Bibliotecas y mi colección de libros

Lema

Libro de Proverbios, 8 20, de la Biblia. "Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad."

domingo, 26 de marzo de 2017

414.-Marilyn Monroe y su biblioteca.-a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; 


Marilyn Monroe.


 

  

Norma Jeane Mortenson, posteriormente Norma Jeane Baker y más conocida por su nombre artístico Marilyn Monroe —seudónimo que luego registraría legalmente— (Los Ángeles, 1 de junio de 1926-ibíd., 5 de agosto de 1962), fue una actriz de cine estadounidense y una de las más populares del siglo XX, considerada como un icono pop y un símbolo sexual.


Tras su  imagen de sex symbol, Marilyn Monroe escondía una faceta intelectual.  Su biblioteca personal albergó una colección de más de 400 títulos… al parecer, más que devoradora de hombres, ¡lo era de libros!

Este año se conmemoran los 50 años  del fallecimiento de Norma Jeane Baker -verdadero nombre de la actriz- por lo que hemos querido indagar un poco más en el perfil lector de esta mítica mujer que ha sido, durante décadas, icono de belleza.   Pocos saben que la Monroe dedicaba mucho tiempo a la lectura, disfrutando la literatura y por sobre todo la poesía. Quizás esto fue lo que la inspiraba a escribir en diarios y libretas una gran cantidad de nostálgicos poemas. Su pasión por las letras era conocida sólo entre sus amigos más cercanos,  tanto así que sólo unos pocos llegaron a conocer algunas de sus aspiraciones literarias, ya que era muy temerosa de las críticas y de las opiniones respecto a esta faceta intelectual.

Todo esto se revela en el libro “Marilyn Monroe: Fragmentos” editado el año 2010 por Bernard Comment y Stanley  Buchthal. Esta obra detalla con especial delicadeza este nuevo cariz  de la actriz, ya que  revela  de sus libretas y diarios personales -escritos entre  1943 y 1962-   toda su ingenua creatividad. El libro la presenta, además, como una mujer de profundos pensamientos  acerca de la vida, la existencia y el amor.  Respecto a sus escritos, llama la atención que Marilyn se atreviese con la poesía ya que este género no es sencillo. Sin embargo leyendo sus poemas (algunos han sido traducidos al español) me doy cuenta que son muy simples, con tendencia al pesimismo, la nostalgia y la tristeza, como éste verso:

“Ahora que lo pienso siempre he estado aterrada de llegar a ser realmente

la esposa de alguien

pues la vida me ha enseñado que nadie puede amar a otro

nunca realmente.

El  dramaturgo y ex esposo de Marilyn  Arthur Miller, señaló, tras su muerte: “fue una poetisa callejera que habría querido recitar sus versos a una multitud ávida de arrancarle la ropa.”

Evidentemente la imagen vana y tontuela de Marilyn era sólo eso: una  imagen que Hollywood vendía, ya que no era muy congruente que la coqueta  actriz fuera una ávida lectora. Y, que ademas de ello, fuese de temperamento reflexivo, nostálgico y depresivo. Después de todo, ¿qué pensamientos pueden nublar  la cabeza de una linda chica rubia a tal punto de llegar a entristecerla?. Es evidente que los ejecutivos de Hollywood  se esmeraron en hacernos ver sólo las curvas  y la ingenua sonrisa de la actriz, puesto que le fueron dando sólo roles de rubia sensual que sólo necesita  caminar coquetamente con un ajustado vestido. Algo que Marilyn se esmeró en hacer muy bien, quizás demasiado porque nunca logró despojarse de esos roles.
Sin embargo la mítica blondie cursó estudios de literatura en  la UCLA y además fue la debilidad durante cinco años del intelectual, escritor y dramaturgo Arthur Miller (autor de la  famosa obra de teatro “La muerte de un vendedor”, entre otras). Su matrimonio con Miller, el intelecto más brillante de la época -vale destacar que ella  idolatraba a los hombres inteligentes- comenzó de manera bastante feliz y los primeros años se cuentan entre los más satisfactorios de Marilyn, quien parecía calzar muy bien en el círculo intelectual de Miller. Me pregunté si habría influido este hombre en los gustos literarios de su mujer, o  si habría la  mirado con desdén al sentirse superior académica e intelectualmente. A poco andar, y leyendo de otras  fuentes, descubrí que era así: Miller se sentía avergonzado de ella frente a sus amigos, algo que Marilyn descubrió en un diario que él solía llevar. La decepción de su esposo la caló hondo y nunca pudo superar este sentimiento de traición de su parte.



La biblioteca de  Marilyn Monroe.



  


Sea como fuere, los libros eran una debilidad para la dulce Marilyn, y eso queda demostrado por su vasta biblioteca de más de 400 títulos. ¿Sus autores favoritos?  James Joyce, Walt Whitman,  Heinrich Heine, Saul Bellow, Carl Sandburg. Con los norteamericanos Truman Capote e Isak Dinesen llegó, incluso, a forjar una amistad lo cual no es de extrañar ya que en esa época Marilyn frecuentaba la elite social de Nueva York. Sin duda no le costaba desplegar sus encantos en este ambiente, pues  tenía especial predilección por los intelectuales y artistas.
A lo largo de su vida fue coleccionando diversos tipos de libros, no se sabe si regalados, comprados, donados o heredados. Esta colección llegó a ser tan codiciada, que en 1999 Christies clasificó y subastó su biblioteca,  con libros entre los cuales figuraban biografías, literatura americana, antologías, arte, obras clásicas, literatura francesa, obras de Freud, libros de sátira y humor, música, obras de teatro, poesía política, psicología, literatura rusa, literatura de viajes. No sabremos si todos estos libros le pertenecían, o si al menos los leyó, pero si podemos estar seguros de que los libros eran parte de los objetos cotidianos con los que convivía. La lista completa  se encuentra disponible en un foro especialmente dedicado a los libros que Marilyn leía. Vaya detalle de sus fans, ¿no?

Los “paparazzi” tras una ávida lectora

Hay una foto de Marilyn leyendo “Ulises”, la magna obra de James Joyce – un clásico que en la mayoría de las ediciones consta entre  800 y 1.000 páginas- que ella solía leer tranquilamente entre escena y escena. Según leí en un blog, Marilyn señala que la lectura no se le hacía muy fácil, situación que superaba leyendo de a poco y muy lentamente. Cada uno tiene su ritmo, ¿no?.
Sin embargo, independiente de cuánto  tardara en leer,  la afición literaria de Marilyn quedó retratada varias veces. Sam Kashner, periodista de la revista Vanity Fair, relata: “muchos fotógrafos tomaron fotos de Marilyn  durante sus primeros años como actriz que la mostraban leyendo, lo que a ella le  gustaba. Eve Arnold la fotografió para la revista Esquire en un patio en Amaganstt leyendo Ulises, Alfred  la fotografió para Life, usando unos pantaloncillos blancos y una polera negra,  arrodillada en un sofá, leyendo frente a una estantería de libros de su biblioteca personal”

Si algunos fotógrafos pensaban que era divertido que la voluptuosa “dumb blonde” (rubia tonta) más famosa del mundo posará con libros de autores de prestigio, el tema no era broma para ella. Los  diarios y poemas de Marilyn  recientemente publicados revelan a una joven mujer para quien la escritura y la poesía eran vitales como medios para descubrirse a sí misma y para organizar su pensamiento a través de su  tumultuosa vida emocional. Los libros fueron también un refugio para Marilyn durante sus episodios de insomnio, los cuales eran recurrentes y prolongados.
Su amor por los libros era genuino, y al parecer no desperdiciaba oportunidad de ser fotografiada leyendo, lo cual no refleja más que una desesperada necesidad de ser tomada en serio como una mujer inteligente, con algo extra además de sus obvios encantos físicos. El castillo mágico de Hollywood y aún propia imagen se habían vuelto una cárcel y ella hizo lo que tantos encarcelados han hecho para evitar volverse locos: se recogió en el mundo privado de los libros y exploró sus pensamientos y sentimientos a través de sus diarios de vida.
Y,  como sabemos los buenos  lectores,  el mundo nunca es mejor que cuando se está  confortablemente sentado,  perdido en un buen libro. Es así como las preocupaciones se disipan y la imaginación vuela a lugares lejanos. Ciertamente  Marilyn no llegó  a ser una intelectual de tomo y lomo, pero estoy segura que pasó grandes momentos en la honesta compañía de los libros.

Tenía 400 libros. La prestigiosa casa de subastas Christie’s clasificó la biblioteca personal de la rubia platino más icónica del cine. Entre sus favoritos estaban Kerouac (En el camino) y Thomas Mann (Muerte en Venecia). Y, curiosamente, en el rubro teatro, no se ven libros de Arthur Miller, su segundo esposo entre 1956 y 1961, un año antes de su muerte por suicidio.
Joyce, Whitman, Kerouac, Hemingway… Los nombres de ilustres escritores que integran esa biblioteca de 400 volúmenes nos harían pensar, antes que nada, en algún intelectual, un nombre importante de las letras… Pero no. Se trata de la biblioteca personal de Marilyn Monroe, clasificada y ordenada por la casa de subastas Christie’s.
Y si bien uno suele asociar a la rubia platino más icónica de la historia del cine como una mujer más preocupada por cuestiones frívolas, bastará recordar que entre sus tres matrimonios, el segundo ( de 1956 a 1961) fue con el prestigioso dramaturgo Arthur Miller -autor de Muerte de un viajante o Las brujas de Salem, entre otros clásicos del teatro-, para entender su afición por la lectura.

Un repaso de los libros de Marilyn nos permite asomarnos a los gustos literarios de la actriz. Por citar dos que tienen que ver con nuestra lengua, en el catálogo, clasificados con los números 264 y 268, aparecen una antología del gran poeta español Rafael Alberti y el clásico de Federico García Lorca, Poeta en Nueva York.También hay libros de filosofía (Aristóteles y Platón), pasando por los maestros rusos (Dostoievski, Tolstói y Chéjov), los clásicos franceses (Proust, Zola, Stendhal), hasta títulos claves de la literatura contemporánea. En este rubro, se destacan Muerte en Venecia, de Thomas Mann. La última tentación de Cristo, de Nikos Kazantzakis.
O En el camino, de Jack Kerouac, la gran novela de la Beat Generation y el mejor reflejo, sin dudas, de esa costumbre tan norteamericana: dejar el pueblo, salir a la carretera, buscar un destino. No por nada, Hollywood convirtió las “road movies” en un género en sí mismo.
En el rubro “teatro”, se destacan obras de O’Neil, Tennessee Williams y Bernard Shaw, pero curiosamente no se ven títulos de quien fuera su segundo marido, Arthur Miller. Y entre los novelistas contemporáneos, aspirantes a conquistar (escribir) la siempre esquiva Gran Novela Americana, Marilyn leía a Scott Fitzgerald, Hemingway, Faulkner y Carson McCullers.



Libros más importante de su biblioteca.

 

  




Se resalta  70 de estos libros y quiere que fanáticos y no fanáticos de la rubia también los lean.

1. Antología de la literatura afroamericana, Sylvestre Watkins.

2. Aragon: Poeta de la resistencia francesa, Hannah Josephson & Malcolm Cowley.

3. Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll.

4. A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, Lewis Carroll.

5. Beethoven: Su desarrollo espiritual, J.W.N. Sullivan.

6. Camille, Alexander Dumas.

7. Cartas a un joven poeta, Rainer Maria Rilke.

8. Cómo viajar incognito, Ludwig Bemelmans.

9. Crimen y castigo, Fyodor Dostoevsky.

10. De la naturaleza, Lucrecio.

11. De Rusia con amor, Ian Fleming.

12. Democracia en América, Alexis De Tocqueville.

13. Diálogos, Platón.

14. Espartaco, Howard Fast.

15. El amante de la Guerra, John Hersey.

16. El conde americano y otras historias, Mark Twain.

17. El corazón de India, Alexander Campbell.

18. El cuarteto de Alejandría, Lawrence Durrell.

19. El innombrable, Samuel Beckett.

20. El hombre invisible, Ralph Ellison.

21. En el camino, Jack Kerouac

22. El precio, Arthur Miller.

23. El ruido y la furia, William Faulkner.

24. El gran Gatsby, F Scott Fitzgerald.

25. Fiesta, Ernest Hemingway.

26. Huracán en Jamaica, Richard Hughes.

27. La alienación del hombre moderno, Fritz Pappenheim.

28. La caída, Albert Camus.

29. La fugitiva, Marcel Proust.

30. La historia de una novela, Thomas Wolfe.

31. La última tentación de Cristo, Nikos Kazantzakis.

32. Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain.

33. Largo viaje hacia la noche, Eugene O'Neill.

34. Los hermanos Karamazov, Fyodor Dostoevsky.
35. Malcolm, James Purdy.

36. Madame Bovary, Gustave Flaubert.

37. Metafísica, Aristoteles.

38. Mi India, Jim Corbett.

39. Mientras agonizo, William Faulkner.



40. Mitología griega, Edith Hamilton.


41. Moisés y la religión monoteista, Sigmund Freud.

42. No me llame por mi nombre y otras historias, James Purdy.

43. Nuestro conocimiento del mundo exterior, Bertrand Russell.

44. Palabras selectas, Alexander Pope.

45. Por el camino de Swann, Marcel Proust.

46. Por qué no soy cristiano, Bertrand Russell.

47. Poemas selectos, DH Lawrence.

48. Poemas selectos, Rafael Alberti.

49. Poeta en Nueva York, Federico Garcia Lorca.

50. Renoir, Albert Skira.

51. Resurrección, León Tolstói.

52. Retrato del artista cachorro, Dylan Thomas.

53. Rosas rojas para mí, Sean O'Casey.

54. Snobs, Russell Lynes.

55. Sodoma y Gomorra, Marcel Proust.

56. Sobre la poética, Aristoteles.

57. Tartufo, Moliere.

58. Ulises, James Joyce.

59. Un tranvía llamado Deseo, Tennessee Williams.

60. Una dama perdida, Willa Cather.

61. Una muerte en la familia, James Agee.

62. Viaje al principio, Edgar Snow.




Las antologías de
:


63. Antón Chéjov.

64. Dorothy Parker.

65. Edgar Allen Poe.

66. Louis Aragon.

67. Oscar Wilde (poemas).

68. Walt Whitman.

69. W.B. Yeats.

70. William Blake.





Itsukushima Shrine.



¿Cómo vivieron la caída de la URSS los comunistas cubanos?


  

UNA ENTREVISTA CON  E. S. UNDERLID

TRADUCCIÓN: VALENTÍN HUARTE

En 1991, la caída de la URSS sumergió a Cuba en una enorme crisis económica y debilitó a la isla frente a las agresiones de Washington. Para sobrevivir, la revolución tuvo que recurrir a su propia legitimidad y mostrar su independencia del modelo soviético.

  

Antes de las protestas del 11 de julio del 2021, la manifestación de disenso público más importante de Cuba fue la de 1994. Fue el comienzo del «período especial» marcado por las graves dificultades económicas que siguieron al colapso de la URSS. Poco tiempo después de la revolución de 1959, los países del Bloque del Este se convirtieron en aliados de La Habana, pero las reformas de Mijaíl Gorbachov y luego la crisis terminal de la URSS, que además coincidieron con importantes derrotas de la izquierda en América Latina, representaron un gran problema para Cuba. Con todo, la revolución sobrevivió, demostrando que había echado raíces sociales más profundas que los gobiernos del Bloque del Este.
Even Sandvik Underlid es autor de Cuba fue diferente. El derrumbe del socialismo euro-soviético visto desde el Partido Comunista de Cuba (1989-1992 y 2013), un estudio basado en largas entrevistas con miembros del Partido Comunista de Cuba (PCC) y en el análisis sistemático del Granma, su periódico oficial. Conversó con David Broder, de Jacobin, sobre la difusión de los acontecimientos de Europa del Este en la isla, la concepción de la «especificidad nacional» que tienen los miembros del PCC cubano y las transformaciones que atravesó el país durante el período especial.

Durante el período de reformas iniciado por Mijaíl Gorbachov en la URSS a mediados de los años 1980, Cuba inició un proceso de «rectificación». ¿Qué significa
 esto?

SU

En muchos sentidos, fue un proceso que corrió en dirección opuesta a la Perestroika. Fidel Castro sabía que las relaciones entre Cuba y la URSS no podían continuar en los mismos términos y temía que las reformas de Gorbachov hicieran naufragar el sistema, sacando a luz sus fisuras. Propuso entonces un socialismo más «puro», más «cubano».

No era la primera vez que Cuba adoptaba una vía independiente. Desde 1959, la Revolución se definió en función del nacionalismo radical y comenzó a construir un tipo de socialismo singular bajo las complejas circunstancias que planteaban el bloqueo estadounidense y los violentos conflictos internos. Pero en los años 1970, completamente aislada en las Américas, Cuba se inclinó hacia Moscú y empezó a imitar muchos rasgos del modelo soviético, aunque hay que decir que nunca se convirtió en un satélite soviético. 

A mediados de los años 1980, Castro desarrolló, según la expresión de José Bell Lara, una «crítica práctica» de las políticas soviéticas. No podía criticar abiertamente a la URSS, de la que Cuba dependía, sobre todo en términos económicos. Era más diplomático, decía que Cuba adaptaría el socialismo a sus especificidades nacionales.

En parte se hacía eco de la crítica de los «métodos capitalistas» de la URSS elaborada por el Che Guevara en los años 1960. Castro pensaba que el sistema soviético se estaba convirtiendo en una cáscara vacía, una burocracia y un partido distantes de todo contenido popular.

Durante la rectificación, Cuba clausuró algunos de los espacios reservados a la economía de mercado. El proceso también priorizó a Castro sobre el partido: hubo más movilizaciones, populismo y liderazgo carismático, un poco como los primeros días de la revolución, aunque sin retomar los experimentos más radicales de fines de los años 1960, ni transformar el sistema establecido en los años 1970. 

Es probable que esto haya contribuido a que los cubanos se sintieran bastante distanciados de la URSS cuando colapsó. Pero la caída de la república de los sóviets hizo que Cuba perdiera casi todo su comercio exterior e interrumpiera el proceso de rectificación, y encausó a la revolución en una dirección que se oponía a los deseos de Castro.

DB

¿Cómo cubrieron la caída de la URSS los medios cubanos?

SU

Los medios cubanos estaban controlados por el PCC. No existía ninguna alternativa nacional al oficialismo. Pero la información y los productos culturales extranjeros, incluso occidentales, lograban penetrar en la isla. Esto no era tan así en los años 1970, pero en 1988, por ejemplo, la televisión cubana transmitió 288 películas estadounidenses. También había cierto contacto con inmigrantes, libros —aunque el Estado controlaba las importaciones— y programas de radio. El Estado bloqueaba las señales, pero a veces era posible sintonizar hasta la Radio Martí, de Miami. 

Se permitían las publicaciones soviéticas que difundían ideas reformistas siempre y cuando no criticaran a Cuba ni atacaran las relaciones entre Cuba y la URSS. A fines de los años 1980, un poco por accidente, aunque no exclusivamente, hubo una apertura parcial de los medios.

La cobertura de los asuntos cubanos siguió siendo muy propagandística. Pero la cobertura internacional era mucho más contradictoria. Las noticias llegaban a través de agencias de prensa extranjeras (incluso occidentales), pero muchas veces la descripción de los acontecimientos por parte de los corresponsales cubanos manifestaba, al menos durante la primera etapa, cierta simpatía por las transformaciones que acontecían en el Bloque del Este.

Los editores de La Habana claramente intentaban guiar ideológicamente al lector a través de comentarios y de trucos sutiles. Eso implicaba, por ejemplo, colocar historias importantes pero «incómodas» en lugares de menor impacto visual, no incluir fotos, escribir titulares con un tono diferente al del texto principal y colocar las noticias «molestas», que remitían a las reformas de los países socialistas, junto a historias de éxito de algún país que no aceptaba las reformas. Pero la información estaba ahí, y, más allá de algunas excepciones, era bastante confiable. Los lectores atentos que no se dejaban guiar por el periódico, no tenían dificultades para encontrarla.  

DB

¿Qué idea se hicieron los cubanos de la caída del Muro de Berlín?

SU

Había pocos análisis explícitos sobre esos países, probablemente porque el periódico no quería que se desarrollara un debate público y abierto sobre las causas que estaban operando detrás de los cambios. Además, está claro que el Granma, percibido como la voz del Estado cubano, quería evitar toda señal que pudiese ser interpretada como una falta de respeto hacia los países aliados.

Con todo, hubo algunas excepciones notables. La más famosa fue el discurso pronunciado por Castro el 26 de julio de 1989, en el que afirmó con claridad que la URSS podía desaparecer. También hubo algunos artículos que criticaban las perspectivas antisocialistas o «anticubanas» de las publicaciones reformistas soviéticas. 

Los editores y los periodistas también eran profesionales, y, a pesar de las distintas presiones que enfrentaban, hacían mención de los acontecimientos más importantes. Además, el Estado cubano no quería perder el apoyo de los socialistas reformistas de Europa del Este, ni enemistarse con los posibles gobiernos futuros por haberlos criticado con demasiada dureza. Entonces, las noticias se centraban en general en la descripción de los acontecimientos.

Por ejemplo, el Granma publicó información bastante detallada sobre las elecciones semidemocráticas de Polonia y cubrió las propuestas reformistas de Hungría, que pretendían desmantelar el sistema de partido único. En este sentido, llegó incluso a citar argumentos convincentes que habrían podido ser reutilizados en Cuba.

El Muro de Berlín fue un caso particular. En 1989 había una cobertura relativamente libre, incluso de países que hasta hace no mucho tiempo había sido cubiertos apologéticamente. Pero en el caso de la RDA, el Granma repitió prácticamente todo lo que decía el gobierno.

Hubo algunas menciones a la migración no autorizada de la RDA a través de los países del Bloque del Este y al fortalecimiento de las manifestaciones, muchas veces acompañadas de comentarios que sugerían que eran operaciones de Occidente. El Granma también publicó una breve historia sobre la conferencia de prensa en la que Günter Schabowksi anunció la apertura de las fronteras. Sin embargo, no se hizo ninguna mención de los hechos del 9 de noviembre de 1989, cuando los manifestantes empezaron a cruzar los controles fronterizos y a trepar al muro. Del mismo modo se omitió el aspecto festivo y el sentido histórico real de todos estos acontecimientos. 

DB
¿El Granma intentó sacar de todo esto algunas lecciones para Cuba?

SU
Hubo algunas sugerencias implícitas, pero no un debate detallado ni autocrítico. El Granma se concentraba sobre todo en problemas que no existían en Cuba, y en los problemas sociales que planteaban las transiciones en términos generales, sugiriendo siempre que un socialismo imperfecto era mejor que un socialismo inexistente. Predominaba, sobre todo después de la disolución de la URSS, la idea de que Cuba era más sólida, su revolución más auténtica y popular, y que debía ser defendida a toda costa. 

Una de las «lecciones» fue la necesidad de mantener la guardia en alto frente al imperialismo, es decir, se sugería que la gente había sido engañada por sus políticos o por Occidente, y que no había que «ablandarse» en términos ideológicos. En una publicación interna, dirigida a los militares, hubo algunas valoraciones más críticas, que reconocían, no solo los errores, sino algunos aspectos más generales, especialmente delicados incluso en el caso de Cuba, como el crecimiento de la burocracia, el envejecimiento de la dirección y las violaciones de la legalidad socialista. 

En 1989, la cobertura de los países del Bloque del Este ya era un poco distante. Casi no se hablaba de la cultura ni de la vida cotidiana, tal vez con la intención de sugerir que no eran relevantes para Cuba. Pero, en cualquier caso, tampoco debe aceptarse la visión unilateral postsoviética, según la cual Cuba siempre fue crítica y se vio forzada a trabar relaciones económicas con Moscú solo a causa del bloqueo estadounidense. Aunque esto es parcialmente cierto, también hubo mucha admiración e influencia ideológica, política, económica y hasta cultural, como bien muestra el libro Caviar with Rum.  

DB
A comienzos del período especial de los años 1990, los acontecimientos del Bloque del Este y las derrotas de la izquierda en América Central claramente debilitaron a Cuba. Dijiste que el Granma evitó discutir el significado general de estos acontecimientos, pero, ¿qué sensación te queda luego de haber entrevistado, en 2013, a algunos miembros del PCC? ¿El relato oficial era creíble para la base del partido o para la población en general? 

SU
Hay que recordar que hubo algún que otro debate público sobre estos acontecimientos. No fue exactamente un tema tabú. Hubo algunos análisis desde arriba, de Castro y otros dirigentes, y también esa extraña autocrítica de haber copiado demasiado a otros países. Pero, en general, el público recibió un relato que explicaba el colapso y las crisis de los movimientos mundiales en términos adecuados a las necesidades políticas del momento. 

Castro había advertido el posible colapso de la URSS dos años antes de que sucediera, y esto contribuyó a reforzar su legitimidad. Y las políticas estadounidenses efectivamente habían presionado a Cuba y la habían llevado a estrechar el vínculo con Moscú tal vez más de lo que Castro hubiese querido.

Algunos de los miembros del PCC que entrevisté sugirieron que la gente tenía otras cosas de las que ocuparse, especialmente en Cuba, que entonces sufría las consecuencias de un shock económico extremo: había muy poca comida y combustible y los cortes de electricidad duraban a veces 18 horas. Un periodista extranjero me contó que se sentaba en el Malecón durante una hora entera y apenas veía pasar dos o tres autos. Tal vez exageraba un poco, pero no tanto. Aun cuando había escuelas y hospitales, muchas cosas funcionaban a medias, los salarios no valían casi nada y las góndolas estaban vacías. 

En este sentido, la situación permitió que el gobierno planteara posponer el debate. Es probable que algunas personas —o tal vez muchas, es difícil saber— también hayan temido una invasión estadounidense.

Estoy seguro de que muchos hubiesen preferido desarrollar un debate mucho más abierto sobre la URSS, o al menos que el gobierno publicara análisis más matizados y diversos, pero es verdad que había temas más urgentes. 

Incluso muchos de los que se consideraban revolucionarios, sintieron una enorme frustración por el hecho de que Cuba no hubiese logrado desarrollar su propia economía, más allá de los tímidos intentos de los años 1980, es decir, la apertura de una industria de biotecnología y el desarrollo del turismo. Pero me parece que Castro y el sistema contaron con mucho apoyo, aun durante los peores años de la crisis. Por ejemplo, Marifeli Pérez-Stable escribe que, en las elecciones de 1993, cerca de un tercio de los cubanos emitieron un «voto de protesta». Aun en el caso de que esto sea cierto, en realidad demuestra que la mayoría apoyaba al gobierno.

DB
Cuando comenzaste a pensar las entrevistas con los miembros del PCC, ¿qué esperabas escuchar?

SU
Mucha gente de la isla no está dispuesta a hablar de política con académicos extranjeros, especialmente si su anonimato no está garantizado. Pero, habiendo vivido en Cuba desde 2007 hasta 2009, sabía que lograría hacer las entrevistas. Sin embargo, tenía poca experiencia con el PCC y me preocupaba la posibilidad de que los participantes simplemente repitieran la línea del partido. 

En el caso que estudio, en realidad no hubo una posición oficial, sino que fue algo más bien difuso. El gobierno permitió que la gente sacara sus propias conclusiones, que variaban de acuerdo a su formación y a la comunicación a la que accedían. Además, 2013 era un muy buen momento para emprender un proyecto de este tipo, pues Cuba atravesaba una relativa apertura y el partido estaba siendo un poco más permeable a perspectivas distintas.

La mayoría de las personas con las que me contacté, aceptaron participar de las entrevistas, tal vez porque querían contarle su historia al mundo. Sentían que existe una representación muy distorsionada de Cuba, y tal vez también simpatizaban con el proyecto, pues habían querido plantear un debate público sobre las transformaciones del Bloque del Este y el colapso.

DB
Muchos de tus entrevistados visitaron los países del Bloque del Este. ¿Los comparaban con Cuba? ¿Qué importancia le asignaban a formar parte del «campo socialista»? 

SU
Variaba mucho, dependiendo del momento en el que viajaban, el tiempo que se quedaban, el conocimiento que tenían de la lengua que se hablaba en el lugar, etc. 

Una mujer trabajadora recordó que la premiaron con unas vacaciones a la URSS y percibió solo las cosas buenas. Viajó antes de la crisis. Otros describieron un país en completa decadencia, especialmente aquellos que fueron durante la segunda mitad de 1980. 

Un entrevistado, piloto de avión, me dijo que estuvo en Kiev durante la crisis de los misiles. Es cierto que cuando Moscú retiró los misiles sin consultar a Castro, se generaron muchas tensiones, pero mi entrevistado señaló que las relaciones entre Cuba y la URSS volvieron a encaminarse al poco tiempo. También habló del resentimiento que reinaba en Checoslovaquia hacia los rusos luego de 1968. Contó que los empleados del hotel trataban muy mal a los cubanos porque eran aliados de Moscú.  

Pero la mayoría de los cubanos ni siquiera viajó, no hablaba esas lenguas y estaba preocupada por su propia realidad. Las relaciones se tejían más bien de Estado a Estado. Algunos entrevistados se sentían poco preparados para hablar sobre la realidad soviética o sobre las relaciones entre Cuba y la URSS y realmente parecían no recordar ni saber mucho del tema. Estaban más preocupados por sus propias vidas y por su país.

Al parecer, había una perspectiva bastante idealizada, pero la URSS era efectivamente un país muy poderoso, es decir, no era solo fruto de la propaganda. Algunos me dijeron que sintieron una enorme admiración por la conquista espacial de los soviéticos y por la capacidad que tenían los soviéticos de desafiar a Estados Unidos. Muchos concebían a la URSS como un país industrializado, sofisticado, solidario, etc., pero también como un mundo muy distante del suyo.

DB
Tus entrevistados manifiestan concepciones distintas del sistema político cubano. Algunos afirman que el partido de vanguardia está inspirado en el ejemplo de José Martí y otros que simplemente fue algo inevitable dadas las circunstancias. Aun cuando a veces se diga que Martí fue leninista antes que Lenin, ¿hasta qué punto el enfoque sobre la tradición revolucionaria «nacional» estuvo motivado por la situación post-1991?

SU
Efectivamente, antes de 1959 existía una tradición revolucionaria nacional inspirada en Martí. Hay un libro muy interesante de Louis Pérez Jr., La estructura de la historia de Cuba, que describe cómo Castro, al igual que muchos políticos y dirigentes sociales que lo precedieron, logró conectar con un mito sobre la revolución incompleta. 

Está claro que Martí no era leninista, pero sí advirtió el peligro del imperialismo estadounidense. Hasta donde sé, nunca defendió el gobierno de partido único, pero sugirió que los patriotas debían evitar las rupturas que frustraron las alternativas cubanas durante la guerra de liberación. Entonces, hasta cierto punto la cuestión está sujeta a debate, aunque el Martí de los cubanos se adecúa demasiado bien a los intereses políticos contemporáneos. No era socialista. Escribió sobre la libertad de prensa y otros temas que, por decirlo de alguna forma, suscitan bastante controversia en Cuba. Pero, aunque no soy un experto en el tema, no creo que Martí haya sido el antisocialista que pretenden presentarnos a veces.

Es probable que algunos revolucionarios se identificaran más con una tradición derivada de Martí y que hayan sido escépticos frente a la ideología soviética que invadió Cuba en los años 1970. En aquel momento, aun si era posible notar ciertas prácticas y discursos rivales, el debate abierto era prácticamente inexistente. Castro muchas veces intentó «negociar» con ideas diferentes, pero lo hacía un poco para validar las grandes transformaciones utilizando su legitimidad personal como líder de la revolución. 

DB
El libro de Helen Yaffe, We Are Cuba!, destaca que la mitad de las seis décadas de historia que tiene la revolución cubana, transcurrió sin apoyo soviético. Sugiere entonces que hay que prestar más atención a la experiencia particular. ¿Qué sensación te queda luego de las entrevistas sobre las diferencias que perciben los cubanos entre su socialismo y el «modelo» soviético? 

SU
Todavía no pude leer el libro de Yaffe, pero obviamente lo tengo pendiente. Pienso que hay muchos elementos que indican que la experiencia cubana fue mucho más participativa y sensible a las demandas populares que los países socialistas de Europa del Este.

Aun en los primeros y caóticos días de la revolución, existía esa forma de «democracia directa» que eran las reuniones públicas donde el líder de la revolución respondía a gritos de «Sí» o «No». También existió el «gran debate» del socialismo de los años 1960, del que incluso participaron algunos extranjeros. Los Comités de Defensa de la Revolución, organizados en los barrios, fueron fundados con fines de control y vigilancia, pero en aquel momento contaban con un gran apoyo de la mayoría dados los frecuentes ataques terroristas que azotaban la isla. También hay movilización y participación, mucho más que en el caso de la URSS. Es probable que las célebres misiones internacionalistas deban ser interpretadas en este mismo sentido, aunque también representan una fuente de ingresos.

El sistema electoral del Poder Popular cubano no es nada pluralista: es cierto que los individuos votados no deben pertenecer necesariamente al PCC, pero la mayoría son del partido y estas instituciones operan efectivamente siguiendo sus directivas. Es difícil, prácticamente imposible, que un opositor resulte electo. Pero como muchos representantes son nombrados primero en sus barrios, y debe haber al menos dos candidatos, a veces uno puede votar contra alguien que no quiere que lo represente. De esta manera, una persona que no es querida por los vecinos tiene muchas menos probabilidades de ser electa.

El mecanismo de ingreso al partido también es distinto, y en teoría busca evitar el arribismo: primero, uno debe ser nominado por los compañeros, etc. Mientras que la élite del partido vive de forma bastante holgada, la verdad es que la mayoría de los miembros del partido no tienen muchos privilegios y hasta es probable que enfrenten ciertos inconvenientes por su militancia. 

Durante los últimos años se realizaron consultas populares que involucraron a millones de personas, pero muchas veces las políticas no cambian en la dirección que surge de estos procesos. También existe la preocupación de saber lo que piensa la gente para intentar ajustar las políticas de una manera acorde. Hasta se recurre a veces a votaciones secretas, pero «el pueblo» que participa no incluye a la oposición ni a los exiliados. Muchas personas critican abiertamente al gobierno sin problemas, pero la oposición organizada sigue siendo perseguida: incluso antes de las protestas actuales, había detenciones y despidos.

Entonces, la revolución cubana no es pluralista, pero fue y es percibida por muchos cubanos como una forma adecuada a la lógica de la mayoría. Tiene muchos rasgos autoritarios, pero también muchos elementos de democracia radical.

También es cierto que el modelo nunca fue estático. Entre las cosas positivas, deben mencionarse la apertura del partido a los creyentes (1990) y la remoción de los odiados permisos de viaje para abandonar el país (2013), aunque el partido sigue teniendo potestad de negar el pasaporte a alguna gente. En fin, sí, un proceso mucho más sensible a las demandas de la población, pero evidentemente no lo suficiente.  

DB
La última gran ola de protestas se produjo en 1994, a comienzos del período especial. ¿El PCC aprendió algo de aquel proceso? ¿Cuáles son las diferencias con lo que sucede hoy?

SU
Pienso que sí, pero las acciones valen más que las palabras. Y, de nuevo, el cuadro es bastante contradictorio.

Desde los años 1990, se implementaron grandes transformaciones, algunas a causa de los cambios geopolíticos, tecnológicos y sociales en general. Las transformaciones políticas muchas veces llegan lentamente: hubo períodos donde no sucedía nada o incluso algunas transformaciones que se revirtieron, completa o parcialmente, como la política respecto a los pequeños comercios. Todavía hay grandes reivindicaciones populares que el gobierno no quiso priorizar o que fue incapaz de cumplir. 

Soy un poco renuente a hacer comentarios sobre las últimas protestas: otros, especialmente los cubanos, tienen más autoridad para hablar. 

Pero sí advertiría contra la idea de que el proceso resulta exclusivamente de un plan maligno y coordinado. Hace mucho tiempo que la pobreza, las restricciones y el descontento afectan a una parte significativa de la población. Incluso algunos de los miembros del PCC y un exmiembro, que participaron de las entrevistas en 2013, sugirieron que les gustaría implementar transformaciones más radicales, pero que el partido estaba debilitado y la revolución corría peligro. 

Más allá de los disparadores inmediatos de las protestas del 11 de julio, se cuentan treinta años de crisis. Eso no significa que todos siempre la hayan pasado mal. Al menos cuando hice las entrevistas, no era solo una pequeña parte de la población la que vivía más o menos cómodamente. Pero las dificultades incrementaron considerablemente durante los últimos años y, al parecer, todavía más durante los últimos meses. Y ciertos elementos del sistema nunca fueron aceptados con unanimidad. 

Los errores del gobierno y las restricciones juegan su parte. Pero también el bloqueo, reforzado violentamente durante el gobierno de Trump. Las crueles sanciones que Estados Unidos aplicó a Venezuela también afectan a Cuba, pues Caracas solía ser una fuente importante de apoyo. El COVID se cobró muchas vidas y paralizó la industria del turismo, fundamental para la economía de la isla. Cualquier país sufre en circunstancias como estas.  

Con todo, independientemente de las causas, hay mucha gente que simplemente está harta y tiene una mala experiencia con el sistema. Como en otros momentos de crisis, se fortaleció la represión, hubo muchos arrestos y violencia, desplegada a veces por agentes directamente estatales y otras veces por agentes movilizados por el Estado.

Aun así, espero que sea una oportunidad para el diálogo. Muchos piden que se normalicen las protestas sociales. Es un derecho básico y, aunque no soy cubano, creo que esto debería haberse hecho hace mucho tiempo. 

También hay muchos cubanos que todavía apoyan el sistema y piensan que tienen mucho que perder. Temen perder las conquistas de la revolución, como la salud, la educación, la seguridad y la independencia nacional. Algunos temen convertirse en otro de los países subdesarrollados de la región. Eso por no decir nada del temor a las intervenciones militares, al conflicto civil o a que los exiliados reclamen sus propiedades. Sin un gran apoyo popular, el sistema habría desaparecido hace mucho tiempo.  

El bloqueo fue diseñado para generar descontento y hacer que la gente salga a las calles. El gobierno cubano responde que tiene que limitar ciertos derechos para proteger el Estado, y una parte significativa de la población lo acepta. Hay quienes piensan que las protestas podrían abrir espacio a una «revolución de color» y la violencia sería utilizada como pretexto para una intervención militar estadounidense, como sucedió en Libia. Como historiador y activista antimperialista, soy consciente de que estos miedos obedecen a causas reales y no son ilógicos. – Los últimos días vi en Facebook una cantidad espantosa de noticias falsas, muchas diseñadas con total seguridad para promover la violencia. No sé quién está detrás de todo esto. 

Deberíamos construir puentes con todos los cubanos, no contentarnos con excusas unilaterales para explicar todos los males de Cuba y apoyar a aquellos que luchan por sus derechos. Pero algo en lo que casi todos los cubanos están de acuerdo —algunos dirán que no es muy importante; pienso que se equivocan— es que debe levantarse el bloqueo. Pienso que nosotros, como extranjeros que nos preocupamos por Cuba, debemos priorizar sobre todo esta reivindicación.

E. S. UNDERLID
Autor de Cuba fue diferente. El derrumbe del socialismo euro-soviético visto desde el Partido Comunista de Cuba (1989-1992 y 2013).

  

El período especial en tiempos de paz de Cuba fue un largo período de crisis económica que comenzó como resultado del colapso de la Unión Soviética en 1991 y, por extensión, del CAME (El Consejo de Ayuda Mutua Económica ) así como por el recrudecimiento del embargo estadounidense desde 1992. La depresión económica que supuso el período especial fue especialmente severa a comienzos y mediados de la década de los 90, el PIB se contrajo un 36 % en el período 1990-93.

A partir de 1994 se inició una recuperación llegando el PIB en 2007 a niveles similares a los de 1990. Se definió en principio por severas restricciones en hidrocarburos en forma de gasolina, diésel y otros combustibles derivados que hasta la fecha Cuba obtenía de sus relaciones económicas con la Unión Soviética. Este período transformó la sociedad cubana y su economía, lo que llevó a que Cuba hiciera urgente reformas en la agricultura, produjo una disminución en el uso de automóviles, y obligó a reacondicionamientos en la industria, la salud y el racionamiento.




CUBA Y EL AZÚCAR (SIGLO XX)



LA PRIMERA MITAD DELSIGLO XX 

La  expansión  azucarera,  y  la  consiguiente  industria  tradicional  cubana,  que  sigue  al  proceso independentista para adentrarse en el llamado periodo republicano, a pesar de los  efectos  que  siguen  a  la  guerra  hispano­cubano­norteamericana  (1895­1898),  sufrirá  un  continuo y extraordinario desarrollo tanto en el orden internacional como en el nacional. 

Como también indica Julio Le Riverend,  “supone, de un lado, uno de los casos extremos de  la economía capaz de crearse a la sombra de la división internacional del trabajo y de la  producción”, (la controversia más discutida en los foros políticos o sociales de la época) 

Cuba debe contarse entre aquellos países dependientes de casi un solo producto económico  de exportación: el azúcar, aun cuando disponga de otros de cuantía productiva menor como  siempre fue el tabaco o arroz. Es el peculiar cultivo estrella cubano el que marcará el principal  protagonismo iniciado a principios del siglo XX. Los altos rendimientos de las tierras y la  facilidad  para  aplicar  métodos  altamente  capitalistas  de  producción  y  de  organización  industrial, con mantenimiento primero de españoles y criollos, más tarde norteamericanos,  dará lugar a que surja una demanda segura desde la iniciativa del próximo y más poderoso  mercado del momento que adquiere la casi totalidad de la producción cubana del país, y, por  tanto, la economía post bélica se inclina preferentemente por dicho producto y demandante. 

Pero el auge productivo de la industria tradicional cubana tuvo diferentes pautas según las  diferentes regiones del país. Se inició en Camagüey y Oriente para pasar a Pinar del Río y La  Habana donde se fundaron siete nuevos centrales que polarizaron el núcleo más importante  desde 1910 hasta 1920, para continuar hasta 1926 a pesar de la coyuntura negativa que tuvo  lugar en 1921. Conocido este año como el de “la moratoria”, fue necesaria la intervención  oficial para corregir los desequilibrios financieros ocasionados por baja de la producción  (debido al abaratamiento de coste del producto) consecuencia de excesiva oferta durante el año precedente, conocido por el de “la danza de los millones”, crisis felizmente superada en  1922.  

Consecuencia  de  los  excelentes  resultados  económicos  que  brindaba  la  incesante  producción azucarera, el bienestar económico que disfrutaba la “Perla de las Antillas” a lo  largo de, prácticamente, la segunda década del siglo XX, comenzaba, sin embargo, a decaer  hacia la mitad del año 1920. Las causas, entre otros avatares coyunturales, fueron la excesiva  oferta que motiva la constante creación de nuevos ingenios por empresarios norteamericanos  afincados  en  Cuba  desde  principios  del  siglo  (prácticamente  desde  la  década  final  del  anterior), siempre bajo el efectivo proteccionismo económico y al amparo de la Enmienda  Platt, creada como anexo en la Constitución cubana y de obligado cumplimiento.

 Según el  economista cubano Julio Le Riverend, citado, entre 1918 y 1920 se fundaron, en diferentes  lugares de Cuba, 53 nuevos centrales azucareras sobre las ya existentes, 9 que, obviamente, dio  lugar al abaratamiento lógico del mercado y consiguiente crisis al año siguiente. Etapa ésta  sospechosa desde la perspectiva financiera por su cándido fundamento base que originaría lo  que hoy se denomina inflación. 

Para analizar las causas que dieron lugar al periodo de caída que se inicia, habremos de  retrotraernos  a  los  acontecimientos  mundiales  ocurridos  unos  años  antes  que  afectaron,  singularmente, también a Cuba y a su economía estrella: el azúcar. 

La guerra de 1914 a 1917 convirtió a Cuba en la principal nación abastecedora del dulce  cañero  de  todo  el  mundo  hasta  1919,  y  quedó  liberalizada  la  producción  y  venta  por  norteamericanos, en cuyas manos, con altas y bajas, siempre estuvo el control real de todo  factor económico en  la  isla caribeña. Como consecuencia  lógica de  lo que en términos  económicos se denomina proceso inflacionista (tendencia que surge como consecuencia de  excesiva oferta de producto), obligó a la compra de grandes cantidades de azúcar, refinada o  por refinar.

 Adquisiciones éstas por los propios norteamericanos, principales interesados,  cuyo precio llegó a 22 centavos la libra en mayo de 1920, produciendo enormes beneficios  que vinieron en llamarse con el término tan significativo de “La Danza de los Millones”. Fue  entonces  cuando  la  economía  cubana  vivió  su  más  firme  etapa  coyuntural  de  febril  enriquecimiento conocida entre los beneficiarios como “la época de vacas gordas”. La riqueza  del país era enorme. Todos los valores económicos subieron, desde las colonias de caña hasta  la manteca, que llegó a cotizarse a un peso la libra, así como cualquier otro bien de consumo  básico o de lujo, según se lee en la prensa del momento. 

Fue en torno a esta favorable coyuntura económica cuando tiene lugar otra etapa, aún más  intensa que las anteriores, de la siempre permanente emigración [desde Canarias] hacia Cuba:  la  que  tiene  lugar  en  los  momentos  previos  al  periodo  histórico  de  penuria  económica  en la isla antillana, 1920­1921, como se dijo conocido aún por “el año de la moratoria”, que  afectó singularmente a las Islas Canarias y regiones españolas de oferta migratoria laboral  intensa con dimensión tradicional. 

Fue terrible el descenso del poder adquisitivo, especialmente el de los obreros agrícolas,  tanto cubanos como extranjeros, resultando que lo que para los capitalistas inversores fue  empobrecimiento  o  ruina,  fue  beneficio  para  las  entidades  prestatarias.  Para  el  pueblo  trabajador, con enormes porcentajes de naturales de Islas Canarias y españoles en suma, se  tradujo en miseria 10 con cierre de centros de trabajo, despidos o reducción drástica de salarios.

Superada la crisis en 1922 (eficaz mediación ante el poder económico norteamericano del  presidente cubano recién salido de las urnas, Alfredo Zayas Afonso), para 1926, bajo el  mandato de Machado y Morales, se toman medidas para reducir la zafra con intención de  hacer  subir  los  precios.  Sin  embargo,  los  demás  industriales  azucareros,  antillanos  y  brasileños lanzan al mercado mundial tal cantidad de producto que los precios continuarán  siendo bajos. En 1927, el general Machado decreta la Ley de Defensa del Azúcar para reducir  aún más la zafra, que queda en 87 días para una cosecha de sólo cuatro millones de toneladas,  sin obtener el resultado deseado con la medida, por lo que se declara oficialmente zafra libre  para 1929. 

Posteriormente con altibajos durante el periodo de caída de Machado influyeron otros  factores y especialmente la baja aún más drástica de los precios, la progresiva restricción de  las exportaciones y, finalmente, el cuadro general depresivo ocasionado desde la caída de la  bolsa, Wal Street 1929, y que culmina en 1932. 

En estos momentos de crisis social y decrecimiento en el principal sector económico de  Cuba, el acaparamiento, a veces ilegal, para acceder legalmente a la propiedad, posesión e  inscripción y registro de las grandes fincas azucareras, motivó el continuo enfrentamiento con  pequeños  colonos,  arrendadores,  y  poseedores  de  tierras  desde  la  época  colonial.  Es  significativo en los denominados “realengos” o posesiones de cesión real desde tiempos de la  dominación española. 

Luis Felipe Gómez Wangüemert, el periodista canario, afincado en Cuba, nos describe esta  situación  social,  en  un  artículo  escrito  desde  La  Habana  para  el  periódico Tiempo ,  a  principios de 1934, cuando nos dice: 

 ¿Un realengo? Es una extensión de terreno del Estado, grandes trozos entre fincas  deslindadas en tiempos de la Colonia, que Martínez Campos, en su carácter de  Gobernador General de la Isla de Cuba, cedió, al hacer la Paz de Zanjón, a los  campesinos  orientales  que  colgaron  el  fusil  y  el  machete  de  la  guerra  para  consagrarse a las labores agrícolas, rehaciendo sus hogares deshechos por diez años  de lucha. Y al poblar y trabajar los realengos, en una extensión de veinte y seis mil  caballerías de tierra productora, acudieron más de veinte mil familias, entre ellas no  pocas de canarios. Durante unos treinta años, mientras gobernó España y, en el  período presidencial del íntegro Estrada Palma, fue respetada la propiedad de los  campesinos, laboriosos y buenos. Ellos no pensaban que en la República soñada, en  aquella por cuyo advenimiento pelearon en la manigua, ya hecha realidad, con leyes,  y con gobernantes, pudieran ser desalojados del suelo que, primero con la sangre y  luego con el sudor, habían regado para que fuese más fértil. 

Añade el periodista palmero: 

Pero no pensaron bien, no sabían de la ambición de los geófagos, de la venalidad de  los jueces y de la infamia de funcionarios dispuestos al soborno. No sabían del poder  del oro norteamericano, de la formación de poderosas compañías extranjeras que  habrían de adquirir tierras vecinas para luego ensancharlas arrebatándoles las suyas a  los indefensos labriegos, a los moradores de los realengos cedidos por Martínez  Campos. A lo largo de los años, y de sucesivos gobiernos, poco a poco, las grandes  empresas agrícolas yanquis se fueron apoderando de lo que no es suyo, amparadas y  ayudadas por cubanos venales, de todas las categorías, a los que no importó nada la injusticia cometida. Nada la desesperación de los campesinos, nada las lágrimas de  sus mujeres ni el lloro de los niños allí nacidos. Así, por viles procedimientos, fueron  desalojados y lanzados “al camino real” miles y miles de seres, gentes honradas que  habían  hecho  la  ilusión  de  lograr  ser  relativamente  felices,  después  de  haber  contribuido en la medida de sus fuerzas a la liberación de la Patria
El conocimiento de tantos despojos y el anuncio de que una de tantas compañías del  Norte reclamaba como suyas tierras del Realengo 18, Guantánamo, hizo que las seis  mil familias que las ocupan, se dispusiesen a defenderlas contra sentencias y órdenes  de desahucio, contra el empleo de las fuerzas armadas, apoyándose en el derecho  de  posesión.  Demostrando  con  documentos  ser  suyas,  dadas  por  el  legítimo  representante de España, por el general pacificador. 
Y  en  anuncio,  al  tratar  de  convertirse  en  hecho,  halló  a  los  “realenguistas”  transformados en rebeldes, en resueltos rebeldes dispuestos a la defensa, a morir de  ser preciso. Se organizaron, se unieron, se abrazaron, buscaron armas y erigieron  jefes.  Los  irritados  “geófagos”,  las  empresas  millonarias  no  concebían  que  aún  hubiese guajiros que se les opusiesen. 
En vista de que por los métodos que consideraban “ordinarios” no podían arrojar a los  referidos campesinos de sus legítimas tierras, laboradas por generaciones de aquellos guajiros  humildes, muchos de procedencia “isleña”, como queda dicho, los terratenientes insaciables,  acudieron  a  toda  clase  de  vericuetos  jurídicos  para  producir  el  desalojo  legal.  Llegó  a  utilizarse todo lo “utilizable” o todo lo vendible incluidos los periodistas corruptos. Se lanzó  contra estos desgraciados la más acostumbrada y socorrida acusación del momento: “eran  comunistas  revolucionarios  y  pro  soviéticos  a  los  que  era  necesario  eliminar,  aplastar  en nombre del orden establecido universalmente contra la ideología imperante en la antigua  Rusia, y del propio de los principios del régimen cubano”. 
Pero también surtió efecto, entre la opinión pública, la contumacia de los campesinos del  Realengo  en la defensa de lo que creían que eran derechos adquiridos de muchos años. El  Presidente de la República dispuso que el Ministro de Justicia se personara en el lugar del  conflicto acompañado de periodistas y fotógrafos, siendo recibido con suma cortesía por el  responsable de los agricultores en conflicto. Le fueron expuestos al Ministro los documentos  justificativos que daban derecho a las seis mil familias para seguir viviendo en aquellas  tierras. 
El Ministro informó al Gobierno que dispuso un tenso compás de espera, y suspendiendo  los lanzamientos judiciales en vigor, y para cuya ejecución se precisan fuerzas del Ejército  dispuestos a matar, sabiendo que los campesinos se defenderían también con armas de fuego. 

“Cubanos disparando contra cubanos decididos a morir defendiéndose”, como bien apunta  Gómez Wangüemert en el citado artículo en el que añade: “¿Qué sucederá, al fin, siendo tan  aplastante la influencia de los yanquilandios ( s ic ) y habiendo crisis de patrimonio y de moral?  ¿Irán los campesinos del Realengo a sumarse a los tantos despojados, que clamaron en el  desierto 12 y ya figuran en el espantoso contingente de los hambrientos?”. 

Pero,  a  pesar  de todo,  será  la  iniciativa  del  capital  norteamericano, otra  vez,  el  que  potenciará de nuevo verdaderos gigantes de la producción, que sorteando la crisis económica  depresiva lograron estabilizar la producción en torno a 1939. Pero es a través del proceso de  auge que tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial (1939­-1945), con nueva repatriación de  capitales  para  reinvertir  en  dicha  industria,  cuando  el  grupo  cubano­norteamericano  alcanza enorme importancia en la distribución mundial del producto. 
Para la década anterior a la Revolución Cubana, iniciada en enero de 1959, la producción  azucarera corresponde a diversos grupos financieros o sociedades anónimas. Sin embargo, en  la  mayoría  de  casos  con  aportación  de  capitales  y  propiedad  cubana  constituyendo  un hecho de indudable interés a la vista de las nuevas tendencias financieras de la post­guerra,  especialmente de los Estados Unidos, más interesados en zonas asiáticas o europeas o en  industrias nuevas con capacidad de expansión internacional, que en la tradicional industria  azucarera cubana. 
Sin embargo, la economía estrella cubana de todos los tiempos continuaba firme en 1959,  en que los porcentajes de superficie dedicada al sector azucarero, alcanzaba el 83,6 % del  territorio cultivable, frente al café, 10,1%, o tabaco, 4,3%. 
En 1958, cerca del 50% de los trabajadores agrícolas trabajan en zonas azucareras, es  decir, unos 471,000 obreros. Esto quiere decir que unos 2 millones de personas vivían de este  sector  agrícola­industrial.  En  vísperas  de  la  revolución,  el  volumen  de  azúcar  en  las  exportaciones cubanas, llegaba al 81% del producto interior bruto y ascendía a próximo 600  millones de dólares. 
Pero la historiografía cubana insiste en que los latifundios continuaban  reinando en el suelo agrícola en el que 22 compañías poseían más de 80 mil hectáreas de  promedio cada uno y, conjuntamente, el 70% de las tierras útiles para producción azucarera.  De  estos  22  latifundios  9  pertenecían  a  la  burguesía  cubana  y  13  eran  propiedad  de  norteamericanos.
 El más importante era el de La Cuban Atlantic Sugar Co, que ocupaba  248.404 hectáreas, seguido por la Cuban American Sugar Co que poseía 143.862 hectáreas o  la United Fruti Co, hasta 109.480. 

LA REVOLUCIÓN AGRARIA

A menos de cuatro meses del triunfo, el Gobierno Revolucionario, se dictó la primera Ley  de Reforma Agraria. Su elaboración previa se llevó a cabo en los locales ocupados por el  mando del ya nominado Ejército Rebelde en La Plata, el 17 de mayo de 1959 en Sierra  Maestra, y que, al parecer, Fidel Castro ya había redactado un primer proyecto en Isla de  Pinos mientras sufría condena por el frustrado asalto al Cuartel Moncada, en 1956. El espíritu  de esta revolucionaria y social Ley, en perjuicio de las grandes explotaciones azucareras,  proponía: 
­  Se eliminarán los latifundios de nativos y extranjeros, al limitar la propiedad de la  tierra a un máximo de 30 caballerías que equivalen a unas 402 hectáreas. 
­  Se entregará la propiedad de la tierra a los campesinos que la trabajarán y se liquidaron  las rentas que se veían obligados a pagar, liberando a los campesinos de todo tipo de  explotación y amenaza de desalojo. 
­  Se liberaba a los obreros agrícolas de los míseros salarios, de las largas jornadas  laborales, y de la constante amenaza del desempleo y del llamado “tiempo muerto” o  periodo inactivo entre las zafras.

Estas  medidas  constituyen  una  de  las  primeras  decisiones  de  carácter  general.  Para  aplicación exhaustiva de dicho proyecto de Ley, promulgada para profundas transformaciones  agrarias, se creó el Instituto Nacional de la Reforma Agrario (INRA). 
No obstante, en este momento, la Ley, dejaba intocable las propiedades de un considerable  sector burgués en la explotación agropecuaria, pero se estudiarían acciones sucesivas para  radicalizar el objetivo a seguir, consecuencia del programa revolucionario. 
La promulgación de esta medida, según consultamos en la historiografía cubana reciente,  constituyó, además, “una independencia del caciquismo agrario imperante en Cuba, libraba al  obrero agrícola de la explotación directa de los terratenientes y capitalistas, nativos y yanquis  ( s ic ), que los tenían sumidos en las peores condiciones de vida”. Esta situación cesó cuando la  Ley puso las tierras en manos de los campesinos al pasar las grandes plantaciones y sus  infraestructuras a manos del estado cubano. 
Esta alianza entre obreros y campesinos reforzó ampliamente el proceso revolucionario  emprendido,  ya  que  constituyeron  la  base  de  la  administración  en  que  se  basaría  la  Revolución, apoyando y practicando nuevas medidas revolucionarias al tiempo que eran fieles  defensores del proceso y emprendieron la construcción de la nueva sociedad que propugnaban  los dirigentes revolucionarios. 
La historiografía cubana consultada, nos aporta hechos acaecidos que corroboran estos  iniciales éxitos del “Movimiento 26 J”, cuando leemos que:

 “...En la celebración del 26  de Julio de 1959, en la concentración masiva en La Habana, estuvieron presentes, además de  los trabajadores de las ciudades, cientos de miles de campesinos procedentes de todos los  rincones del país. Allí manifestaron unidos su ardiente apoyo al gobierno y reafirmaron la  decisión  del  pueblo  cubano  para  avanzar  hacia  delante  por  el  camino  revolucionario  emprendido”.  Algunas notas aparecidas en los periódicos 14 en aquellos días dan una idea de lo apuntado,  cuando atacan la Ley de Reforma Agraria, “[...] esta reforma es una vergüenza del primer  ministro Fidel Castro”, (también aparecida en prensa canaria el 1 de junio de 1959), o que  “dicha reforma ha atemorizado a los mejores amigos de Cuba [...]” 

Los propietarios de ingenios azucareros cubanos y norteamericanos, entre otras grandes  empresas, redactaron también un memorandum al Departamento de Estado Norteamericano,  sugiriendo 15  que...” se dé mayor autoridad a los Estados Unidos para cambiar cuotas de  importación de azúcar en cualquier momento, no como método de represalia, sino como  medida de defensa...”. 
El gobierno revolucionario rechazaba con dignidad tales pretensiones alegando la defensa  del campesinado mayoritario. En tal situación comenzaron las primeras agresiones directas  contra la Revolución Cubana, considerándose por la historiografía cubana, que “desde aquel  momento se  iniciaban  los primeros pasos para que por parte de  los Estados Unidos se  organizara la operación militar sobre Cuba...”. 
Los fondos bancarios cubanos depositados en bancos norteamericanos fueron embargados,  declarándose, sobre Cuba, la reducción del suministro de petróleo desde su territorio, de  equipos  industriales  y  otros  efectos  comerciales  de  suma  importancia  para  la  misma  subsistencia de la economía cubana.

Desde  los  inicios  de  1960  las  agresiones  económicas  de  elementos  residentes  en  los  Estados Unidos se hicieron más frecuentes. A ello hemos de unir la deliberada suspensión de  importación y refino del petróleo procedente de la Unión Soviética consecuencia de los  acuerdos comerciales suscritos con el Gobierno Revolucionario cubano. Posteriormente, en  aplicación de la política emprendida que dura hasta hoy, el gobierno norteamericano redujo a  700.000 toneladas  métricas  la  cuota  de  azúcar  cubano  para  el  mercado,  suspendiéndola  totalmente  la  compra  de  este  vital  producto  para  la  economía  cubana,  al  tiempo  que  congelaban los fondos que en divisas se hallaban en bancos norteamericanos. 
Sin  embargo,  posteriormente,  el  8  de  mayo  de  1960  se  restablecieron  formalmente  las  relaciones  soviético­cubanas,  rotas  por  Batista  y  su  política  de  alineamiento  pronorteamericano durante la “guerra fría”, y “... a pesar de las constantes agresiones del  imperialismo,  Cuba  no  se  vio  sola.  El  pueblo  cubano  tuvo  el  apoyo  internacional.  Se  estableció un convenio comercial con la URSS, por medio del cual esta nación compraba un  millón de toneladas de azúcar anuales y los 700.000 que habían dejado de comprar los  Estados Unidos. Además, asumía el compromiso de suministrar todo el petróleo que Cuba  necesitase,  así  como  el  envió  de  otras  mercancías  necesarias  que  la  economía  cubana  demandase”

LA PRIMERA LEY DE REFORMA AGRARIA

Para justificar la anunciada medida revolucionaria con precedentes en otras revoluciones  habidas en el mismo siglo, se ha de indagar con profundidad en el problema rural cubano.  Siempre  fue  sumamente  injusto  desde  la  época  colonial,  por  la  existencia  de  enormes  latifundios en propiedad de pocas manos y en perjuicio de pequeños propietarios o aparceros,  pero cuya problemática se intensificó durante el posterior periodo post colonial o republicano.  Durante esta nueva etapa, que la historiografía cubana llama neo colonial, las explotaciones  agrarias  de  carácter  extensivo,  siempre  estuvieron  supeditadas  a  conexiones  económicas  dependientes del capital aportado por los citados financieros norteamericanos, en conexión  con lo mejor de la burguesía nativa, detentadores máximos, ambos, de la propiedad agrícola e  industrial de la Isla. 
Sin embargo, a este respecto, la prensa canaria del momento informa con todo lujo de  detalles. Así consultado el periódico tinerfeño  El  Día , titula con grandes caracteres: 
“El  Gobierno Cubano aprueba la Ley de Reforma Agraria, que prohíbe las grandes posesiones de  tierras”. 
La medida establece un llamado Instituto de Reforma Agraria (INRA) y el máximo de  tierras permisibles ha sido establecido en 30 caballerías, y aclara el rotativo que una caballería  equivale a 13 hectáreas y media, excepto en tierras destinadas al azúcar, arroz o ganado. 
Añade la referida noticia, procedente de Efe, que la ley aprobada también prevé que se  incorporen  al  Instituto  las  organizaciones  autónomas  para  estabilización  y  defensa  de  productos agrícolas. Y que los extranjeros poseedores de plantaciones de caña de azúcar  habrán de  vender  sus posesiones en el término de un  año, o sus propiedades quedarán  expuestas a una expropiación. 
Se calcula que actualmente el 35 % de la producción azucarera  cubana se halla controlada por estadounidenses. Entre los dirigentes norteamericanos de la  industria azucarera reina la impresión de que las nuevas disposiciones afectaran la marcha del  todo el mercado de la caña y desde luego nadie, ni los mismos cubanos, van a invertir ya  ningún capital en las plantaciones de caña de azúcar. Respecto a la postura que adoptarán los intereses  estadounidenses  afectados,  se  tiene  la  impresión  de  que  grandes  empresas  particulares no harán, por ahora, otra cosa que esperar la expiración del plazo fijado. 
Para su aplicación surgirían reacciones de todo tipo por parte de los perjudicados.  El  periódico  tinerfeño  aludido, 17  en  amplia  crónica  desde  La  Habana  firmada  por  Bienvenido  Valencia,  titula  con  amplios  caracteres:
  “Fuerte  reacción  contra  la  Ley  de  Reforma Agraria en Cuba. Ningún extranjero, a partir de ahora, podrá tener bienes raíces en la  Isla”, y hace referencia a que: “por fin aparece promulgada la citada y revolucionaria ley que  había sido aprobada el 17 de mayo pasado”. 
Desde el anuncio  hasta su promulgación  se  sucedieron  fuertes reacciones:  la primera  procedente  de  Norteamérica,  donde  afectaba  a  la  cotización,  como  primer  mercado  importador, del azúcar cubano y, en consecuencia, las acciones de las principales compañías  propietarias de plantaciones en Cuba bajaron algunas hasta el 30%, como consecuencia del  espíritu legislativo de la ley revolucionaria. Por otra parte, la intención básica de la ley era  conceder a todo trabajador campesino las tierras que trabajaban en cualquier concepto, como  arrendatario, aparcero, bracero y otros, hasta un límite de cinco caballerías, acordado, con  ciertas condescendencias. 

Las  medidas  más  trascendentales  de  orden  económico  y  financiero,  afectaron  fundamentalmente a la provincia de Pinar del Río, donde resultaron afectadas más de 12000  familias. Es cierto que se les da una indemnización por valoración a la baja de las tierras  confiscadas, y cuyo importe no se paga en el acto sino en contrato de “pago aplazado” que  puede llegar a 30 años, con un interés que no pasará del 4% anual. Sin embargo, opina el  cronista autor:
[...] los efectos de la ley son más trascendentales en el orden de la producción, pues  si bien el primer ministro, Fidel Castro, ha ofrecido a los estados Unidos ocho  millones de toneladas de azúcar al año a cuatro centavos de dólar la libra, equivalente  a un 20% de precio más bajo que la cotización actual. Los intereses norteamericanos  en el azúcar dudan de la posibilidad de lograr esa enorme producción; casi un 60%  mayor que la producción del año en curso... Los hacendados propietarios de las  fábricas  refinadoras  temen  que  si  hubiesen  de  trabajar  con  la  caña  de  azúcar  elaborada por los nuevos propietarios de tierras repartidas la producción sería mucho  más  baja.  De  todas  formas  el  Gobierno  revolucionario  ha  querido  prever  toda  contingencia y ha suspendido este reparto de tierras durante un año más. 
Pero es esta ley de la Reforma Agraria una de las metas más importantes de la Revolución  Cubana. Fidel Castro lo hace saber constantemente definiéndola como objetivo máximo del  proceso  emprendido;  ganar  esta  importante  reforma,  dice,  es  “ganar  la  revolución”  ha  sentenciado. Hacendados, colonos y demás detentadores de tierras, agrupados en asociaciones  se rebelan contra ella, obligando al líder cubana a remover los cargos y nombrar nuevos  dirigentes entre combatientes de su plena confianza.  Fechado en la Habana, la Agencia Efe,  las medidas que adopta el Gobierno se llevan a  cabo, en algunos casos puntualmente, pues el mismo rotativo apunta que: 
“El Instituto de  Reforma Agraria se ha incautado de 160 caballerías, equivalentes a unas 2120 hectáreas  de una plantación de caña de azúcar por que sus propietarios, una organización llamado  Figuereso S.A., han dejado de cultivarlas”.

En el mismo rotativo, al día siguiente,   se anuncia la confiscación de dos ranchos de  propiedad norteamericana en Cuba y añade la noticia “exponiéndose con ello a perder la  ayuda de los estados Unidos. Los dos ranchos en cuestión son uno de veinte mil acres  propiedad de Lykes Brothers de Tampa, Florida y el otro de sesenta mil quinientos de Sumner  Pingree de Hamilton Massachussets”

Las Autoridades cubanas tomaron posesión del rancho de Pingree y notificaron al director  del otro, que lo harían a primero de agosto. Ambas posesiones son las primeras de propiedad  norteamericana afectadas por la masiva reforma agraria del Gobierno de Fidel Castro, y son  mayores que las fincas de cubanos expropiadas hasta ahora. La compensación se sabe incierta  y devengará sólo un 4% en la demora. 
Coincidiendo con estos hechos se lee en el mismo número que: “en Washington el Senado  aprobó  por  59  votos  a  32  suprimir  toda  ayuda  a  aquellos  países  que  expropien  bienes  norteamericanos sin la debida compensación” (precedente claro de lo que será el bloqueo  económico hacia la Isla que perdura hasta hoy). 

Por otra parte, el anuncio de estas expropiaciones coincide con informaciones, que señalan  la presencia de soldados armados en edificios privados en Santiago de Cuba. 
En efecto dicha Ley anuló el derecho de las compañías y de los ciudadanos extranjeros a  poseer tierras en la Isla, exceptuando a aquellos que fueran pequeños agricultores. Si la tierra  que cultivaba un campesino no pasaba de dos caballerías, la propiedad le sería entregada  gratuitamente. Si cultivaba entre dos y cinco caballerías, a más de las dos gratuitas le serían  ofertadas las restantes mediante compra a plazos. 
Los propietarios de las tierras expropiadas recibirían indemnización mediante “bonos de la  Reforma Agraria” amortizables durante veinte años. A las viudas y ancianos cuyos únicos  ingresos  eran  las  rentas  de  las  tierras  que  cultivaban,  se  les  abonaba  en  efectivo,  mensualmente,  una  cantidad  próxima  a  la  renta  que  percibían  anteriormente,  y  que  se  convertiría en vitalicia. 

A pesar de su “bondad” la falta de viabilidad de esta Ley se hace patente en algunos  lugares. En el periódico   El  Día , en noticia de la agencia Efe,  se lee: “La Asociación de  Ganaderos cubanos rechazó la ley de Reforma Agraria, así como los planes revolucionarios  proyectados para revitalizar la agricultura de la nación”. 

El periódico   New  York  Times  llega a  comparar la revolución cubana con la francesa. En crónica desde Washington, para dicho  diario, que firma L.Méndez Domínguez, se nos dice: 
“Que el día 12 del corriente mes se  reunirá en Santiago de Chile el Consejo de la Organización de Estados Americanos. El  mandatario norteamericano Herter, ha confirmado su presencia al lado de los ministros de  Negocios Extranjeros de las 21 repúblicas iberoamericanas. El objetivo es analizar la tensión  política en el Caribe”.
Señala, además, el cronista que varias veces ha constituido motivos de  honda preocupación para Washington. 
En el día 21 de agosto en el mismo rotativo, aparece publicado que: “Cuba llevará la  reforma agraria al seno de la ONU”, según crónica especial desde Puerto Rico para la agencia  Fiel, y al respecto se añade que el Gobierno revolucionario cubano está estudiando los temas  que serán objeto de discusión cuando comience la próxima Asamblea General de las Naciones  Unidas, día 15 de septiembre próximo. Como misión más probable de la delegación de Cuba,

será abordar el tema de la reforma agraria, en cuyo sentido la Asamblea General viene  haciendo recomendaciones a todos los países desde el año 1950. También harán hincapié en  la teoría de fuerte intervención de los organismos internacionales en aquellos gobiernos que  en sus respectivos países violan las cartas y convenios internacionales. O de negarles a los  pueblos el ejercicio de la democracia con violación también de los derechos humanos. 
Con  fecha  2  de  septiembre,  la  citada  agencia  Fiel,  desde  Puerto  Rico,  en  crónica  de  Willy  Pardo  para  periódicos  españoles, 21  se  lee,  entre  otras  noticias:  “los  éxitos  contrarrevolucionarios en Cuba, son debidos, sobre todo, al poder de los sectores agrarios de  la propia Cuba,  heridos en  lo  más  vivo por las expropiaciones a granel  decretadas por  Fidel  Castro.  A  esta  enorme  masa  de  afectados  se  unen,  como  es  natural,  los  súbditos  norteamericanos que han sido objeto de despojos semejantes en sus fincas azucareras, y a los  que se ha prometido indemnizar con bonos estatales sin ningún valor. Toda esa masa, a su  vez, recibe el empuje dinámico de los grupos políticosopositores cada vez más numerosos”. 
El sistema de pagos con bonos a veinte años, no hace ninguna gracia en Washington. Pero 
el  N e w  Y or k  T im es  insiste: “Cuba esta muy empeñada en una revolución social cuyos efectos  pueden ser para la nación tan portentosos como el levantamiento que la Bastilla fue para  Francia. ¿Cuáles son las repercusiones de estas medidas para Iberoamérica?”. 
Paralelamente a la problemática que acompaña este periodo revolucionario el programa de  Reforma Agraria ideado por su máximo líder, a pesar de las fuertes dificultades que ocasionan  sectores interesados en el interior de Cuba, continúa en ascenso. En otro rotativos canario,  Diario de Las Palmas, Gran Canaria, dos meses después, 22 en amplia crónica enviada desde  Puerto Rico, para la misma Agencia Fiel, firmada por Willy Pardo, titula: “Expropiaciones de  propiedad norteamericana en Cuba por valor de unos mil millones de dólares”. Recoge las  palabras pronunciadas por Fidel Castro en sus frecuentes discursos a las masas cubanas, en  las que se ratifica que tras el año de la Liberación, llega ahora 1960 el año de la Reforma  Agraria. Hasta ahora, el valor de las propiedades yanquis, que se han visto afectadas por la  Ley cubana de Reforma Agraria, se elevan ( s ic ) a unos 300 millones de dólares solamente. 
Sin embargo, la mayoría de las inversiones de capitales de los Estados Unidos, están en la  agricultura y la ganadería. Concretamente uno de los renglones de mayor importancia lo  constituyen las enormes plantaciones de caña de azúcar y las instalaciones industriales para su  transformación posterior. Hasta ahora estas plantaciones habían sido relativamente respetadas,  pero se cree, añade el corresponsal, que la expropiación se realizará a fondo inmediatamente  después de la recogida de la actual cosecha. Una de las causas de grave fricción entre los  Gobiernos de La Habana y de Washington han sido las expropiaciones ya decretadas. Ahora  bien como decía un portavoz de la Embajada de los Estados Unidos en la capital cubana las  protestas más enérgicas han sido presentadas contra la Ley de Reforma Agraria ya que el  Gobierno norteamericano reconoce este derecho al Gobierno de cualquier otro país siempre  cuando se ha haga respetando a los ciudadanos y garantizada una compensación económica  adecuada.  La  agravación  de  esta  situación,  lo  que  ya  se  espera,  sería  probablemente  el  argumento que rompiera definitivamente las reservas de ciertos sectores del Congreso de  Washington a disminuir la cuota azucarera que se le compra a Cuba, y que deberá ser revisada  eneste año, ya que la Ley que las regula termina su vigencia en 1960. 
Por todo ello, concluye el cronista de Fiel, “hay que pensar en que Fidel Castro esta  haciendo un juego excesivamente peligroso y alocado para su país”, aspecto que confirma  otra noticia, aparecida en otra apartado del mismo número, que comentamos, donde se lee una
orden de Fidel Castro que dice: “Los extranjeros que lleven viviendo en Cuba más de dos  años, deben abandonar el país en el plazo de tres meses, a no ser que sean solventes jurídica y  económicamente”.  Sin  embargo,  el  acercamiento  al  bloque  comunista  (interesado)  se  consolida  definitivamente. Será la URSS, la principal compradora del azúcar cubano.  La misma Efe, desde La Habana anuncia 23 la llegada del viceministro soviético, Anastas  Mikoyan, que ha de inaugurar oficialmente la Exposición rusa, que durará 21 días, en la  capital cubana. Dicha exposición, según manifestación de los propios promotores soviéticos,  no tiene un objetivo netamente comercial, sino que aspira a mejorar la comprensión entre los  pueblos ruso y cubano. 
En páginas preferentes en el mismo número aparece en grandes titulares que “Mikoyan y  Fidel Castro, realizan una gira en helicóptero por el interior de Cuba”, comenzando por la  comarca de Pinar del Río durante la que visitará diversos centros pesqueros y cooperativas  agrícolas en diferentes provincias.  En crónica enviada por la agencia Fiel, para diferentes medios, se nos informa 24  que la  producción de azúcar en Cuba, ocupa el décimo­quinto lugar por extensión cultivada, con  predominio en el Mundo, por que las cañas crecen hasta diez veces, después de haber sido  cortadas. Ello implica que Cuba domine el mercado mundial por su enorme producción bruta,  de más de seis millones de toneladas al año, pero los productores cubanos se han dormido  sobre la bondad de este suelo, cuya fertilidad hace crecer las cañas ya cortadas, varias veces  sin necesidad de volver a sembrar. Pero ha llegado la hora de que los colones despierten, dice  el cronista de Fiel, Luis Carballo, y cobren por el azúcar que conducen al ingenio y no por el  peso de la caña, obligándoles a la obtención de un mejor rendimiento consecuencia lógica de  un mejor cultivo y una mejor y más conveniente selección de variedades. 
Pero otro problema lo constituye elahora desanimado mercado tradicional. 
A principios de 1961 la grave escasez de cortadores de caña para la cosecha del momento,  amenaza con provocar una fuerte crisis en este sector tan fundamental para la economía de la  isla. En la prensa que controla elGobierno cubano se reconoce que en algunas plantaciones se  carece de mano de obra suficiente y, por tanto, considera necesario buscar soluciones. Se  acudirá a la ayuda de mujeres y niños para que recojan el producto cortado, y se recurrirá  igualmente a los funcionarios públicos, jóvenes, oficinistas y soldados que se han prestado  voluntariamente a cortar las cañas durante los fines de semana. 
Pasada la etapa crítica para el proceso revolucionario que significó la frustrada invasión de  Playa Girón, 25 la política agraria ideada por el castrismo, toma nuevos y relevantes giros. 
La prensa sigue esta situación económica en Cuba y, en noticia de Efe, fechada en La  Habana a 18 de mayo de 1961, Castro, que habla desde Rancho Boyeros en las proximidades  de la capital cubana, “ofrece cambiar los prisioneros capturados en la reciente infiltración por  Bahía de Cochinos, por tractores agrícolas o bulldozers”. Dijo, además, que: “algunas familias  adineradas querían ofrecer un tractor a cambio de su hijo”, pero agregó que él no deseaba  intercambios  individuales  sino en  bloque.  Advirtió que algunos prisioneros considerados  como  criminales  no  entrarán  en  el  cambio.  En  el  mismo  discurso,  ante  una  exposición  agrícola en la que se exhiben tractores soviéticos checos y rumanos, Fidel Castro arremetió  contra los especuladores agrícolas que entorpecen la producción cubana. Y así leemos en el  rotativo gran canario   Dia r io  de  L a s  P a lm a s , 26 que nos dice: “El fidelismo se ha incautado sin  compensaciones, de tres millones y medio de acres de ingenios azucareros de propiedad  particular y que en dos años, más de la mitad de la propiedad norteamericana ha pasado a  manos del régimen cubano”. 
Días después en otra gran concentración de fidelidad al jefe cubano, celebrada en La  Habana, unos cinco mil estudiantes y miembros de las milicias conmemoraron la concesión  del premio “Lenin” al Jefe del Gobierno cubano, Fidel Castro. Con dicho motivo se volvió a  repetir la oferta de cambiar prisioneros por herramienta agrícola de tipo pesado y con variada  dotación de piezas de repuesto. El mismo Fidel Castro prometió que los prisioneros menos  importantes serán entregados en cuanto lleguen los primeros tractores. “Los más importantes,  añadió, sólo se devolverán cuando recibamos el último lote de tractores”. 27 
Por estas manifestaciones el periódico   C or r eo  d e  la   T a r de  de Buenos Aires, considera a  Fidel Castro como “símbolo rojo del retroceso del mundo”. 
Sin embargo, todos estos proyectos fidelistas se vienen abajo dos días después en que la  prensa anuncia que el jefe cubano ha rechazado las negociaciones para intercambiar tractores  norteamericanos por rebeldes cubanos, ante la petición de redención de los mismos por las  autoridades de los Estados Unidos. Declaró que “el generoso gesto cubano para obtener  reparaciones a los daños causados por el intento de invasión, no debe ser confundido con un  intercambio de prisioneros”. Añadió el líder cubano 28 que: “la señora Roosevelt y el grupo de  prominentes norteamericanos que están recaudando fondos para la adquisición de tractores,  serían bien recibidos en Cuba”. 
Para dar las máximas facilidades al pretendido proyecto de intercambios, Castro aprueba la  visita a Cuba de una comisión norteamericana para estudiar la situación en lo más cercano  posible. Si bien en el telegrama enviado a la “comisión de tractores” en Detroit reitera que el  gobierno no permitirá que la comisión técnica decida que tipo de tractores debe recibir Cuba  en concepto de “indemnización” por la abortada invasión del pasado diecisiete de abril, según  noticias trasmitidas por una emisora fidelista desde Cuba. 29 
Poco más tarde el dirigente cubano hace fracasar las negociaciones para el intercambio de  prisioneros por material agrícola, pues cambia continuamente las condiciones de la oferta para  impedir el acuerdo definitivo. En noticias recogidas por la agencia Efe, desde Detroit, a fecha  24  de  junio,  se  lee  que  “la  comisión  creada  para  dicho  intercambio  de  ha  disuelto,  momentáneamente, debido a la actitud de Castro, que hace lo imposible para llevar a cabo los  fines humanitarios”. El representante de la fábrica añadió que “lamenta que Castro haya  decidido renegar de su oferta, pues todo el mundo sabe que la propuesta de intercambio partió  del propio mandatario cubano” y toda vez que niega a los propios agricultores cubanos la  maquinaria que con tanta necesidad requieren para obtener la producción alimenticia. 30 
También es cierto que la actitud arrogante de Castro obedece a la firmeza de la ayuda  militar  que  le  prestan  sus  amigos  comunistas  de  la  Europa  Oriental,  toda  vez  que  en  declaraciones efectuadas el día precedente a través de una emisora cubana captada en Miami,  declaró que: “sólo el temor a los proyectiles soviéticos impide que la infantería de Marina  norteamericana  vuelva  a  atacar  a  Cuba  desde  la  base  naval  de  los  Estados  Unidos  en  Guantánamo”. En dicho programa de radio para los cubanos titulado “Conquistadores”, no  hizo mención alguna de las negociaciones con Norteamérica para el intercambio de “tractores por prisioneros”, que expira hoy viernes. Los observadores creen que el Jefe del Gobierno  cubano desea elevar la oferta, antes de que expire el plazo. 31 
Los  pretendidos  resultados  positivos  que  los  funcionarios  de  agricultura  cubanos  pretendieron con la referida Ley de Reforma Agraria, no lo son, a juicio de otros observadores  y conocedores de la misma materia, desde estas islas. 
El periódico aludido de Gran Canaria,   Dia r io  de  L a s  P a lm a s , en un artículo de opinión 32  que firma M.J.M. titulado La agricultura en Cuba, contiene la suficiente aproximación al  problema agrícola cubano, desde el punto de vista del autor, quien entre otras cosas dice: “en  los últimos días hemos leído una serie de folletos editados por el Gobierno cubano en los  cuales no explica en que consiste la reforma agraria en aquella querida isla. En teoría todo  parece  magnífico  y  justo,  pero  ocurre  que  desde  la  publicación  de  dicho  cúmulo  propagandístico hasta el momento actual, las cosas han cambiado radicalmente y lo que en  principio eran reivindicaciones necesarias y hasta humanas de han tergiversado de tal forma  que ya nada de lo prometido se ha llevado a la práctica”. Añade el citado cronista que: 
La tragedia de la agricultura cubana es su exagerada dependencia de un monocultivo:  el  azúcar,  que  representa  mas  del  ochenta  por  ciento  de  la  totalidad  de  las  exportaciones. Como hemos dicho el programa de reforma agraria que perseguía un  fin justo se ha convertido el sumamente injusto por la forma de llevarlo a la práctica.  Nos pareció excelente la idea de acabar con los crónicos latifundios y no permitir que  nadie tuviera fincas mayores de cuatrocientas hectáreas, así como el establecimiento  de un mínimo “vital” de 27 hectáreas para cada familia campesina. 
Pero una cosa es lo escrito y otra muy distinta la realidad, puesto que el contenido de  esta la ley fundamental de la República, declarada en Sierra Maestra a 6 de mayo de  1950, ha quedado en papel mojado, pues apenas se han otorgado unos mil quinientos  títulos de nuevas propiedades a campesinos que  lo  la tenían”. Insiste el  mismo  columnista,  textualmente,  que:  “Las  tierras  expropiadas  han  ido  a  parar,  en  su  mayoría, al Instituto Nacional de Reforma Agraria, creándose para su explotación  una serie de cooperativas, pero con la particularidad de que son muy similares a las  granjas rusas donde nadie es dueño de nada y donde se precisa una autorización  especial para plantar una mata de tabaco y donde lo que se cosecha es adquirido  íntegramente por el citado Instituto que impone el precio de compra y donde hasta  las tiendas que suministran los aperos son también propiedad de aquel poderoso  organismo. 
La industria azucarera tradicional cubana ha pasado a manos del aparato burocrático estatal  hasta la fecha presente. 


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