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miércoles, 21 de diciembre de 2016

376.-Manual de historia de España de Rafael Altamira.-a


  

Manual de historia de España

Manual de historia de España

Manual de historia de España

Manual de historia de España


Título: Manual de historia de España / Rafael Altamira.


Historia  de españa.

Historia de españa



HISTORIA DE ESPAÑA Y DE LA CIVILIZACIÓN ESPAÑOLA.
RAFAEL ALTAMIRA

De la estirpe moral de Costa, Cossío y Giner, Rafael Altamira (1866-1951) es, sin duda, la figura más destacada de la historiografía española del primer tercio del siglo XX, y la figura que representó en España máxima modernidad metodológica. Su obra fundamental es la que ahora se edita, Historia de España y de la civilización española, coincidiendo con el cincuenta aniversario de su muerte. 
Comprometido con los problemas de su tiempo, realizó una fecunda labor en beneficio de la paz y el entendimiento de los pueblos desde el Tribunal de Justicia Internacional de La Haya, del que fue cofundador y juez permanente. Altamira es uno de nuestros historiadores más lúcidos e innovadores, como queda de relieve en esta su obra magna.





 Rafael Altamira y Crevea (Alicante, 10 de febrero de 1866 - México DF, 1 de junio de 1951), fue un humanista, historiador y americanista; pedagogo, jurista, crítico literario y escritor español. Estrechamente vinculado a los proyectos de la Institución Libre de Enseñanza, alumno y amigo de Francisco Giner de los Ríos, fue secretario del Museo Pedagógico Nacional. Doctor honoris causa en ocho universidades de América y Europa, y miembro de nueve instituciones académicas, se exilió en México en 1944.

Retrato de Rafael Altamira por Joaquín Sorolla para Hispanic Society of America (1913), con traje académico (muceta de doctor en Derecho que porta la gran cruz de la Orden de Alfonso XII).

Formación y carrera académica-

Rafael Altamira y Crevea nació el 10 de febrero de 1866 en Alicante, ciudad en la que cursa el bachillerato. En julio de 1882, se trasladó a la Universidad de Valencia donde estudió Derecho, siendo compañero de Vicente Blasco Ibáñez, con quien establecería una gran amistad. En esa capital levantina tomó contacto con Joaquín Sorolla, Azorín, Teodoro Llorente y el catedrático institucionista Eduardo Soler, que le puso en contacto con los krausistas Francisco Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío y Joaquín Costa, entre otros. En esa época juvenil, da rienda suelta a sus aficiones literarias de corte naturalista y escribe Cuentos de Levante y su novela Reposo.

En 1886, viaja a Madrid para realizar su doctorado, que culmina con su tesis Historia de la Propiedad Comunal, dirigida por Gumersindo de Azcárate. En 1888, Nicolás Salmerón le ofrece la posibilidad de formar parte de la redacción de La Justicia, periódico del Partido Republicano Centralista que posteriormente pasará a dirigir. Firma sus artículos como «Ángel Guerra».
En esos años, la Institución Libre de Enseñanza marcará para siempre sus ideas, sus preocupaciones educativas y su actitud ética. En Madrid trabaja como secretario en el Museo de Instrucción Primaria (más adelante Museo Pedagógico Nacional) y asume además la dirección del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. Al tiempo, trabaja como abogado en el bufete de Nicolás Salmerón. En 1891, publica La enseñanza de la historia. En marzo de 1895, crea y codirige con Luis Ruiz Contreras la Revista Crítica de Historia y Literatura Españolas. A partir de diciembre de ese mismo año, bajo el nombre de Revista Crítica de Historia, Literatura Españolas, Portuguesas y Americanas, la responsabilidad de la dirección recae únicamente en Rafael Altamira, que la mantendrá hasta 1898.

En 1897, gana la Cátedra de Historia del Derecho en la Universidad de Oviedo, integrándose en un claustro en el que figuraban, además de Leopoldo Alas «Clarín», conocidos discípulos de Francisco Giner de los Ríos –Adolfo Álvarez Buylla, Adolfo González Posada, Aniceto Sela Sampil, hombres empeñados en llevar a cabo la necesaria renovación de la enseñanza universitaria y de la sociedad española. En 1898 creó, junto con otros catedráticos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, la Extensión Universitaria como área definida de la universidad con el propósito de difundir los conocimientos generados en esta institución a través de conferencias, cursos y otras actividades a aquellas clases sociales que no podían acceder a ellos, siguiendo el ejemplo de varias universidades inglesas que ya se había extendido a otros países europeos como Alemania y Bélgica. Tras el desastre del 98, imbuido por el espíritu regeneracionista, contribuye a disipar el pesimismo español con su Psicología del pueblo español y especialmente con su más importante obra, la Historia de España y de la civilización española.

Viaje por Hispanoamérica.

Con motivo del III Centenario de la Universidad de Oviedo, el claustro de profesores decide hacer efectiva su presencia en la vida cultural americana a través de un viaje de buena voluntad que restituyese los lazos entre España y el continente americano, rotos tras la pérdida de las últimas colonias en 1898, y del que Rafael Altamira resulta elegido por unanimidad. Aquel viaje estaba programado para unos meses pero se prolongó casi un año. Ahí comenzaron a destacar las dotes de Rafael Altamira para situar la diplomacia al servicio de un empeño pacificador. El viaje se desarrolla entre junio de 1909 y marzo de 1910. 
Durante esos nueve meses visita Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México, Estados Unidos y Cuba, impartiendo con gran éxito unas 300 conferencias en universidades y centros culturales de estas repúblicas, trabajando con editores, políticos, docentes y alumnos de todas las universidades visitadas y formulando acuerdos de intercambio para la creación de asociaciones, nuevas publicaciones y futuros congresos. Todo su periplo será recogido en el libro de documentos Mi viaje a América. Es nombrado doctor honoris causa, en 1909, por la Universidad de la Plata, por la Universidad de Santiago de Chile y por la Universidad de Lima; y en 1911, por la Universidad Nacional de México.

Regreso a España.


A su vuelta, Rafael Altamira fue nombrado inspector general de Enseñanza y poco después director general de Enseñanza Primaria, organismo creado el 1 de enero de 1911 sin vinculación política alguna. Desde este cargo, Rafael Altamira mejoró la situación económica y profesional de los maestros, renovó la Inspección Técnica, a la que dotó de un Cuerpo Femenino inexistente hasta ese momento, propugnó la Escuela Graduada, reformó los estudios de Magisterio y se preocupó especialmente de las instalaciones materiales de las escuelas y de su dotación bibliográfica. Igualmente, intentó introducir métodos de enseñanza novedosos como la Escuela-Jardín y la Escuela al aire libre. En 1913, presenta su renuncia al cargo debido a presiones políticas.
En 1914, fue nombrado profesor del Instituto Diplomático y Consular (antecedente de la actual Escuela Diplomática). Ese mismo año, obtuvo por concurso la cátedra de Historia de las Instituciones Políticas y Civiles de América en la Universidad Central de Madrid, creada como materia exclusiva de doctorado en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras, con especial atención a los temas americanistas. Altamira la ejerció hasta su jubilación en 1936 y la dotó de una buena biblioteca nutrida en gran parte por sus propias donaciones bibliográficas. Declarado aliadófilo, en la Primera Guerra Mundial publica La guerra actual y la opinión española. En 1916, es nombrado senador por la Universidad de Valencia en la lista del partido Liberal dirigido por el conde de Romanones. Ese año, viaja a París con la Misión Española de Intelectuales solidarios con Francia compuesta por el duque de Alba, Ramón Menéndez Pidal, Miguel Blay, Odón de Buen, Américo Castro y Manuel Azaña, entre otros.

Jurista internacional

En 1919, es nombrado árbitro en el Tribunal de Litigios Mineros de París para solucionar las disputas entre Francia y España sobre las minas de Marruecos. En 1920, es elegido miembro de la Comisión de Juristas encargada por el Consejo de la Sociedad de las Naciones de redactar el anteproyecto del Tribunal Permanente de Justicia Internacional. En 1921, es nombrado uno de los diez jueces titulares del mismo, Comité de los Diez, cargo para el que posteriormente será reelegido durante otros dos mandatos consecutivos y que ocupa desde 1921 hasta 1940, año en el que el Tribunal se ve obligado a suspender sus funciones.

Pese a su intensa actividad internacional durante estos años, no abandona su cátedra de Madrid, imparte sus clases y continúa sus publicaciones, especialmente sobre Derecho Internacional y pacifismo. En 1922, se le nombra académico de la Real Academia de la Historia. En 1923, es nombrado catedrático del Colegio de Francia en París. En 1924, es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Burdeos y en 1928 por la Universidad de París. En 1929, imparte en la Universidad de La Sorbona varias clases sobre Historia del Pensamiento Español.
En 1929, empezó a preparar la edición de sus Obras completas en las que se incluían, además de las ya citadas, su Historia de la civilización española, el Epítome de historia de España, Cuestiones modernas de historia, De historia y arte, Cuestiones obreras, Giner educador, Ideario político, etc. La guerra y el exilio le impidieron realizar el proyecto. En 1930, es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Cambridge. En 1931, es elegido decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid. Fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz en 1933 a raíz de sus esfuerzos por evitar el belicismo. La propuesta fue firmada por gran cantidad de intelectuales españoles y europeos. En 1935, es nombrado presidente de la Casa de Valencia en Madrid. En 1937, la Universidad de Columbia (Nueva York) lo nombró doctor honoris causa.

Exilio en México

Al estallar la Guerra Civil Española en 1936, Rafael Altamira parte para Holanda, donde continúa con su trabajo de Juez Permanente del Tribunal de La Haya. Sin embargo, la invasión alemana de los Países Bajos en 1940 le obliga a refugiarse en la ciudad de Bayona (Francia). Allí permanecerá hasta 1944, año en el que tiene que salir de nuevo a causa del avance alemán. Tras una breve estancia en Portugal, donde colabora con la Universidad de Coimbra y escribe "Cartas de Hombres", es invitado por la Fundación Carnegie a dar un curso en la Universidad de Columbia, Nueva York.
 Un accidente fortuito con rotura de la cadera durante el viaje, le fuerza a cambiar de destino y se instala definitivamente en México DF, donde estaban exiliadas sus dos hijas, Pilar y Nela. A pesar de su avanzada edad, dicta cursos en el Colegio de México y en la Universidad Nacional de México y participa en actividades del exilio republicano. En México completa trabajos ya iniciados años antes, como el Diccionario castellano de palabras jurídicas y técnicas tomadas de la legislación indiana y su estado y su Análisis de la recopilación de las Leyes de Indias de 1680. En la capital mexicana, el Instituto Panamericano de Geografía e Historia le otorga en 1947 su primer «Premio de Historia de América». En 1951, es propuesto nuevamente para el Premio Nobel de la Paz, honor que no obtuvo al fallecer el 1 de junio de ese mismo año en la Ciudad de México. Está enterrado en el Panteón Español de México DF.

Fue uno de los primeros historiadores que impulsaron la Historiografía en España, partiendo de su relación con la cultura y la historia de las ideas. Aunque impulsó y apoyó siempre a la Institución Libre de Enseñanza y las ideas del institucionismo, en la que trabajó como docente, mantuvo siempre independencia de criterio respecto al krausismo, en una orientación ideológica liberal-progresista. Promovió la educación popular y propugnó una pedagogía con fuerte sentido moral. En 1898 creó, junto con otros catedráticos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, la Extensión Universitaria como área definida de la universidad con el propósito de difundir los conocimientos generados en esta institución a través de conferencias, cursos, y otras actividades a aquellas clases sociales que no podían acceder a ellos, siguiendo el ejemplo de varias universidades inglesas que ya se había extendido a otros países europeos como Alemania y Bélgica. 
En esa línea, y como secretario del Museo Pedagógico Nacional, se le adjudicó la responsabilidad de materializar el proyecto de una red de bibliotecas circulantes, recuperando del olvido las bibliotecas populares creadas por Manuel Ruiz Zorrilla en 1869. Además de coordinar y administras todas esas instituciones no dejó de impartir cursos y conferencias en numerosas universidades españolas y extranjeras (Argentina, Perú, Estados Unidos, Francia e Inglaterra, entre otras).

Su obra se inscribe igualmente dentro del regeneracionismo como continuadora de la de Joaquín Costa y bajo una gran influencia del evolucionismo y un gran interés por la ciencia experimental. Cultivó asiduamente el periodismo y la crítica literaria y dejó escritos más de setenta libros, entre ellos libros de narraciones, como sus Cuentos de amor y tristeza o su novela Reposo, hay que destacar su célebre Historia de España y de la civilización española, así como la Psicología del pueblo español y la Historia del Derecho español.

Reconocimientos

Condecoraciones
Gran cruz de la Orden de Alfonso XII en 1910.
Gran cruz de la Orden del Mérito Naval.
Caballero gran cruz de la Orden de la Corona de Italia, en 1904.
Gran cruz de la Orden de Leopoldo II de Bélgica.
Oficial de la Legión de Honor de Francia.
Orden del León Blanco de Checoslovaquia.
Medalla de Plata de la Hispanic Society of America, en 1909.
Medalla de Oro de la ciudad de Lima, en 1909.

Adopciones

Hijo adoptivo de San Juan de Alicante, el 20 de septiembre de 1909 (primera localidad en otorgarle esta distinción).
Hijo predilecto de Alicante, en marzo de 1910.
Hijo adoptivo de El Campello, el 26 de marzo de 1910.
Hijo adoptivo de San Vicente del Raspeig, el 7 de abril de 1910.10​
Hijo adoptivo de Elche, en 1910.

Doctor honoris causa

Universidad de La Plata (Argentina, 1909)
Universidad de Santiago de Chile (Chile, 1909)
Universidad de Lima (Perú, 1909)
Universidad Nacional de México (México, 1911)
Universidad de Burdeos (Francia, 1924)
Universidad de París (Francia, 1928)
Universidad de Cambridge (Reino Unido, 1930)
Universidad de Columbia (Estados Unidos, 1937)

Cargos académicos

Miembro numerario de la Academia Internacional de Derecho Comparado, La Haya, 1928.
Miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia en 1894, propuesto por Eduardo Hinojosa y Marcelino Menéndez Pelayo.
Miembro numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en 1912.
Miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Miembro de la Real Academia Checa de Ciencias, Literatura y Arte, en 1937.
Senador por la Universidad de Valencia, en 1912.
Presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en 1920.
Académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, en 1922
Académico de número de la Real Academia de la Historia, en 1922.

Homenajes

El 9 de marzo de 2013, fecha aniversario de su nombramiento como decano de dicha facultad en 1931, en el Decanato de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid se constituyó el «Día Altamira», de celebración anual, así como un Premio de Investigación Rafael Altamira.


Obras

Principales obras de Rafael Altamira

1890 --- Historia de la propiedad comunal, (Tesis dirigida por Gumersindo de Azcárate), Ed. Fácsimil, BiblioBazaar, LLC, 2008. ISBN 978-0-554-98841-2, 381 págs. Vista previa en Google books
--- La formación del jurista, en Las conferencias de Rafael Altamira en la Escuela Nacional de Jurisprudencia UNAM, ISBN 978-970-32-5088-2 Vista previa en Google books
1891 --- La enseñanza de la Historia, Ediciones Akal, Madrid 1997. ISBN 84-460-0835-1, 357 págs.
1895 --- Cuentos de Levante y otros cuentos, THULE EDICIONES, 2003. 187 págs.
1900 --- Historia de la civilización española, Instituto de Estudios "Juan Gil-Albert", 1988, 326 p. (Ediciones en 1900-1903?, 1925, 1928, 1930 y 1932)
1902 --- Psicología del pueblo español, Ed. Biblioteca Nueva. Madrid 1997. ISBN 84-7030-478-X, 238 págs.
1903 --- Historia del derecho español, Kessinger Publishing, United States, 2010.
1900-1911 --- Historia de España y de la civilización española, Editorial Crítica, Barcelona 2001.ISBN 978-84-8432-257-3 750 págs. Facsímil digital del Tomo I (1900) de IV en Biblioteca Virtual de Patrimonio Bibliográfico.

1910 --- Resumen Histórico de la Independencia de la América Española, Menéndez & Galli - Editores, Athenas Librería, Buenos Aires, 1910.
1911 --- Mi viaje a América, Universidad de Oviedo. Servicio de Publicaciones. Oviedo, 2008. ISBN 978-84-8317-674-0.
1913 --- Cuestiones obreras, Prometeo. Valencia 1914.
1915 --- Giner de los Ríos, educador, Prometeo. Valencia 1915.
1921 --- Arte y realidad, Cervantes, Barcelona, 1921. 248 págs.
1921 --- La política de España en América, EDETA. Valencia, 1921. 230 págs.
1921 --- Ideario político, Prometeo. Valencia, 1921. 227 págs.
1923 --- Ideario pedagógico, Madrid, edit. Reus, 1923. 375 págs.
1924 --- La huella de España en América, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca 2007. ISBN 978-84-7481-338-8, 222 págs.
1925 --- Cuentos de mi tierra, Madrid, 1925. 285 págs.

1929 --- Últimos escritos americanistas, Fernando Fé, Madrid, 1929. 307 págs.
1948 --- Manual de investigación de la historia del derecho indiano, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México, 1948. 154 páginas.
1948 --- Proceso Histórico de la Historiografía Humana, Colegio de México, 2011. ISBN 9786074622980.
1949 --- Tierras y hombres de Asturias, Ediciones Universidad de Oviedo, Oviedo 2005. ISBN 9788483174685, 565 págs.
1951 --- Diccionario castellano de palabras jurídicas y técnicas tomadas de la legislación indiana, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México, 1951. 349 págs.
2012 --- Cuestiones obreras 2ª edición. Universitat de València.185 págs. ISBN 978-84-370-9052-8
2014 --- Lecturas americanas. Coedición Fundación Lázaro Galdeano y Analecta Editorial.780 págs. ISBN 978-84-92489-67-1
2014 --- La guerra actual y la opinión pública española, 2ª edición. Analecta Editorial. 89 págs. ISBN 978-84-9017-001-4

Obras sobre Rafael Altamira.

Ramos Pérez, Vicente, Palabra y pensamiento de Rafael Altamira, Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, 1987. ISBN 84-7599-039-8. 297 pp
Altamira, Pilar, Diálogos con Rafael Altamira, Universidades de Murcia y Oviedo, 2009. ISBN 9788483719107.
Ramos Altamira, Javier, Rafael Altamira. Curiosidades y anécdotas, Ediciones ECU. Alicante 2011. ISBN 9788499485065. 94 páginas.
Altamira, Pilar, Biografía en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Congreso Internacional Rafael Altamira 1º, 2002, Alicante en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Estudios, Pilar Altamira, Miguel A. Richart Bernardo, Javier Ramos Altamira, Eva M.ª Valero Juan en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Martínez Verdú, Domingo; Altamira García-Tapia, Pilar; Ramos Altamira, Javier, Rafael Altamira hijo adoptivo de San Vicente del Raspeig, San Vicente del Raspeig, Editorial Club Universitario, 2001, ISBN 84-8454-108-8 [1] Archivado el 9 de febrero de 2010 en Wayback Machine.

Zavala, Silvio, El americanismo de Altamira, en Serano Migallón, Fernando (coord.), Los maestros del exilio español en la Facultad de Derecho, Editorial Porrúa, México, 2003, ISBN 970-07-4334-9
Prado, Gustavo H., Las lecciones historiográficas de Rafael Altamira en Argentina (1909): apuntes sobre ciencia, universidad y pedagogía patriótica, Universidad de Oviedo, 2011. ISBN 9788483178416. 298 páginas.
Valero, Eva Mª, Rafael Altamira y la reconquista espiritual de América, Universidad de Alicante, 2003. ISBN 9788479087555 246 páginas.
Pelosi, Hebe Carmen, Rafael Altamira y la Argentina, Universidad de Alicante, 2005. ISBN 9788479088279. 224 págs.
Coronas González, Santos, Rafael Altamira y el Grupo de Oviedo, Universidad de Oviedo, 2003. ISBN 9788483173381. 139 págs.
Moreno Sáez, Francisco, Rafael Altamira Crevea (1866-1951), Generalidad Valenciana, Consell Valencià de Cultura, 1997 - 119 páginas
Ferrándiz Lozano, José, y Emilio La Parra (dirs.), Rafael Altamira: idea y acción hispanoamericana, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2012 - 157 páginas. ISBN 9788477845997.


  

Biografía de Real Academia de Historia.

Altamira y Crevea, Rafael. Alicante, 18.II.1866 – Ciudad de México (México), 1.VI.1951. Jurista e historiador.

Realizó sus primeros estudios en el colegio San José de Alicante. Desde muy joven manifestó, por influencia familiar, inclinación hacia la música, pero fue desapareciendo ante su pasión por la literatura. Fundó una revista, La Ilustración Alicantina (1887-1891), donde se pueden encontrar sus escritos más antiguos.
En la revista alicantina La Antorcha (7 de julio de 1881) apareció su primera obra impresa, el cuento Gazul el Guerrillero. Durante toda su vida mantendrá este interés por el periodismo, colaborando frecuentemente en la prensa local, nacional e internacional.
Sus estudios universitarios los realizó en Valencia, en cuya universidad se licenció en Derecho (1886).
En esta universidad tuvo sus primeros contactos con el krausismo a través de su profesor Eduardo Soler Pérez. El título de doctor lo obtuvo en la Universidad Central en 1887 con la tesis Historia de la propiedad comunal, dirigida por Gumersindo de Azcárate.
Su traslado a Madrid para realizar el doctorado supuso un paso fundamental en su vida, pues allí conoció a Giner de los Ríos, Cossío, Costa, Salmerón e Hinojosa, quienes influyen poderosamente en su formación y en su futura carrera profesional, al mismo tiempo que le introducen en la Institución Libre de Enseñanza, donde desarrollará una gran actividad.

Influido especialmente por Joaquín Costa, mantuvo una profunda actitud regeneracionista durante toda su vida. Trabajó en el Museo de Instrucción Primaria, luego Museo Pedagógico, donde entró en contacto con los más modernos sistemas educativos europeos y desempeñó el cargo de secretario hasta 1897. Enviado por esta institución, viaja a Francia y frecuenta la Sorbona, la Escuela Práctica de Altos Estudios y la École de Chartes. Allí entra en contacto con la corriente positivista y los grandes maestros de la historia francesa: Lavisse, Monod, Langlois, Seignobos, Morel-Fatio, Renan, que influirán poderosamente en él, convirtiéndole en un avanzado de la metodología histórica en la España de su época y de la corriente del “krauso-positivismo”.
Se traslada a Oviedo al ganar por oposición la cátedra de Historia General del Derecho de esta universidad el 26 de abril de 1897, desempeñando, además, por acumulación las de Economía Política y Hacienda Pública entre junio de 1904 y mayo de 1910. En Oviedo se reforzarán sus relaciones con los institucionistas al coincidir con Álvarez-Buylla, González Posada y Sela, todos ellos miembros del claustro universitario, y decididos partidarios de la renovación metodológica de las ciencias y la extensión de la cultura a las clases populares. Esta faceta pedagógica está presente en el impulso que dio durante su estancia a la Extensión Universitaria de este centro (1898-1912), siguiendo los modelos de Oxford y Cambridge para irradiar la cultura a las clases populares.

Bajo los auspicios de esta universidad y con motivo de un intercambio cultural, realizó un largo recorrido (del 13 de junio de 1909 al 30 de marzo de 1910) por varios países americanos impartiendo cursos y conferencias en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México, Cuba y Estados Unidos de América, que sirvieron para estrechar las relaciones culturales entre España e Hispanoamérica. Este viaje tuvo unas consecuencias trascendentales, pues supuso, por una parte, el inicio de su gran vocación americanista, que le acompañó desde entonces durante toda su vida. Por otra, Altamira contribuyó en gran manera al reencuentro entre las repúblicas iberoamericanas y España, alejadas entre sí después de la emancipación. La forma en que Altamira concebía la acción cultural con Hispanoamérica ha quedado plasmada en sus obras Mi viaje a América, Libro de documentos, España y América, España y el programa americanista, La política de España en América, La huella de España en América, Trece años de enseñanza americanista, Cómo concibo yo la finalidad del hispano-americanismo.
Colabora con el Centro de Estudios Históricos entre 1910 y 1918, dirigiendo la sección de Metodología de la Historia, después denominada Metodología e Historia Moderna de España y finalmente Metodología histórica e historia contemporánea de España.
Su convicción personal de acercar los adelantos científicos al mayor número posible de personas, junto con la necesidad de divulgarlos a través de métodos pedagógicos adecuados, le llevaron a aceptar el cargo de director general de Primera Enseñanza creado en el Ministerio de Instrucción Pública (1911). Su proyecto se basaba fundamentalmente en las posibilidades de la educación como medio para mejorar la sociedad, mediante la búsqueda de métodos y sistemas de enseñanza, así como la transformación y mejora de sus condiciones. Dimitió de su cargo en 1913 al no contar con los apoyos necesarios para llevar a cabo su programa y regresó de nuevo a su cátedra universitaria. Sus ideas sobre este asunto quedan recogidas en su obra Problemas urgentes de la primera enseñanza en España. Altamira perteneció al grupo denominado “regeneracionismo de cátedra”.

Tras esta experiencia que, según sus propias confesiones, no fue muy gratificante, no volvió a la política activa. Únicamente actuó como senador por la Universidad de Valencia (1916-1923), con intervenciones en cuestiones estrictamente técnicas relacionadas con la enseñanza.
Abandonada la política, vuelve por traslado de concurso de méritos a la Universidad Central, en la cátedra de Historia de las instituciones civiles y políticas de América (20 de julio de 1914), una de las asignaturas de doctorado en la facultad de Filosofía y Letras. Igualmente, en el Instituto Diplomático y Consular enseñar Historia política contemporánea de América. Fruto de esta labor serán sus estudios dedicados preferentemente a las instituciones americanas del período colonial. Llegó a ser decano de la Facultad de Derecho (1931). En vísperas de la Guerra Civil, llega a la edad de jubilación el 10 de febrero de 1936. Entre su amplia producción en este campo hay que destacar: Programa de Historia de las instituciones de América, Colección de textos para el estudio de la Historia y de las Instituciones de América, La enseñanza de las instituciones en América, Técnica de la investigación en la Historia del Derecho Indiano (transformado luego en Manual de investigación de la historia del derecho indiano), Estudios sobre las fuentes de conocimiento del Derecho Indiano, Análisis de la Recopilación de las leyes de Indias de 1680, Diccionario castellano de palabras jurídicas y técnicas de la legislación indiana. 
El inicio de la Guerra Civil le coge en Riaza, desde donde parte para La Haya aprovechando su inmunidad diplomática. Allí reside cuatro años (1936-1940), hasta que la ocupación de esta ciudad por los alemanes le obliga a trasladarse a Bayona, Lisboa y finalmente a la ciudad de México, donde fijar su residencia definitiva hasta su fallecimiento.

Altamira es uno de los historiadores más importantes del primer tercio del siglo XX. De personalidad polifacética, destacó también como jurista y cultivó el periodismo, la novela y la crítica literaria. Agudo ensayista, ha dejado sugestivos estudios sobre el patriotismo, la psicología del pueblo español, los caracteres de la civilización hispánica y la huella de España en América, pero, ante todo, fue historiador muy preocupado por el método histórico. La historia no le interesaba únicamente desde el punto de vista de la investigación, sino por su valor social, educativo y metodológico, preocupación pedagógica incitada por el magisterio de Giner de los Ríos ampliamente puesta en práctica en el Museo Pedagógico desde su creación en 1882. Entre las numerosas obras que dedicó a estos temas figuran: La enseñanza de la historia, Cuestiones modernas de historia, Valor social del conocimiento histórico, De Historia y Arte, Estudios críticos, La psicología del pueblo español, Giner de los Ríos educador, Ideario pedagógico, Estudios de crítica literaria e histórica y Ensayo sobre Felipe II hombre de Estado.
Altamira fue, sin duda, el introductor y principal difusor de la historia de la civilización en nuestra historiografía, aplicando los métodos modernos de la investigación histórica. Una de sus obras de mayor repercusión fue la Historia de España y de la civilización española que vino a llenar un vacío en este tipo de estudios ofreciendo una visión de conjunto de nuestra historia, sin caer en la superficialidad e incorporando los últimos resultados de la investigación moderna. Respondía así al nuevo concepto de historia total, interesada por igual en los hechos políticos, económicos, sociales, ideológicos y culturales.

Su Historia de la civilización española tiene el mérito de ofrecer una síntesis de la historia del siglo XIX, pasando a formar parte de esta forma la historia contemporánea de la visión global de la historia española. Alcanzó una gran difusión e influencia dentro y fuera de nuestras fronteras al ser traducida a varios idiomas. Dentro de esta misma línea de investigación hay que mencionar también Los elementos de la civilización y el carácter españoles y Filosofía de la historia y teoría de la civilización.
Fundador y director de la Revista crítica de historia y literaturas españolas, portuguesa e hispanoamericana (1895-1904), homónima de la francesa, fue corresponsal español de las principales revistas históricas europeas Revue Historie, The Athenaeum y Jahresberichte der Geschichtswissenschaft, donde publicó periódicamente boletines de novedades bibliográficas sobre España. Representó a España en gran número de congresos históricos (París, Roma, Berlín, Londres, Oslo, Basilea) y americanistas (Londres, La Haya), donde tuvo la oportunidad de conocer a los historiadores más representativos de su época.
Debido al gran prestigio de que gozaba como jurista, participó en el ámbito internacional como árbitro en el Tribunal de Litigios Mineros (1919) con sede en París, para solventar el problema suscitado entre los países europeos por las minas de Marruecos.
También formó parte del grupo de juristas, que, a petición de la Sociedad de Naciones, redactó el proyecto de Tribunal Permanente de Justicia Internacional en La Haya (1922), del cual sería elegido juez permanente en 1921 y, posteriormente, en 1930. Tomó partido por los aliados y la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial. Por sus actividades pacifistas en la Europa de entreguerras, fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz en 1933 y 1951.

Fue académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1912), de la Real Academia de la Historia (1922), correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona (1902), de la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia (1923), de la Nacional de Historia y Geografía de México (1945), miembro de la Hispanic Society of America (1908), del Instituto Internacional de Sociología (1915), del Instituto de Francia (1918), de la Academia Internacional de Derecho Comparado (1928), de la Academia Checa de Ciencias, Literatura y Arte, doctor honoris causa por las universidades de Burdeos, la Sorbona, Cambridge, La Plata, Lima y México, presidente de la Unión de Profesores Españoles en el Extranjero, Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII (1910), presidente de la Liga Cervantina Universal (1912) e hijo predilecto y medalla de oro de la ciudad de Alicante (1907 y 1934).

 

Obras de ~: Historia de la propiedad comunal, Madrid, J. López, 1890 (2.ª ed. en Obras completas, vol. 7; ed. con est. prelim. de A. Nieto, Madrid, Instituto de Estudios de la Administración Local, 1981); La enseñanza de la historia, Madrid, Fortanet, 1891 (2.ª ed. corr. y aum., Madrid, Victoriano Suárez, 1895; reed. con pról. de R. Asín Vergara, Madrid, Akal, 1997); “El movimiento pedagógico en España”, en La España Moderna, 48 (1892) págs. 142-162; Mi primera campaña. Crítica y cuentos, Madrid, José Jorro, 1893; “El problema actual del patriotismo”, en La España Moderna (1898), págs. 63-89; De Historia y Arte. Estudios críticos, Madrid, Victoriano Suárez, 1898; Cuadros levantinos. Cuentos de amor y tristeza, Valencia, Querol, 1900; Historia de la civilización española, Barcelona, Calpe, 1902 (reed. con est. prelim. de R. Asín Vergara, Barcelona, Crítica, 1988; nueva ed. con pról. de J. M.ª Jover y est. introd. de R. Asín, Barcelona, Crítica, 2001, 2 vols.); La psicología del pueblo español, Barcelona, Fernando Fe, 1902 (2.ª ed. Barcelona, Dalmau Yuste, 1917, reed. Madrid, Doncel, 1976; con introd. de R. Asín Vergara, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997; trad. holandesa, Utrecht, 1930); Reposo. Novela, Barcelona, Heinrich y Cía., 1903; Historia del derecho español. Cuestiones preliminares, Madrid, Victoriano Suárez, 1903; Cosas del día. Crónicas de literatura y arte, Valencia, F. Semper, 1904; Cuestiones modernas de historia, Madrid, Daniel Jorro, 1904 (2.ª ed. Madrid, Bolaños y Aguilar, 1935); Para la juventud. Conferencia y pensamientos, Barcelona, Unión Editorial Hispano-Americana, 1905; Psicología y literatura, Barcelona, Heinrich, 1905; Derecho consuetudinario y economía popular de la provincia de Alicante, Madrid, Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1905 (ed. facs. Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos Juan Gil-Albert, 1985); Historia de España y de la civilización española, Barcelona, Juan Gili, 1906, 4 vols. (4.ª ed. Barcelona, Juan Gili, 1928-1930, ampl. con 2 vols. de P. Zabala, Historia Contemporánea); Resumen histórico de la independencia de la América española, Buenos Aires, Athenas, 1910; España en América, Valencia, F. Sempere, 1909; Fantasías y recuerdos, Alicante, Hijos de V. Costa, 1910; Programa de Historia General del Derecho Español, Oviedo, Imprenta El Comercial, 1910; Mi viaje a América. Libro de documentos, Madrid, Victoriano Suárez, 1911; Aspecto general e histórico de la obra de Costa, Bilbao, J. 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Revista de Lletres, 15 (2001), págs. 267-295; Martínez Verdú et al., Rafael Altamira hijo adoptivo de San Vicente del Raspeig, 1910. Ponencias de las Jornadas Conmemorativas celebradas en San Vicente del Raspeig entre el 5 y 16 de octubre de 2001 con motivo del cincuentenario de la muerte de Rafael Altamira [San Vicente del Raspeig], Club Universitario, 2001; R. Asín Vergara (ed), Rafael Altamira (1866-1951). Biografía de un intelectual, Madrid, Residencia de Estudiantes-Fundación Francisco Giner de los Ríos, 2001; I. Peiró Martín y G. Pasamar Alzuria, Diccionario Akal de historiadores españoles contemporáneos (1840- 1980), Madrid, Akal, 2002, págs. 73-76; S. M. Coronas González (coord.), Rafael Altamira y el Grupo de Oviedo. Exposición bibliográfica y documental [Oviedo], Universidad de Oviedo, 2002; E. M.ª Valero Juan, Rafael Altamira y la “reconquista espiritual” de América, Alicante, Universidad de Alicante, 2003; E. Rubio y E. M.ª Valero Juan (eds.), Rafael Altamira. Literatura, historia y derecho: Actas del congreso internacional celebrado en la Universidad de Alicante, del 10 al 13 de diciembre de 2002, Alicante, Universidad de Alicante, 2004; M.ª de los A. Ayala y J. Ramos Altamira, Rafael Altamira, José Lázaro Galdiano y “La España moderna” (1889-1905), San Vicente del Raspeig - Madrid, Publicaciones de la Universidad de Alicante - Fundación Lázaro Galdiano, 2012.

  

 Institución Libre de Enseñanza.

La Institución Libre de Enseñanza o ILE fue una experiencia pedagógica que se desarrolló en España durante más de medio siglo (1876-1939*). Estaba inspirada por la filosofía krausista introducida en la Universidad Central de Madrid por Julián Sanz del Río, y tuvo una importante repercusión en la vida intelectual de la nación española, para la que desempeñó una labor fundamental de renovación.

En 1876, Laureano Figuerola, primer presidente de la Institución, inauguró la Asociación de la Institución Libre de Enseñanza y junto con un grupo de catedráticos (Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Teodoro Sainz Rueda y Nicolás Salmerón, entre otros) separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en materia religiosa, política o moral, tuvieron que proseguir su labor educativa al margen del Estado creando un establecimiento educativo privado laico, la Institución Libre de Enseñanza (ILE), que empezó en primer lugar por la enseñanza universitaria y después se extendió a la educación primaria y secundaria.
Apoyaron y secundaron el proyecto intelectuales como Joaquín Costa, Leopoldo Alas (Clarín), José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, Antonio Machado, Joaquín Sorolla, Augusto González de Linares, Claudia Benito, Santiago Ramón y Cajal o Federico Rubio, entre otras personalidades comprometidas con la renovación educativa, cultural y social.

Historia

Tras la puesta en marcha del modelo político de Cánovas en 1875 mediante el "Decreto Orovio", se suspendió la libertad de cátedra en España «si se atentaba contra los dogmas de fe», para afianzar un principio integrista que hacía de la nación un proyecto sostenido en la voluntad divina, como defendía Cánovas. Su aplicación apartó a muchos intelectuales de la Universidad, originando la creación de la Institución Libre de Enseñanza en 1876.
A partir de 1881 empezaron a enseñar en la ILE profesores formados en ella: Manuel Bartolomé Cossío, que sucedió a Giner al frente de la Institución, Ricardo Rubio, Pedro Blanco Suárez, Ángel do Rego, José Ontañón Arias, Pedro Jiménez-Landi, entre otros muchos que consolidaron el proyecto y aseguraron su futuro (desbaratado por la Guerra Civil en 1936 y aniquilado posteriormente). La Institución se convirtió en el centro de toda una época de la cultura española y encauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.
Así lo testifica la nómina de colaboradores del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza: Bertrand Russell, Henri Bergson, Charles Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María Montessori, León Tolstói, H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio d'Ors o Ramón Pérez de Ayala. Algunos de ellos estuvieron íntimamente vinculadas con la Institución, como Julián Sanz del Río, Antonio Machado Álvarez y sus hijos Antonio Machado y Manuel Machado, Julio Rey Pastor, Constancio Bernaldo de Quirós, Luis Simarro, Nicolás Achúcarro, Francisco Barnés Salinas o la portuguesa Alice Pestana.

Asimismo, se pusieron en marcha institutos asociados a la Institución Libre de Enseñanza para la investigación del pasado español, como fue el caso del Centro de Estudios Históricos dirigido por el fundador de la escuela filológica española, Ramón Menéndez Pidal; y se crearon centros de contacto para las élites artísticas y científicas -las vanguardias europeas-como la Residencia de Estudiantes que, creada en 1910, dirigía Alberto Jiménez Fraud; y la Junta para Ampliación de Estudios, organizada por el institucionista José Castillejo y creada en 1907. En realidad, tanto el Centro de Estudios Históricos como la Residencia de Estudiantes fueron promovidas desde la Junta de Ampliación de Estudios.​

Influencia de la ILE

El influjo de la Institución fue determinante para que los poderes públicos emprendieran una serie de reformas que España necesitaba en los terrenos jurídico, educativo y social. Se crearon organismos, como el Museo Pedagógico Nacional y la Junta para Ampliación de Estudios, organizada por su secretario, José Castillejo, cuyo cometido era enviar estudiantes becados a estudiar al extranjero sin contemplar afiliación ideológica alguna.
De ella dependían los ya citados Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales y la Residencia de Estudiantes dirigida por Alberto Jiménez Fraud, establecida en la calle Pinar de Madrid, auténtico vivero de escritores y artistas y lugar donde Albert Einstein dio una de las conferencias que ofreció en su viaje a España en 1923.
​ Los intentos de renovación pedagógica cristalizaron desde 1907 hasta 1936 en iniciativas pioneras, como el Instituto Escuela, las colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional de Verano de Santander o las llamadas Misiones pedagógicas, que actuaron bajo el amparo de la Segunda República con el fin de divulgar la educación y cultura entre los pueblos de la España profunda.
Tras la muerte en 1915 de su principal inspirador, Francisco Giner de los Ríos, se creó la fundación que lleva su nombre el 14 de junio de 1916 con el encargo de velar por el patrimonio de la Institución Libre de Enseñanza y proseguir su tarea educadora. Dicha fundación publicó las Obras completas de Giner, entre 1916 y 1936.

Promociones de la Institución Libre de Enseñanza.

Primera promoción: Son fundamentalmente los hombres congregados de un modo u otro en torno a Giner de los Ríos después de su vuelta a la Universidad en 1881, tras la expulsión de 1875, entre ellos: Manuel Bartolomé Cossío, Joaquín Costa, Leopoldo Alas (Clarín), Alfredo Calderón, Eduardo Soler, Jacinto Messia, Adolfo Posada, Pedro Dorado Montero, Aniceto Sela, Rafael Altamira, etc.

Segunda promoción: Giner los denominaba sus «hijos»: Julián Besteiro, Pedro Corominas, José Manuel Pedregal, Martín Navarro Flores, Constancio Bernaldo de Quirós, Manuel y Antonio Machado, Domingo Barnés, José Castillejo, Gonzalo Jiménez de la Espada, Luis de Zulueta, Fernando de los Ríos, etc.

Tercera promoción: Nacidos aproximadamente entre 1880 y 1890, son reconocidos como los «nietos» de Giner; suelen mencionarse entre los más destacados a José Pijoán, Juan Ramón Jiménez, Francisco Ribera Pastor, José Ortega y Gasset, Américo Castro, Gregorio Marañón, Manuel García Morente, Lorenzo Luzuriaga, Pablo de Azcárate, Alberto Jiménez Fraud, Luis Álvarez Santullano, etc.

Las mujeres de la Institución Libre de Enseñanza

Las institucionistas conforman un colectivo –a menudo silenciado incluso en el ámbito general de la Institución–,​ con menos protagonismo pero pareja voluntad y valoración de su trabajo.​ El paso del tiempo ha permitido que se resalten los nombres de mujeres implicadas en los proyectos de la ILE como Amparo Cebrián, Carmen García del Diestro, Laura García Hoppe, Gloria Giner de los Ríos García, María Goyri, Matilde Huici, María de Maeztu, Jimena Menéndez-Pidal, María Moliner, María Luisa Navarro Margati, Alice Pestana, Laura de los Ríos Giner, Concepción Saiz Otero, María Sánchez Arbós, María Zambrano, y Carmen de Zulueta, entre muchas otras.
No obstante, esta lista muestra que una de las innovaciones sociales más importantes de la ILE fue su propuesta a favor de la integración de la mujer en el cuerpo general de la sociedad,​ en igualdad de acceso a la formación cultural y a la realización profesional.
También se creó la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, cuya presidencia en su Junta Directiva ocuparon Manuel Ruíz de Quevedo (desde 1874 hasta su muerte en abril de 1898), Gumersindo de Azcárate (hasta su fallecimiento en diciembre de 1917) y José Manuel Pedregal. Otro hombre de la Institución, Aniceto Sela, promovió la Institución para la Enseñanza de la Mujer de Valencia​ y varios fundadores se implicaron en diversos proyectos relacionados con la promoción social de la mujer, entre ellos Juan Facundo Ríaño, Rafael Torres Campos y el propio Francisco Giner de los Ríos que impartió Psicología en la Escuela de Institutrices.

Sedes

Inicialmente se intentó instalar la sede de la Institución en el solar del paseo de la Castellana que hoy ocupa la Escuela Superior del Ejército, y se abandonó la idea por los fundadores. Después alquilaron un piso en el número 9 de la calle de Esparteros (actual número 11), pasando posteriormente a la calle de las Infantas, 42, y de forma definitiva, el 3 de septiembre de 1884, al número 8 del paseo del Obelisco, que desde 1914 pasó a llamarse paseo del General Martínez Campos, donde ocupa los números 14 y 16 actualmente. 
El nuevo emplazamiento en una quinta con jardín, en lo que entonces eran las afueras de Madrid, era mucho más adecuado al concepto educativo de la Institución. En 1908 se añadieron, en la misma finca, los llamados "Pabellón Giner" y "Pabellón Soler". Tras la guerra civil española el edificio había quedado muy dañado y saqueado (incluso fue objeto de la destrucción de árboles por un grupo de falangistas). En 1940 el gobierno franquista dictó su incautación, quedando adscrito el conjunto al Ministerio de Educación Nacional.

Principios pedagógicos

La ILE ensaya una pedagogía que sigue las aportaciones de Francisco Giner de los Ríos y será después incorporada al Instituto Escuela.

  • Se trata de instruir, pero también de educar el carácter.
  • La meta es la formación total de la persona, por lo cual se ha de cuidar incluso el edificio y las instalaciones, que estén bien iluminados, etcétera
  • Se cuida el desarrollo del cuerpo, que ha de ser paralelo al del espíritu. Mens sana in corpore sano. La ILE fue la primera en introducir en España el foot-ball o fútbol. También fue la primera en introducir el deporte femenino, sobre todo el tenis, pero también en otros deportes. Al respecto Castillejo y otros institucionistas eran anglófilos consumados.
  • Defienden el papel en la pedagogía de la intuición. Se trata no de enseñar las cosas, sino de enseñar a hacerlas, procurando que la educación involucre al estudiante de una forma activa. Le dan una gran importancia a los apuntes, las redacciones y los dibujos incluso en la enseñanza media y primaria. Los alumnos, por ejemplo dibujan, escriben y poetizan sus sensaciones después de cada viaje cultural en sus cuadernos. Hoy está de moda el periodismo escolar.
  • Conceptos como el de evaluación continua cercana al alumno, evitando el examen, eran ya práctica habitual a partir de 1918.
  • Como escribió José Castillejo a su primo Enrique Cantalejo a fines de 1902, "los ideales de la paz no arraigan fácilmente en generaciones educadas en un estrecho y agresivo nacionalismo" y "el ejemplo y la educación es el mayor legado que los padres dejan a los hijos"
  • Los puntos fundamentales de la doctrina pedagógica de Francisco Giner de los Ríos son la educación física, la artística y la moral.
  • La educación moral no es sino la formación del carácter, en lo cual es un factor decisivo la personalidad del maestro.
  • Como se trata de educar, su base primordial e ineludible es el principio de la "reverencia que al niño se debe"; es una educación que tiene el respeto por cualquier persona un principio fundamental y que procura sembrar en la juventud respetando la más absoluta libertad.
  • Se trata de formar hombres, personas "capaces de concebir un ideal, de gobernar con sustantividad su propia vida y de producirla mediante el armonioso consorcio de todas sus facultades". De ahí que el papel de una profunda formación en humanidades sea fundamental para, desde ella, cimentar una educación profesional de acuerdo con las aptitudes y vocación de cada uno.
  • Conseguir este objetivo implica cultivar el cuerpo y el alma, de manera que "nada le fuese ajeno". De ahí también la atención a la salud, la higiene, el decoro, el vigor físico, la corrección y nobleza de hábitos y maneras; la amplitud, elevación, delicadeza del sentir, pues para poder aprender lo primero que hay que hacer es educar la sensibilidad para lo que va a venir después, la depuración de los gustos estéticos; la tolerancia, la ingenua alegría, el valor sereno,la conciencia del deber, la honrada lealtad, la formación en suma de valores armónicos... Hay que unir los ejercicios físicos a los juegos.
  • Se potencia el trabajo personal y creador, el procedimiento socrático y la individualidad de la acción educadora. Todo ello a la luz de Pestalozzi y Froebel.20​
  • Rechaza el libro de texto y prefiere una educación práctica formada sobre todo por viajes y excursiones. La labor del maestro consiste en despertar y mantener vivo el interés del niño excitando sus pensamientos, sugiriendo cuestiones y ampliando con otros nuevos sus puntos de vista. La clase, activa, ha de servir para enseñar y aprender a trabajar estimulando y valorando el esfuerzo, el trabajo personal.
  • La educación no abarca un periodo determinado de la vida, sino la vida entera.
  • Al menos teóricamente, cada lugar necesitaría su escuela específica y cada muchacho necesita un plan de estudios especial, adecuado a su vocación y sus condiciones. Pero como esto es prácticamente inviable, es preciso que una dirección inteligente vaya determinando a posteriori la marcha de sus trabajos. Es en la enseñanza superior donde puede darse más flexibilidad dejando un gran espacio a la iniciativa del estudiante en la elección de su plan de estudios, mediante la sustitución de unas asignaturas por otras, y encomiendan a los llamados tutores la dirección y ayuda de cada joven.
  • Respecto a la universidad, lo primero que necesita es autonomía para poder moverse libremente, sin trabas externas administrativas ni tutelas dogmáticas. También es esencial tener un profesorado con "densidad científica, vocación docente, generosidad y abnegación corporativas". Y, en fin, necesita disponer de los recursos económicos necesarios. La renovación universitaria exigiría que el nuevo profesorado saliera de las minorías científicamente revolucionarias que forman en las avanzadas. Más que elegir un profesorado y que la evolución se haga al paso de los que vienen detrás plantea también saltos hacia adelante.
  • En lo referente a los exámenes (el examen de Estado) piensan que todo examen es ya en sí mismo desmoralizador, favoreciendo el engaño, la repentización y el memorismo. José Castillejo recuerda que Alemania, el país de menos exámenes, es uno de los de mayor eficiencia científica.21​
  • El trabajo manual agudiza el ingenio, la originalidad es una puerta de salida a la actividad del niño y favorece la virtud de la paciencia y la creatividad.
  • El ideal estético ha sido otra de las grandes aportaciones modernas a la obra de la educación. Su cultivo tiene formas exteriores bien conocidas, desde la decoración de la escuela hasta el estudio de los grandes modelos artísticos y literarios, el conocimiento de los tesoros acumulados en los museos, la música, el paisaje, el dibujo y tantas otras. Lo esencial es hacer el espíritu del niño sensible a las emociones estéticas y activo para convertirlas en ley de su vida.
 Filosofía krausista. 

El krausismo es una doctrina idealista que se funda en una conciliación entre el teísmo y el panteísmo, según la cual Dios, sin ser el mundo (panteísmo) ni estar fuera de él (teísmo), lo contiene en sí y de él trasciende. Dicha concepción se denomina panenteísmo. Debe su nombre al pensador postkantiano alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832). Esta filosofía tuvo gran difusión en España, donde alcanzó su máximo desarrollo práctico gracias a la obra de su gran divulgador, Julián Sanz del Río, y a la Institución Libre de Enseñanza dirigida por Francisco Giner de los Ríos, además de la contribución del jurista Federico de Castro y Fernández.
El krausismo defiende la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo.

El krausismo español

Alrededor del año 1840, un grupo de juristas españoles y entre ellos Julián Sanz del Río buscan una doctrina política que dentro del liberalismo inicie el proceso regenerador que necesita el país y contenga en sí un elemento espiritual que no se encuentra en la formulación doctrinaria del liberalismo entonces en boga. Lo encontraron cuando Ruperto Navarro Zamorano, miembro del grupo de amigos de Sanz del Río, tradujo en 1841 el Curso de Derecho Natural, o Filosofía del Derecho de Heinrich Ahrens publicado en París en 1837, donde expone que el fundamento del Derecho consiste en la "condicionalidad": el conjunto de las condiciones exteriores de que depende el destino racional del hombre y la humanidad que ha de desarrollarse sistemáticamente como un orden universal de piedad, abnegación y altruismo. Esta filosofía se resume en la fórmula del "racionalismo armónico" o "panenteísmo" y en la obra de Krause Ideal de humanidad para la vida (1811).

Las implicaciones pedagógicas de la filosofía krausista obligan a poner en contacto directo al alumno con la naturaleza y con cualquier objeto de conocimiento (de ahí la importancia de las clases experimentales y de las excursiones), así como a establecer un gradualismo desde los gérmenes de cada disciplina de conocimiento hasta la suma complicación e interconexión de los niveles superiores. Por otra parte, es fundamental en el krausismo la laicidad y la creencia antidogmática en un dios ajeno a reglamentaciones de ningún tipo.

Si bien Krause tuvo fieles seguidores en Bélgica (Heinrich Ahrens, Guillaume Tiberghien), Holanda y Latinoamérica, fue en España donde se aplicó y ejerció un influjo duradero en la vida artística e intelectual entre 1868 y 1936, fecha en que la Guerra Civil dispersó a sus miembros más destacados fundamentalmente en Gran Bretaña y países de Hispanoamérica. Entre estos cabe citar a Alberto Jiménez Fraud, Pablo de Azcárate, Franco Díaz de Cerio y Joaquín Xirau.
Como estudiosos del krausismo en España (y la Institución Libre de Enseñanza, tan vinculada a él) han destacado Juan López-Morillas, María Dolores Gómez Molleda, Vicente Cacho Viu, Elías Díaz, Julio Caro Baroja y Eloy Terrón, entre otros.

El krausismo en Hispanoamérica

Debido al idioma común, ciertos hispanoamericanos fueron exiliados a España donde se pusieron en contacto con las doctrinas de Krause. El caso más directo fue el del puertorriqueño Eugenio María de Hostos, quien estudió con Sanz del Río y cuya novela La peregrinación de Bayoán está totalmente imbuida con una filosofía unitaria del organismo social. Hostos, por ejemplo, pregona la liberación de la mujer, pero más que como un derecho humano, más bien como un bien mayor para la colectividad, para el organismo social. Otro caribeño, el prócer y literato cubano José Martí, después de padecer un presidio político de trabajos forzados y grillete por haber escrito cartas contra la brutalidad militar del régimen colonial transatlántico, y pese a su juventud, logra salir del presidio y exiliarse en la Península. Después de seis meses de labor dura pudo estudiar Derecho cuando también se puso en contacto con las doctrinas de Krause.
Los dos, Martí y Hostos, aunque con un discurso muy propio y original, formulan un discurso con influencia al principio de esa especie de liberalismo krausista donde el individuo actúe para la mejora de la sociedad. En ambos casos, este discurso evoluciona hasta el llamado «nacionalismo antiimperialista» (término elaborado por el Dr. Rafael Cuevas, y referido al análisis del discurso del patriota nicaragüense Augusto C. Sandino que lucha contra la ocupación estadounidense).2​ Hostos y Martí acabaron siendo próceres independentistas y aliados en su lucha anticolonial, en este caso tanto de Cuba como de Puerto Rico, contra España. Además, los dos fueron iniciados en la francmasonería, confirmándose la influencia mutua entre el krausismo y la masonería. Esto promueve una especie de red social de apoyo a la emigración de educadores liberales krausistas que llegan a las repúblicas independientes con gobernantes liberales latinoamericanos, y se destacan en la educación, como fue el caso de Costa Rica.
Más tarde, figuras tales como Alfonso Reyes, José Enrique Rodó, Alejandro Deústua, [cita requerida]y Alejandro Korn se apropiaron la doctrina ya en América o todavía en sus viajes por Europa. Reyes, por ejemplo, dio conferencias en la Residencia de Estudiantes en Madrid, y Rodó comenzó a palpar el krausismo mediante su larga relación epistolar con Leopoldo Alas. En Rodó el krausismo fomenta una preocupación estética.

Krause, Karl Christian Friedrich (Eisenberg, 1781–Múnich, 1832)

Filósofo alemán, perteneciente a la escuela idealista. Si bien menos relevante que otros autores de esa misma tendencia, tuvo una peculiar e importante proyección fuera de Alemania. Entre sus obras más difundidas se hallan Das Urbild der Menschheit (1811) y Abriss der Aesthetik (de publicación póstuma, 1837), sobre todo en razón de las traducciones españolas. La obra de Krause alcanzó cierta resonancia en los Países Bajos, Italia, Francia y, sobre todo, en España, y en Latinoamérica, particularmente en Argentina y Brasil, sin duda como consecuencia de la gran difusión española. 
La obra de Krause presenta un gran problema traductológico, que consiste no sólo en la dificultad del lenguaje del autor, sino también en el hecho de que apenas existen traducciones en sentido propio, pues se trata, hasta años recientes, únicamente de exposiciones o adaptaciones elaboradas por sus discípulos. Ahora bien, esto es cosa ya reconocida por Julián Sanz del Río, el creador del krausismo español, y por tanto nadie debería llamarse a engaño.
 El primer trabajo de Sanz del Río relativo a la obra de Krause es una exposición de 1850 titulada Lecciones sobre el sistema de la filosofía analítica (M., Imprenta de Andrés y Díaz), en cuyo preliminar se lee: «Principalmente el método que nos guía es el de K. Chr. F. Krause» y, por tanto, queda expreso que en modo alguno se trata de una traducción.

Se suele citar como primer título vertido por Sanz del Río, en 1860, el Sistema de la filosofía metafísica. Primera parte. Análisis (M., Manuel Galiano): no sólo el título enuncia que no se trata de una traducción, sino que, además, en el prólogo el autor alude a que «el espíritu de aquel sistema no me era bastante familiar para traducirlo», y por ello abandonó o pospuso la idea en razón de que no encontraba formas de expresión equivalentes. Caso especial es el de la obra más célebre de Krause, editada en España como El ideal de la humanidad para la vida, con introducción y comentarios de J. Sanz del Río (M., Manuel Galiano, 1860; numerosas reed. hasta comienzos del siglo XX), cuyo texto sin embargo no procede del título krauseano correspondiente (Das Urbild der Menschheit) sino de otro del mismo año: Tagblatt des Menschheitlebens. 
Esto sólo ha sido dilucidado recientemente por Enrique M. Ureña, José Luis Fernández y Johannes Seidel, pero en realidad no se trata más que de un cambio de  título. Recientemente, Andrea Schäpers y Ricardo Pinilla Burgos han traducido El ideal de la humanidad (Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 2022), en una edición realizada por ellos, en colaboración con José Manuel Vázquez-Romero y Pedro Álvarez Lázaro.

Por su parte, el Compendio de Estética de Krause es una adaptación realizada con muy riguroso criterio por Francisco Giner de los Ríos y publicada en Sevilla en 1874 (Gironés y Orduña), y que en 1883 tuvo una segunda edición (M., Victoriano Suárez), corregida y aumentada no sólo con la teoría de la música sino también con anotaciones de los editores Hohlfeld y Wünsche, a las que Giner añadió las suyas propias. Este texto es el que corresponde a la edición de 1995 (M., Verbum; y 2.ª ed. revisada en 2008), preparada por P. Aullón de Haro. En la versión de Los mandamientos de la humanidad o La vida moral bajo forma de catecismo popular por G. Tiberghien, realizada por Salvador Sanpere y Miguel (B., Ramírez y Cía., 1875), se puede comprobar en el enunciado completo del título que se trata de una traducción indirecta desde el texto compuesto en francés por ese profesor krausista de Bruselas. Asimismo, Sanpere indica en nota que lo que hace el autor, es decir Tiberghien, no es una traducción sino lo mismo que hizo Sanz del Río con el Ideal (aunque no parece que tenga constancia del cambio de título). 
Y, por lo demás, el mismo Tiberghien dice en el prefacio traducido por Sanpere: «he debido renunciar a traducir literalmente los Gebote der Menscheit. Una versión exacta de Krause se leería penosamente y aun sería imposible en algunos puntos faltos de una conveniente terminología filosófica». En realidad, la traducción al castellano estricta y propiamente dicha de Krause es un fenómeno reciente: la de Ciencia universal pura de la razón, en edición preparada en 1986 (M., CSIC) por José M.ª Artola y M. F. Pérez López, y la de unas «habilitaciones» a profesor, compuestas en latín y traducidas al castellano por Luis y Carlos Baciero, incluidas en el volumen Las habilitaciones filosóficas de Krause (M., U. Pontificia de Comillas, 1996).


  

Francisco Giner de los Ríos.

(Ronda, Málaga, 1839 - Madrid, 1915) Pensador y pedagogo español. Estudió derecho y filosofía en las universidades de Barcelona, Granada y Madrid.



En esta última conoció a Sanz del Río, introductor en España del pensamiento del filósofo alemán Karl Krause; desde entonces se situaría en el centro del núcleo krausista (junto a Nicolás Salmerón, Segismundo Moret, Gumersindo de Azcárate, Rafael María de Labra...), que tanta influencia habría de tener sobre el pensamiento y la acción de los liberales españoles. Dicha escuela defendía un ideal racionalista de armonía social basado en la reforma ética del individuo a través de la educación, para sustentar un Estado verdaderamente liberal.
En 1867 obtuvo por oposición la cátedra de Derecho Natural de la Universidad de Madrid, que sin embargo abandonó a los pocos meses en protesta por las sanciones del gobierno a Sanz del Río. Volvió a su cátedra tras el triunfo de la Revolución de 1868, fue separado de ella tras la Restauración borbónica por el gobierno de Cánovas del Castillo (1875) y nuevamente repuesto al llegar al poder los liberales de Sagasta (1881).
En 1876 fundó la Institución Libre de Enseñanza, empresa a la que dedicaría el resto de su vida; se trataba de un centro educativo basado en modelos pedagógicos modernos, laicos y progresistas, que se proponían como alternativa a la enseñanza oficial dominada por la Iglesia. Giner dejó una amplísima obra escrita sobre temas jurídicos, filosóficos, políticos, artísticos y literarios.

MADRID
Giner de los Ríos y su escuela de la montaña.

¿Por qué escalar montañas? 

Porque están ahí. Probablemente la célebre y simple respuesta de George Mallory, pionero del himalayismo y partícipe en las primeras expediciones al Everest, no la hubiera compartido Francisco Giner de Los Ríos. Para el intelectual, filósofo y pedagogo español, las salidas a la montaña tenían un porqué más allá del mero hecho físico de la existencia, un propósito científico y educativo, un entender la naturaleza como un aula donde aprender y formar el intelecto y el espíritu.

«Del contacto purificador de la naturaleza surgen la expansión de la fantasía, el ennoblecimiento de las emociones, la dilatación del horizonte intelectual, la dignidad de nuestros gustos y el amor a las cosas morales», el maestro dixit. 
Lo que es seguro es que tanto el alpinista británico como el profesor malagueño coincidían en su amor por el medio natural y la pasión por explorar paisajes, en el caso del español, los más cercanos a su residencia: la Sierra de Guadarrama.

Las clases prácticas (visitas a museos, salidas al campo...) fueron uno de los pilares de la Institución Libre de Enseñanza, el innovador proyecto pedagógico que fundó Giner de los Ríos junto a otros catedráticos en 1876 que revolucionó el sistema educativo en la España de la época. La ILE se independizó de la universidad y de los dogmas oficiales imperantes: religiosos, políticos y morales, y propuso innovadores métodos educativos como la educación de la mujer o el aprendizaje en contacto con la naturaleza. Bajo estas premisas empíricas, Giner de los Ríos comenzó a realizar excursiones con alumnos por la Sierra de Guadarrama, cuanto más intensas, mejor sería la experiencia y transmisión de esos conocimientos y valores. Incluso la ILE construyó un pequeño refugio en El Ventorrillo que llamaron «la casita» para pasar días en la Sierra.

La primera salida tuvo lugar el 14 de julio de 1883, una travesía de tres días desde Villalba a La Granja, pasando por El Paular, el Valle del Alto Lozoya y el Puerto del Reventón. En ella se ha inspirado Felipe Gómez Zapatero, Pipe, para diseñar el Camino de Giner de los Ríos rindiendo un homenaje a uno de los pioneros del guadarramismo. Se podría decir que Pipe es un pupilo actual del maestro Giner por la filosofía heredada que impregna las actividades que propone con su agencia Viajes a pie: 
«Las travesías son una de las mejores formas de conocer el paisaje, andando y pausadamente. Nuestros viajes tienen por filosofía disfrutar del recorrido, exprimir al máximo las jornadas en el campo y, en la medida de lo posible, no tener nunca prisa».

El Camino de Giner de los Ríos es un trekking de seis días y cinco noches -durmiendo en albergues y una noche en refugio- en el que se recorren 90 kms. por algunos de los rincones más emblemáticos y espectaculares de la Sierra, desde La Granja hasta El Escorial:
 «La entrada al reino de granito de La Pedriza desde Asómate de Hoyos, la cabecera de Valsaín y el Pinar de los Belgas, un paisaje muy auténtico y característico del Parque Nacional de Guadarrama, y toda la cabalgada por la cuerda de Siete Picos y sus bosques de pinos silvestre, y por supuesto el paisaje cultural que ofrece, uniendo tres poblaciones cargadas de historia: La Granja, El Paular y El Escorial» son algunos de los highlights de la ruta, que comienza en la estación de Atocha, donde se coge el tren regional hasta Segovia.

Al día siguiente tomamos un autobús a La Granja para comenzar la marcha ascendiendo al Puerto del Reventón atravesando los Montes Carpetanos y descendiendo al Valle del río Lozoya hasta Rascafría.

La segunda jornada es una de las más exigentes: se remonta el Lozoya entre robledales para alcanzar la loma de Pinganillo que en una larga subida, a través del característico piorno serrano, nos llevará hasta Asómate de Hoyos, desde donde iniciamos un espectacular descenso a La Pedriza, donde dormimos en el refugio de Giner de los Ríos. La tercera etapa nos lleva hasta el Puerto de Navacerrada por el Collado Cabrón, desde donde tendremos una buena panorámica de nuestro descenso del día anterior y del resto de La Pedriza. Bajamos a la Charca Verde y desde aquí remontamos el Manzanares hasta el Ventisquero de la Condesa y Bola del Mundo. 
El cuarto día se suben algunas cumbres simbólicas de la Sierra: Siete Picos, Peña del Águila y Peñota, para pernoctar en San Rafael. Y en la etapa final ascendemos a Cueva Valiente, descendemos por el valle de Enmedio para adentrarnos en los pinares de Peguerinos, ya en Ávila, coronamos el Monte Abantos y terminamos en el Monasterio del Escorial, fin de esta travesía.

«La conexión es más fuerte con el paisaje en una travesía que si vas y vienes en un día. Nuestro objetivo es caminar de una manera pausada descubriendo los paisajes, como se hacía antiguamente, por caminos, senderos y veredas, olvidándonos de nuestras preocupaciones y dejándonos llevar a través de montes y bosques por el ritmo de nuestros pasos y latidos».
 
Así resume Pipe la filosofía de Viajes a pie. En definitiva, «sentir» la naturaleza, como promovía el profesor Giner en un trekking de 6 días en el que podremos empaparnos del encanto de la Sierra.


Biblioteca Personal.

Tengo un libro en mi colección privada .- 

Itsukushima Shrine.

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