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Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

lunes, 2 de abril de 2012

72.-La Divina Comedia de Dante Alighieri.(III) a


PARAÍSO.


El Paraíso es la tercera de las cánticas del poema medieval intitulado La Divina Comedia, del florentino Dante Alighieri, siendo las primeras dos el Infierno y el Purgatorio. Fue escrito entre 1313 ó 1314 y 1321, fecha del fallecimiento del poeta. Mientras el Infierno y el Purgatorio son sitios terrestres, el Paraíso es un mundo inmaterial, etéreo, dividido en nueve cielos.
Los primeros siete llevan el nombre de cuerpos celestes del sistema solar, que en su orden son Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno. El último par está compuesto por las estrellas fijas y el Primer móvil.
Un gran conjunto de escenarios compone el Empíreo. La relación entre Dante y los beatos, sin embargo, es diferente de la que había sostenido con los habitantes de los otros dos reinos. De hecho, todas las almas del Paraíso, se encuentran en el Empíreo, y precisamente en la cuenca de la Cándida Rosa (o Rosa Mística) desde el cual contemplan directamente a Dios.
Sin embargo, para que su viaje por el Paraíso sea más fácil de comprender, las figuras aparecen por cielo, en una precisa correspondencia astrológica entre las cualidades de cada planeta y el tipo de experiencia espiritual realizada por el personaje descrito. De esa manera, en el cielo de Venus se encuentran los espíritus amantes, mientras que en el de Saturno los contemplativos.
Virgilio, que simboliza la Razón, ha desaparecido. En su lugar, Beatriz (Beatrice), quien representa la teología, toma el lugar de guía. De hecho, es imposible llegar a Dios tan sólo con la razón, siendo necesaria la verdad iluminada. A continuación Dante encuentra un nuevo guía, Bernardo de Claraval. Beatriz sigue acompañándolo y ruega por él en el momento de la invocación final del santo a María.
Al recorrer los tiempos del viaje a través del el Paraíso, Dante tiene presente el esquema del Itinerario de la mente en Dios de San Buenaventura, que buscaba platónicamente tres grados de aprendizaje: el Extra nos, la experiencia de los siete cielos, que corresponde al conocimiento sensible de teoría platónica; el Intra nos, o la experiencia de las estrellas fijas, correspondiente a la visión ; el Supra nos, o la experiencia del Empíreo, correspondiente al conocimiento intelectual. En esta ocasión sigue habiendo elementos de tipo escolástico-aristotélico (vida mundana, activa y contemplativa), y agustiniano (la vida activa según la Scientia, y la vida contemplativa según la Sapientia).

Introducción.

El Paraíso comienza en la cima del Monte Purgatorio, al mediodía del miércoles después de Pascua, coincidiendo narrativamente con el final del Purgatorio. Tras ascender por la atmósfera superior (Canto I), Beatriz guía a Dante a través de los cielos del Paraíso, hacia el Empíreo, que es donde Dios reside. Las nueve esferas son concéntricas, como en la clásica teoría geocéntrica de la cosmología medieval.

Durante su viaje, Dante conoce y departe con varias almas bendecidas. Al respecto, es muy explícito al señalar que todas viven en estado de beatitud, en el Empíreo, por lo que no debe pensar que las encontradas en los cielos se encuentren efectivamente en un lugar distinto de las de los mayores santos. A diferencia de lo que sucede en los otros reinos, la disposición en capas se debe en el Paraíso a la propiedad de sentir más o menos a Dios de las almas que lo habitan:

"(...) del primer cielo son el ornamento,
y gozan más o menos dulce vida
según sienten allí el eterno alimento."

Sin embargo, como elemento didáctico respecto al entendimiento de Dante (y por ende de sus lectores) los personajes de los cielos y su disposición son "como una señal" para mostrar las diferentes almas en distintas esferas según varios criterios de distribución. La escolástica asiste al autor en esta y otras explicaciones similares, que son frecuentes en la cántica.
Mientras las estructuras del Infierno y del Purgatorio se basan en las diferentes características del pecado, la estructura del Paraíso se basa en las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza, y Coraje) y las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza, y Caridad).

Las esferas del cielo.

Las nueve esferas del Cielo son Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, las Estrellas fijas, y el Primer móvil. Esos astros están organizados según la jerarquía de los ángeles. Dante también evoca otras asociaciones, como la existente entre Venus y el amor romántico.
Las primeras tres esferas (que se encuentran bajo la influencia de la Tierra) están asociadas a formas deficientes de Coraje, Justicia, y Templanza. Las otras cuatro se vinculan a ejemplos positivos de Prudencia, Coraje, Justicia, y Templanza; por su parte, la Fe, la Esperanza y la Caridad se concentran en la octava esfera.

Primera esfera (la Luna, los inconstantes) 

En su visita a la Luna, Beatriz explica a Dante el por qué de las marcas en su superficie, describiendo un sencillo experimento de óptica. También expresa su estima por el método experimental en general (Canto II):
"Mas de esta instancia puede liberarte
la experiencia, cuando es realizada,
que es fuente del arroyo de vuestro arte."

Las fases de la Luna se asocian con la inconstancia. Su esfera es por ende la de las almas que abandonaron los votos monásticos, y por ende presentaron deficiencias en su virtud de coraje (Canto II). En esta los protagonistas conocen a Piccarda Donati, la hermana de Forese Donati, amigo de Dante, quien murió poco después de ser obligada a abandonar contra su voluntad el monasterio. También conocen a Constanza I de Sicilia, quien (según Dante) fue arrancada por la fuerza de un monasterio para que contraer nupcias con Enrique VI (canto III).
Beatriz habla sobre la libertad de la voluntad, el carácter sacro de los votos, y la importancia de resistir a las presiones (Canto IV):

"que el ánimo no cede si se esfuerza,
y hace cual con el el fuego hace natura,
aunque violencia mil veces lo tuerza.

Pues, ya se pliegue mucho o con mesura,
cede a la fuerza; y esto hicieron, pero
podían haber vuelto a la clausura."

Beatriz explica que un voto es un pacto firmado entre el hombre y Dios en el cual una persona ofrece su libertad a Dios. Estas decisiones no deben tomarse a la ligera, y deben mantenerse una vez realizados, a menos que mantenerlo acaree un mal demasiado grande, como el sacrificio de la hijas de Jefté y de Agamenón (Canto V).

Segunda esfera (Mercurio, los ambiciosos) 

Debido a su proximidad al sol, el planeta Mercurio suele ser difícil de ver. Desde un punto de vista alegórico, el planeta representa a quienes hicieron el bien por el deseo de adquirir fama, pero quienes debido a su ambición fallaron en la virtud de la justicia. Su gloria terrenal palidece en junto a la de Dios, del mismo modo que el planeta Mercurio es casi insignificante junto al Sol.
Dante conoce en esta esfera el emperador Justiniano, quien se presenta con las siguientes palabras: "Cesar fui y soy Justiniano," indicando que su personalidad permanece, pero que su cargo terrenal ya no tiene validez11 (Canto V). Justiniano cuenta la historia del Imperio romano, mencionando entre otros a Julio César y Cleopatra; y lamenta la situación actual de Italia, debido al conflicto entre güelfos y gibelinos que así describe en el Canto VI:
"Uno al público signo los lirios áureos
opone, el otro lo usurpa en pro de su parte,
y duro es saber quién es el que más falta.

Obren los gibelinos, obren su arte
bajo otro signo; que mal lo sigue
siempre quien de la justicia lo aparta"
Por asociación, Beatriz habla sobre la Encarnación y la Crucifixión de Jesús, que sucedió en tiempos del Imperio romano (canto VII).

Tercera esfera (Venus, los amantes)

Al planeta Venus (el lucero de la mañana y de la tarde) tradicionalmente se lo asocia con la diosa del amor, por lo que el autor lo convierte en la esfera de los amantes, quienes fallaron en la virtud de la templanza (Canto VIII):
"Solía creer el mundo en su peligro
que la bella Chipriota loco amor
irradiase, girando en su tercer epiciclo;

(...) y de ella de la cual principio tomo
tomaban el nombre de la estrella
que ya de nuca el Sol admira, ya de cejas."

Dante encuentra a Carlos Martel de Anjou-Sicilia, a quien ya conocía,14 y quien expresa que para funcionar correctamente cualquier sociedad necesita gente de diferentes tipos. Esas diferencias se ilustran con Cunizza da Romano (amante de Sordello), quien se encuentra en el Cielo, mientras que su hermano Ezzelino III da Romano en el Infierno, entre los violentos del séptimo círculo.
El trobador Fulco de Marsella habla de la tentación del amor, y recuerda (como se creía en ese entonces) que el cono de la sombra de la Tierra toca la esfera de Venus. Condena la ciudad de Florencia (planeada según él por Satán) por producir la "flor maldita" (el florín) responsable de la corrupción eclesiástica, y critica la clerecía por dedicarse al dinero, en vez de consagrarse a las Escrituras y en los textos de los Padres de la Iglesia (Canto IX):

Fulco de Marsella lamenta la corrupción de la Iglesia, con la clerecía recibiendo dinero de Satán (miniatura de Giovanni di Paolo), Canto

"Tu ciudad, que de aquel es planta
que primero volvió la espalda a su hacedor
y cuya es la envidia tan llorada,

produce y expande la maldita flor
que ha desviado a ovejas y a borregos,
porque ha hecho un lobo del pastor.

Por ello el Evangelio y los doctores magnos
son desechados, y sólo las Decretales
se estudian, que así se ve por los márgenes. (...)"

Cuarta esfera (el Sol, los sabios) 

Más allá de la sombra de la Tierra, Dante encuentra ejemplos positivos de Prudencia, Justicia, Templanza, y Coraje. En el Sol, que es la fuente de luz de la Tierra, Dante encuentra los máximos ejemplos de prudencia: las almas de los sabios, quienes ayudaron a iluminar el mundo intelectualmente (Canto X).
Al principio un círculo de doce luces brillantes baila alrededor de Dante y Beatriz. Se trata de las almas de Tomás de Aquino, Alberto Magno, Graciano, Pedro Lombardo, el rey Salomón, Dionisio Areopagita, confundido con Pseudo Dionisio, Paulo Orosio, Boecio, Isidoro de Sevilla, Bede, Ricardo de San Víctor y Siger de Brabant. Tomás de Aquino cuenta la vida de San Francisco de Asís en el Canto XI.
En una segunda etapa doce nuevas luces aparecen, una de las cuales es San Buenaventura, un franciscano, que cuenta la vida de santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden a la que Santo Tomás pertenece. Como las dos órdenes no siempre fueron amigas en el mundo terreno, tener miembros de una homenajeando al fundador de la otra muestra que el amor reina en el cielo (Canto XII).
 Las veinticuatro luces giran en torno a Dante y Beatriz, cantando la Trinidad. Santo Tomás explica la sorprendente presencia de Salomón, quien se encuentra en el lugar por sabiduría real, más que filosófica o matemática (Cantos XIII y XIV):


Dante y Beatriz encuentran dos grupos compuestos por doce sabios cada uno en la esfera del Sol (miniatura de Giovanni di Paolo), Canto

"No he hablado de modo, que tú no puedas
darte cuenta que fue rey, y señal pidió
a fin de que rey suficiente fuera;

no por saber cuentos sean
los motores de aquí arriba, o si necesse
con contingente nunca necesse se hiciera;

no si est dare primum motum esse,
o si del medio cerco hacer se puede
un triángulo tal que recto no tuviese."

Quinta esfera (Marte: los guerreros de la Fe) 

Al planeta Marte tradicionalmente se le asocia con el dios de la guerra, por lo que Dante hace de esta esfera la de los guerreros de la fe, quienes dieron su vida por Dios, mostrando por ende la virtud del coraje. Las millones de centellas de luz que son sus almas forman una cruz griega en el planeta Marte, y el autor la compara con la Vía Láctea (Canto XIV):


Las almas en el Canto 14 forman una cruz griega, que el autor compara con la Vía Láctea.

"Como diversa de menores y mayores
luces albea tanto entre los polos del mundo
la Galaxia, que hace dudar a los sabios,

así constelados formaban en el profundo
Marte aquellos rayos el venerable signo
al unir cuadrantes en un círculo."

Aunque Dante dice que los sabios están "perplejos" por la naturaleza de la Vía Láctea, en su Convivio ya había descrito su naturaleza con bastante precisión en los siguientes términos:

"Lo que Aristóteles dijera no se puede saber con certeza, porque su sentencia no es la misma en una traducción que en otra. (...) En la Vieja dice que la Galaxia no es sino una multitud de estrellas fijas, tan pequeñas que no podemos distinguirlas desde aquí abajo, pero que de ellas aparece aquel albor, que llamamos Galaxia: y puede ser, que el cielo en aquella parte sea más denso, ya que retiene y refleja aquella luz. Y esta opinión parecen tener, con Aristóteles, Avicena y Tolomeo."

Dante conoce a su ancestro Cacciaguida, quien participó en la Segunda Cruzada, y habla en términos elogiosos de la República de Florencia del siglo XII, pero lamenta la decadencia de la ciudad de los tiempos del autor (Cantos XV y XVI). Como el tiempo de la narración de la obra sucede antes del de la escritura, en 1300, y por ende antes del exilio del autor, algunos personajes del poema pueden "predecir" un porvenir ominoso.
 De hecho, Cacciaguida responde a una pregunta de Dante sin el menor ambage, revelándole que vivirá en el exilio (Canto XVII):


Cacciaguida predice sin ambages que Dante sufrirá un amargo exilio de Florencia.

"Tú dejarás todas las cosas que amas
más entrañablemente; y este es el dardo
que el arco del exilio primero saeta.
Tú probarás cuán amargo
es el pan ajeno, y cuán dura es la calle
de subir y bajar por ajena escala."

Sin embargo, Cacciaguida también encarga a Dante escribir y contar todo lo que ha visto en los tres reinos de ultratumba.24 Dante por último encuentra varios otros guerreros de la fe, como Josué, Judas Macabeo, Carlomagno, Roldán y Godofredo de Bouillón (Canto XVIII).

Sexta esfera (Júpiter, los buenos gobernantes) 

El planeta Júpiter se suele asociar con el rey de los dioses, por lo que Dante lo escoge como la esfera en que figurarán los reyes que se caracterizaron por su justicia. Las almas deletrean la versión latina de "Justicia del amor, que juzgas", tras la cual la "M" final de la frase toma la forma de un águila imperial gigante. (Canto XVIII):

"DILIGITE IUSTITIAM, fue el primer
verbo y nombre de todo lo presentado;
QUI IUDICATIS TERRAM fue el final.
En esta esfera se encuentran David, Ezequías, Trajano (quien se convirtió al cristianismo según una leyenda medieval), Constantino I, Guillermo II de Sicilia, y Rifeo el troyano (lo cual sorprende a Dante), quien fue un pagano salvado por la merced de Dios. Las almas que forman el águila imperial hablan con una sola voz, y hablan de la justicia de Dios. (Cantos XIX and XX).

Séptima esfera (Saturno, los contemplativos)

La esfera de Saturno es la de los contemplativos, que incluye la templanza.30 Dante encuentra a Pedro Damián, y discute con él sobre el monacato, la doctrina de la predestinación, y la triste situación de la Iglesia31 (Cantos XXI and XXII). Beatriz, quien representa la teología, se hace cada vez más adorable y llena de gracia, lo cual es una señal que indica la cercanía de la percepción del observador a la de Dios:


Dante y Beatriz encuentran a Pedro Damián, quien les cuenta su vida, y les habla sobre la predestinación (miniatura de Giovanni di Paolo), Canto.

"Y ella no reía, mas: Si yo riera,
comenzó, tu te harías cual
fue Semele en cenizas hecha;

porque mi belleza, que por la escala
del eterno palacio más se enciende,
como has visto, cuanto más asciende,

si no se templara, tanto esplende,
que tu mortal poder sería, a su fulgor,
fronda que desbarata el trueno."

Octava esfera (las estrellas fijas, fe, esperanza y amor)

La esfera de las Estrellas fijas es la de la Iglesia militante.33 En este punto (de hecho desde la de géminis, bajo la cual nació el autor), Dante vuelve la vista atrás para contemplar tanto las siete esferas por las que ha pasado como la Tierra (Canto XXII):
"Con la vista retorné por todas cuantas
las siete esferas, y vi a este globo
tal, que sonreí de su apariencia villana;
y aquel consejo por mejor apruebo
que lo tiene en menos; y quien en otra cosa piensa
llamarse puede verdaderamente probo."

Dante ve asimimso a la Virgen María y otros santos (Canto XXIII). San Pedro examina a Dante sobre la fe, preguntándole qué es, y si alberga o no ese sentimiento.Tras la respuesta, San Pedro le pregunta al protagonista cómo sabe que la Biblia es verdadera, y (en un argumento atribuido a san Agustín ) Dante cita el milagro de que la iglesia haya crecido tan pronto y tan robusta a partir de orígenes tan humildes (Canto XXIV):

"Me respondieron: Di ¿quién te asegura
que existieron las obras? Aquello mismo
que quiere probarse, no otro, te lo jura.

Si el mundo volvióse al cristianismo,
dije yo, sin milagros, es que él es uno
tal, que los demás un céntimo no valen;

porque tú entraste pobre y ayuno
en el campo, a sembrar la planta buena,
que fue ya viña, y ahora se ha hecho espino."


Santiago, examinando a Dante sobre la esperanza (obra de Rembrandt), Canto
Santiago examina a Dante sobre esperanza, y Beatriz da fe de que el autor alberga ese sentimiento (Canto XXV):

"La Iglesia militante no tiene mejor hijo
con mayor esperanza, como está escrito
en el Sol que irradia a nuestro rebaño;
porque se la ha concedido que de Egipto
venga a Jerusalén para ver,
antes que su combatir le sea prescrito."

Por último, San Juan examina a Dante sobre el amor. En su respuesta, el protagonista se refiere al concepto de "amor torcido" discutido en el Purgatorio (Canto XXVI):

"Entonces comencé: todos los mordiscos
que pueden forzar al corazón que a Dios
se vuelva, a mi caridad concurren;

porque el ser del mundo y el ser mío,
la muerte que Él sostuvo para que yo viva,
y lo que todo fiel como yo espera,

con el dicho conocimiento vivo,
arrancado me han del mar del amor torcido,
y del derecho me han puesto en la orilla.

El follaje del que se enrama todo el huerto
del hortelano eterno, amo yo tanto
cuanto en ellos de bien Dios ha puesto."


Novena esfera (el Primer Móvil, los ángeles) 

El Primer Móvil es la mayor esfera del universo físico. Dios la mueve directamente, haciendo que por reacción a su vez se muevan todas las otras esferas que alberga (Canto XXVII):

"Y este cielo no tienen otro donde
que la mente divina, en la que se inflama
el amor que lo impulsa y la virtud que le llueve.

Luz y amor de un círculo que lo comprende
así como él a los otros; y aquel cinto
que lo ciñe sólo él lo entiende,

No es su movimiento de otro distinto;
más los otros son medidos por este,
como el diez por el medio y el quinto".

El Primer Móvil es la morada de los ángeles, y allí ve Dante a Dios como un intenso punto de luz rodeado de nueve anillos de ángeles (Canto XXVIII). Beatriz explica la creación del universo, y el papel de los ángeles, terminando con una severa crítica a los predicadores de entonces (Canto XXIX):


Beatriz critica a los predicadores contemporáneos del autor,sugiriendo que un "ave" siniestra (en realidad un demonio alado) anida en su cuello (miniatura de Giovanni di Paolo), Canto

"No dijo Cristo a su primer convento:
Id y predicad al mundo patrañas;
más les dio veraz fundamento;

que resonó tanto en sus bocas
que en su lucha por arder la fe,
del Evangelio hicieron escudo y lanza.

Ahora van con argucias y bufonadas
a predicar, y aunque bien la gente ría,
ínflase la capucha, y no se busca otra cosa".

El Empíreo 

Desde el Primer Móvil, Dante asciende a una región que está más allá de la existencia física, el Empíreo, que es la morada de Dios. Beatriz, que representa la teología, se hace en este lugar más bella que nunca, y Dante se ve envuelto por la luz, de modo que es capaz de ver a Dios (Canto XXX):

"Como súbito relámpago que dispersa
los espíritus visivos, tal que priva
al ojo de ver más fuertes objetos,

así me circundó una luz viva,
y dejóme cegado con tal velo
su fulgor, que nada aparecía.

Siempre el amor que aquieta este cielo
con este saludo al que llega acoge
a fin de disponer a su llama la candela."

Dante ve una rosa enorme, que simboliza el amor divino, cuyos pétalos son las almas entronizadas de los fieles (tanto los del Antiguo Testamento como los del Nuevo). Todas las almas que ha conocido en el Paraíso, incluyendo a Beatriz, tienen su morada en esta rosa.
A su alrededor hay ángeles volando como abejas, distribuyendo paz y amor. Cuando Beatriz pasa a ocupar su lugar en la rosa, Dante ya se encuentra más allá de la teología y a su vez puede contemplar directamente a Dios, y San Bernardo, en cuanto místico contemplativo, será su guía en esta última etapa (Canto XXXI).

San Bernardo continua explicando la predestinación, y reza a María a favor de Dante. Por último, el protagonista entra en contacto directo con Dios (Cantos XXXII y XXXIII), quien aparece como tres círculos idénticos que ocupan el mismo espacio, los cuales representan al Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo:

"sino porque la visión se avaloraba
en mi mirada, una sola apariencia,
mudando yo, por mi se trastocaba.
En la profunda y clara subsistencia
del alto lumbre me aparecieron tres giros
de tres colores y de un continente;
y uno de otro como iris de iris
parecía reflejo, y el tercero parecía fuego,
que aquí y allá igualmente se espire.

Dentro de esos círculos el protagonista discierne la forma humana de Cristo. La Divina Comedia termina con el poeta tratando de entender cómo los círculos logran encajar, y cómo la humanidad de Cristo se refiere a la divinidad del Sol no obstante, como Dante lo señala, para continuar "no bastaban las propias alas".
Tras un rayo de comprensión, que el poeta no puede explicar, Dante entiende, y su alma entra en total armonía con el amor divino:

"A la alta fantasía aquí faltaron fuerzas;
mas ya movía mi deseo y mi velle,
como rueda a su vez movida,
el amor que mueve el Sol y las demás estrellas".


















  

Cuando Dante se enfrentó al Papa en favor del Sacro Imperio.

A pesar de lo poético de la Divina Comedia, para Dante la concepción del infierno, el purgatorio y el cielo eran totalmente reales y estaban presentes en la vida cotidiana de Florencia

Gonzalo Jiménez Tapia
14/09/2023

Dante se ha convertido en la figura pop del Renacimiento, pero, en verdad, era un hombre medieval que recopiló con su poesía y prosa la sociedad y las mentalidades medievales. El contexto era el siglo XIII y XIV, un periodo en plena Edad Media de grandes cambios a nivel cultural y político. En Italia, las ciudades estado como la República de Florencia tuvieron un gran desarrollo comercial y artístico; los burgueses: médicos, banqueros, notarios, comerciantes o jueces se unieron en gremios mientras las principales familias rivales, como los Médicis o los Pazzi, se disputaban el poder.

Poco tiempo después, los problemas dinásticos del Sacro Imperio Germánico provocaron que la nobleza de las comunas italianas se dividiera en dos facciones: los güelfos, partidarios del poder del papado, contra los gibelinos que defendían el poder universal del emperador. Tras la victoria gibelina, los güelfos se dividieron en dos facciones: los blancos, partidarios del Imperio; y los negros leales al Papa. La guerra continuó en el interior de las comunas italianas. En medio de este panorama nació y vivió Dante Alighieri. La fecha exacta de su nacimiento es desconocida, aunque se cree que fue en torno al 1265, en Florencia.
En cuanto a su familia, se sabe que sus padres formaban parte de la burguesía güelfa florentina. Pero parece que Dante quiso que se recordase a sus antepasados por hechos más heroicos, y dejó escrito en uno de los cantos de su Divina Comedia que tenía un familiar caballero llamado Cacciaguida. El poeta toscano aprovechó su juventud para vivir el amor cortés con su amada Beatrice Portinari, según dice el poeta en su autobiografía Vida Nueva. Aunque se casó por conveniencia con Gemma Di Manetto Donati.
También luchó como soldado a favor de los güelfos en Poggio di Santa Cecilia, en 1285, y en la batalla de Campaldino de 1289, en la que vencieron a los gibelinos de Pisa y Arezzo. Tras la escisión güelfa, Dante se unió a los güelfos blancos. Estos años son los del primer Dante político, que dedica su tiempo a la poesía, el amor cortés y los estudios junto a otros jóvenes en la universidad de Bolonia. Como curiosidad, ya entonces a los alumnos graduados se les colocaba la laureada –la corona de laurel que también llevaron los césares–, y la imagen de Dante que conocemos también la lleva, aunque nunca se graduó.

En 1292 varios documentos permiten afirmar que estaba inscrito en el gremio de médicos y botánicos. A comienzos del nuevo siglo viajó en misión diplomática a San Gimignano, y durante dos meses fue elegido para ocupar uno de los seis puestos de prior o magistrado de Florencia. Fue un mandato corto pero nada sencillo, los roces entre ambas facciones aumentaron. Para apaciguar la situación se expulsó de la ciudad a los líderes de ambos grupos, pero no sirvió de nada. En 1301 los jefes de los güelfos negros regresaron a Florencia apoyados por el para Bonifacio VII y se hicieron con el poder. Dante fue expulsado de Florencia.
Durante su exilio viajó por Verona y otras ciudades del norte, también vivió en París durante dos años. En esos años comenzó a redactar la Divina Comedia, seguramente, y se acercó a los ideales políticos gibelinos. Defendió un discurso en favor de un Sacro Imperio de carácter universal, porque consideraba que el emperador era heredero de los césares de Roma. Pero nunca defendió el laicismo, él era un ferviente católico enemigo de papado, porque creía que la iglesia del papa debía ser mucho más austera y recta.
Por eso en su Divina Comedia se ve cómo la avaricia, la simonía y la corrupción eran los pecados que más detestaba. En 1310, el futuro emperador del Sacro Imperio Enrique VII entró en Italia con la intención de pacificar el conflicto entre güelfos y gibelinos, y unificar el territorio bajo su autonomía. Dante apoyó las intenciones del monarca y escribió cartas a varios príncipes italianos para que lo ayudaran. El rey murió en 1313 sin poder cumplir su objetivo. Dante continuó viviendo en el exilio a pesar de que la ciudad de Florencia le ofreció la posibilidad de regresar, pero las condiciones que le ofrecían no gustaron al poeta. Pasó sus últimos años en Rávena, donde murió el 14 de septiembre de 1321.

Historia y Política Durante el Tiempo de Dante

La participación política de Dante dictaría su destino hasta el fin de sus días. No solo nació en una época turbulenta, sino que participó activamente en los güelfos, facción opuesta a los gibelinos en el destino deseado para la República de Florencia.

Para entender la naturaleza de este conflicto es necesario remontarse al pasado y explicar el origen de estas longevas facciones, y es que su existencia de remonta al siglo XII. Ambas facciones apoyaban al Sacro Imperio Romano Germánico; los güelfos apoyaban a la Casa de Baviera (de ahí el origen de su nombre «welfen») y los gibelinos a la Casa de Hohenstaufen de Suabia y señores del castillo Waiblingen (de dónde sacaron su nomenclatura). La guerra entrambos tuvo lugar también en Italia desde la segunda mitad del siglo. La razón del enfrentamiento de las facciones era disputarse quién tenía el derecho al Dominium Mundi, en otras palabras, quién sería la máxima autoridad del SIRG: el Papa (apoyado por los güelfos) o el emperador (apoyado por los gibelinos). Finalmente ganarían los gibelinos, dando inicio a la época del absolutismo en el siglo XVI.

En Italia, con la elección a rey de Alemania de Federico I Hohenstaufen (llamado «Barbarroja») en 1152 y su coronación en 1155, los gibelinos triunfaron en el territorio imperial. Debido a que el emperador deseaba reafirmar en Italia la supremacía imperial que las comunidades habían sustraído al Imperio con el apoyo del papado, bajo su reinado (1152–1190) se verificó un desplazamiento de los términos güelfo y gibelino desde la zona alemana a la italiana, donde pasaron a denominar, respectivamente, a los partidarios del partido papal y a los defensores de la causa imperial. En Italia, por lo tanto, hubo ciudades como Florencia, Milán y Mantua que abrazaron la causa güelfa, mientras que otras como Forlí, Pisa, Siena y Lucca se unieron a la causa gibelina.

La elección tenía varias motivaciones: en primer lugar, la búsqueda de la autonomía impulsaba a ciudades bajo el control del Imperio a buscar la alianza con el Papa (como en el caso de Milán) mientras que las ciudades bajo la influencia del papado buscaban la ayuda del Imperio (como era el caso de Forlí). En segundo lugar, se elegía un partido simplemente por oposición al partido a favor del cual se había declarado la ciudad rival (si Milán era güelfa, Pavía tenía que ser gibelina; si Forlí era gibelina, Faenza sería güelfa, etc.) siguiendo el viejo principio de «los enemigos de mis enemigos son mis amigos».

En el interior de la ciudad se mantuvo la dicotomía de estos dos términos, pero superándose el significado tradicional de lucha política entre papado e imperio, y pasando a denominar también la lucha entre dos facciones por el control de la ciudad. Para acrecentar su fuerza tanto unos como otros se reunieron en ligas opuestas, y así, desde la segunda mitad del siglo XIII la güelfa Florencia presentó batalla a la liga gibelina de las otras ciudades toscanas (Arezzo, Siena, Pistoia, Lucca y Pisa) en un largo conflicto que tuvo como máximo exponente las batallas de Montaperti en 1260 y la de Altopascio en 1325.

La Participación de Dante en el Conflicto

Dante luchó en la Batalla de Campaldino el 11 de junio de 1289 con los Caballeros Florentinos Güelfos contra los gibelinos de Arezzo, luego estuvo entre la escolta de Carlos Martel de Anjou-Sicilia mientras este se encontraba en Florencia.

Luego de derrotar a los gibelinos, los güelfos se dividieron en «güelfos blancos» (el partido de Dante) y «güelfos negros». La nomenclatura de estas nuevas facciones fueron escogidos cuando Vieri dei Cerchi dió su protección a la familia Grandi en Pistoia, aquella zona fue llamada «la parte blanca»; Corso Donati por su parte había protegido al rival (la «parte negra»), por lo que estos colores se volvieron distintivos.

Dante fue miembro del Consejo Especial del Pueblo entre 1295 y 1296 y posteriormente formó parte del consejo que elegía los priores. De 1296 a 1297 fue miembro del Consejo de los Ciento. En el año 1300 fue designado como embajador en San Gimignano. En 1300 Dante fue elegido como uno de los seis magistrados más altos en la ciudad de Florencia.

La situación política florentina se tornó aún más turbulenta, pues el Papa Bonifacio VIII planificaba una ocupación militar. En 1301, Carlos de Valois, hermano del rey Felipe IV de Francia, visitó Florencia porque el Papa lo había designado pacificador de Toscana, mas la negativa del gobierno florentino ante la llegada de los embajadores del Papa logró detener a estos últimos para lograr que Dante fuera designado embajador y jefe de una delegación para negociar un tratado de paz, pero al llegar a Roma fue detenido por el Papa para que, de acuerdo con los güelfos negros, la ciudad fuese anexada a los Estados Pontificios. Es así como Corso Donati, lider de los güelfos negros, empieza una persecución contra los güelfos blancos luego de la toma de Florencia en 1301.

Bonifacio VIII pidió a la delegación volver a Florencia y obligó a Dante a permanecer en la ciudad. El 1 de noviembre de 1301 Carlos de Valois entró en Florencia con los güelfos negros para destruir y asesinar a la mayor partede sus enemigos en una campaña de seis días. Luego del nombramiento de Gabrielli da Gubbio como podestà (alcalde) de Florencia (el 9 de noviembre de 1301), Dante fue condenado por él al exilio durante dos años, y a pagar una gran suma de dinero. Al no poder pagar la multa, fue condenado a exilio perpetuo junto a otros 600 güelfos blancos, partidarios de la independencia. El podestá declaró que si alguna vez Dante fuera atrapado por soldados florentinos, sería ejecutado inmediatamente. La esposa de Dante, Gemma, permaneció en Florencia para evitar la confiscación de los bienes conyugales.
Varias tentativas de los güelfos blancos ocurrieron para recuperar su poder, y Dante participó en ellas, mas fracasaron cada vez debido sobretodo a traiciones. Dante, disgustado por el trato que recibió de las manos de sus enemigos, también se molestó por las luchas internas y la ineficacia de sus aliados, y de hecho votó a hacer un «partido de uno». Para este punto comenzó a bosquejar las ideas para la Divina Comedia.
Fue a Verona, invitado por Bartolomeo Della Scala, luego se trasladó a Sarzana (Liguria), y es después de esto que, como se supone, vivió un tiempo en la ciudad de Lucca, en donde estuvo tranquilo con Madame Gentucca (más tarde y, como señal de gratitud, fue mencionada en el Purgatorio, XXIV, 37).
En 1310 Enrique VII de Luxemburgo, Rey de los Romanos, invadió Italia; Dante vio en él la ocasión de la venganza, así que le escribió varias cartas (y a otros príncipes italianos) en las que le incitaba a destruir violentamente a los güelfos negros. Mezclando la religión y preocupaciones privadas, invocó la peor cólera de Dios contra su ciudad, sugiriendo varios blancos particulares que coincidían con sus enemigos personales.
En Florencia, Baldo d’Aguglione perdonó a la mayor parte de güelfos blancos del exilio, y les permitió volver; sin embargo, Dante había ido al margen de la sociedad en sus violentas cartas a Enrique VII, y por ello no fue perdonado. En 1310, Enrique VII, emperador del SIRG, fue coronado en Milán, como rey de Italia. En 1312, Enrique VII asaltó Florencia y derrotó a los güelfos negros, pero no hay ninguna prueba de que Dante estuviese implicado. Unos dicen que rechazó participar en el asalto sobre su ciudad; otros sugieren que su nombre se hubiera hecho desagradable para los güelfos blancos y también que cualquier rastro de su paso por la ciudad habría sido quitado cuidadosamente. Dante buscó entrevistarse con Enrique VII y aunque no pretendía deber su regreso al ejército germánico, sí quería ver una Florencia libre de la codicia pontifical. Los deseos de Dante cambiaron a raíz de enterarse de que Enrique VII había fallecido envenenado; y con él cualquier esperanza para que Dante volviera a ver Florencia otra vez. Así que regresó a Verona, donde Cangrande della Scala le permitió vivir con cierta seguridad, por lo visto, en una cantidad justa de prosperidad. Cangrande fue admitido al Paraíso de Dante.
En 1315 Florencia fue forzada por Uguccione della Faggiuola, el oficial militar que controlaba la ciudad, a conceder una amnistía a los exiliados. Dante estaba en la lista de ciudadanos perdonados. Pero Florencia requirió que, aparte del pago de una suma del dinero, estos ciudadanos estuvieran de acuerdo con ser tratados como delincuentes en una ceremonia religiosa y someterse a un consejo público en el que se les reconocería como delincuentes públicos. Dante rechazó este vergonzoso requerimiento y prefirió permanecer en el exilio.
Cuando Uguccione finalmente derrotó a Florencia, la pena de muerte de Dante se convirtió en el confinamiento, con la condición única de que volviera a Florencia a jurar que nunca iba a entrar a la ciudad otra vez. Confirmaron su condena a muerte y la ampliaron a sus hijos. Mucho tiempo esperó Dante ser invitado a volver a Florencia en términos honorables. Para él, el exilio era casi una forma de muerte porque le despojaba de la mayor parte de su identidad. Nunca regresó. El príncipe Guido Novello da Polenta lo invitó a Rávena en 1318 y él aceptó. Terminó el Paraíso, y finalmente murió en 1321, a los cincuenta y seis años, cuando regresaba a Rávena de una misión diplomática en Venecia, quizás por la malaria. Dante fue enterrado en la iglesia de San Pier Maggiore, llamada más tarde San Francisco de Asís. Bernardo Bembo, pretor de Venecia, mostró preocupación en 1483 por sus restos y organizó su traslado a una mejor tumba.

Finalmente, Florencia lamentó el exilio de Dante. En 1829, se construyó una tumba para él en Florencia en la basílica de Santa Cruz. Esa tumba ha estado siempre vacía y el cuerpo de Dante permanece en su tumba en Rávena. El frente de su tumba en Florencia se lee «Honrad al más alto poeta».



  

HISTORIA. Güelfos y Gibelinos, la lucha entre el poder civil y el papado

21 de diciembre de 2021

  La división entre los güelfos, que simpatizaban con el papado, y los gibelinos, que simpatizaban con los emperadores alemanes (del Sacro I...


La división entre los güelfos, que simpatizaban con el papado, y los gibelinos, que simpatizaban con los emperadores alemanes (del Sacro Imperio Romano Germánico), contribuyó a las luchas crónicas dentro de las ciudades del norte de Italia en los siglos XIII y XIV.
Güelfo se deriva de Welf, el nombre de la dinastía de los duques alemanes de Baviera que compitieron por el trono imperial durante el siglo XII y principios del XIII. El nombre Gibelino se deriva de Waiblingen, el nombre de un castillo de los oponentes de Welfs, los duques Hohenstaufen de Suabia. 
La rivalidad entre Güelfos y Hohenstaufens ocupó un lugar destacado en la política alemana después de la muerte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Enrique V en 1125: Lotario II (reinó de 1125 a 1137) fue un güelfo, y su sucesor como emperador, Conrado III (reinó de 1138 a 1152) , era un Hohenstaufen. 
Una tradición dudosa relata que los términos Güelfo y Gibelino se originó como gritos de batalla ("¡Hie Welf!" "¡Hie Waiblingen!") durante la derrota de Conrado III de Baviera en 1140 en el sitio de Weinsberg.
Fue durante el reinado del emperador Hohenstaufen Federico I Barbarroja (1152-1190) que los términos Güelfo y Gibelino adquirieron importancia en Italia, ya que ese emperador trató de reafirmar la autoridad imperial sobre el norte de Italia por la fuerza de las armas. Las expediciones militares de Federico se opusieron no solo a las comunas lombardas y toscanas, que deseaban preservar su autonomía dentro del imperio, sino también al Papa recién elegido (1159), Alejandro III. 
La doctrina de dos poderes para gobernar el mundo, uno espiritual y el otro temporal, cada uno independiente dentro de sus propios límites, es tan antigua como el cristianismo mismo, y se basa en el mandato divino de “dar al César lo que es del César y a Dios las cosas que son de Dios ”
Los intentos de Federico de hacerse con el control de Italia dividieron la península entre aquellos que buscaban mejorar sus poderes y prerrogativas poniéndose del lado del emperador y aquellos (incluidos los papas) que se oponían a cualquier interferencia imperial.
Durante las luchas entre el emperador Hohenstaufen Federico II (reinó 1220-1250) y los papas, los partidos italianos tomaron sus nombres característicos de Güelfo y Gibelino (comenzando en Florencia) y contribuyeron a intensificar los antagonismos dentro y entre las ciudades italianas. 
Así, durante el turbulento período de la Edad Media, los hombres inevitablemente buscaron en la alianza armoniosa de estos dos poderes para renovar la faz de la tierra, o, cuando ya no parecía posible que los dos trabajaran al unísono, apelaron a uno o a el otro para presentarse como el salvador de la sociedad. 
Obtenemos la forma más noble de estas aspiraciones en el imperialismo ideal de Dante ”De Monarchia ”, por un lado; y, por otro, en la concepción del Papa ideal, el papa angélico del “ De Consideratione ” de San Bernardo y las “ Cartas ” de Santa Catalina de Siena.

A lo largo del siglo XI, habían surgido las comunas italianas libres, que debían una lealtad nominal al Imperio por haber sucedido al poder de la antigua Roma y ser la única fuente de derecho y derecho, pero buscando apoyo, tanto político como espiritual, al papado.

Esta gran concepción puede discernirse vagamente al final de las fases más nobles de las contiendas entre güelfos y gibelinos, pero pronto fue oscurecida por consideraciones y condiciones absolutamente no idealistas y materiales. Dos factores principales produjeron y mantuvieron vivas estas luchas: el antagonismo entre el papado y el imperio, cada uno tratando de extender su autoridad al campo del otro; la mutua hostilidad entre una nobleza territorial feudal, de instintos militares y de ascendencia extranjera, y una democracia comercial y municipal, aferrada a las tradiciones del derecho romano, y siempre en aumento en riqueza y poder.

La batalla de Campaldino fue una batalla entre los güelfos y gibelinos el 11 de junio de 1289


Muy a menudo, las facciones previamente existentes en las ciudades (generalmente entre la nobleza) adoptaron una actitud pro papal o pro imperial, atrayéndose así a la lucha internacional más amplia, pero sin perder su carácter local. La lucha entre güelfos y gibelinos en varias comunas a menudo terminaba con el exilio de la parte perdedora de la ciudad. 
La rivalidad entre los gibelinos (en este caso representando a los aristócratas feudales) y los güelfos (representando a los comerciantes adinerados) fue especialmente feroz en Florencia, donde los güelfos fueron exiliados dos veces (1248 y 1260) antes de que el invasor Carlos de Anjou pusiera fin a la dominación gibelina en 1266. 
Habiendo favorecido y fomentado los papas el crecimiento de las comunas, los güelfos eran principalmente el partido republicano, comercial y burgués; los gibelinos representaban la antigua aristocracia feudal de Italia.
Además de la rivalidad de las facciones locales por el poder dentro de una ciudad, los antagonismos entre diferentes ciudades se agravaron al tomar partido por el poder papal. cuestión imperial. Por ejemplo, se libró una serie de guerras desde mediados del siglo XIII hasta principios del siglo XIV entre la Florencia controlada por güelfos y sus aliados (Montepulciano, Bolonia y Orvieto) y sus oponentes gibelinos: Pisa, Siena , Pistoia y Arezzo.

Después de que la dinastía Hohenstaufen perdiese el sur de Italia (1266) y la extinción final de su línea (1268), el conflicto entre güelfos y gibelinos cambió de significado. 
En la esfera internacional, el güelfismo constituyó un sistema de alianzas entre quienes apoyaron la presencia angevina en el sur de Italia, incluidos los gobernantes angevinos de Sicilia, los papas y Florencia con sus aliados toscanos. Dentro de las muchas ciudades donde triunfaron los güelfos, el partido se convirtió en una fuerza conservadora , un grupo propietario interesado en mantener el exilio de los gibelinos cuyas propiedades habían sido confiscadas. 

El gibelinismo se asoció con una nostalgia por el imperio (una fuerza menguante en Italia después de 1268) y revivió brevemente durante las expediciones italianas de los emperadores, Enrique VII en 1310-13 y Luis IV en 1327-1330.
Durante el transcurso del siglo XIV, la importancia de ambas partes disminuyó rápidamente. Perdieron importancia internacional porque los emperadores ya no interfirieron en Italia y los papas se trasladaron de Roma a Francia. “güelfos” y “gibelinos” implicaban solo facciones locales.
Antes del regreso de los papas de Aviñón, güelfos y gibelinos habían perdido todo significado real. Los hombres se llamaban a sí mismos güelfo o gibelino, e incluso luchaban furiosamente bajo esos nombres, simplemente porque sus antepasados ​​se habían adherido a una u otra de las facciones. En una ciudad que había sido oficialmente "güelfa" en el pasado, cualquier minoría que se opusiera al gobierno de turno, o que odiara al partido en el poder, sería tildada de “gibelina”. 
Así, en 1364, encontramos que la República de Florencia promulgó que cualquiera que apele al Papa o su legado o los cardenales será declarado gibelino. "No hay más malvados ni más locos bajo la bóveda del cielo que los güelfos y gibelinos", dice San Bernardino de Siena en 1427. Da una imagen espantosa de las atrocidades que aún perpetúan, incluso las mujeres, bajo estos nombres, aunque en ese momento se había perdido el significado primitivo de los términos, y declara que el mero hecho de profesar pertenecer a cualquiera de las partes es en sí mismo un pecado mortal. 

Güelfos blancos y negros.

Después de que los güelfos toscanos finalmente derrotaran a los gibelinos en 1289 en la batalla de Campaldino y en Vicopisano, los güelfos comenzaron a luchar internamente. Hacia 1300, los güelfos florentinos se habían dividido en güelfos blancos y negros. 
Los negros continuaron apoyando al papado, mientras que los blancos se oponían a la influencia papal, específicamente a la influencia del papa Bonifacio VIII . Dante estaba entre los partidarios de los Güelfos Blancos, y en 1302 fue exiliado cuando los Güelfos Negros tomaron el control de Florencia. 
Aquellos que no estaban conectados con ninguno de los bandos o que no tenían conexiones con los güelfos o gibelinos consideraban que ambas facciones no eran dignas de apoyo, pero aún estaban afectados por los cambios de poder en sus respectivas ciudades. El emperador Enrique VII estaba disgustado por los partidarios de ambos bandos cuando visitó Italia en 1310. 
En 1325, las ciudades-estado de la Bolonia "güelfa" y la Módena "gibelina" se enfrentaron en la Guerra del Cubo , lo que resultó en la victoria de Módena en la Batalla de Zappolino, que condujo a un resurgimiento de las fortunas gibelinas. En 1334, el Papa Benedicto XII amenazó con excomulgar a las personas que usaban el nombre güelfo o gibelino.

Historia posterior

El término gibelino continuó indicando apego a la autoridad imperial en declive en Italia, y vio un breve resurgimiento durante las campañas italianas de los emperadores Enrique VII (1310) y Luis IV (1327). 
Desde la concesión papal de Sicilia al príncipe francés Carlos I de Anjou , los güelfos también habían adoptado una orientación pro-francesa. En el siglo XVI, los gibelinos como Colonna o Gonzaga todavía luchaban por Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, mientras que los güelfos como los Orsini y Este luchaban por los franceses.
El Papa Juan XXII , como uno de los papas del papado de Aviñón dominado por los franceses, se alineó con el rey Juan de Bohemia, aliado francés, rival de Luis IV. En consecuencia, el Papa amenazó con cargos de herejía contra los gibelinos y excomulgó a Luis IV en 1324. Los gibelinos apoyaron entonces la invasión de Italia por Luis y la coronación como rey de Italia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Como lema de partido sobrevivieron con sangrientas consecuencias, hasta que la llegada a Italia de Carlos V (1529) restableció finalmente el poder imperial y abrió una nueva época en las relaciones entre el Papa y el Emperador.

Los términos del conflicto revivieron durante el movimiento de unificación italiana del siglo XIX. Los neo-Güelfos fueron los que instaron al Papa a liderar una federación de estados italianos. (Vincenzo Gioberti, Del primato morale e civile degli italiani ["Sobre la primacía moral y civil de los italianos"], publicado en 1843, fue la expresión clásica de esta actitud.) Sus oponentes, los neo-Gibelinos, veían al Papa como una barrera para la desarrollo de la unidad italiana.
APUNTE MODERNO: El 25 de marzo de 2015, la Parte Güelfa fue reconstituida como orden cristiana y archicofradía para servir a la Iglesia católica y la Archidiócesis católica de Florencia, guiada por el Capitán General Andrea Claudio Galluzzo bajo la custodia del Cónsul Luciano Artusi. El alcalde de Florencia estableció la sede del renacido Partido Güelfo en el histórico Palazzo di Parte Güelfa de la ciudad.


Para saber más:

Gardner, Edmund Garratt (1910). " Güelfos y gibelinos ". En Herbermann, Charles (ed.). Enciclopedia católica . 7 . Nueva York: Robert Appleton Company.

Ippolito, Antonio Menniti (2005). Treccani (ed.). Guelfi e Ghibellini . Enciclopedia dei Ragazzi (en italiano).

Chisholm, Hugh, ed. (1911). "Güelfos y gibelinos"  . Encyclopædia Britannica . 12 (11ª ed.). Prensa de la Universidad de Cambridge. págs. 668–669

"Historia europea de Guelf y gibelina" . Enciclopedia Británica .

James D. Tracy (2002). Emperador Carlos V, empresario de guerra: estrategia de campaña, finanzas internacionales y política nacional . Prensa de la Universidad de Cambridge. pag. 39. ISBN 0521814316.

Faini, Enric (2006). Il convito del 1216. La vendetta all'origine del fazionalismo fiorentino (PDF) . Annali di Storia di Firenze (en italiano). Universidad de Florencia

 Haegen, Anne Mueller von der; Strasser, Ruth F. (2013). "Entre el papado y el imperio - el conflicto interminable entre güelfos y gibelinos". Arte y Arquitectura: Toscana . Potsdam: Editorial HFUllmann. pag. 66. ISBN 978-3-8480-0321-1



  

Tres Figuras Femeninas en el Purgatorio.


El purgatorio es la segunda parte de la Divina Comedia de Dante y según Ángel Crespo fue publicado en el año 1315 luego de que la condena de muerte a Dante se hiciera oficial y se extendiera a sus hijos, este está compuesto por el antepurgatorio, el purgatorio y el paraíso terrenal. En el antepurgatorio tenemos dos resaltos donde se encuentran dos tipos de almas: los excomulgados y los negligentes o los que se arrepintieron de forma tardía. Luego, el purgatorio, divido en cornisas de forma ascendente (del pecado más grave al más leve) y donde expían las almas sus pecados, cada cornisa representa uno de los pecados capitales: soberbia, ira, pereza, envidia, avaricia, gula y lujuria. En la cima del purgatorio y por ultimo esta el paraíso terrenal.


La Comedia de Dante se encuentra llena de personajes, figuras, alegorías y símbolos todos de distinta naturaleza, el purgatorio esta colmado de personajes muchos de ellos femeninos algunos mencionados y otros que tienen interacción directa con Dante.


En la cornisa II del purgatorio se encuentran los envidiosos, es decir, los que en vida miraron con malicia la felicidad de los otros o los que trataron de impedirla. Estas almas se encuentran expiando su pecado, visten túnicas grises y sus ojos están cosidos con alambre para poder escuchar las voces que repiten ejemplos de generosidad que es la virtud correspondiente. Aquí encontramos un episodio de la vida de María para ejemplificar lo contrario al pecado, es donde Jesús convierte el agua en vino “Las bodas de Caná”. Hay también una historia clásica sobre la amistad entre Orestes y Pílades, que se contrapone a la historia de la primera figura femenina que se presenta:


Aglauro


Aglauro es un personaje de la mitología griega, hija del primer rey de Atenas, Céopre y Aglauro. La princesa ateniense era hermana de Herses y Pándroso, hijas también de los reyes de Atenas. Aglauro tuvo amorío con dos dioses: Ares de donde nació Alcipe y con Hermes de donde nace Cérix.

En el canto XIV de la comedia, finalizando la cornisa de los envidiosos, Virgilio y Dante escuchan una voz que tal trueno resuena, esta dice: “Soy Aglauro, que al fin guijarro he sido”. De esta forma es que se presenta Aglauro, no tiene interacción directa con Dante sino que es una de las voces que grita su destino en la cornisa de los envidiosos.

Aglauro, se encuentra en esta por el mito que Dante recoge de la metamorfosis de Ovidio. Las tres hermanas, Aglauro, Herses y Pándroso fueron encomendadas por Atenea para cuidar una canasta con la condición de que estas nunca vieran su interior, dentro de la misma se encontraba Erictonio. Pudo mas la curiosidad y Herses y Aglauro destaparon la canasta encontrando a Ericteo que tenia la mitad del cuerpo de serpiente, esto las hizo enloquecer y se arrojaron desde la Acrópolis de Atenas. Según Ovidio, ellas sobreviven a este accidente.

Aun así, no escaparon de la ira de los dioses, durante las celebraciones de Panateneas Hermes se enamoro de Herses y pido a su hermana Aglauro que hiciera de mediadora pero, Atenea mando a Némesis, la envidia, para que se apoderara de Aglauro. Esta sabiendo que su hermana tendría un destino feliz con el que anteriormente había sido su amante enfureció tanto que tratado de impedir que este viera a Herses el Dios la convirtió en una piedra Negra. Es por esto que esta se presenta como un guijarro en la Comedia.

La séptima y última cornisa es la de los lujuriosos, en esta las almas se encuentran arrepintiéndose por dirigir de manera errónea o sexual su amor. Su castigo es atravesar una pared de llamas gritando ejemplos de fidelidad y castidad, lo contrario a su pecado y también ejemplos de actos lujuriosos y es aquí donde se menciona a la próxima figura femenina:


Pasífae



En la mitología griega Pasífae es la esposa de Rey Minos, hija de Helios y Perseis, sus hermanos son Perseo, Eetes y la hechicera Circe.; fue criada como una princesa y dada en matrimonio tiempo después al Rey de Creta. Se le identifica también como a la diosa de la Luna y entre sus hijos esta Ariadna con Minos, Cidón con Hermes y con Zeus tuvo a Amón.

En canto XXVI, Dante y Virgilio escuchan a las almas repetir ejemplos de lujuria y entre ellos, las almas más viejas mencionan a Pasífae: “Pasifae entra en la vaca”, “porque el torillo su lujuria acorra”. Este personaje es solo una mención de las almas en pena de la cornisa de los lujuriosos y una referencia del mundo clásico.

El mito por el cual Pasifae se convierte en ejemplo de lujuria es el que sucede en Creta, Poseidón hizo que Pasifae se enamorara un hermoso toro blanco para vengarse de Minos por no haber sacrificado al toro. Pasifae pide a Dédalo que construya una vaca de madera que es el artefacto que utiliza para que el toro tenga relaciones con ella, de esta relación nace el minotauro. Por haber sucumbido a los deseos carnales y sido adultera Pasifae es uno de los ejemplos mencionados en la séptima cornisa.

Ahora bien, como se puede notar, los primeros personajes elegidos son de origen mitológico, una posible respuesta a su presencia en un ambiente cristiano es la siguiente: son ejemplos de los pecados y no almas que tienen la oportunidad de expiar su culpa puesto que, nacieron en un tiempo anterior al cristianismo. En el caso de Pasifae, en la cornisa de los lujuriosos, Dante aclara que las almas mas antiguas son aquellas que nombran el ejemplos de Pasifae como parte de su castigo, esto puede ser debido al conocimiento que tenían estas almas, aunque cristianas, del mundo clásico y por tanto su referente seria el mismo. Por otra parte, Dante elige no solo ejemplos de los pecados que se tienen que expiar sino de las virtudes correspondientes como es el caso de Orestes y Pilades que se contrapone a la envidia de Aglauro.


Y es en el paraíso terrenal donde se presenta uno de los personajes femeninos más importantes y conmovedores, después de Beatriz, que crea Dante en la Divina comedia.


Matilda

Gustave Doré, Purgatorio, Canto XXXI, Matilda en el río Leto

En el Canto XXVIII del purgatorio, La foresta Divina, se presenta a una bella mujer que cantaba y recogía flores, se le describe bella y se le compara con Proserpina o Perséfone en la mitología griega; esta es la que le señala, más adelante, a Dante la procesión simbólica y que lo bautiza en el rio Leto. La presencia e interacción de Dante con este personaje dura hasta el último canto del purgatorio, el 33.

Ángel Crespo señala a Matilda como una de las creaciones mas bella de Dante debido a sus conmovedora personalidad poética y la belleza excesiva en su personalidad, gestualidad y físico. Muchos autores han discutido el significado simbólico de este personaje, se dice que es la representación de la perfección de la naturaleza humana, la sabiduría del antiguo testamento, por su belleza simboliza la condición de los seres humanos antes del pecado original. Umberto Bosco propone la teoría de que Matilda representa la felicidad humana, la felicidad antes del pecado, y por esto se encuentra en el paraíso terrenal, el lugar de la felicidad humana. Es aquella que completa la sabiduría humana de Virgilio cuando bautiza a Dante con el agua de la verdad y por supuesto, también es vista como una anticipación de Beatriz. Es la guía de Dante durante todo el paraíso terrenal, la que lo lleva desde Virgilio hasta Beatriz.

Muchos de los comentaristas de la Divina Comedia declaran que Matelda o Matilda es un personaje histórico, para esta declaración hay diferentes teorías. Ángel Crespo menciona en la notas que realiza de la Divina Comedia que muchos críticos señalan que podría ser el alma de Matilde di Canossa aunque él no adopte esta postura indicando que esta fue hostil contra el imperio y por tanto, Dante no le daría un lugar como este en la Comedia. Otros, piensan que se trata de Mechthild von Hackeborn, una monja cristina perteneciente a la orden del Císter.



Biblioteca personal.

Tengo dos ejemplares de la divina comedia, que fantástico.



Itsukushima Shrine.

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