sabe, pero la mantiene hasta un límite, hasta que una actitud de Frithjof deja claro que ella tendrá que hacer una elección entre el marido flojo y los niños.
No es difícil imaginar cual es su elección. Al divorciarse de Frithjof, Ida Elisabeth, embarazada, se marcha y reconstruye la vida en otro pueblo. Sin la carga que suponía Frithjof, sale adelante bastante bien. Pero, carga o no, la vida con su marido y su familia han dejado huellas en Ida Elisabeth; huellas más profundas porque no son muy diferentes de las que le han dejado sus propios padres. Le resulta difícil entenderlos, entender a todos ellos. Su padre se destruyó tras una gran pérdida económica; pero fue una destrucción lenta, llevada a cabo día tras día. Ida Elisabeth no comprendía por qué, pero le tenía mucho afecto. Cuando su caída con Frithjof, Ida Elisabeth tuvo la seguridad de que su padre la amaba; el amor fue como una herencia para ella: tenía que amar a sus hijos también, aunque el afecto debiera contener algo más. A diferencia de su propia familia y de la de Frithjof, Ida Elisabeth sabe que el afecto por sus hijos sólo tendrá sentido si va acompañado de protección y fuerza para hacerlos madurar.
¿Qué sentido tiene –piensa ella– llevar en los hombros la carga de gente incapaz de vivir por sí misma? Los hijos jamás fueron un peso en su vida, pero los demás (sus propios padres, Frithjof y su familia) sí. ¿No es peor ayudar a quienes demandan de uno mucho más que la mera ayuda? Pensando sobre la vida de una joven amiga que acaba de morir, una chica que de fiasco en fiasco ha llegado a la tumba, Ida Elisabeth se pregunta:
 "¿Hay algo que deberíamos saber, pero que jamás nos han contado, y precisamente por eso hacemos tantas cosas estúpidas en nuestras vidas?".

Algunos años después del divorcio, Frithjof y su familia vuelven a la vida de Ida Elisabeth. Siguen tal y como ella los había dejado: infantiles e incapaces de percibir sus errores, aunque envejecidos y marcados por el sufrimiento. Reaparecen demandando de ella atención y cuidado. Lo aparentemente razonable sería apartarse de ellos; pero ella –por alguna razón desconocida– no puede dejarlos a su propia suerte. Son desvalidos, irritantes e inmaduros, pero ella no puede dejarlos.
Y ella misma... bueno, tal vez es como una que ha crecido en un hospital; su padre y su madre ciertamente podrían clasificarse como chatarra, excepto que la falla en ellos no apareció hasta que fueron sometidos a cierta tensión, y luego se rompieron. Sin embargo, esto es solo metafórico: los seres humanos no son un molde, y el azar le ha enseñado cómo sufren los que no pueden enfrentar la fuerza con la fuerza, los que no obtienen ningún beneficio de la adversidad, nunca aprenden a comprender por qué están mal, sino que esperan como niños que alguien venga a ayudarlos, y entonces, o bien no sufren sin hablar, porque están convencidos todo el tiempo de que alguien vendrá a recogerlos, o bien están fuera de sí con desesperación como niños acostados solos en una casa vacía.
Hay algo en todos ellos –algo tal vez vislumbrado en el auténtico afecto que le tenía su padre– que le hace ver lo que estaba en el fondo, por debajo de los destrozos de aquellas vidas rotas; no ver, porque no lo ve claramente, sino adivinar lo que –o quién– podrían haber sido. Esa posibilidad es suficiente para que Ida Elisabeth, sin olvidarse de sus errores, se sienta incapaz de abandonarlos a su propia suerte. Pero el problema permanece: la contradicción entre lo que podrían (tendrían) que haber sido y la menesterosidad infantil de sus vidas no se resuelve. O por lo menos, no aquí. La contradicción lleva a Ida Elisabeth a pensar en Dios.
Víctima de la tisis, Frithjof pasa sus últimos momentos en un sanatorio en la ciudad de Ida Elisabeth. Ni siquiera la cercanía de la muerte –de la que él no se percata– puede cambiarlo. Ida Elisabeth se queda a su lado y conforta a los padres. Mirando al cadáver de quien fue un muchacho toda su vida, Ida Elisabeth se sorprende de su belleza; es una belleza que jamás había tenido en vida: 
"Tal vez fuese como una visión de algo que él tendría que haber sido, o que todavía será –tal vez se pueda vislumbrar poco después de la muerte a qué está destinada una persona antes de que la corrupción destruya la cáscara que ha llevado–".
 Tal vez, sigue pensando Ida Elisabeth, todo lo que impidió que Frithjof luchara en esta vida se ha terminado; entonces él entenderá, y la lucha, una lucha de amor, empezará para él.

  

Jon Olav Fosse.



(Haugesund, 29 de septiembre de 1959), conocido como Jon Fosse, es un escritor y dramaturgo noruego. Ganó el Premio Nobel de Literatura en el 2023.

Biografía
Calligrapher: Susan Duvnäs
Book binder: Leonard Gustafssons Bokbinderi AB



Jon Olav Fosse nació en Haugesund, Noruega. Debutó en 1983 con la novela Raudt, svart (Rojo, negro). Su primera obra, Og aldri skal vi skiljast (Y nunca nos separaremos) se escribió y publicó en 1994. El autor ha escrito novelas, cuentos, poesía, libros infantiles, ensayos y obras de teatro. Sus obras han sido traducidas a más de cuarenta idiomas. Es ampliamente considerado como uno de los más grandes dramaturgos contemporáneos del mundo. Fue nombrado caballero de la Orden Nacional del Mérito de Francia en el 2007.5​ También se ha clasificado con el número 83 en la lista de los 100 mejores genios vivos por The Daily Telegraph.6​ En 2023 ganó el Premio Nobel de Literatura.





Biblioteca Personal.

La tengo en biblioteca, una mejores obras que leído.

Itsukushima Shrine.

Daneses laureados con el Premio Nobel de Literatura.


  

Karl Adolph Gjellerup

(Roholte, 2 de junio de 1857 - Klotzsche, 11 de octubre de 1919) fue un dramaturgo y novelista danés, ganador del premio Nobel de Literatura en 1917.
Inició sus estudios, pero los abandonó, quizás siendo influido por el crítico literario danés Georg Brandes. A partir de 1892 vivió en Alemania donde escribió varias obras en alemán.
Sus primeras novelas, Ung Dansk (Joven danés, 1879) y Germanernes Laerling (Discípulo de los teutones, 1882), eran consideradas autobiográficas y acusaban la influencia del determinismo crítico de Brandes. Su tragedia lírica Brynhild (1884) fue la que indicó el principio de una etapa de producción dramática. A esta siguieron varias obras con temas revolucionarios, como St. Just (1886), Thamyris (1887) y las comedias Herman Vandel (1891) y Wuthorn (1893).
En sus últimas novelas, como Pilgrimen Kamanita (El peregrino Kamanita, 1906), se ve su fuerte atracción por la cultura alemana, donde aborda ampliamente el misticismo oriental. En 1917, junto con Henrik Pontoppidan, ganó el premio Nobel de Literatura, que le fue otorgado en reconocimiento de su «variada y rica poesía inspirada en altos ideales».

  

Johannes Vilhelm Jensen.



(Farso, 1873 - Copenhague, 1950) Escritor danés que obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1944 y que fue un impulsor destacado del modernismo en su país. Hijo de un veterinario, en 1893 dejó su país natal y marchó a Copenhague a estudiar Medicina; pero en 1895 interrumpió tales estudios y se dedicó a la actividad literaria y periodística, aunque sin renunciar a su vocación científico-biológica. De su amplia y apresurada producción de los primeros años sólo merecen ser citadas las dos novelas Daneses (1896) y Einar Elkjaer (1897), inspiradas por un decadentismo que luego el autor abandonó.
A partir de 1898 Jensen fue corresponsal de varios periódicos en España, Francia, Inglaterra y Noruega; a ello siguieron los viajes a la India, China y América, estos últimos singularmente importantes para su futura posición de admirador sin reservas de la raza germánica y de la técnica moderna. Su éxito como escritor fue sancionado en 1929 con el nombramiento de doctor "honoris causa" de la Universidad de Lund, y, en 1944, por la concesión del Premio Nobel.
En sus relatos de Himmerlandshistorier (1898-1910), evoca el paisaje y el estilo de vida arcaico de su región natal, sin por eso lamentar el desarrollo social y técnico, que consideraba no sólo inevitable sino además necesario. Las historias están interrelacionadas, de modo que un personaje secundario de una de ellas resulta ser protagonista de otra. En Danskere (1896) y Einar Elkær (1898) hay una crítica a la actitud por demás reflexiva de sus compatriotas, que consideraba iba en detrimento de una más vida activa. Pero, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, Jensen no era fatalista ni pesimista. En La caída del rey (1901), una novela histórica cuyo protagonista es Cristián II, que reinó en Dinamarca en el siglo XVI, aparece una temática similar. Pero hay en sus páginas otro mensaje, de carácter más nihilista: todas las empresas humanas están condenadas al fracaso. En sus viajes a Estados Unidos, Jensen se llenó de admiración por la joven nación, tanto más vital que la Europa de la época. Den lange Rejse (1908-1922), en seis tomos, es una serie de relatos míticos de inspiración darwiniana, que conforman una teoría antropológica científicamente dudosa pero de gran seducción poética. Si bien sus intentos dramáticos fracasaron y sus ambiciones científicas eran desmesuradas, Jensen fue un espíritu innovador en la cultura danesa y, como inspirador del modernismo literario, tuvo gran importancia para muchos escritores de las generaciones posteriores.


  

Henrik Pontoppidan.



(Fredericia, 1857-Copenhague, 1943) Escritor danés. En sus primeras novelas luchó contra la influencia clerical y describió la vida popular de los habitantes su país (Alas cortadas, 1881; Cuadros de aldea, 1883), convirtiéndose en el máximo exponente del naturalismo en Dinamarca. De su obra destacan dos grandes ciclos narrativos: la trilogía La tierra prometida (1891-1895) y los ocho volúmenes de Pedro el Afortunado (1898-1904), su obra maestra, en la que describe la vida urbana danesa hacia 1900. Asimismo, también es autor de diversos volúmenes de narraciones en las que evocó la vida de la burguesía (Mimosas, 1886; Velada, 1894). Posteriormente escribió novelas satíricas, en las que acusa un profundo escepticismo: los cinco volúmenes de El reino de los muertos (1912-1915) y El paraíso del hombre (1927). Compartió el premio Nobel de literatura de 1917 con Karl Gjellerup.


Islandeses laureados con el Premio Nobel de Literatura.

  

Halldór Laxness

Halldór Laxness.

(Halldór Kiljan Gudjonsson; Reykjavík, 1902-1998) Escritor islandés, premio Nobel de Literatura en 1955, considerado el mejor narrador en lengua islandesa de su siglo; representante de la nueva cultura urbana de su país, dio a conocer la literatura islandesa en el ámbito internacional. Perteneciente a una familia de granjeros, Halldór Laxness estudió en el instituto de su ciudad y publicó a la edad de diecisiete años su primera novela, El hijo de la naturaleza (1919). Fue entonces cuando, finalizada ya la Primera Guerra Mundial, emprendió una vida itinerante que lo llevó a visitar numerosos países y, arrastrado por la efervescencia intelectual de la época, se movió por los diversos movimientos culturales y artísticos de entreguerras. Después de recibir el influjo de Strindberg, en 1921 marchó a Alemania, donde acusó la influencia de las corrientes expresionistas, como más adelante, en París, se interesaría por el surrealismo o el psicoanálisis y por figuras como James Joyce. Su atracción por el catolicismo lo llevó a ingresar en un monasterio de Luxemburgo, y fruto de sus experiencias religiosas nació El gran tejedor de Cachemira (1927), su primera novela importante, expresión de su decepción no ante el cristianismo pero sí frente a la Iglesia católica. Laxness, sin embargo, dejó luego al margen las cuestiones religiosas y comenzó a aproximarse a las sociales y políticas. En 1927 viajó a Estados Unidos, y presenció el crack del 29; el espectáculo de la miseria conviviendo con el lujo más desenfrenado transformó en convicción profunda lo que hasta ese momento no había sido más que un incipiente interés por las ideas socialistas; se convirtió así en un comunista convencido, aunque siempre alejado del marxismo dogmático. En Estados Unidos publicó la selección de textos satíricos El libro del pueblo (1929); su cáustico ataque al modelo capitalista imperante en el país le valió una amenaza de expulsión y lo decidió a regresar por voluntad propia a su país en 1930. En Islandia dio a la imprenta Salka Valka (1930-1932), novela de tendencia crítica y realista que describía la evolución social de un pequeño pueblo de pescadores islandés. Similares características presentan los dos volúmenes de Gente independiente (1935), que cimentó su prestigio fuera de Islandia, y el ciclo Luz del mundo (1937-1940), que tiene como héroe al poeta campesino islandés Ölafur Kárason. A pesar de que parten de la descripción de una realidad social muy concreta, estas narraciones recuerdan en ocasiones, por su consumado estilo y rica fantasía, la grandeza de las antiguas sagas islandesas. En 1952 recibió el Premio Stalin, y en 1955 el Nobel de Literatura: la década de 1950 fue, en efecto, la de su consagración como escritor y la de su reconocimiento por parte de la Unión Soviética, reconocimiento que nunca había supuesto ninguna traba a su libertad de pensamiento y a su independencia crítica. La campana de Islandia (1943-1946), calificada de epopeya nacional desde su publicación, está ambientada en la Islandia de los siglos XVII y XVIII y tiene por argumento la revuelta del pueblo islandés contra la dominación danesa. El mensaje que recorre toda la trilogía es claro: la firme voluntad de su país de permanecer independiente de toda gran potencia, sea ésta norteamericana o soviética. Entre sus trabajos posteriores destacan las novelas La base atómica (1948), donde retoma la crítica al imperialismo de Estados Unidos y denuncia la presencia militar estadounidense en territorio islandés, y Paraíso reclamado (1960), que trata sobre las desventuras de un campesino enfrentado a los predicadores mormones en la Islandia rural del siglo XVII. Sus últimas obras mostraron un paulatino alejamiento del socialismo y una reconsideración de la ética cristiana. Halldór Laxness cultivó asimismo el ensayo, la poesía y el teatro, si bien debe su celebridad a su producción narrativa, mediante la cual supo dotar a su lengua de la fluidez literaria que había perdido y reflejar los cambios históricos acontecidos en Islandia.



Suecos laureados con el Premio Nobel de Literatura.

  

Verner Von Heidenstam

Retrato de Verner von Heidenstam por Johan Krouthén (1931).

(Olshammar, 1859 - Övralid, 1940) Poeta sueco de inspiración neorromántica, que obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1916. Perteneció a una familia alemana llegada a la nobleza bajo Adolfo Federico, y durante su juventud viajó largo tiempo, debido a motivos de salud, por la Europa meridional y el Próximo Oriente. En París estudió pintura con Léon Gérôme.
Vuelto a la patria en 1887, se dio a conocer con una colección de composiciones líricas, Peregrinaciones y vagabundeos (1888) y la novela Endimión (1889), que, junto con el libelo polémico Las bodas de Pepita, señalaron el triunfo de la oposición a Brandes y al naturalismo y de las corrientes literarias de fin de siglo en Escandinavia. Aparecieron luego la novela Hans Alienus (1892) y una segunda colección lírica, Poesías (1895), que por la combinación de un exotismo colorista con un nacionalismo de tipo heroico pareció a los contemporáneos el verbo de la nueva época literaria.
Luego de un viaje a Rusia y Turquía publicó una serie de evocaciones épico-históricas del pasado sueco, inspiradas en el culto romántico a los héroes; en este conjunto figuran Carlos XII (Los suecos de Carlos XII, 1897-98), Santa Brígida (La peregrinación de Santa Brígida, 1901), el rudo vikingo Folke Filbyter (1905), mítico fundador de una dinastía, y Magnus Ladulås (La herencia de los Bjälbo, 1907), que representa el triunfo del ideal caballeresco sobre la barbarie.
Partiendo de tal estetismo patriótico, Verner Von Heidenstam se orientó cada vez más hacia una intimidad y una coherencia espiritual inspiradas en Goethe y Schiller; así lo atestiguan Clasicidad y germanismo (1898), Días y acontecimientos (1909), Escritos polémicos (1912) y Nuevas poesías (1915). Ingresó en la Academia Sueca en 1912.



Eyvind Johnson


(Svartbjörnsbyn, 1900 - Estocolmo, 1976) Escritor sueco, autor de obras de gran aliento, innovador del género novelístico y premio Nobel de Literatura en 1974. Nacido en una familia obrera del extremo norte del país, autodidacto, fue un exponente de relieve de la segunda generación de escritores proletarios, que se consolidó en torno a los años treinta.

Desde muy joven se empleó en los oficios más diversos, tanto en su patria como en el extranjero; en los años 1921-23 y 1925-30 vivió en Francia y Alemania, desde 1947 a 1950 en Inglaterra y Suiza. Las narraciones cortas con las que se dio a conocer, Los cuatro desconocidos (1924), son un reflejo de su inquietud juvenil y de su compromiso social.

Las novelas siguientes, Los Timan y la justicia (1925), La ciudad en tinieblas (1927), Recordar (1928), Comentario a la caída de una estrella (1929), Adiós a Hamlet (1930) y Babinack (1932), se basan todas en una crítica amarga de la sociedad burguesa y contienen agudas indagaciones psicológicas; formalmente, reflejan un modernismo construido sobre las huellas de Proust, Joyce y Gide. Al primitivismo cantado por D. H. Lawrence se remite, en cambio, la novela Lluvia al amanecer (1933).

En 1934, Eyvind Johnson publicó la primera parte de la que sería su obra maestra, la cuatrilogía reunida bajo el título de La novela de Olof (Romanem om Olof, 1934-37), una obra de corte autobiográfico que ofrece un amplio retrato de la vida de la clase obrera sueca de comienzos de nuestro siglo. En lo político, pasó del socialismo libertario a una posición cercana al liberalismo. En los años treinta se opuso activamente al nazismo y al estalinismo. Durante la guerra apareció su trilogía Krilon: El grupo de Krilon (1941), El viaje de Krilon (1942) y Krilon mismo (1943), reflejo del compromiso político de Johnson y confesión de fe en los valores del humanismo.

Las obras posteriores aparecen a menudo inspiradas por un profundo interés histórico: así Orillas agitadas (1946) es una especie de moderna versión de la Odisea, Sueños de rosa y del fuego (1949) narra los procesos de brujería de la Francia del s. XVII, Nubes sobre Metaponto (Molnem över Metapontion, 1957) remite a los tiempos de la Grecia clásica, La gran época (Hans nades tid, 1960) versa sobre el reinado de Carlos el Grande, y Un paso hacia el silencio (1974) abarca de la Edad Media a nuestros días. En 1974 fue distinguido con el premio Nobel de Literatura junto con Harry Martinson


  

Karlfeldt, Erik Axel (1864-1931).

Poeta sueco, nacido en Folkarna, Dalecarlia, en 1864, y muerto en Estocolmo, en 1931. Se dedicó a la enseñanza y luego fue bibliotecario; en 1912 fue nombrado secretario de la Academia sueca, a la que pertenecía desde 1904. En sus poemas se advierte el gusto por el estilo, los esquemas métricos y rítmicos del pasado, que asumen los impulsos de objetivar los impulsos sentimentales, la nostalgia de la naturaleza y la vida salvaje, y elementos sensuales y populares. Entre sus principales obras destacan: Canciones del bosque y del amor, en 1895; Canciones de Fridolin, en 1898; El jardín de Fridolin, en 1901; Flora y Pomona, en 1906; Flora y Belona, en 1918; y Cuerno de caza de otoño, en 1927. Fue galardonado con el Premio Nobel de literatura, a título póstumo, 1931.

  

Pär Fabien Lagerkvist


(Växjö, Småland; 23 de mayo de 1891- Estocolmo; 11 de julio de 1974) fue un escritor sueco, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1951. Cultivó poemas, obras de teatro, novelas, cuentos y ensayos. Su obra se caracteriza por el pesimismo, la angustia, la indagación de la naturaleza humana y las constantes alusiones a la muerte.


Pär Lagerkvist nació en 1891 en el seno de una familia campesina de la provincia de Småland. Sus padres eran de educación tradicionalista, con profundas bases religiosas en la fe cristiana. De 1910 a 1912 estudia arte y literatura en la Universidad de Upsala.Su interés hacia el arte lo llevan a viajar a París, donde estudia arte y conoce el movimiento cubista y expresionista. Durante la Primera Guerra Mundial, vivió en Dinamarca; allí escribió su primera obra teatral en 1917, llamada El último ser humano, así como Angustia, libro de poesía fuertemente inspirado en la guerra. A su regreso a Suecia, en 1919 se convierte en crítico de teatro en Estocolmo, donde escribe numerosos ensayos en prensa. Al mismo tiempo, continúa su obra literaria, que le acarrearía una gran aceptación entre el público y una no menor influencia en la literatura de su país. En 1940 sería llamado como miembro de la Academia Sueca. Ese mismo año recibe el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Gotemburgo, y en 1951 gana el Premio Nobel de Literatura.


  

Selma Lagerlöf.

Selma Lagerlöf (óleo de Carl Larsson, 1908).


(Selma Ottiliana Lovisa Lagerlöf; Marbacka, 1858 - 1940) Novelista sueca. Durante diez años fue maestra en Landskrona, y en 1895, estimulada por sus progresos en la literatura, se atrevió a dejar su oficio de maestra y se dedicó exclusivamente a la carrera literaria. Lagerlöf, que fue la primera doctora sueca honoris causa de filosofía, recibió el premio Nobel en 1909 e ingresó en la Academia sueca en 1914.

Selma Lagerlöf nació con una lesión en la cadera que le impedía participar en todos los juegos infantiles; desarrolló en cambio una gran afición a la lectura que la llevó a conocer tempranamente a autores como Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm, Alejandro Dumas o Walter Scott. Su abuela paterna y otras personas le explicaron relatos y leyendas que mezclaban con elementos cristianos y paganos en un mundo lleno de romanticismo y mística. La tradición de contar cuentos fue muy significativa para la actividad literaria de Selma Lagerlöf: en El cuento de Gösta Berling (1891) está presente esta influencia.

Con cinco de los capítulos que conforman esta novela, cuya historia se desarrolla en Värmland en 1820, Selma Lagerlöf ganó su primer premio en un concurso de novelas en 1890. Al año siguiente concluyó el cuento de los doce caballeros de Ekeby, residencia de la mujer del comandante (en la novela, Ekeby es Rottneros). A pesar de que al principio esta novela suscitara críticas burlonas, llegó a ser un éxito para el gran público e incluso se llegó a considerar que era una de las obras que abrirían paso al modernismo.

En 1895, Selma viajó a Italia, donde halló la inspiración para su novela Los milagros del Anticristo (1897), que describe la ausencia de nexo entre las ideas del socialismo con las del catolicismo en Sicilia. Entre 1899-1900 visitó Palestina. Este viaje le ofreció material para su gran obra maestra épica, Jerusalén (I-II, 1901-1902). En esta obra, los granjeros de Dalicarlia, que experimentan un despertar religioso, abandonan su pueblo y viajan a la ciudad santa. Selma Lagerlöf residió en Falun entre 1897 y 1909, pero después se fue a vivir al hogar de su infancia, Marbacka.

Después de El dinero del señor Arne (1903), una historia sobre una causa criminal, escribió uno de sus libros más famosos, El maravilloso viaje de Nils Holgersson por Suecia (1906-1907). De las obras restantes cabe destacar El cuento de una casa de campo señorial (1899), El Carretero (1912), que se basa en un cuento sobre el carretero de la muerte, y El emperador de Portugalia (1914). En la década de 1920 publicó la trilogía El anillo de Löwensköld (1925), Charlotte Löwensköld (1925) y Anna Svärd (1928), crónica familiar en la cual lanza una sonda psicológica a gran profundidad.

Selma Lagerlöf sabía contar cuentos de un modo genial, describiendo gran diversidad de destinos humanos. Apreciada junto a James Matthew Barrie como una de la mejores cultivadoras de la literatura infantil de su época, la escritora mezclaba el mito y la fantasía con un realismo con rasgos moralistas: la bondad, el amor y el trabajo hecho con responsabilidad son los poderes más fuertes en su mundo. En cuanto a sus conocimientos psicológicos, demostró gran clarividencia intuitiva. Algunas de sus obras han sido llevadas a la pantalla.


Selma Lagerlöf, la primera escritora Nobel.
HACE 80 AÑOS

En 1909 la sueca Selma Lagerlöf ganó el premio Nobel de Literatura. Maestra rural de inusitado talento, se convertía así en la primera mujer en conquistar el preciado galardón de la institución en sus más de dos siglos de historia
Desayuno con Nobel para la primera mujer que ingresó en la Academia sueca, Selma Lagerlöf




Selma Lagerlöf, la primera escritora Nobel
Teresa Amiguet
16/03/2020

Cuando la muerte sorprendió en marzo de 1940 a Selma Lagerlöf, la primera mujer en ganar el Nobel de Literatura luchaba su última batalla, no contra el machismo que intentó privarla del mayor premio universal de las letras, sino contra el nazismo.
Utilizaba su justamente ganada influencia para dar refugio en su país (la neutral Suecia) a poetas judíos huidos del nazismo. Hacía tres décadas de la concesión del Nobel en 1909, tras ser bloqueada su candidatura hasta en cinco ocasiones por el intransigente secretario de la Academia.
Su victoria la convertiría en un símbolo del feminismo y, en la Conferencia Internacional de Sufragistas de 1911, inspiró a féminas de todo el mundo con este mensaje: “La mujer, con el hombre a su lado, ha creado el hogar ideal; ahora es tiempo de que las mujeres cooperen con los hombres y juntos puedan crear el Estado ideal”.
Selma Lagerlöf junto a Pearl S. Buck, escritora también galardonada con el Nobel de Literatura. Imagen tomada en 1938

Los académicos suecos se ven invadidos por la duda. Entre sus candidatos al Nobel de literatura…¡horror! aquel cuya obra posee más calidad es una mujer, Selma Lagerlöf, una maestra rural que ha demostrado que su talento narrativo supera con creces al resto de los candidatos al preciado galardón. Pero… hay un problema: en sus más de dos siglos de historia, la docta Academia nunca ha otorgado el premio a una mujer.Todos se muestran reacios. Y es que, además, Selma es una activa feminista, militante del movimiento sufragista sueco. La polémica está servida.Pero la razón se impone al fin y el 16 de marzo de 1909 los académicos anuncian su decisión final: Lagerlöf logra el primer galardón femenino .En la ceremonia de su nombramiento, justifican su elección: la escritora había sido distinguida con el Nobel ‘en reconocimiento del elevado idealismo, la vívida imaginación y la espiritual percepción que caracterizan sus escritos’.
Selma Lagerlöf (1923 ) Foto: Atelje Jaeger, Stockholm


El 25 de enero del año siguiente Selma, en el tradicional banquete que pone el broche final a la entrega de los prestigiosos premios, pronuncia su discurso de agradecimiento oficial.
La literata demuestra dotes narrativas y conocimiento del folklore de su país. Sus palabras seducen a sus ahora ya compañeros de fatigas. Con originalidad y poesía conquista también a sus compatriotas. Empática, cierra su discurso conminando a brindar con un sentido ‘Ska’ (viva), en apoyo a la institución que le ha permitido franquear los umbrales de una institución vetada hasta esa fecha a los hombres.Entre sus obras destaca El maravilloso viaje de Nils Holgersson , que se convirtió en obra de culto de la literatura infantil y ha sido referente para generaciones de escritores (fue citada en el discurso del premio Nobel Kenzaburo Oé en 1994). En España, Josep Pla no duda en emitir su particular reflexión sobre el éxito de la narradora sueca:
  'Sus obras vinieron cuando la gente estaba harta de Zola y los naturalistas'.

El tiempo pasa y afortunadamente nuestra sociedad evoluciona. En junio de 2013 una mujer, Sara Danius, es nombrada miembro vitalicio en la junta de la Academia Sueca y se convierte en primera secretaria permanente femenina en 2015, al frente de la institución que otorga el Nobel de Literatura. En 2019, esta misma institución incorpora a cuatro nuevos miembros femeninos, con lo cual ya alcanzan un tercio de representación en la misma.
Los académicos parecen haber evolucionado, sí, pero aún queda mucho por hacer, y es que la corporación sueca, desde 1901, sólo ha otorgado catorce Premios Nobel de Literatura a mujeres.
Y no olvidemos que literatura se escribe con ‘a’.

  
Harry Martinson.

(Jämshög, 1904 - Sollentuna, 1978) Poeta y novelista sueco, uno de los poetas más originales de su país en el siglo XX, que perteneció a la corriente de los llamados "escritores proletarios" suecos. Tras enviudar, su madre emigró a América en 1910, dejando a sus hijos en Suecia, donde el pequeño Harry vivió en varios hogares de acogida, de los que se fugaba de vez en cuando. En 1920 se enroló a bordo de un barco de la marina mercante. Por razones de salud, regresó a su país definitivamente en 1927, tras haber recorrido por mar el mundo entero y haber ejercido los oficios más variopintos (campesino en Brasil y soldado en una oscura guerra civil sudamericana, entre otros).

Su primera obra, Barcos fantasmas (Spökskepp, 1929) fue muy bien acogida. Ese mismo año se casó con Moa Schwartz, una periodista quince años mayor que él, que sin duda alguna cumplió el papel de la madre que Martinson nunca tuvo. Sus poemas de la antología Cinco jóvenes reflejan una actitud de celebración de la vida, por oposición a una cultura enjuta, de la que cada vez intentará alejarse más, en pos de una simplicidad original y de un contacto con el mundo a una escala tanto macrocósmica como microcósmica. En Nómada (Nomad, 1931), las perspectivas cósmicas toman impulso a partir de la observación de la naturaleza. Martinson consigue, gracias a una renovación del lenguaje y a la creación de neologismos, una concisión de las imágenes que recuerdan a la poesía oriental.
En sus dos obras en prosa, Viajes sin destino (Resor utan mal, 1932) y Adiós, cabo (Kap Farvä!l, 1933) evoca sus recuerdos de marinero en una serie de textos de formato dispar, que van desde la narración corta al ensayo. Con sus novelas autobiográficas Florecen las ortigas, de 1935, y Partir (Vägen ut, 1936), se convierte en un clásico de la moderna literatura sueca. En los libros que siguen, abandona la autobiografía para centrarse en la observación de la naturaleza.
En Cigarra (Cikada, 1953) y sobre todo en el gran poema épico interestelar Aniara, de 1956, lleva a cabo una crítica a la civilización de la velocidad, que ha conquistado el cielo y la Luna pero que ha perdido la humanidad. Otras obras dignas de mención son El camino de la libertad y su Antología poética. En 1974 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
En 1939, Martinson parte como voluntario hacia Finlandia, atacada por la Unión Soviética. Su experiencia en el frente queda recogida en Realidad hasta la muerte (Verklighet till döds, 1940), que es un reportaje pero, al mismo tiempo, la denuncia de una cultura que se ha convertido en hostil para el hombre, a pesar de todos sus logros. Tras unos años sin escribir, publica sin solución de continuidad diez grandes obras -entre ellas el volumen de poesía Los vientos alisios (Passad, 1945) y la novela Camino de Klockrike, de 1948- que son una síntesis de sus tomas de partido anteriores en contra de la tecnología y a favor del hombre, con elementos del misticismo oriental.


 

Nelly Sachs.


(Leonie Sachs; Berlín, 1891 - Estocolmo, 1970) Poetisa alemana. Nacida en el seno de una familia de industriales judíos, desde muy joven entró en contacto con la escritora sueca Selma Lagerlöf, a quien dedicó su primera obra, Leyendas y relatos (1921), y gracias a cuyos buenos oficios logró escapar a las persecuciones del nazismo, llegando con su madre a Estocolmo en mayo de 1940. En la capital sueca, donde residió hasta su muerte, se consagró a escribir su obra poética y dramática, profundamente influida por el Zohar, la tradición cabalística, el jasidismo, la Biblia y la mística de Jakob Böhme.

En 1947 apareció, en Berlín oriental, su primer libro de poemas: En las moradas de la muerte, dedicado a sus "hermanos y hermanas" desaparecidos en los campos de exterminio nazis. Con un lenguaje de sobrio despojamiento, que recoge ecos de los libros proféticos y los Salmos del Antiguo Testamento, evoca en él los padecimientos del pueblo judío a través de un complejo entramado de símbolos que alcanza particular intensidad en la Plegarias por el novio muerto.

La temática de la persecución y la fuga vertebra sus poemarios Eclipse estelar (1949), Y nadie sabe más (1957) y Huida y metamorfosis (1959), que serían recogidos en el volumen Más allá del polvo (1961). De sus poemas escénicos, reunidos bajo el título Señales en la arena (Zeichen im Sand, 1962), conviene destacar Eli (1951), en que el destino de Israel, al igual que en las obras líricas, se convierte en símbolo de la existencia humana.

En 1966 compartió el premio Nobel de Literatura con el novelista hebreo Shmuel Yosef Agnon. También cabe mencionar su obra La pasión de Israel (Das Leiden Israels); póstumamente aparecieron Poemas y prosas tempranas (1983).


  

Tomas Tranströmer.


Psicólogo, escritor, poeta y traductor sueco. Nació el 15 de abril de 1931 en Estocolmo.Traductor, músico, y psicólogo en instituciones penitenciarias suecas.
Cursó la enseñanza secundaria en la Escuela Södra Latin en Estocolmo y se graduó en Psicología, Historia de la Literatura e Historia de las Religiones en la universidad de Estocolmo en 1956.
Se inició en la escritura a los trece años, publicando su primera colección de poemas, 17 dikter (Diecisiete poemas) en 1954. Su antología, Den stora gåtan (Gran enigma), fue publicada en el 2004. Además editó una autobiografía corta, Minnena ser mig (Los recuerdos me miran - Visión de la memoria), en 1993. 
Considerado como uno de los poetas más sobresalientes de Suecia ganando los premios Bonnier para la poesía, el premio internacional Neustadt para la literatura, el Oevralids, el Petrach de Alemania, y el galardón sueco del Foro Internacional de la Poesía. Su obra poética ha sido traducida a cincuenta idiomas. El 6 de octubre de 2011, cuando cuenta con de 80 años, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, por ser autor de una poesía austera y concreta que ofrece "imágenes densas y diáfanas", además de una "nueva vía de acceso a lo real", según la Real Academia de Ciencias de Suecia.
El ictus que sufrió en 1990 lo privó del habla y dejó paralizada la mitad derecha de su cuerpo aunque no le afectó a su escritura. Tomas Tranströmer fallecido el 26 de marzo de 2015 a los 83 años.


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